Desigualdad social y esperanza de vida

Interesante artículo sobre la desigualdad social en América Latina. Probablemente similar en otras áreas del mundo donde se han incrementado estas desigualdades.  Publicado en The Lancet Planetary Health y comentado por Javier salas.


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Hasta 18 años menos de vida en los barrios pobres

Javier Salas. El País. Diciembre 2019

Un grupo de científicos mapea por primera vez la “extrema” magnitud de las desigualdades en América Latina

La desigualdad social en las grandes urbes latinoamericanas implica enormes diferencias de la esperanza de vida, según un estudio que publica The Lancet Planetary Health.
Una mujer que resida en un barrio deprimido de Santiago de Chile vivirá 18 años menos que una vecina de una zona adinerada. En Ciudad de México, esa brecha es de nueve años. Una mujer que reside en una de las zonas menos favorecidas de Santiago de Chile vivirá 18 años menos que otra mujer que viva en la misma ciudad, pero en un barrio más pudiente. La vida de esta mujer —y de muchas otras— será casi dos décadas más corta por culpa de las brutales desigualdades que sufre la capital chilena, que estos días protagoniza numerosas revueltas contra su Gobierno con estas injusticias como principal argumento.



/ MARTIN BERNETTI Protestas contra el Gobierno, en Santiago de Chile en Diciembre 2019

“Suponíamos que en Ciudad de Panamá y en Santiago las diferencias iban a ser importantes porque son dos naciones con mucha desigualdad y las grandes ciudades suelen representar la desigualdad de los países, pero en el caso de Santiago nos sorprendió la magnitud del problema”, reconoce Usama Bilal. Este epidemiólogo español, investigador de la Universidad de Drexel (Estados Unidos), es el autor principal de un estudio que publica The Lancet Planetary Health y que pone cifras por primera vez a la desigualdad social en seis grandes ciudades latinoamericanas que suman 50 millones de habitantes.
“En Santiago hay protestas y en el mismo centro de esas protestas está la desigualdad social.
Nosotros damos datos a la gente para que puedan probar que es real, que existe. Y que sea la sociedad la que responda si esta desigualdad es socialmente aceptable. Estos datos pueden empoderar a los ciudadanos para plantearle demandas a sus gobernantes”, explica Bilal.

Dependiendo de la zona de Santiago, las diferencias de esperanza de vida son esos 18 años en mujeres y nueve en hombres; en Ciudad de Panamá, de unos 15 años para ambos sexos; en Ciudad de México, de 11 para hombres y nueve para mujeres; en Buenos Aires y en Belo Horizonte (Brasil), de cuatro y seis; y de cuatro y tres en San José (Costa Rica).

“Estos resultados destacan la importancia de desarrollar políticas urbanas enfocadas a reducir desigualdades sociales y mejorar condiciones sociales y ambientales en los barrios más pobres de las ciudades de Latinoamérica”, señala Ana Diez Roux, coautora del estudio e investigadora principal del proyecto Salurbal, que estudia cómo influyen las políticas y distribuciones urbanas en la salud de los latinoamericanos.
“Observamos unos patrones muy claros en algunos lugares; por ejemplo, si observas un mapa de la pobreza de Santiago, tienes prácticamente nuestro mapa de esperanza de vida de la ciudad, pero al revés”, afirma Bilal. “Estos patrones que aparecen en las ciudades nos muestran que no es aleatorio ese reparto de la esperanza de vida y que ese algo determina la segregación espacial. Cuando hay pocas diferencias puede deberse a que las unidades urbanas sean muy heterogéneas”, explica Bilal.

Nivel de estudios
Para analizar el impacto de las diferencias socioeconómicas, estos científicos también han usado datos del nivel educativo, que les han servido de indicador de los recursos de cada segmento de la población. En el caso de Santiago, la diferencia en esperanza de vida entre las áreas con mayores y menores niveles de estudios puede llegar a ser hasta ocho años para hombres y 12 años en el caso de las mujeres.
“Es la primera vez que se mapea la magnitud extrema de las desigualdades en esperanza de vida en varias ciudades de Latinoamérica. Constituye un primer paso fundamental para poder disminuirlas o erradicarlas en un futuro”, asegura el epidemiólogo. Ha empezado con seis, pero Bilal tiene dos millones de dólares de los Institutos Nacionales de Salud de EE UU para estudiar la salud de los habitantes de las más de 700 ciudades con más de 100.000 habitantes de EE UU y 10 países latinoamericanos.
El subcontinente es una de las regiones más desiguales del planeta, pero muchas de estas injusticias permanecen desconocidas por falta de datos concretos que los materialicen en toda su crudeza. Y las urbes son buenos laboratorios en los que estudiar estos problemas sociales que lastran la salud de la población como la peor de las epidemias. De ahí que un equipo de epidemiólogos, coordinado por Bilal, se haya decidido a poner el microscopio en la desigualdad urbana latinoamericana, donde vive el 80% de la población.
Este estudio es la prueba de concepto de que sus mediciones funcionan, por eso escogieron ciudades que tuvieran buenos datos de gran cantidad de distritos distintos (o comunas). Más adelante irán reduciendo las dimensiones de las esas células mínimas de estudio a bloques más pequeños.
Los investigadores han observado mayor diferencia dentro de las urbes que entre ellas, como explica Bilal: “Si comparamos entre las ciudades, la desigualdad es menor que dentro de ellas, por eso no suele ser muy útil cuando hablamos de la esperanza de vida de una ciudad entera, menos si hablamos de la esperanza de vida de los países”.
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