Observaciones jocosas de una actividad humana.

Artículo enviado por un colaborador de Sinapsis (Ildefonso Alonso Tinoco)

                                  LOS  CIEN  MILLONES 
                                               
                                         (DE  COITOS)


  Según la Organización Mundial de la Salud –que sabe muchísimo y además es muy seria-  en el mundo se realizan, cada día, mas de cien millones de coitos.
  El dato es tan sabroso que resulta inevitable una reflexión enorme y filosófica sobre tamaña polvareda. De entrada, felicitar a la OMS que se ha decidido, por fin, a contarnos algo divertido. Pero sigamos.
  En principio, cien millones de coitos parecen una verdadera orgía mundial; uno se imagina al planeta literalmente chorreando: casi dan ganas de ir por la fregona. Pero no. No es tanto. Después de todo, cien millones de coitos implican tan solo a doscientos millones de terrícolas haciendo la estadística. Se excluyen –naturalmente- los “menages a trois”, camas redondas y demás variantes lujuriosas; aquí vamos a una cosa sencillita y tradicional, dos indígenas por coito y no me compliquen la vida. Bien. Quedamos en doscientos millones ejerciendo. Teniendo en cuenta que, en el planeta, somos unos 6.500 millones aproximadamente, sale un miserable 3% de terrícolas practicantes. Es decir: un planeta de estrechos. Una vergüenza.

  Claro que, dirán ustedes, hay que descontar a los venerables ancianitos y a los tiernos infantes. Vale. Hagamos la corrección. Descontando a los menores de catorce y a los mayores de setenta y cinco?, el porcentaje subiría al 6%. ¡Una birria! Y conste que he contado a los de setenta y cinco para subir la moral y el porcentaje porque hay muchos desertores por ahí. Por otro lado, no es menos cierto que al descartar a los menores de catorce se están descontando bastantes revolcones, pero no vamos a señalar; esto es una cosa estadística y no entramos en si la niña del 5ºA se está dando a los placeres desde la guardería.
  Estábamos en que solo ejerce un 6% del personal disponible, cada día. O, si lo prefieren, un 12% cada dos días o un 18% cada tres… (No se qué será peor).Mejor lo dejamos en un 6% cada día: parece más defendible. Uno puede figurarse que, de entre tantísimo personal estrecho, hay un seis por ciento dispuesto a lavar la honra del planeta. (Lo contrario resultaría más triste: imagínense a toda la plantilla tocando a un coito ¡cada 16 días!). Esto de la estadística es desolador. Estoy por dejarlo.
Del planeta chorreante hemos pasado al planeta monasterio. Esto me pasa por entrar en detalles. Claro que…todo es cuestión de darles vueltas a las cifras. Veamos: cien millones de coitos por día es tanto como 1.157,4 por segundo. ¡Qué barbaridad  ¡Ni un gallo electrónico! Un lujazo. Teniendo en cuenta que cada coito produce unos cuatro centímetros cúbicos de semen (no se me pongan escrupulosos que esto es una cosa científica y estadística y además qué me van a contar),resultan 400.000 litros de semen por día. (Qué ascazo ¿no?). Es decir: una piscina de 20 m. de larga por 10m. de ancha y 2m. de profundidad. No pongan esa cara porque en semejante océano muchas parejas podrían resolver su escasa fertilidad con solo bañarse. Pero dejemos las aplicaciones prácticas y vamos a lo filosófico.
  Observen cómo en la primera parte el asunto resultaba muy escaso y en esta última, con los mismos datos, aparece tanto semen que me están dando arcadas. A la primera parte se le llama Microeconomía y suele quedar más bien chunga; por eso la trabaja la oposición. La segunda es la Macroeconomía y generalmente impresiona bastante; por eso la trabaja el gobierno. (Haciendo esto mismo con los Presupuestos Generales del Estado se puede ser ministro. Facilísimo.)

  Volviendo al estudio de la OMS llama la atención que solo han tenido en cuenta el aspecto cuantitativo del negocio. Pero  todos los coitos no son iguales. Coitos, lo que se dice coitos, -en plan lujurioso- se trabajan, sobre todo, en el mundo rico. En el tercer mundo, la cosa va mayormente de reproducción, aunque el trámite sea bastante divertido. Podríamos decir que, por aquí, los coitos son desechables mientras por allá son definitivos. Aunque tengan algo en común, no es lo mismo. En el tercer mundo suele faltar la cosa golfa y pecaminosa que le da tanto tirón. Considerando que más de la mitad de la plantilla mundial esta en la parte pobre, el porcentaje de coitos desechables es una verdadera ruina y además está muy mal repartido. Lo de siempre. Probablemente esto contribuye al cabreo general de la Humanidad. La OMS está a punto de descubrirlo: cuando la cifra de coitos sube, todas las demás cifras importan mucho menos. Y es que la salud no solo depende de un buen equilibrio de lipoproteínas.
Pero esto ya lo sabían los Australopitecos. (Por eso estamos nosotros aquí).

                                                     
                                                                                        I.Alonso Tinoco

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