La risa. Una visión muy completa
Visitando el blog de José
Ramón Alonso encontré este entretenido artículo sobre “La risa”. Lo transcribo
a continuación para compartirlo con vosotros.
El blog de José Ramón
Alonso
https://jralonso.es/2015/07/14/risa/
Qué
es la risa
La risa es una respuesta física y psicológica que
mostramos los humanos y algunos otros primates. Es una vocalización instintiva,
estereotipada y se piensa que ayuda a monos con pelaje y sin pelaje en su vida
social, nos hace sentir parte de un grupo y muestra a los que tenemos alrededor
que nos sentimos a gusto y en buena compañía. La risa puede ser contagiosa
y genera inconscientemente una valoración positiva, por eso nos ponen tantas
risas enlatadas en todas las comedias televisivas.
La risa no es exclusiva de los humanos y el
mismísimo Darwin mencionó que los chimpancés producen una vocalización parecida
a la risa cuando se les hacen cosquillas. El chimpancé pone lo que se
llama la cara de juego (play face), abre la boca y hace una vocalización
rítmica diferente a la nuestra. La risa de un primate remeda la respiración
agitada de un juego vigoroso y señala una intención festiva, sirve para aclarar
«estamos jugando, no te estoy atacando, no hay ningún riesgo». Es una auténtica
onomatopeya. La risa parece tener, por tanto, una intensa fuerza emocional y
social y es muy posible que fuera un aspecto clave de las actividades grupales
de los primates donde sería una vía de comunicación para evitar enfrentamientos
y generar empatía.
La risa es bastante específica. No reconocemos con
facilidad la risa de otras especies. Tras oír una grabación de la risa de un
chimpancé, sin saber lo que era, solo 2 de 119 estudiantes universitarios lo
interpretaron correctamente como risas, la mayoría lo identificaron como
ladridos, para otros era un ataque de asma, un episodio sexual o incluso
sonidos no biológicos como aserrar, cepillar o lijar. Por el contrario, somos
excelentes identificando la risa humana y es algo instintivo, mientras que
otras expresiones emocionales deben aprenderse de otras personas.
Disa Sauter pidió a ocho individuos sordos y ocho
con audición normal que vocalizaran emociones diferentes sin usar palabras:
miedo, alivio, sorpresa, furia, hilaridad, triunfo, asco, terror y tristeza.
Después Sauter y sus colegas pusieron esa grabación a 25 personas de oído
normal y les pidieron que identificaran esas emociones. La prueba mostró que
era fácil acertar todas las emociones si provenían de personas con capacidades
auditivas normales pero de las personas sordas las únicas que fueron
identificadas con facilidad fueron la risa y el alivio. Incluso los gritos de
terror no eran obvios cuando los emitía una persona sorda.
Dada la importancia de la risa en nuestras vidas,
ha sido estudiada desde que el hombre empezó a autocontemplarse y ha sido
tratada por, entre otros, Platón,
Aristóteles, Descartes, Hobbes, Kant, Schopenhauer, Darwin, Freud y Bergson. Aún
así, sabemos aún muy poco sobre la risa aunque se considera un tema crucial en
el comportamiento humano. Los estudios basados en la observación de los seres
humanos, algo parecido a lo que hace Jane Goodall en los bosques de Gombe con
los chimpancés pero realizado en centros comerciales y por las calles de
nuestras ciudades, nos deparan algunas sorpresas. Aún así, es una de esas cosas
que no es fácil de estudiar porque desaparece como por arte de magia
cuando la intentas trasladar al laboratorio. Funciona, sin embargo, si te
acercas con una grabadora a una pareja que está hablando y les dices «vengo
a estudiar vuestras risas». Echan a reír sin poder evitarlo. Con éste y
otros métodos se ha podido conocer no solo la estructura de la risa sino
también cómo se produce, cuáles son las diferencias entre hombres y mujeres, su
importancia en los rituales de cortejo y en procesos de socialización.
La risa humana es una vocalización que se parece
más a los gritos y llamadas de otras especies que al habla humana. Tiene
una estructura armónica y temporal basada en una coreografía entre músculos de
la laringe y el sistema respiratorio, todo ello coordinado por la sustancia
gris periacueductal y su proyección al núcleo retroambiguo. Con esos órganos y
sus coordinadores cerebrales, emitimos una serie de sílabas cortas (75 ms), con
vocales (el famoso ja-ja-ja, jo-jo-jo o ji-ji-ji) y que se repite a intervalos
regulares de aproximadamente 210 ms. No podemos hacer sílabas más largas ni
mucho más cortas y tampoco hay risas donde los intervalos silentes entre
vocalizaciones sean muy breves o muy prolongados. Las risas son mucho más
estandarizadas de lo que a veces creemos.
Esa estructura básica de la risa se mantiene desde
una risa profunda, que nos agita todo el cuerpo, hasta una risita nerviosa. Ese
patrón común es lo que nos permite identificarlo como risa a pesar de las
variaciones individuales y no es común a todas las especies: los chimpancés,
por ejemplo, tienen un sistema de vocalización muy rígido, que solo puede
expresar una sílaba por respiración, por lo que cada sonido de su risa dura una
exhalación o una inhalación.
Las vocalizaciones típicas de la risa tampoco
varían: no decimos ja-jo-ja, quizá tan solo se modifica la última sílaba de una
carcajada, con el cierre de la risa. Un detalle importante es que estas
vocalizaciones se mantienen en pacientes con lesiones del área de Broca. Es
decir, pacientes que son incapaces de hablar o vocalizar voluntariamente, son
capaces de reír.
Aunque podemos reír si nos hacen cosquillas, la
mayoría de las risas surgen durante una conversación y sin que se produzca un
contacto físico. Por el contrario en los chimpancés son especialmente
frecuentes mientras juegan forcejeando, o hay una inminencia de un contacto
físico como cuando se persiguen uno a otro en un ambiente lúdico. En los
humanos, la risa aparece antes o después de frases completas o preguntas, no
las interrumpimos con la risa que a menudo actúa como si fuera un elemento de
puntuación. La explicación puede ser que como la risa y el habla están
coordinadas por distintas regiones cerebrales no pueden intercalarse sino que
deben actuar secuencialmente, cuando una se apaga, entra la otra.
Una prueba de la simplicidad de la risa es su
reversibilidad. Un segmento corto de una carcajada, un ja-ja-ja, se puede
grabar y hacer sonar al revés y todavía se parece mucho a un
ja-ja-ja. Cada una de las notas tiene a su vez un alto grado de simetría
temporal, el audiograma de cada una es bastante simétrico. Lo que no es
simétrico es su volumen. La risa tiene un típico decrescendo en el cual las
últimas notas son normalmente de menor amplitud que las primeras (probablemente
porque nos quedamos sin aire). Los registros de una carcajada oídos al revés
producen una sensación muy rara, precisamente por ese anómalo ritmo in
crescendo.
Hay
variaciones entre las risas de hombres y de mujeres. En concordancia con sus voces más agudas, la risa
de la mujer tiene una frecuencia más alta (en torno a 502 Hz) que la del hombre
(en torno a 275 Hz). Es, por así decirlo, sexualmente dimórfica. Además,
en conversaciones entre los dos sexos, las mujeres reían un 126% más que los
hombres, ellos son los que las hacían reír y ellas las que reían. Además, los
payasos son normalmente hombres y el patrón de niño haciendo payasadas y la
niña riéndolas aparece muy temprano, en torno a los 5 o 6 años de edad para
ambos sexos.
Unos años después, la risa es un elemento clave
del cortejo. Cuanto más ría una mujer en un encuentro, más interesante le
parece su pareja de conversación y, de forma complementaria, los hombres están
más interesados en las mujeres que ríen delante de ellos. La risa de la mujer,
y no la del hombre, es la que predice el éxito de una relación. Las mujeres se
ríen más a menudo en respuesta a la risa de un hombre mientras que los hombres
respondemos por igual a la risa masculina y a la femenina y depende más de
nuestro grado de familiaridad. En las páginas de contactos las mujeres demandan
con más interés parejas «con sentido del humor» o «que le guste reír» mientras
es más habitual que sean hombres los que incluyan esta oferta en su perfil.
La risa se considera una señal honesta, reveladora
de los verdaderos sentimientos. No es fácil mentir mientras se ríe. Además, más
de la mitad de la gente no podemos reír si nos piden hacerlo o hacemos una muy
mala imitación. El control consciente y voluntario de la risa es menor que el
del habla. La risa es normalmente espontánea y no intencional. Es también un
fenómeno social. Podemos reírnos con un libro de Jardiel Poncela -que pena, que
ya nadie le lea, con ningún autor creo que me he reído tanto como con sus
obras- o viendo a Mr. Bean, pero la risa es 30 veces más frecuente en
situaciones sociales que solitarias y no está de mal recordar que libros o
películas son también una forma moderna de comunicación entre seres humanos. La
risa no es una expresión egoísta de un sentimiento o un estado de ánimo, es un
mensaje fundamentalmente social, dirigido a los demás. Es raro reír sin una
audiencia real o indirecta.
La risa
es contagiosa. Un estudio con 128
alumnos universitarios encontró que casi la mitad respondían con risas a una
grabación de la risa de un hombre y un 90% sonrieron. Llevado al extremo, el
caso más famoso de contagio puede ser la epidemia de risa de Tanganica, un
episodio de histeria de masas que empezó por tres niñas en una escuela
secundaria de Kashasha, un centro dependiente de una misión donde estudiaban y
convivían niñas de entre 12 y 18 años de edad. El 30 de enero de 1962, esas
tres muchachas empezaron a actuar de una manera anómala, con un ataque de risa
que no conseguían refrenar y ese comportamiento se extendió con rapidez por la
escuela. Desde ese día hasta el 18 de marzo, cuando la dirección decidió
cerrar la escuela, 95 de las 159 niñas del centro se vieron afectadas. Al
cerrar la escuela y volver a sus pueblos de origen aparecieron allí nuevos
casos que se extendieron entre los más pequeños y en distintas localidades de
una zona cada vez más amplia. En total se llegaron a cerrar 14 escuelas y se
calcula que atendiendo a los centros educativos y los pueblos afectados, varios
miles de personas fueron afectados en mayor o menor medida. Entre medio año y
año y medio después de que se iniciaran los síntomas, igual que había venido,
la epidemia despareció.
José Ángel Valente en su hermoso poema Sé
tú mi límite, empieza así:
Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.
Donde no llega la ciencia, llega la poesía.
Para leer más:
- Coghlan A (2010) Born to laugh, we learn to cry. New Scientist 2786.
- Provine RR (1996) Laughter. American Scientist http://www.americanscientist.org/issues/feature/laughter/1
- Provine RR (2015) Laughter as a Scientific Problem: An Adventure in
Sidewalk Neuroscience. J Comp Neurol
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