Eutanasia: un debate de nuestro tiempo (2ª parte)

 A continuación dentro del coloquio amistoso entre dos posturas diferentes para abordar el tema de la eutanasia transcribo el artículo de réplica del Dr. Alonso Tinoco que contesta a un entrada anterior en Sinapsis realizada por el Dr. García del Río.



  SOBRE LA EUTANASIA   Y   EL  SUICIDIO  ASISTIDO

Leyendo el apasionado escrito del Dr. García del Río sobre este tema, sentí la necesidad de ofrecer otro punto de vista. Vaya por delante que he tenido la suerte de convivir profesionalmente con él durante muchos años desde la Obstetricia, en el mismo hospital y valoro enormemente su profesionalidad. Pero no se trata de eso.
Desde una concepción religiosa determinada, absolutamente respetable, puede surgir el rechazo a cualquier forma de eutanasia o de suicidio asistido, pero el conjunto de una sociedad pluralista no tiene por qué asumirlo necesariamente. No pretendo personalizar mi respuesta sino contribuir a una concurrencia razonable de opiniones.
Las encuestas de población, europeas y españolas, desde 2009, vienen repetidamente mostrando un apoyo mayoritario para su regulación legal. La más reciente, de Metroscopia, del 2017, recoge un 84% de apoyos, incluyendo un 66% entre los votantes conservadores y un 56% entre los católicos practicantes. Está muy claro. Los que mantienen el sistema sanitario que -además- son los posibles destinatarios y los depositarios de la soberanía, están mayoritariamente a favor.  No creo que este aspecto pueda suscitar discrepancias. Las Cortes, antes o después, tendrán que darle forma legal, Ya hay siete autonomías que lo han planteado.

Es cierto que los cuidados paliativos no están suficientemente extendidos ni aplicados adecuadamente en toda España y que la demanda de ellos suele anteceder, en la cronología del enfermo,  al posible planteamiento de la eutanasia. Efectivamente es posible que, con buenos cuidados paliativos, se redujera en alguna medida la demanda de eutanasia. Pero no en todos los casos. Y cada "caso" es una situación desesperada. Utilizar la deficiencia de paliativos como un requisito previo para la regulación de la eutanasia, es un argumento claramente obstruccionista porque siempre se podría argumentar que, en algún lugar o en algún caso, los cuidados paliativos son mejorables. Además es un argumento engañoso porque presenta un motivo circunstancial como tapadera de una oposición radical. Es decir: los que se oponen a la eutanasia porque los paliativos no están suficientemente desarrollados, ¿la aceptarían tras la mejora de éstos? Sabemos que no.
Pero, sobre todo, pensemos en las personas que ya, ahora mismo, están con un sufrimiento insoportable y sin expectativas de mejora. ¿Les contamos que hasta que el sistema sanitario haya perfeccionado la red de cuidados paliativos, tienen que seguir sufriendo?
Ambos objetivos -la regulación de la eutanasia y el acceso general a los cuidados paliativos- son paralelos y simultáneos y así están contemplados por las organizaciones implicadas en estos temas y por la ciudadanía. No son objetivos excluyentes sino complementarios. 

Plantear la regulación de la eutanasia (o del suicidio asistido) como un sistema "para eliminar a los más débiles, indefensos o vulnerables" es una tergiversación descarada. Nadie pretende "eliminar" a nadie. Son las propias personas dueñas de su vida y de sus decisiones las que quieren dejar de sufrir y resulta difícil de comprender que se les impida desde la confortable situación de otras personas ajenas a su dolor.

La regulación legal no obliga a nadie: el bloqueo de la regulación sí condena y obliga al enfermo a seguir sufriendo sin otra expectativa.
"La Medicina es ciencia y humanidad""...Su función es prevenir, curar y cuando no es posible, aliviar". Estamos de acuerdo. ¿Y cuando no es posible aliviar? ¿Es razonable que la valoración del dolor del  enfermo la determine otra persona que no lo sufre?. El dolor y el sufrimiento son subjetivos. Es arrogante e injusto erigirse en juez del dolor ajeno. Lo humanitario, en algunas situaciones desesperadas, puede ser ayudar a la decisión consciente y libre de dejar de sufrir.
En el capitulo VII del Código de Deontología Médica que se citaba, puede leerse "(...)El médico tiene la obligación de procurar la curación o mejoría...Cuando no sea posible, tiene la obligación de aplicar las medidas necesarias para conseguir su bienestar..."
Y ¿quien decide el bienestar del enfermo? ¿Él? ¿O nosotros?

Seguramente compartimos la máxima que aconseja "Vivir y dejar vivir".
Yo les invito a completarla con "Morir y dejar morir"

                                    I. Alonso Tinoco.
                                       Ginecólogo.



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