El lenguaje manipulado para uso político. Últimas elecciones
Días
pasados el excelente columnista Álex Grijelmo publicó un artículo que quizás
pasó desapercibido y que muestra la utilización del lenguaje con interés
político. En este caso se analiza afirmaciones en relación a los últimos resultados electorales. Es importante combatir el uso
del lenguaje con estos fines ya que es una arma más con la que cuentan los
totalitarios y los anti demócratas.
La
manipulación del verbo “vencer”
De: ÁLEX GRIJELMO. Publicado en El País
El independentismo fue derrotado una vez más en el
cómputo de votos populares, el que se aplicaría en un referéndum
El deporte suele ofrecer con claridad vencedores y
vencidos. El Barcelona ganó la Liga y el Rayo Vallecano venció al Real Madrid.
En cambio, las elecciones políticas permiten presentar a ganadores como
perdedores y a derrotados como victoriosos. A veces hasta ganan todos y nadie
pierde. Marta Vilalta, portavoz de ERC, declaró el lunes 29, tras las
elecciones: “El independentismo ha vencido por primera vez en unos comicios
generales y no pueden hacer caso omiso a ello”.
Pasemos por alto lo inesperado de la preposición a
para fijarnos en el uso de “vencer” y en el sujeto al que se premia con ese
verbo. Porque se da en esta frase la típica manipulación mediante hiperonimia:
“árbol” es hiperónimo de “roble”, y de igual forma “independentismo” es
hiperónimo de “ERC”, el partido más votado. Y así como todos los robles son
árboles, pero no todos los árboles son robles, la victoria de ERC no es la
victoria del independentismo.
La situación se puede equiparar con el triunfo de
Ciudadanos en los comicios autonómicos de 2017 (en los que sumó casi 100.000
votos más que ERC ahora), pero ningún portavoz de ERC declaró entonces “ha
ganado el constitucionalismo”.
Sí que habría resultado válida esta semana la
afirmación “ERC ha vencido en Cataluña”. Pero “el independentismo ha vencido”,
que es lo que Vilalta dijo, constituye una aseveración falsa. Para demostrarlo,
basta revisar los datos del domingo:
Los
independentistas sumaron 1.626.001 votos (contando ERC, Junts per
Catalunya y Front Republicà). Los no independentistas alcanzaron por su parte
una suma de 1.748.129 sufragios (con las aportaciones de PSC, PP,
Ciudadanos y Vox). Es decir, unos 122.000 votos más.
Si uniéramos a este segundo bloque las papeletas
obtenidas por En Comú Podem (Podemos), la diferencia superaría los 700.000
votos.
Este último grupo político ha mostrado
connivencias con el independentismo en sus estrategias, por ejemplo defendiendo
un referéndum de autodeterminación; pero, si nos atenemos a las afirmaciones de
sus líderes, en esa consulta propugnarían la permanencia en el sistema
constitucional español. Así que se deja a gusto del lector si los incluye o no.
Pero con todo, el independentismo fue derrotado
una vez más en las urnas en el cómputo de votos populares (el que se aplicaría
en un referéndum), y conviene repetirlo ante las mentiras que sueltan una y
otra vez los secesionistas por esos mundos, aprovechándose de que no todos sus
interlocutores tienen los datos en la cabeza.
Es más: en estas elecciones el bloque
independentista ha perdido peso respecto a los comicios autonómicos. Las
candidaturas que defienden nítidamente la independencia sumaron el 28 de abril
un 39,38% de los sufragios; mientras
que en las votaciones de 2017 llegaron hasta un 47,8%.
Ahora ese 39,38%
de los votos independentistas se confronta con el 43,2% de los grupos opuestos. El 17,4% restante corresponde a En
Comú Podem (Podemos) y a candidaturas minoritarias (como el partido animalista
PACMA o Recortes Cero) que no se han significado en la división entre
secesionistas y constitucionalistas.
En política, los vencidos pueden presentarse como
ganadores; pero eso sólo sucede en el terreno de las palabras manipuladas. Con
los números claros y completos, las mentiras se desactivan de inmediato. Y no
se puede hacer caso omiso de ello.
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