Miradas, sensaciones, dudas...(VI)


Mi hijo va a votar por primera vez en las elecciones europeas. El otro día me preguntó si eran o no importantes estas elecciones ya que la mayoría de sus amigos ni siquiera sabían para que había que votar para el parlamento europeo.
Le respondí someramente y pasamos a otra cosa. Más tarde quedé pensando en su pregunta y en Europa.


Gran parte de la civilización occidental actual se desarrolló o se inició en el territorio europeo aunque después convergiera con otras culturas de otras áreas del planeta.  De Europa surgieron los más destacados avances en la cultura, el arte y la ciencia y también aquí ocurrieron las más grandes carnicerías entre seres humanos. Sin ir más lejos nos remontemos  no a siglos atrás, que también, si no a las guerras del siglo XX con las más grandes vulneraciones de los derechos humanos.
Como consecuencia de los sufrimientos de la población europea tras la segunda guerra mundial nacieron como un parapeto a la barbarie, instituciones y valores que trataron en los últimos ochenta años de preservar los derechos humanos, la paz y  el progreso cultural y social en la mayoría de los países del viejo continente. Se acertaron en muchísimas iniciativas aunque también hubo muchos fracasos y errores que estamos a tiempo de poder solucionar.
A pesar de todo la extraordinaria idea de la Unión Europea y no solo en el ámbito económico si no en lo político y cultural ha servido y debe servir para seguir avanzando como una de las regiones del mundo donde mejor se vive y dónde se mantienen más intactas las libertades. Hay aún mucho que mejorar y corregir. No es un territorio de la utopía pero si quizás el mejor del globo para vivir y desarrollar las capacidades plenas del ser humano.

El mundo hoy globalizado, con un poder financiero y tecnológico sin adecuados controles y una rivalidad por la hegemonía del mundo entre Estados Unidos, Rusia y China conducen o intentan conducir a Europa a un plano totalmente secundario en la política internacional. En ese sentido la fortaleza de la Unión Europea puede probablemente llevarnos a un mundo algo mejor que lo que se vislumbra para las próximas décadas.
Ahora el proyecto europeo tiene sus propios enemigos dentro. Son los que desean romper Europa, volver a los nacionalismos agresivos, los populismos con tintes racistas o xenófobos en muchos casos. Esto es lo que está significando el avance y crecimiento de la ultraderecha en diferentes países europeos. Ahora también la tenemos en España con Vox y sus aliados y simpatizantes como Le Pen, Bannon, Orban, Farage y Salvini entre otros. Todos ellos manejan contenidos políticos e ideológicos similares a Trump, Bolsonaro y los brexistas.


Dirigentes políticos populistas y antieuropeos

Los partidos políticos antieuropeos que han canalizado esta desilusión proponen unas medidas que van más allá de la vuelta a las fronteras nacionales. Escudados en los riesgos que supone la apertura de las sociedades, propagan un mensaje de indiferencia y, a veces, de rechazo hacia lo extranjero, como comprobamos en la cuestión de los refugiados.
La crisis económica, así como el rechazo a la inmigración y a las políticas europeístas son el motor de las formaciones de ultra derecha en Europa que amenazan con poner en marcha un choque de civilizaciones.
No es un concepto nuevo. Los movimientos xenófobos ultras son habituales en Europa, pero estos movimientos se alimentan de la crisis puntuales o de los conflictos para incrementar su presencia. Desde 2008, asistimos al espeluznante ascenso de estas formaciones en los países europeos, casi sin excepción. Los problemas que esos grupos plantean deben ser escuchados y resueltos con decisión política sustentada en la ley, los derechos humanos y la solidaridad.


Una forma de “hacer política” reconocida por todos estos grupos antieuropeos ha sido trabajar en los procesos electorales de los diferentes países con “fake news” – noticias falsas, tergiversaciones de la realidad, verdades a medias  y todas ellas apuntando al campo emocional de la simpleza de la respuesta pasional.
Gran parte de los mensajes que nos llegan por whatsApp, Instagram o twitter en los periodos electorales son falsos y sirven a los enemigos de la concordia, del consenso y de la paz entre los ciudadanos de los diferentes países del mundo.

¿Qué hacer?. Rechazarlos, no difundirlos, tirarlos a la papelera y advertir a los demás.  Debemos informarnos siguiendo los avatares de la política en los medios a los que se les exige constatación de sus informaciones (radios, periódicos, programas electorales, etc,) y no dejarnos manejar por “laboratorios” de confusión de la ciudadanía para debilitar los procesos democráticos.

Tenemos que ir masivamente a votar para elegir a quienes nos van a representar en la Unión Europea.  Dependiendo a quiénes elijamos van a ser las políticas que en los próximos años se implementen en todos los países de Europa.
Tenemos muchos retos: abordar el tema de la inmigración con valentía y solidaridad sin hacer caso a las llamadas al miedo, tenemos que mejorar los derechos individuales y sociales, impulsar la economía en este mundo globalizado y competitivo, potenciar la investigación, la ciencia y la mejora de la educación en general. Afrontar los retos derivados del avance de la inteligencia artificial, la biotecnología y el problema de las altas tasas de paro en algunas regiones de la Unión Europea. Construir y unir significará avanzar hacia el futuro. Desunir, restar fuerzas e involucionar hacia caminos ya transitados con horrorosos resultados  podría significar una hecatombe para Europa y el mundo.

En fin, cuando más participemos en las elecciones europeas seremos más dueños de nuestro destino como sociedad.
Debemos estar atentos contra los que quieren romper la Unión Europea. Lo que hay que hacer es mejorarla. Cuidado!! con las redes sociales en estas elecciones.
No dejemos que nos utilicen. Usemos nuestro cerebro. Nos informemos, estudiemos, hablemos sobre los temas pero no nos traguemos engaños bien empaquetados a través de las redes sociales. Resistencia activa a ese tipo de mensajes.

Después de esta reflexión en solitario volví a hablar con mi hijo. Repasamos y pormenorizamos muchos temas que nos preocupaban a los dos. Creo que al final nos pusimos de acuerdo. El 26 de mayo iremos juntos a votar.



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