Historias de la Ciencia: Lysenko. 9º entrega. F. Soriguer

 

                           HISTORIAS DE LA CIENCIA CON MORALEJA 


                                            NOVENA ENTREGA

                     

 

                            Federico Soriguer. Capítulos ya publicados


                                                                                    Federico Soriguer

 

1.      El precio de la ignorancia. Marcel Proust y compañía.  (http://joaquinperal.blogspot.com/2025/01/historias-de-la-ciencia-con-moraleja-i.html)

2.      La guerra de los huesos.  (http://joaquinperal.blogspot.com/2025/02/la-guerra-de-los-huesos-f-soriguer.html?m=1)

3.      Koch, Ferrán y Cajal. Un cruce de historias  (http://joaquinperal.blogspot.com/2025/02/koch-ferran-y-cajal-un-cruce-de.html)

4.      Una factoría de genios  (http://joaquinperal.blogspot.com/2025/03/una-factoria-de-genios-f-soriguer_7.html%.)

5.      Cajal, Río Hortega y los “Fake News .(http://joaquinperal.blogspot.com/2025/03/cajal-rio-hortega-y-las-fake-newsv-f.html)

6.      No es la raza, imbécil.  (https://joaquinperal.blogspot.com/2025/04/no-es-la-raza-imbecil-vi-f-soriguer.html)

7.      Lombroso. https://joaquinperal.blogspot.com/2025/04/lombroso-vii-historias-de-la-ciencia.html

8.  Pero, ¿existe tal cosa como el método científico? 

      https://joaquinperal.blogspot.com/2025/04/historias-de-la-ciencia-octava-entrega.html

 

 

 

9

 

El caso Lysenko:  Ciencia burguesa frente a ciencia proletaria


                                                                       Trofim Lysenko

Recientemente el profesor Antonio Diéguez ha publicado un artículo  elocuentemente titulado : ¿Hay una ciencia libre de valores?,[1] en la que analiza de manera muy fundamentada y con gran claridad la cuestión de la objetividad de la ciencia. El caso  Lysenko, es un verdadero “caso de estudio” a la hora de analizar los peligros de la cohabitación entre ciencia e ideología.  De Lysenko se ha escrito mucho y por muchas y buenas razones, pero antes de hablar de él les presentaré, brevemente, a Nikolái Vavílov otro científico soviético menos conocido. Vavilov fue un botánico y genetista ruso que dedicó su vida al estudio del origen de muchas de las plantas cultivadas y uno de  los primeros en reconocer la importancia de la diversidad genética como el mejor  instrumento a largo plazo para estabilizar las cosechas y de esta manera luchar contra las hambrunas que periódicamente asolaban a los países, también a  Rusia. Creó la mayor colección de semillas del mundo de la época (que fue preservada  incluso durante el sitio de Leningrado a pesar de que los  alemanes intentaron por todos los medios robarla). 

Vavilov que viajó por Europa y colaboró con científicos europeos, era mendeliano y evolucionista, llegando a ser un científico con gran prestigio nacional e internacional. De hecho, en los primeros años después de la Revolución de 1917, Vladimir Lenin comprendió el poder económico del sueño de Vavílov y lo apoyó en sus expediciones, pensando que convertiría a la URSS en líder de la producción mundial de alimentos, gestionando bajo su dirección a centenares de científicos y a un buen número de estaciones de experimentación. El científico lanzó un programa de exploración de plantas en todos los continentes, organizando 115 expediciones a 64 países (entre ellos España). Llegó a ser director de la Oficina de Botánica Aplicada y presidente de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas de la Unión Soviética. Pero tras la muerte de Lenin en 1924 el sueño de Vavílov comenzó a convertirse en pesadilla. En 1928, Stalin reemplazó la “Nueva Política Económica” de la década de 1920 por una economía planificada muy centralizada y por planes quinquenales que iniciaron un período de rápida industrialización y de colectivización económica en el campo cuyo fracaso (esa es la opinión más extendida aunque ya veremos que hay otras),  contribuyó a la reducción de alimentos y a la aparición de hambrunas como la  catastrófica hambruna soviética de 1932-1933

 Stalin necesitaba un chivo expiatorio al que adjudicarle el  fracaso de su colectivización de granjas y Vavílov era el candidato ideal. Le dio tres años para producir variedades resistentes a todo, a pesar de que Vavílov había especificado que científicamente no podía lograrse antes de los 10 o 12 años. Fue el momento propicio para la aparición en escena de nuestro protagonista de hoy Trofin Lysenko un científico que no debía pasar desapercibido pues ya el propio Vavilov se había fijado en él llegando a nominarlo para su ingreso en la Academia de Ciencias de Ucrania en 1934. Pero en pocos años Vavílov (al que Lysenko después calificaría de “reaccionario, burgués, idealista y formalista") fue aislado política y académicamente y Lysenko adquiriría un protagonismo y un poder como pocos científicos hayan podido tener en el mundo.

Lysenko  habia nacido en Ucrania en 1898 en el seno de una familia humilde y campesina y  estudiado en el  Instituto Agrícola de Kiev.  Seguía las enseñanzas de Ivan V. Michurin, quien a su vez basaba su trabajo en las teorías de Jean Lamarck, el científico francés que se adelantó a Darwin cincuenta años al proponer la idea de que las especies animales y vegetales evolucionaban con el paso del tiempo gracias a la capacidad de herencia de los caracteres adquiridos. Ya en 1927, a la edad de 29 años, puso en marcha un método que no necesitaba fertilizantes ni minerales así como iniciativas que permitirían, por ejemplo,  que una cosecha invernal de guisantes pudiera crecer en Azerbaiyán, “reverdeciendo los yermos campos del Transcáucaso en el invierno”. Experimentos que pasado el tiempo no parece que produjeran ningún resultado. Fue en Ucrania donde comenzó sus investigaciones para conseguir cultivos adaptados a los crudos inviernos rusos. Una cuestión de un gran interés para la economía agraria de Rusia.  

 Las leyes de la herencia mendelinana y de la selección natural darwiniana habían generado unas enormes expectativas en el mundo de la agro- biología y se esperaba que la investigación aplicada consiguiera obtener variedades de granos   que permitieran aumentar el rendimiento y la estabilidad de las cosechas.  Los agricultores conocían la existencia de cereales de invierno y de primavera, cuya diferencia es que los primeros necesitan el frio invernal para germinar y estimular su crecimiento.  En 1928 Lysensko publicó un estudio sobre la vernalización, un término que describe un proceso que convertía el trigo de invierno en trigo de primavera con un tratamiento de frío y humedad aplicado a las semillas invernales que permitía plantarlas en primavera, facilitando la obtención de cosechas si un invierno demasiado gélido arrasaba los cultivos. Sus resultados tuvieron un gran impacto  siendo aplaudidos por científicos como el propio  Nikolai Vavilov[2]. Pero Lysenko dio un paso más y tras varios experimentos llegó a afirmar que las semillas nacidas de este proceso de vernalizacion adquirían la propiedad de convertirse en trigo de primavera en las sucesivas generaciones. Esto significaba que durante la vernalización un rasgo adquirido por influencia ambiental, podía transmitirse a la descendencia, algo inaceptable para la corriente oficial de la ciencia del momento pues conculcaba la evolución darwiniana y las leyes de la herencia mendeliana.  De alguna manera era una vuelta a Lamarke,  en ese momento arrinconado en el cajón de las viejas hipótesis. En todo caso a Lysenko no le arredró esta ruptura que él bien conocía, ni necesitó a Mendel ni a Darwin y ni siquiera a Lamarck para justificar sus proyectos.  Le bastaron para ello las tesis de Marx y de Engels. 

 Y es aquí donde comienzan sus problemas con la historia, porque científicos disidentes y heterodoxos los ha habido siempre, el problema en este caso y en otros similares, comienza cuando la heterodoxia es apoyada por el poder político y el aparato del estado y, sobre todo, cuando se exige a los científicos y estos acceden a ello, bien por grado, bien por fuerza, que la teoría se traslade con urgencia al terreno de la práctica, reclamando prontos resultados. En este sentido los trabajos botánicos empíricos de Iván Vladimirovich Michurin (1855-1935) y de T.D. Lysenko,sobre la vernalización, se difundieron a fines de esa década como el remedio buscado para neutralizar el problema del hambre.  Para el nuevo y revolucionario régimen tanto Darwin como Mendel eran sospechosos. El papel predominante de la herencia y de la biología era incompatible con un modelo político que tenía como objetivo romper con el determinismo de nacimiento e instaurar mediante las transformaciones sociales una nueva sociedad con un hombre nuevo.  

 Las tesis de Lysenko se ajustaban como un guante a las tesis comunistas y revolucionarias. Si en el modelo soviético, cambiando el entorno, podía alumbrarse una generación de hombres nuevos, forjados en el socialismo real, Lysenko prometía que cambiando el ambiente era posible conseguir resultados espectaculares en los rendimientos agrícolas. Frente al determinismo biológico de la herencia de las clases aristocráticas y burguesas, el determinismo revolucionario y social del modelo soviético. Frente a la genética mendeliana y el evolucionismo darwiniano lento e imprevisible, el evolucionismo lamarkiano de la transmisión de los caracteres adquiridos en donde la “necesidad hace al órgano”.  Frente a la herencia mendeliana, determinada por los genes desde antes del nacimiento, Lysenko defendía un sistema donde modificando el ambiente podía conseguir cualquier cosa. Frente a una ciencia “extranjera” surgida de una clase burguesa y al servicio del capitalismo, “el científico descalzo” representaba el mejor ejemplo de una ciencia no teórica, aplicada, productiva, una ciencia rusa, hecha por un científico de extracción social proletaria y campesina. Frente a la competición agónica darwinista, Lysenko, en fin, proponía un modelo cooperativo heredero en cierto modo de la biología rusa de comienzos de siglo, representada por Kropotkin.  No es sorprendente, pues,  que  el posicionamiento ideológico y la promesa de ricas cosechas  ganaran los favores del régimen soviético[3].

En 1927 Lysenko publicó en el diario Pravda parte de sus investigaciones donde se señalaba que transformaba los campos desérticos de invierno del Cáucaso meridional, en verdes praderas. Sus estudios tuvieron una gran repercusión en los medios soviéticos desde 1927 hasta 1964, publicando en ellos, con frecuencia, las iniciativas y los éxitos, que eran sustituidos por otras nuevas promesas e iniciativas a medida que las cosechas de guisantes vernalizadas no aumentaban la producción ni tampoco lo conseguían el resto de las iniciativas. Lo más importante para la prensa era que Lysenko era un «científico descalzo», la encarnación del mítico genio campesino soviético en oposición a aquellos científicos de formación académica y de extracción burguesa.[4]


En diciembre de 1929, José Stalin dio un famoso discurso colocando la «práctica» por encima de la «teoría», poniendo el juicio de los líderes políticos por encima del de los científicos y especialistas técnicos.[5] Aunque en sus comienzos el gobierno soviético había dado mayor apoyo a los científicos agrícolas “ortodoxos”, desde 1935 el poder se inclinó hacia Lysenko y sus seguidores, quien pronto llegó a ser nombrado presidente  de la Academia de Ciencias Agrícolas de la Unión Soviética, desde cuya posición fue imponiendo sus tesis y acallando la propagación de ideas «dañinas» entre los científicos soviéticos.[6]  Comienza así   lo que ha pasado a la historia como Lisenkoismo. De hecho la influencia de Lysenko  sobre Stalin fue enorme y hay cartas y documentos que así lo acreditan[7]  y en pocos años las ideas de Lysenko se convirtieron en la única biología oficial de la URSS,  basada en el materialismo dialectico. Pero esto fue solo en teoría pues  el materialismo soviético había terminado por  imponerse al materialismo  dialéctico de Marx que tal vez sí  podría haber subsanado este error desde la ciencia, pero el carácter dogmático e ideológico del marxismo soviético se impuso y con la disculpa de  Lysenko se revivió el lamarckismo, se proscribió el darwinismo, se  obstaculizó la genética y la biología soviética sufrió un importante retraso afectando  negativamente a la agricultura soviética, uno de los factores que incidirá en la caída del régimen.[8] El coste para la Unión Soviética fue muy alto. Los experimentos contribuyeron a la perdida de numerosas cosechas y, con ellas, la muerte de cientos de miles de personas. El país se quedó, además, sin biólogos dignos de tal nombre. Nadie se atrevía a entrar en un terreno minado, donde la disidencia se castigaba duramente.

Stalin muere en 1953 y Lysenko aún seguiría gozando de la confianza de Nikita Jrushchov. Pero los tiempos habían cambiado y otros científicos tuvieron ahora la oportunidad de criticar a Lysenko por primera vez desde finales de la década de 1920. En 1964 el físico Andréi Sájarov en la Asamblea General de la Academia de las Ciencias pronuncio esta palabras: “Es responsable (Lysenko)  del vergonzoso atraso de la biología y genética soviéticas en particular, por la difusión de visiones pseudocientíficas, por el aventurismo, por la degradación del aprendizaje y por la difamación, despido, arresto y aún la muerte de muchos científicos genuinos”.[9]

Las ideas de Lysenko tuvieron sus seguidores fuera de Rusia. Fue el caso de México[10] y muy especialmente en China donde el lysenkoísmo, fue adoptado por Mao Tse Tung dentro de su proyecto el  “Gran Salto Adelante”. No parece que funcionase.  La hambruna que se produjo entre 1958 y 1961 en China causó entre 30 y 40 millones de muertos. Una situación que la “Revolución Cultural” de 1966 no hizo sino agravar.[11].

En 1948 se celebró en Wroclaw, Polonia, el Congreso Mundial de los Intelectuales para la Paz, cuyo objetivo era el de aglutinar a los intelectuales en torno a un ideal de conciliación y ayuda para la preservación de la paz recién alcanzada con la finalización de la II Guerra Mundial. Lysenko fue uno de los invitados a ese congreso. Alli quedó claro que en el mundo había dos ciencias, la ciencia burguesa y la proletaria y para los científicos como Lysenko solo una era la verdadera, una ciencia, en su caso, agrícola y proletaria emergida del “darwinismo” creador soviético (Majovko & Makarov, 1981).

Lo resumido arriba es la versión occidental del caso Lysenko sobre la que hay, entre las numerosas fuentes consultadas, una gran unanimidad considerándolo   como uno de los ejemplos más destacados de anteposición de los postulados ideológicos a las evidencias científicas. Pero aun hoy, en este primer cuarto del siglo XXI hay analistas que lo defienden con vehemencia y con argumentos. Es el caso de Juan Manuel Olarieta Alberdi,  en un extenso artículo  de cientos de páginas y de  citas titulado “El linchamiento de Lysenko”,  publicado en 2008 y ampliado en 2012,[12], [13]  en el que hace una informada y apasionada defensa de Lysenko y,  de paso, de la política y del Estado comunista de la antigua URRS. 

 En su trabajo Olarieta parte de la base de que en la postguerra y coincidiendo con el Plan Marshal, tanto la cultura como la ciencia fueron manipuladas por los servicios militares de EEUU y que la versión que nos ha llegado hasta hoy del caso Lysenko es uno de los ejemplos más flagrantes de esta manipulación.  Olarieta niega el pretendido atraso científico de la URSS como demuestra, según él, la capacidad para fabricar la bomba atómica y denuncia el carácter fideista (creyente) de muchos científicos pasados y actuales (como Francis Collins) sin que nadie se rasgue por ello las vestiduras.  Por el contrario, Lysenko significaría el único baluarte contra una ciencia imperialista representada por el progreso de la mecánica cuántica que terminó desarrollando la bomba atómica y la genética que contribuyó a la justificación científica del racismo. Frente a la hipócrita presunción de independencia de la ciencia imperialista y capitalista la construcción por Lysenko de una ciencia al servicio de una ideología y de unos intereses de clase es un ejemplo de coherencia y de honestidad intelectual. 

Acusado de volver a Lamarck, más que un demérito lo convierte para Olarieta en un visionario pues hoy sabemos que la distinción entre los caracteres innatos y adquiridos es artificial y, que a partir de la aceptación de la teoría del imprintig y del papel de la epigenética en la herencia, Lamarck ha dejado de ser el apestado al que los neodarwinistas habían condenado.  No hay que olvidar, dice Olarieta que hay algo que une a Lamarck con Lysenko, aquel defendió la revolución francesa y este la rusa y “la reacción burguesa es rencorosa y no olvida estas cosas fácilmente”. Frente al materialismo reduccionista de la biología capitalista que equipara a la evolución del hombre y los animales, la aproximación holística de Lysenko. Frente a la separación entre ciencia aplicada y teórica, la ciencia y la biología anunciada por Engels en su “dialéctica de la naturaleza”. Frente al concepto individualista de la herencia basado en la genética clásica, la herencia de los organismos complejos como un todo. Frente al modelo darwiniano que había trasladado a la naturaleza las leyes competitivas de la sociedad capitalista convertidas ahora en “leyes naturales”, la solidaridad y la cooperación de la ciencia soviética. Frente al individualismo anglosajón, base misma del capitalismo, el modelo ambientalista y socialista. Frente a la separación entre genotipo y fenotipo tan en boga en la mecánica mendeliana, la interacción entre ambos, convertida hoy en la base misma del modelo explicativo de, por ejemplo, los factores de riesgo y en la base de los diseños de vernalizacion de Lysenko.  Un ejemplo este el de la vernalizacion que aunque conocido de antiguo, con Lysenko  se adelantó en decenios al  uso generalizado que de la vernalizacion se hace en la agrobiologia.[14] 

Frente al carácter mítico al que Mendel y sus leyes han sido elevados,  el sentido de utilidad de la ciencia proletaria representada por Lysenko.[15].Frente a la genética mendeliana lineal y reduccionista la lucha de Lysenko “contra la amalgama de concepciones oscurantistas que pretendían  introducirse junto con ella”.  Frente a la acusación de injerencia coactiva sobre la ciencia de  un estado socialista, base del Lysenkoismo, según sus críticos,  la no menor injerencia del capital, en los estados imperialistas, representado por instituciones como la Fundación Rokefeller que financió con ingente cantidad de dinero aquella ciencia que servía a sus intereses neomalthusianos,  bélicos, eugenésicos y socieconómicos, como fue la “revolución verde”  iniciada a partir de 1945,  sin que por eso aquí, ahora nadie se lamente. Frente a las acusaciones que identifican a Lysenko como un científico advenedizo, Olarieta lo rescata como un hombre hecho a sí mismo, representante de una nueva sociedad en la que los viejos científicos (que cobraban hasta 11 veces más que un trabajador normal) (sic) es sustituida por los que se llamaron durante algún tiempo “científicos descalzos”, que abrazaron desde el primer momento la causa revolucionaria. Frente a la acusación de científico dogmático, con Lysenko los debates científicos dejaron de ser el reducto de una clase reducida y elitista permitiendo la apertura de la ciencia a toda clase de debates, incluido el análisis marxista de la sociedad. Frente a la pretendida censura científica instaurada en la URSS con Stalin, Olarieta la niega contraponiéndola a la censura que en esos años el evolucionismo padecía en los países capitalistas respecto, por ejemplo, al creacionismo o la propia censura a la enseñanza del marxismo o a las teorías del propio Lysenko en algunas universidades americanas.  

De hecho, el caso Lysenko “no es un supuesto que demuestre la censura imperante en la URSS sino precisamente todo lo contrario, la existencia de una amplia y libre discusión de ideas”. No deja ninguna crítica a Lysenko  por analizar y Olarieta niega con rotundidad la existencia de hambrunas en la URSS, si acaso precariedad en la postguerra. Todo lo contrario,  pues frente a la, por ejemplo hambruna holandesa de 1948, en 1959 la URSS habría alcanzado la mayor cosecha de trigo de su historia y todo esto sin la contaminación de la “revolución verde”, impuesta en todo el mundo por Rokefeller y sin la necesidad de ningún plan Marshall pues “suele olvidarse que la URSS se recuperó de la postguerra sola, sin ayuda de nadie”. Frente a las acusaciones de la represión de otros científicos la reivindicación de las cárceles soviéticas como centros de trabajo en donde los científicos seguían desarrollando docencia y, como añadido final, la sospecha sobre los científicos condenados de la condición de espías infiltrados de los enemigos de Rusia. Podría seguir con la defensa de Lysenko por boca de Juan Manuel Olarieta Alberdi, pero creo que con este resumen es suficiente. 

Tras la lectura del extenso y prolijo documento y, sinceramente sorprendido por el hallazgo, me pregunto quién es el autor. Pincho en Internet y leo (transcribo casi literalmente) que Juan Manuel Olarieta Alberdi es “abogado y economista, nacido en Vizcaya en 1955, primera detención y encarcelamiento en 1977 y desde entonces detenido en más de en 10 ocasiones. Desde 1979 ejerce como defensor de represaliados políticos y presos sociales y políticos, por lo que también ha sido represaliado. El Colegio de abogados le dio un premio y ha publicado varios libros y numerosos artículos”.  En una entrevista en 2010[16] se declara miembro del PCE(r),[17] una organización marxista-leninista. Leí el texto antes de saber de quién se trataba. ¿Debería haberle prestado a alguien que representa a tan pocas personas, tanta atención? La respuesta es sí, desde luego. 

He resumido sus tesis que no por minoritarias dejan de ser muy esclarecedoras sobre lo que significa la interpretación de la realidad, en este caso una realidad científica con importantes repercusiones políticas y económicas, en función de la ideología de la que se parte. En la entrevista citada dice en algún momento:"…Por aquella época (época de la transición) El Capital llegó clandestinamente a las librerías, organizamos un seminario entre varios y lo empezamos a leer. Se me quedaron los ojos como platos leyendo El Capital. Desde entonces lo leo habitualmente y cada vez me sorprende más…”. Desgraciadamente no fue esta mi experiencia (añado yo ahora por mi cuenta). Lo dejé a la mitad y nunca soporté las soflamas de mis amigos del PTE cuando me invitaban a los seminarios sobre Lenin. Los recuerdos estética e intelectualmente como una pesadilla. Pero está claro que para tomar partido sobre Lysenko, que de eso se trata hoy, para defender el éxito del modelo soviético, para repudiar a los disidentes soviéticos como traidores, para volver al revés, como un calcetín,  la ciencia occidental frente a la ciencia proletaria, etc., como tan extensa como intensamente hace en su artículo Juan Manuel Olarieta Alberdi, hay que haber gozado de joven  leyendo El Capital, ser marxista leninista, y coyunturalmente maoísta, apoyar a los Grapos y a todo aquel que atente contra el corrompido sistema capitalista y contra la pobre democracia parlamentaria. 

A pesar de todo esto lo he leído con atención y en algunos momentos he compartido algunas de sus críticas y hasta enternecido con otras, pero me cuesta trabajo quedarme con el paquete entero porque sencillamente no soy comunista, un pobre argumento con el que doy completamente la razón a su tesis principal.  No hay ciencia sin ideología, aunque sea la neutralidad, una ambición de la ciencia. Desgraciadamente para ellos tampoco hay demasiada gente que les respalde pues hasta donde sé ni siquiera se presentan a las elecciones porque supongo que las consideran como parte del corrompido sistema o porque tengan la sospecha de que nadie los vote.

No quisiera terminar sin preguntarme si ha quedado algo de la experiencia de Lysenko. Para Loren Grahan, un historiador de la ciencia norteamericano: “donde él tenía razón no era original y donde él era original no tenía razón (…).[18]  Tenía razón en la posibilidad de que los caracteres adquiridos, siguiendo a Lamarck pudiesen ser heredados, pero aún faltaba años para poder demostrarlo, como también la tenía en las posibilidades de la  vernalizacion aunque no supo medir sus limitaciones.

 

Sí, la ciencia y la política son muy difíciles de separar como lo es la separación entre ideología, creencia y creatividad científica, pero asumido esto, la ciencia como cualquier otro proceso creativo exige de la búsqueda y la lucha por su independencia, cualquiera que sea la política, cualquiera que sea la ideología. La historia de la ciencia de los últimos 200 años ha demostrado suficientemente que los científicos no pueden desprenderse irresponsablemente de las consecuencias de sus actos y de sus descubrimientos. Esto es válido, utilizando la terminología de nuestro anterior exégeta de Lysenko, para la ciencia “imperialista”, como para la “ciencia proletaria”. Lysenko lo debió ver al final de su vida. Sobrevivió a la revolución rusa y a su fracaso y en una entrevista con Grahan en 1981, Lysenko le contestó: “Usted está equivocado en su interpretación de mí”. “Piensa que soy parte del sistema opresor soviético, pero siempre he sido ajeno a ello”, “Lysenko se apresuró a negar la acusación más negra que pesaba sobre él: su responsabilidad en las muertes de miles de biólogos rusos” dice Grahan en su libro[19]. Lysenko murió en 1976 a los 78 años de edad.


 

[1] Diéguez, Antonio (2025) ¿Hay una ciencia libre de valores? Isegoría, (72), 1676. https://doi.org/10.3989/isegoria.2025.72.1676

[2] https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/grandes-personajes/trofim-lysenko-pseudociencia-sovietica-contra-darwin/

[3] https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/grandes-personajes/trofim-lysenko-pseudociencia-sovietica-contra-darwin/

 

[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Trofim_Lysenko

 

[5] (ibídem)

[6] Francisco J Ayala. La evolución de un evolucionista (en español). Publicado por Universitat de Valéncia, 2006.

[7] Sánchez Ron, J. M., El poder de la ciencia. Madrid: Crítica; 2007

[8] Lecourt D. 1978. Lysenko. Historia real de una "ciencia proletaria". España: Laia

[9] Víctor Moreno, María E. Ramírez, Cristian de la Oliva, Estrella Moreno y otros, et al.2008) Biografía de Andréi Sajárov. Buscabiografias.co. https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/5483/Andrei%20Sajarov

 

[10] Victoriano Garza Almanza. El sabio descalzo La Seudociencia en Trofim Denissovitch Lysenko. file:///C:/Documents%20and%20Settings/USUARIO/Mis%20documentos/Downloads/Dialnet-ElSabioDescalzo-3739099.pdf

 

[11] The People's Republic of China 1949-76, second edition, Michael Lynch (London: Hodder Education, 2008), p. 57. Citado en : Gran hambruna china. https://es.wikipedia.org/wiki/Gran_hambruna_china#cite_note-53

[12] Juan Manuel Olarieta Alberdi . El linchamiento de Lysenko . Nómadas. Revista critica de ciencias sociales y jurídicas. file:///C:/Documents%20and%20Settings/USUARIO/Mis%20documentos/Downloads/27392-Texto%20del%20art%C3%ADculo-27411-1-10-20110607.PDF

 

[13] Olarieta Alberdi, Juan Manuel Lysenko. La teoría materialista de la evolución Nómadas, vol. 33, núm. 1, enero-junio, 2012. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=18123129001

[14] Yuehui He’s group from the Shanghai. Vernalization: Memorizing the cold. Nat. Genet. http://doi.org/bs6v (2016) 

[15] V. Stoletov. ¿Mendel O Lysenko?. Dos caminos en biología. Lautarao. Buenos aires, 1951. 

[16] w.presos.org.es/index.php/2020/02/05/interesante-entrevista-al-abogado-juan-manuel-olarieta-la-igualdad-es-una-quimera-las-leyes-son-instrumentos-de-dominacion-politica-y-los-que-las-aplican-tambien-lo-son/

 

[17] https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Comunista_de_Espa%C3%B1a_(reconstituido)

 

[18] El caso Lysenko: una conversación sobre ciencia e ideología en la URSS 

https://colnal.mx/noticias/sintesis-informativa-el-caso-lysenko-una-conversacion-sobre-ciencia-e-ideologia-en-la-urss-1/

 

[19]Loren Grahan.  Lysenko’s Ghost: Epigenetics and Russia. Harvard University Press, 2016.

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