Cultura: Entrevista a Nuccio Ordine
En la Revista Jot Down, Jelena Arsic realiza una rica e interesante entrevista a Nuccio Ordine que aunque algo extensa seguramente los amantes de la cultura la leerán con muchísimo interés. La transcribo para compartirla con vosotros.
Nuccio Ordine filósofo, profesor y escritor es en la actualidad profesor de Literatura italiana en la Universidad de la Calabria en Cosenza (Italia). Fellow del Harvard University Center for Italian Renaissance Studies y del Alexander von Humboldt Stiftung, ha sido invitado por diferentes Universidades norteamericanas (Yale, New York University) y europeas (EHESS, École Normale Supérieure Paris, Paris-IV Sorbonne, Paris-III Sorbonne-Nouvelle, CESR of Tours, Institut Universitaire de France, Paris-VIII, Warburg Institute, Eichstätt University). Ha publicado libros de gran éxito que despertaron el interés y la polémica sobre temas relacionados con la cultura.
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Entrevista a Nuccio Ordine
Revista Jot Down
Fotografía: Edu Bayer
Viene de una familia donde nadie había estudiado,
de una casa sin libros en un pequeño pueblo sin librería ni biblioteca. ¿Cómo
surgió su interés por la cultura?
Fue un milagro de la escuela. En un lugar sin
bibliotecas, teatros u otros estímulos, la escuela era lo único que había.
Merece una reflexión. Porque a mí hacerla me ha convencido de que la verdadera
tarea del profesor es cambiar la vida de los estudiantes. Sin embargo, este no
es el programa de la escuela o de la universidad actual. La educación hoy en
día va en otra dirección, está más enfocada a la burocracia, al mercado. A
tantas cosas que no tienen en cuenta la importancia de cambiar la vida del
estudiante.
Cada persona, si cierra un momento los ojos y
piensa cuál ha sido la persona que ha logrado cambiar algún pequeño aspecto de
su vida, o incluso algo importante, todo el mundo tiene la misma respuesta,
todos tienen el nombre de algún profesor. Ese es el milagro. En sitios
pequeños, lugares recónditos, hay profesores que nadie conoce que hacen que
esto sea posible. Un ejemplo lo tenemos en la carta que Albert Camus escribió
a su profesor el día que recibió el premio Nobel. He publicado esa carta en mi
libro Clásicos para la vida porque creo que es muy importante
entender que la escuela moderna no es el ordenador o el móvil, sino que es
sobre todo la fuerza del profesor, sus palabras son las que pueden hacer vibrar
las cuerdas del corazón.
En su libro La utilidad de lo inútil me
parece muy interesante la contraposición que hace con la deuda económica de
Grecia con los bancos alemanes frente a la deuda de Europa con la cultura
griega.
Es una locura. Hoy, la idea de identidad europea
no se construye sobre siglos de literatura, de arte, de filosofía o de música.
No, hoy el parámetro para establecer si eres europeo o no es si pagas tu deuda.
Es demencial. Hay una frase muy hermosa de Marguerite Yourcenar en Memorias
de Adriano que yo he empleado en Clásicos para la vida como
epígrafe que dice que las mejores cosas que se han dicho, se han dicho en
griego; las mejores cosas que tenemos hoy están dichas en griego porque el griego
lo es todo. Es la idea de literatura, de democracia, de lengua, la idea de
filosofía, la idea del arte. No podemos pensar una Europa sin Grecia. ¿Podemos
pensar una Europa sin España, sin Italia, sin Francia, si no pagan la deuda?
Eso es una locura.
Escribe usted «tenemos necesidad de lo inútil como
tenemos necesidad para vivir de las funciones vitales esenciales». Y cita usted
al biofísico Pierre Lecompte du Nouy, que dice que «en la escala de los seres
solo el hombre realiza actos inútiles». Hace poco estuve hablando con una
divulgadora canadiense, Zoe Cormier, que dice que el hedonismo, que
aparentemente es inútil, es fundamental en la evolución de la especie humana.
Calificaba el hedonismo de ventaja evolutiva.
No podemos pensar en el desarrollo de la humanidad
solamente en términos económicos. Victor Hugo, en su discurso
maravilloso en el parlamento de París, dijo que le gustaba mucho la
reivindicación del obrero de pedir pan. Es muy importante, dijo. Pero junto al
pan, siguió, existe también el pan del pensamiento porque sin él no existe el
desarrollo. No construyes una humanidad fuerte. También hay un discurso muy
conmovedor de García Lorca en la inauguración de una
biblioteca que repetía la misma idea. No es importante pedir solamente pan, hay
que exigir pan y libros. Él dijo: «medio pan y un libro». Porque la
humanidad tiene que nutrirse de la dos cosas. Montaigne tenía
citas maravillosas sobre esto, decía que hay que alimentar el cuerpo y el
espíritu porque somos cuerpo y espíritu, no podemos ser ni solo espíritu ni
solo cuerpo.
Habla en su libro La utilidad de lo inútil de
una paradoja de la historia que pone en evidencia la importancia del arte y la
literatura: «Cuando prevalece la barbarie, el fanatismo se ensaña no solo con
los seres humanos, sino también con las bibliotecas y las obras de arte, con
los monumentos y las grandes obras maestras». Y luego da ejemplos de quema de
bibliotecas, libros y obras de arte percibidas como un peligro por el simple
hecho de existir.
La intolerancia y la ignorancia son hermanas.
Siempre es así en la historia, porque el intolerante piensa que posee la verdad
y la verdad no se puede poseer. La verdad es solamente una búsqueda. Hay muchos
ejemplos en mi libro sobre este tema, porque hoy en día tenemos muchos
traficantes de verdades. Gente que te vende su verdad como una verdad universal
y la paradoja, en la religión por ejemplo, es que la violencia siempre es el
instrumento que emplea la persona que cree de poseer la verdad para conseguir
el bien de la humanidad, para hacer comprender a los otros cual es la verdad.
Toda la historia es así, pero la gente culta sabe que la verdad no se puede
poseer. La verdad se tiene que buscar toda la vida; se tiene que dedicar toda
la vida a buscar la verdad en la conciencia. No es la posesión de la verdad la
que te hace mejor, sino su búsqueda.
Pero en esto hay una contradicción si miramos la
situación actual. Tenemos toda la cultura del mundo disponible en internet y,
sin embargo, estamos viviendo un auge de racismo, del nacionalismo y la
ultraderecha, se aboga por el aislamiento…
Eso es fruto de la ambigüedad, porque hoy en día
es muy importante distinguir entre información y conocimiento. Son dos cosas
diferentes. Puedo tener muchas informaciones, pero si no tengo los instrumentos
para pensar, para comprender, para elegir o para seleccionar, soy un ignorante.
Un ejemplo: escribí hace unos meses un artículo en el Corriere della
Sera sobre una página de publicidad que me encontré en el periódico en
la que se citaban versos de Shakespeare contra el asesinato de
mujeres. Me quedé un poco confundido, porque yo he editado cuatro volúmenes de
la obra completa de Shakespeare y nunca había leído ninguno de ellos. Me dije
entonces: «bueno, necesito documentarme». Entré en internet y encontré varias
webs que decían que esos versos eran de Shakespeare. Hablé con otros expertos
en Shakespeare y verificamos que esos versos no existían, que eran fake
news. Se trata solo de un ejemplo, pero hay muchos. El primer ministro de
Italia hizo una visita oficial a Argentina y en el discurso oficial recitó una
poesía de Borges sobre la amistad, pero él no la había
escrito. Todo el mundo le preguntó qué estaba haciendo, pero en toda internet
aparecía como poesía de Borges. ¿Cuál es el problema entonces? Que internet
está hecha para la gente que sabe, no para la que no sabe. Si sabes, internet
es una mina de oro, pero si no, es un peligro porque no tienes instrumentos
para elegir, separar y comprender.
Habla también de Georges Bataille, que dice que
«la producción industrial moderna eleva el nivel medio sin atenuar la
desigualdad de las clases y solo palia el malestar social por casualidad». Es
curioso. Ahora, la ropa, los coches, las cosas materiales en general se han
vuelto más accesibles que antiguamente, sin embargo, la educación y la sanidad
están cada vez más caras. ¿Qué es ahora lo útil y qué lo inútil? ¿Para qué
quiero unos vaqueros por diez euros si la universidad me va costar ciento
cincuenta mil?
Ese es el problema. Esta civilización tiende a
formar consumidores pasivos. Los estudiantes lo son. Hay una cosa que no la
digo yo, sino Amartya Sen, el premio nobel de economía, sobre
Kerala, el estado más pobre de la India. Una serie de gobiernos invirtieron ahí
mucho dinero en sanidad y en cultura. Hoy, Kerala es el estado de la India con
la mejor renta per capita. Eso significa que invertir dinero en
educación y sanidad, en la dignidad del hombre, puede provocar un desarrollo
económico muy importante. Los gobiernos no comprenden esto.
Señala que hoy en día «aparentar cuenta más que el
ser», que prevalece «una supremacía del tener sobre el ser». ¿No es tan viejo
como el hombre? En la literatura española del Siglo de Oro ya aparecen los
hidalgos que se echan migas de pan en la barba para que parezca que han comido,
aunque se estuvieran muriendo de hambre.
El héroe de lo inútil por excelencia es Don
Quijote, pero es un héroe. ¿Cuál es la paradoja? Que en una sociedad, la de la
época de Don Quijote, donde las únicas cosas que importan son el dinero y el
poder, una vida sin fuertes valores, Cervantes defiende la
figura de una persona que sí que los tiene. Esa es la mejor lección que podemos
aprender de Don Quijote, que una derrota puede ser gloriosa, porque después de
ella se puede tener una visión del mundo completamente diferente.
Ahora que hay tanto odio a los musulmanes, un
aspecto que hay que destacar es que Cervantes cuando cuenta la historia del
Quijote dice que está traduciendo un manuscrito árabe, de Cide Hamete
Benengeli. Esa es la ironía de los grandes clásicos, que te permite comprender
que la humanidad es una.
Se refiere usted en su ensayo a la diferenciación
que hacía Sócrates entre esclavos y hombres libres, siendo los esclavos los que
estaban atrapados por la clepsidra, el reloj, para sobrevivir. En la
actualidad, esta visión ¿no es un poco elitista?
La tarea de la escuela y de la universidad debería
ser hacer comprender a los estudiantes que la dignidad del hombre no reside en
estudiar para tener un trabajo, sino en estudiar por uno mismo, para ser mejor.
Aplicar esto sería una manera de decir que uno es un hombre libre. En cada
época se puede aplicar de una manera diferente porque no son lo mismo los
tiempos de Sócrates que ahora, aunque yo creo que sus
enseñanzas sirven para dar una idea de resistencia frente al utilitarismo
actual.
También dijo que buscar la verdad conducía al
sacrificio y la desgracia. ¿Sigue siendo así? ¿Se puede ser filósofo hoy y
tener éxito o terminan todos como Tales?
El éxito no es para mí un parámetro de mesura. Tú
puedes tener éxito y escribir cosas que no son importantes en el mundo
del pensamiento y puedes no tener éxito escribiendo cosas muy importantes. No
podemos evaluar la literatura solamente pensando en el éxito. Hay muchas
novelas que tienen mucho éxito y después de diez años nadie las recuerda. Y hay
novelas que no tienen éxito y que después de doscientos años todavía se leen.
Ese es el discurso. Es el tiempo el que puede hacer de una obra un clásico.
Nunca el éxito.
Hay varios estudios recientes que demuestran que a
actividades creativas solo pueden dedicarse los hijos de familias ricas, solo
ellos pueden permitirse perseverar en el mundo del arte o la literatura,
incluso hacer doctorados. Solo los que tienen un respaldo económico familiar. ¿Está
el mundo de lo que llama inútil reservado a las clases altas?
Es más o menos así. Hoy la gente que puede
permitirse el Erasmus son los hijos de familias con dinero, porque a Italia no
puedes ir solo con una beca de seiscientos euros. Te tiene que pagar la
familia. Si puede, vas. Y si no, no puedes hacerlo. Es una selección terrible,
es una escuela de clase, una que no permite a todos acceder a las mismas
oportunidades.
Pero hay excepciones, de todos modos, si existe
una fuerte motivación. Yo, por ejemplo, lo veo cuando los estudiantes de
Calabria vienen de familias que no son ricas, pero tienen un entusiasmo y una
motivación diferentes. En esos casos, tienes que trabajar mucho, el doble,
tienes que hacer sacrificios muy grandes, pero puedes lograrlo. En mi caso, en
la situación que yo tenía, era imposible pensar en una profesión intelectual.
En esa realidad no me podía permitir el objetivo de ser profesor de
universidad. No era posible. Pero lo he conseguido. Lo imposible siempre es
posible si hay amor. Si hay pasión. Si hay fuerza para trabajar duro. He
conocido a muchos estudiantes que con mucha pasión han logrado metas como esa.
Usted recomienda a sus alumnos estudiar y
dedicarse a lo que les apasione y no a lo que les vaya a dar beneficios. Es muy
bonito, pero de nuevo ¿quién se lo puede permitir sin respaldo económico?
Un regalo que me ha hecho este librito que he
escrito es que he podido dar muchas conferencias por el mundo y he tenido la
posibilidad de conocer a mucha gente y muchas culturas. En todas partes siempre
tengo estudiantes que me preguntan qué tienen que hacer. Mi respuesta es que lo
primero es la pasión, la curiosidad que sientes por las cosas. He hablado en mi
vida con mucha gente que se dedica a una profesión que no ama y que gana mucho
dinero, pero no son felices. Hacer todo el día una cosa que no te gusta
solamente por ganar dinero no es una conquista vital muy, muy tenaz.
¿No siente usted una responsabilidad o vértigo
dando ese consejo a la gente?
Entiendo que muchas personas puedan llamarme
irresponsable, pero mi pensamiento, mi verdad, es la de decirle a los
estudiantes que hagan las cosas que aman. En mi vida, muchas veces he conocido
a estudiantes pobres que partían con entusiasmo y fuerza y que en este momento
trabajan con mucha felicidad. El problema es la motivación. En la vida no hay
nada seguro, vives siempre en la incertidumbre, pero si no asumes ese riesgo tu
vida es diferente. A mí, mi padre me dijo «tienes que ser abogado», cosa que a
mí no me gustaba. Aunque tengo amigos abogados que son muy ricos y muy felices.
Se queja de la desaparición de asignaturas como el
latín y el griego en la enseñanza por no ser, según dicen, útiles. Hoy en día
todo está centrado en el inglés, lamenta. En los últimos años en partes de España
se intenta corregir el problema de las generaciones anteriores con el
desconocimiento de idiomas y se están dando clases íntegramente en inglés, una
enseñanza bilingüe. ¿Qué opina de estas prácticas? ¿Se puede alcanzar el mismo
conocimiento aprendiendo en un idioma que no es tu lengua materna?
No, esto es una gran locura mundial. El verdadero
pensamiento es siempre en la lengua materna. Los científicos hacen esto porque
piensan que es mejor tener un solo idioma para todas las disciplinas, pero no
es buena idea, porque el inglés que se habla es un inglés muy pobre. Es un
inglés sin profundidad. Cuando escucho a mis colegas hablando en inglés
comprendo inmediatamente que no es una buena solución para expresar el
pensamiento, porque necesitas elocuencia.
Un profesor que enseña tiene que ser elocuente
porque la seducción pasa también por la palabra. Un profesor que sabe hablar es
un profesor que puede hacer vibrar las cuerdas del corazón de los estudiantes.
Esa es la idea. Ahora, crear una lengua bastarda, un inglés de conversación
técnica-comercial y convertirlo en una lengua universal es una locura. Lo que
creo que tenemos que hacer es aprender muchas lenguas, ahí está el esfuerzo que
hay que hacer, en la multiplicidad, no en reducirlo todo a una lengua.
Un ejemplo, la lengua española. El español es muy
importante para la cultura europea, como lo es la lengua italiana, como lo es
el francés. Olvidar todas estas lenguas en favor de una lengua de comunicación
básica que no sirve para nada porque reduce la capacidad de pensamiento y la
capacidad crítica… ¿Y por qué pasa eso? Porque los rankings mundiales
te lo piden. Si tú tienes ese inglés, te eleva en la clasificación. Hay que
aprender ese inglés, pero dominando siempre una lengua como el italiano, el
español o el francés. No puede existir una lengua universal.
Se queja en su libro y en las entrevistas de que
en los institutos y en las universidades no se leen íntegros los clásicos de la
literatura.
Antes, en la universidad, estaban las disciplinas
fundamentales, hoy tienes muchas pequeñas cosas para aprender nada. Es como
el zapping en la televisión. Cinco minutos de una película,
cinco de otra y al final ¿qué has visto? Nada. Creo que es mejor una película y
no veinticinco sin comprender nada. Si obtengo instrumentos para analizar, si
aprendo a leer, puedo leer todo, a todos los clásicos. Es una cuestión de
método, no de trabajo.
Su principal queja es que los profesores ya no
tienen tiempo de enseñar y de preparar sus clases porque se les bombardea con
trabajos administrativos. Dice: «la universidad no se puede manejar como una
empresa».
Sí, es el mismo discurso de lo que hemos hablado
ahora, de la importancia de educación y sanidad como dos columnas de la
dignidad humana. Cuando para un médico el paciente o el enfermo es un número,
igual que cuando el estudiante es un número, todo se acaba. Por ejemplo, hoy el
médico de cabecera no es un señor que habla con la gente, es una persona que
tiene su ordenador para firmar recetas. Igual el profesor, que firma exámenes y
notas. Se ha perdido mucho de la profesión del médico y de la profesión de
profesor que tienen que hablar con una persona, no con un número.
¿Conoce los casos de corrupción que ha habido en
España en torno a los másteres que obtenían políticos sin pasar exámenes ni
presentar trabajos?
Sí. Y no es solo aquí, es en todo el mundo. Por
ejemplo, ahora hay un escándalo de Estados Unidos y grandes universidades como
el Stanford y Yale de alumnos que han pagado para sacarse el título. Eran hijos
de famosos. No comprenden que no es el título lo que te modifica la vida sino
lo que has hecho para obtenerlo. Hoy nada de lo que se ha hecho tiene
importancia, es todo apariencia.
Hay corrupción en España, pero en Italia es igual.
Se vende todo. Le Monde ha explicado la corrupción en torno a
las revistas científicas. Pagas a las publicaciones para que aparezca tu
artículo, se establece después un sistema de citas intercambiadas y obtienes un
impacto. Se te ofrecen, por ejemplo, mil quinientas citaciones que ellos pueden
crear en internet. Es una locura. Todo está al servicio del dinero. Es terrible
además porque se produce precisamente en el lugar que tendría que servir de
resistencia a todo esto. ¿Cómo pensamos combatir la corrupción? En Italia se ha
cifrado la corrupción en setenta mil millones anuales. Con ese dinero se pueden
hacer universidades, sanidad, ayudar a los discapacitados… todo. Pero la
corrupción no se combate solo con buenas leyes, se combate también con buenas
escuelas y buenas universidades.
Tocqueville habló del peligro de las democracias
comerciales y su belleza fácil en referencia a Estados Unidos. Usted dio
clases allí ¿Cómo fue su experiencia?
Hay aspectos maravillosos de Estados Unidos. Por
ejemplo, las bibliotecas. Están abiertas las veinticuatro horas. Para mí, que
venía de una pequeña universidad donde la biblioteca cerraba a las dos del
mediodía, con un horario de nueve a dos y sábados y domingos cerradas, fue muy
sorprendente. En las grandes universidades americanas las bibliotecas están
siempre abiertas. Los problemas vienen porque los alumnos escogen sus estudios,
el curso o la universidad, siempre con la idea del mercado en mente. Siempre
tienen la idea de ganar dinero. Y no es culpa de ellos, es consecuencia de un
sistema de corrupción general en el que te hacen pensar que todo eso es muy
importante en tu vida. He tenido estudiantes en Yale o en la Universidad de
Nueva York que eran muy buenos, pero solo pensaban en qué había que hacer para
ganar más dinero. ¿Y cuál es la publicidad de la universidad? Que un año
después de obtener el diploma puedes ganar cien mil dólares.
Claro, para ellos es muy importante porque cada
uno tiene que pedir un crédito del banco para poder estudiar y luego tienen que
devolverlo.
Ese es otro problema. No creo que los sistemas
estadounidenses puedan ser un modelo para todo el mundo. Creo que la educación
y la sanidad tienen que ser del Estado, todo el mundo debe tener las mismas
oportunidades. El que destaca merece luego distinción, pero todos debemos partir
de lo mismo y hoy en día no es así, hay importantes diferencias de clase.
Hace poco vi un documental sobre la enseñanza en
Estados Unidos y los profesores explicaban que trabajan en el colegio como si
fuera una multinacional. Les grababan en las clases y tenían que competir entre
ellos. Se les podía echar por cualquier queja de un alumno o padre. Los
profesores, digamos, también tenían que examinarse. ¿Puede enseñar un profesor
sin autoridad?
Creo que hay una diferencia entre autoridad
y autorevolezza [influencia, aprox]. La autoridad del profesor
es independiente de la persona, yo no ejerzo una autoridad por ser profesor,
sino que soy profesor porque tengo influencia en los estudiantes. Significa que
tengo que conquistar la autoridad, no que la vaya a conseguir por el hecho de
ser profesor. Si solo la tienes por tu cargo no es buena. Soy contrario a esa
forma de verlo. Si quieres enseñar al estudiante a llegar a la hora a clase, tú
tienes que estar ahí diez minutos antes todos los días. Autorevolezza es
la conquista de autoridad, porque la autorevolezza viene de la
persona y no de la función que desempeña.
¿Le han dicho alguna vez algo en su universidad
por criticar tanto el sistema universitario?
Hay profesores que no han comprendido nada de mi
libro. Es muy interesante porque los estudiantes lo han entendido mejor.
Algunos profesores me han dicho: ¿Cómo podemos defender las humanidades si
nosotros decimos que son inútiles? Es una locura, porque no han leído el libro
o porque no comprenden nada. Quizá sea que no tienen mucho interés, esa es la
razón. Los profesores son cada vez más burócratas y se pasan los días haciendo
lo mismo, papeleo. No hacen investigación. Los estudiantes comprenden mejor
esto. Cuando he dado conferencias hay casos de estudiantes que lloran, que me
abrazaban, porque los profesores están corrompidos.
Se queja usted también de la dificultad de las
editoriales para editar los clásicos porque hoy en día solo se venden los
estudios o análisis de los clásicos.
En Italia, cuando yo estaba en la universidad,
había dos manuales de literatura, los más grandes. El Sapegno, por
ejemplo, que era muy importante. Pero existían también muchas colecciones de
clásicos. Hoy tenemos cuarenta o cincuenta manuales y las colecciones de
clásicos cierran. ¿Cuál es la paradoja? Que tú aprendes hablar de los clásicos
que nunca has leído. ¿Cómo te puede apasionar el Quijote leyendo un resumen;
leyendo un ensayo sobre la novela? No es posible porque la palabra de Cervantes
es mejor que la palabra de un profesor que habla de Cervantes.
Las editoriales hoy están pensadas solo como
empresas. Hay jefes de editoriales que vienen de vender agua mineral, por
ejemplo. Les da lo mismo vender un libro que cualquier otra cosa, porque lo que
importa es el beneficio. Las editoriales independientes son otra cosa, pero no
se pueden comparar a las grandes, como Planeta o Mondadori, que no dejan de
crecer.
Los clásicos hacen la historia de una editorial.
Por ejemplo, a mí me gusta mucho trabajar con Acantilado porque es una editorial
independiente. Jaume Vallcorba ha editado muchos clásicos y lo
aprecio. En Italia es igual. Hay pequeñas editoriales independientes que hacen
un trabajo muy importante, no es solamente vender al publico lo que el publico
te pide. La idea es también estimular el publico en otra dirección y las
editoriales hoy no hacen ese trabajo y es una manera de orientar el
pensamiento.
Cuando usted dice que no puede haber un consumismo
de la cultura, ¿a qué se refiere?
Es el mismo mecanismo para todos. Acantilado tiene
que vender mi libro para hacer dinero y poder publicar otros libros. Pero la
cultura tiene que estar en la frontera de ese mercado. Entre una cultura que
tiene relación con el mercado y una editorial que piensa solamente en el
mercado hay una diferencia enorme.
Una editorial no puede estar fuera de los
mecanismos, no puedes pensar que vas a acabar con el capitalismo totalmente.
Pero hay una diferencia entre el capitalismo de Adriano Olivetti y
el agresivo de las multinacionales actuales. Olivetti pensaba que una empresa
tenía que ganar, el empresario tenía que embolsarse un beneficio, pero los
obreros también y la ciudad en la que trabajaba esa empresa debía
desarrollarse. Olivetti dijo que la diferencia de salario entre el obrero y el
empresario no puede ser más de veinte veces mayor, pero hoy tenemos empresas
que pagan diez mil veces más el salario de un obrero a sus directivos. Con lo
de una sola persona da para diez mil familias. Esto para mí es inmoral. Como lo
es que multinacionales como Google, Amazon o Apple no paguen impuestos, yo pago
un 46% por todo lo que gano. Es una violencia enorme.
En su libro habla el caso de Giacomo Leopardi y de
su intento de publicar un periódico semanal inútil en un siglo enteramente
dedicado a lo útil. Pero lo que llama la atención de este caso es que vio a las
mujeres como destinatarias de su semanario.
Sí, porque Leopardi pensaba en la
época que las mujeres no tenían esa idea empresarial de los hombres. Es un
momento muy importante y en Italia estaba Leopardi y en Francia Gautier,
que decía lo mismo. Gautier se quejaba de que se quitasen los campos de
tulipanes para cultivar patatas, eso le parecía terrible. La flor solo era
bella, no valía para nada, pero ¿te podrías imaginar un mundo sin flores? Pues
Leopardi lo que entendía era que las mujeres todavía no tenían una idea
corrompida de lo que era el dinero y podían comprender la belleza más que los
hombres.
Ha destacado el feminismo de textos como el
del Orlando furioso de Ludovico Ariosto. Sus versos hablan de
una mujer condenada por adúltera y, sin embargo, cuando es el marido el que
engaña, a él no le pasa nada. Un autor del Renacimiento que ya denunciaba que
no había igualdad entre hombres y mujeres.
También Antoine de Saint-Exupéry escribió
en Ciudadela una página muy hermosa. Decía que el amor es un
sufrimiento. ¿Y por qué es un sufrimiento? Porque el amor te hace sufrir,
porque es una violencia física… pero el sabio del desierto contesta: «No, no es
verdad, el amor es sufrimiento cuando tú piensas en poseer el cuerpo de una
mujer y el alma de una mujer». El amor no puede ser la posesión de nadie. La
gente que hoy mata las mujeres dice «El amor que yo tenía por ella…» ¡¡No!! Tú
no sentías amor por ella, tú tenías ganas solamente de poseerla. Son cosas diferentes.
Es muy importante aprender que en esta vida no hay
que aprender a poseer, sino aprender a gozar, que es una cosa muy diferente. ¿Y
cómo? Pues con el arte. Si yo miro Las Meninas de Velázquez me
provocan un placer enorme, pero para mí no es importante tener el cuadro en mi
casa. Esto no se comprende en nuestra sociedad. Mucha gente que posee una cosa
no es capaz de disfrutar. Tienen mucho dinero, pero son incapaces de gozar. Es
el dinero por el dinero, no el dinero para mejorar la vida o para hacer cosas.
Ariosto, cuando hablaba de la mujer, tenía una estrofa importante donde se
preguntaba por qué un hombre podía ir con muchas mujeres y ser admirado y si
una mujer hacía lo mismo con hombres era una puta. Ariosto señala todo esto con
una claridad típica de la literatura, la de decir las cosas que no se pueden
decir, la de hacer ver lo que no podemos ver.
No obstante, en la actualidad creo que es muy
difícil hacer una definición objetiva de feminismo, porque con esa palabra
entendemos muchas cosas diferentes. Por ejemplo, tenemos a feministas
ideológicas y a feministas que están en contra de esas feministas ideológicas.
Hay un debate dentro de las mujeres mismas para entender la palabra feminismo
con posiciones muy diferentes en torno a esa palabra.
Si el feminismo es ideológico no es bueno. En
Nueva York una vez hablé con una estudiante que me decía que Conrad no
era un buen novelista. Le pregunté por qué y me dijo que porque no hablaba de
las mujeres. No sé si este es un parámetro para medir la calidad de una obra.
Otra cosa es reflexionar sobre los aspectos machistas de la sociedad. ¿Por qué
en la ciencia solo ha habido hombres? Porque durante mucho tiempo en las
familias se pensaba que el trabajo más propio de una mujer era enseñar en una
escuela. Preguntarse esas cosas ayuda a comprender y a abrir la sociedad, pero
tomar una posición muy ideológica lleva a crear un machismo de signo contrario.
Pero tengo mucho respeto por las reivindicaciones de la mujer y pienso que son
muy importantes en una sociedad, sobre todo en la sociedad del sur, donde el
machismo es un verdadero problema.
En Italia, en clase, tengo mayoría de mujeres. Un
día una me dijo que le había enseñando a su madre esta estrofa de Ariosto
porque ella le decía que cuando se iba a comer pizza con un amigo que no era su
novio, la gente la iba a ver e iba a hablar mal de ella. No podía salir un día
con un chico y otro con otro. Sin embargo, la madre no pensaba igual de su
hermano. Es una forma de emplear la literatura como reivindicación dentro de
una familia.
Contra el nacionalismo, dice que la cultura propia
tiene que servir para derribar muros, no para levantarlos.
Hoy, el nacionalismo en todo el mundo es egoísmo.
Los eslóganes de America First, La France D´abord o Prima
gli Italiani son estupideces, tonterías. Estos partidos son lo que yo
llamo empresarios del miedo, lo necesitan para reunir votos. La gente está
desesperada porque la crisis la han pagado las clases medias y las populares,
es normal que haya una reacción irracional. Pero hacer creer que hay invasores
es un crimen terrible, porque la culpa de lo que ha pasado no es de los
migrantes, es de los políticos.
¿Cómo podemos resolver ahora este problema? En
Italia antes decían que la gente del sur eran unos ladrones y hoy Salvini,
que ha creado un partido nacional, tiene como chivo expiatorio al que viene
aquí a buscarse una vida digna. Es terrible. Xenofobia y fascismo, y es en todo
el mundo igual. Giordano Bruno decía que para él su patria era
el lugar donde tenía sus libros, bibliotecas y gente para hablar con un poquito
de pan y libertad de pensamiento. Esa es mi patria, que puede ser Barcelona,
Roma o París. La Biblioteca Nacional de París, donde por primera vez leí estos
textos de Bruno, y las clases que recibí allí de los mejores profesores
franceses, eso, la Francia de aquel momento, era mi patria. Tenemos que
eliminar las barreras nacionales y no crear más.
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