Reflexiones sobre el envejecimiento. Cuervo y Arsuaga

 Reflexiones sobre el envejecimiento

“Hemos pasado de vivir 45 años a 85, no lo estamos haciendo mal”

La bióloga Ana María Cuervo y el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga reflexionan sobre el envejecimiento






PABLO MONGE

Juan Luis Arsuaga y Ana María Cuervo, ayer en la Fundación Conchita Rábago de Jiménez Díaz, en Madrid.


El conocimiento del envejecimiento a nivel celular ha avanzado mucho en los últimos años. Una de las principales responsables de ello es la bióloga y médica Ana María Cuervo (Barcelona, 58 años). Cuervo codirige el Instituto Einstein para la Investigación del Envejecimiento de Nueva York, que, entre otras cosas, promueve un esperado ensayo clínico con centenarios para intentar desentrañar las claves de por qué unas personas envejecen peor que otras. Esto podría dar a todos los humanos la capacidad de vivir más años sin sufrir las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, incluso si no llevamos un estilo de vida especialmente saludable, como hacen algunos centenarios gracias a su genética privilegiada.

Cuervo está de visita en Madrid para recibir hoy el Premio Lección Conmemorativa de la Fundación Conchita Rábago de Jiménez Díaz, un prestigioso galardón que han recibido otros grandes nombres de la investigación, como la madre de las vacunas contra la covid, Katalín Karikó, o el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, que presentó la candidatura de Cuervo. Ayer, ambos científicos se sentaron para reflexionar sobre qué es envejecer y si es inevitable. El biólogo de Atapuerca lanzó la primera idea: “Hemos pasado de vivir lo que vive un chimpancé, unos 45 años, a unos 85, en apenas dos millones de años. No lo estamos haciendo mal”.


Pregunta. ¿Ese progreso tiene un límite?


Ana María Cuervo. Antes la gente se moría a los 50 y sufrían durante un año. Ahora hemos conseguido alargar el periodo de tu vida en el que ya no eres completamente funcional, has perdido tu independencia, ya no puedes conducir porque ya no ves bien, y encima eres más susceptible a las enfermedades del envejecimiento. El reto ahora es que los años que ganemos los vivamos en las mejores condiciones y para ello hay que cambiar la forma en la que envejecemos.


P. ¿El envejecimiento es inevitable?


A. M. C. Hay un factor programado que es la genética. Los que vienen de familia centenaria se pueden ir a McDonald’s todos los días y fumar todo lo que quieran, porque tienen buenos genes. A una de nuestras centenarias le preguntamos si los médicos no le habían dicho que dejase de fumar y contestó: “Me lo han dicho ya tres médicos, pero los tres están ya muertos”. Lo que queremos aprender de ellos es qué genes o qué vías celulares intervienen para que el resto de nosotros, que no venimos de familias centenarias, podamos tenerlos al nivel y con la funcionalidad que tienen ellos. Aparte de esto, también tienes un componente ambiental. Un tema en el que estamos muy interesados es la nutrición, y cómo esa exposición está contribuyendo al deterioro. Empezamos a envejecer desde que nacemos. Todo lo que has hecho y todo a lo que has estado expuesto va a influenciar en cómo envejeces.

Juan Luis Arsuaga. Ya que está programado todo nuestro desarrollo desde que nacemos ¿Por qué no pensar que la vejez también lo esté? Incluso se ha pensado que la muerte está programada, y se argumentaba que eso estaría al servicio de la especie, para permitir la renovación. La mala noticia es que la inmensa mayoría de los biólogos pensamos que el envejecimiento no está programado. Por eso no lo podemos hackear.


P. ¿Hay alguna intervención o tratamiento que realmente alargue la vida de las personas?


  1. M. C. Por ahora no hay medicamentos aprobados específicamente para prolongar la longevidad en humanos. Una gran limitación ha sido la falta de regulación para hacer ensayos clínicos dirigidos al envejecimiento. El primer estudio de este tipo en Estados Unidos, llamado TAME, probará la metformina, un fármaco para la diabetes. En Singapur se va a empezar a estudiar la acarbosa. Y también se investiga la rapamicina, usada como inmunosupresor, por su posible beneficio al reducir la inflamación crónica asociada al envejecimiento. Aún se esperan resultados.


P. ¿Los humanos de hoy envejecemos mejor?


J. L. A. No. La esperanza de vida al nacer está descendiendo en EE UU y Alemania. Y básicamente es por la obesidad, por la alimentación. Se mejoró mucho la esperanza de vida en el siglo pasado, sobre todo por la caída de la mortalidad infantil. Ahora prácticamente no hay mortalidad infantil. Por mucho que haya mejorado, la medicina no avanza lo suficiente como para compensar los hábitos de vida cada vez peores.

A. M. C. Mucho depende de dónde vives. En EE UU, si eres de la Costa Este u Oeste, vivirás mucho más que en algunas zonas del interior. Si no tienes dinero tú te vas a McDonald’s y por un dólar come toda la familia. El mayor indicador es el código postal, que va ligado al nivel educativo.

J. L. A. La única forma de estar delgado es pasando hambre, controlando la alimentación. El ejercicio es muy bueno, pero no para perder mucho peso. Históricamente, los que pasaban hambre eran los pobres. Hoy en día la comida barata hace que tú no pases hambre por muy pobre que seas. Hoy en día los que pasan hambre son los ricos, porque se cuidan.


P. ¿Ya no importa cuántas calorías comes al día?


  1. M. C. La autofagia no depende de la cantidad de calorías, sino de la separación entre comidas y del tipo de alimentación. Una dieta equilibrada como la mediterránea es clave, más allá del conteo calórico. Hay factores como el sexo o la genética que influyen. Lo importante es generar periodos en los que bajen los niveles de insulina, lo que favorece la limpieza celular. Un esquema 8/16 (8 horas comiendo, 16 en ayuno) puede ser útil, pero debe adaptarse a cada persona. La hora a la que comes también influye. Los ratones, que son animales nocturnos, muestran que si se alimentan en su periodo de descanso, no obtienen mejoras. En humanos ocurre algo similar: personas que concentran su única comida del día en horas poco adecuadas, como las dos de la madrugada, presentan peores resultados.


P. El cerebro es el órgano que más nos define como especie. La demencia es una enfermedad de la edad, pero es que, además, a partir de los 85 años la tasa de enfermedades mentales como la depresión se dispara. También cada vez hay más soledad ¿Todo esto también podría atacarse con fármacos?


A. M. C. El ejercicio, la dieta, dormir, que es algo democrático, universal y gratis, y nadie duerme en este país ni ninguno. Luego están los otros dos componentes que hasta ahora no se les había dado mucha importancia, que es precisamente eso, las relaciones sociales, las interacciones sociales, el factor beneficioso o perjudicial, dependiendo de cómo sean las relaciones sociales. El cerebro o lo usas o lo pierdes. Solo de escucharme a mí estás haciendo nuevas conexiones cerebrales. También hay un sentido negativo, como el estrés, y el maltrato. Lo vemos en el laboratorio. Pones a un ratoncito bully en la caja y a los otros cuatro les baja la limpieza celular solo por el estrés. El último factor que se ha añadido recientemente es la actitud. Parece que hay una correlación muy buena porque tienes más endorfinas. Hay muchos beneficios biológicos en ver el vaso medio lleno. Aquí hay un componente genético, pero también ambiental. Yo vengo de una familia muy positiva. Mi padre, pasase lo que pasase, siempre decía: soy el más alto y el más guapo. La clave es que hay un estrés continuo que no manejamos bien. Si por lo menos encuentras una forma de manejarlo de forma saludable, eso es muy bueno.

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