80 aniversario. ¡No al olvido!
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80 aniversario de la última barbarie global
¿Estamos perdiendo memoria de lo que ocurrió solo hace
ocho décadas?
La Segunda Guerra Mundial
ha sido el conflicto armado más
importante que ha vivido la
humanidad en los últimos 100 años. Desde septiembre de 1939 hasta agosto de 1945, el mundo entero estuvo sumido en una guerra total.
Murieron
60 millones de personas
Si sumamos los muertos derivados del hambre y
la guerra que trajo el conflicto, el número se eleva hasta superar los 80 millones de muertos.
Pero no solo consideremos los números,
pensemos también que tras esas cifras hay personas, familias, ilusiones,
proyectos, secuelas y una demolición de historias personales.
Más
de 6 millones de judíos fueron asesinados
La cifra es de 6.185.821
judíos que fueron asesinados en campos de concentración, tránsito, detención y
exterminio. A esta cifra habría que sumar todas las personas de las que no hubo registro.
O de aquellas personas que, tras su ejecución, dejaron su número de registro
libre para un nuevo prisionero. El total no tiene una cifra exacta.
Hubo
71 campos de concentración
Estaban repartidos por toda
Europa, teniendo presencia en más de 20 países. Entre
todos, último campo de concentración liberado por los Aliados fue el
de Stutthof, el 9 de mayo de 1945. Allí perdieron la vida más de
85.000 personas. Auschwitz-Birkenau, en Polonia, es el campo de
exterminio más famoso y representativo, donde se ejecutaron cerca de 1.500.000
personas.
Participaron
más de 100 millones de soldados
La Segunda Guerra Mundial
involucró a todos los continentes del mundo. De
entre los ejércitos, los más destacados están el de Alemania, con 10,5 millones
de efectivos, el de Japón con 7,4 millones, el de Estados Unidos con 11,49
millones o el de Rusia, con 20 millones.
Se
lanzaron dos bombas atómicas
Las bombas de Hiroshima (6
de agosto de 1945) y Nagasaki (9 de agosto de 1945) fueron las
únicas bombas atómicas utilizadas
contra la población. En total se registraron 192.545 muertos y 154.039 heridos.
Además, el número aumenta de manera considerable si contamos los efectos en
supervivientes y sus descendientes.
Todo esto pasó hace solo unos pocos años y
ya pareciera que en algunos lugares hay indicios de que se está olvidando
tremenda barbarie.
A lo largo de la historia de la humanidad
ha habido y hay muchos conflictos violentos a los que hoy no nos referiremos.
Si lo hacemos dado el aniversario, a la Segunda Guerra Mundial. En ella emergió lo peor del ser humano incluso en
sociedades que ya habían conocido la
democracia y se consideraban cultas.
Este acercarse a los infiernos vino de la
mano de las ideologías totalitarias, nacionalistas, dogmáticas, xenófobas y
racistas. El nazismo, el fascismo, el imperialismo japonés y más tarde como
secuela, la dictadura estalinista, condujeron al mundo más desarrollado y culto
de la época a la violencia cavernaria.
Murieron millones de personas, otras
tantas quedaron marcadas para siempre por sus secuelas físicas y psíquicas, retornó
durante años el hambre, las carencias y sacrificios que podrían haber sido
totalmente evitables. Como en todas las guerras los poderosos estuvieron lejos
de los frentes, incluso se enriquecieron con el dolor y no pagaron de forma
adecuada desde el punto de vista de la justicia muchas de las malas acciones
que habían realizado.
Europa durante siglos fue escenario de
carnicerías humanas que casi siempre beneficiaron a los poderosos. Las emociones “nacionalistas” sirvieron de
estímulo a muchos ciudadanos a participar de estas atroces guerras.
La extraordinaria idea del desarrollo del
proyecto de la Unión Europea es y ha sido hasta ahora el mejor freno a las
ensoñaciones bélicas de los viejos países europeos.
Creo que todos los ciudadanos debemos criticar
constructivamente ese proyecto pero la Unión Europea debe ser una realidad paso
a paso fundamentada en las libertades, la tolerancia, el estado de derecho, la
justicia y la participación de todos los ciudadanos que viven en esta tierra.
Recordemos la Segunda Guerra Mundial, sus
causas y su ideologías dominantes y todos juntos participemos para que nunca se
olvide lo que aconteció en esos años y construyamos una sociedad que haga
impensable una repetición de ese acontecimiento.
Atención a los nacionalismos identitarios
supremacistas, a la xenofobia como chivo expiatorio de todos los problemas, al
uso de la violencia como forma de resolver conflictos, a los populismos de
diferentes pelajes pero todos esencialmente en el fondo antidemocráticos. Desconfiemos
de los involucionistas de la historia.
Nos afirmemos en la democracia, el
estado de derecho y la construcción paso a paso de una Unión Europea que
signifique libertad, progreso y freno a otros bloques políticos mundiales que
tiran hacia atrás de la historia.
Trabajemos para que nadie pierda la memoria de lo que ocurrió solo hace 80 años en Europa y que se extendió por el mundo.
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