Relato: realismo y fantasía
La escuelita encantada
En realidad es ahora una casa, aunque muchos saben
que años atrás fue una escuelita.
Si, una escuelita rural de los años setenta de un
país de Sudamérica. En aquellos tiempos la escuelita estaba en construcción
pero los militares del momento la destinaron a otros fines menos humanitarios y
la convirtieron en centro clandestino de detenciones.
En estos centros, al igual que en otros similares
que proliferaron por toda la geografía, se pudo comprobar que el infierno
existía y que estaba en la tierra, al menos para las centenares de personas que
estuvieron entre sus paredes. Allí, éstas fueron vejadas, violadas, torturadas
y conducidas por el camino del horror
hasta la muerte.
Actualmente es una casa; una casa muy peculiar y
no sé deciros por qué.
Como consecuencia de cambios urbanísticos la casa
y la pequeña parcela circundante tiene la forma de una cruz; el color de sus
paredes exteriores es blanco pero también es un blanco particular, no tiene
brillo alguno y parece no reflejar la luz. Esta opacidad se continúa por las
ventanas que están siempre cerradas.
Pero lo que distingue más a esta casa de las demás
es la historia que lleva aparejada a ella y es la historia de la familia de
Esteban.
Cuentan que
Horacio, el nieto de Esteban, de seis años de edad había sido invitado a una
fiesta de cumpleaños de un compañerito de su clase en aquella casa peculiar, la
antigua escuelita.
Sus padres lo dejaron a la hora de la merienda y
quedaron en recogerlo unas horas después.
Cuando se despidieron aquella tarde no sabían que
jamás volverían a ver a su hijo. En los días y meses que siguieron, los
recuerdos de los últimos minutos que estuvieron con él les serviría de bálsamo
para atenuar el horadante dolor que sintieron por su pérdida.
Los anfitriones de la fiesta relataron que los
niños tras comer la tarta de cumpleaños se pusieron a jugar al escondite en las
habitaciones de la casa y fue allí y en ese momento cuando desapareció Horacio.
Solo encontraron un pañuelo rojo junto a una pared y los demás chicos contaron
que ese era el pañuelo que llevaba al cuello el nieto de Esteban cuando se
esfumó entre los cuartos de la casa.
Cuando se percataron de la desaparición del niño
buscaron en todos los rincones de la casa y en los alrededores; la policía fue
informada y se amplió la búsqueda por toda la ciudad, pero todo fue en vano,
Horacio no apareció; no apareció nunca más.
Los momentos más tristes y desconcertantes
ocurrieron cuando los dueños de la ex escuelita tuvieron que explicar a los
padres de Horacio que éste se había perdido dentro de la casa.
Durante semanas y meses se realizaron todas las
investigaciones posibles, científicas y también cercanas a la brujería. Se
consideraron todas las hipótesis pero el niño no apareció. Parecía haber sido
aspirado, tragado, secuestrado por las paredes de aquella casa peculiar.
Los padres de Horacio enloquecieron con el tiempo
y la tristeza los consumió hasta la muerte. Ya en el final de sus vidas, y
habiendo perdido toda esperanza asumieron que su hijo estaba muerto. Pero al
parecer lo que más sufrimiento y dolor les producía era no saber donde estaban
los restos su hijo. Ya por entonces la única aspiración que tenían era conocer
donde descansaba su vástago. Se murieron sin que sus deseos se cumpliesen.
Dicen que Esteban si sabía donde estaba su nieto.
Sabía que estaba en esa casa.
Todos los días a las seis de la madrugada, cuentan
que Esteban acudía a la casa. Esperaba
allí, aunque sin esperanza, que alguien sacase a su nieto por la puerta del
aparcamiento de la antigua escuelita.
Esa era la hora en la que él, años atrás y en el
mismo lugar estando al mando del centro de detención, ordenaba sacar con un
pañuelo rojo al cuello a los detenidos que tras la tortura iban a ser
eliminados y a los cuerpos muertos de los que no habían podido aguantar los
tormentos.
Durante años Esteban acudió a su cita a las
puertas de la casa pero sin éxito.
Había perdido a su hijo y a su nieto pero se
consolaba con no sentir la angustia de los familiares de los desaparecidos por
que él si sabía donde estaba Horacio. Sabía que estaba en la escuelita.
CB
Comentarios
Publicar un comentario