Rincón literario. Relato y poemas


Relato corto de Elsa Bueno Gaona


S I E M P R E   

Empecé a escribir porque me ahogaba, porque se me escondió la voz en la garganta; quedaron mis cuerdas atrapadas, la lengua trabada... y no alcazaba a decir. Empecé a escribir como desconocida necesidad, como terapia inconsciente surgida desde las profundidades de mi, a donde me mudé a vivir con Ella, en un intento inútil de protegerla, de salvaguardarla, de sacarla de allí; persiguiendo dar escape a la rabia contenida, al miedo a perderla, a la angustia, al desconsuelo. Con el tiempo, la tristeza tuvo a bien concederme una tregua y seguí escribiendo. Logré así un espacio donde a la pena le costaba entrar, mientras yo me sumergía en historias distintas donde nadar sin necesidad de ningún salvavidas aferrado a la espalda. Me fabriqué el armisticio perfecto entre el dolor, la cruel realidad y el día a día; tiempo suficiente para evadirme a ratos, ante una pantalla en blanco y trenzar un pacto de anécdotas, pensamientos y rimas; como bálsamo, como vendas para las heridas. 
Y así, entre letras, párrafos y estrofas volví a ser; reuní de nuevo mis pedazos alrededor del inmenso amor que dejó aquí y, aún sin Ella, extrañándola toda, pude volver a decir.
No puedo quererla más de lo que la quiero. Sigue aquí. Conmigo. A mi lado. En mi. SIEMPRE.

Elsa Bueno Gaona

                                                                                    ****



Poemas de Konstantinos Petrou Kavafis

Tenemos otra vez en Rincón literario a Marta Herrera Marcelino (alumna de 1º de bachillerato) que nos presenta dos poemas del genial poeta griego Constantino Cavafis (nombre en castellano). Hará un comentario personal de cada uno de ellos. Al final se cuentan aspectos de la vida y obra del autor griego.


“Una noche”

Era pobre y sórdida la alcoba,
escondida encima de la equívoca taberna.
Desde la ventana se distinguía el callejón,
sucio y estrecho. De abajo
subían las voces de unos obreros
que jugando a las cartas mataban el tiempo.

Y allí, en una cama mísera y vulgar
poseí el cuerpo del amor, poseí los labios
sensuales y sonrosados por el vino,
Sonrosados de tanto vino que incluso ahora,
cuando escribo, después de tantos años,
en mi casa solitaria, vuelvo a embriagarme.



El poema “Una noche” de Kavafis se vertebra en dos partes, coincidentes con las dos estrofas que componen el cuerpo del poema, cuyo tema reside en una de las líneas principales del autor: la evocación de vivencias del pasado, en particular de sus encuentros homoeróticos.

         Primeramente, la voz poética comienza a describir el interior y la situación física de una alcoba por medio de un hipérbaton, ensalzando su pobreza. Así, pasa a la descripción de la localización de la habitación, en un lugar sucio y estrecho rodeado de callejones e inmersa en un ambiente creado por un gentío de nivel social bajo, sumiendo al lector en una atmósfera popular, sórdida y de desorden.

         Seguidamente, tras haber ahondado en la pobreza y fealdad del contexto, la voz poética retrata un encuentro amoroso del pasado tomando como lugar la anteriormente descrita alcoba.
La intencionalidad de recrear al lector en un ambiente bajo, carente de riqueza y de poder y sin belleza alguna reside en contrastar el contexto con la pasión que pasará a continuación a describir magistralmente, tomando como protagonista al erotismo más que a los propios individuos.
Así, se conduce al lector situándolo en la pobre alcoba. En ella, en una miserable cama provista de vulgaridad y carente de encanto, se sitúa el recuerdo, provisto de pasión y sensualidad. Para hacer comprender el grado de erotismo del encuentro, se emplea el comúnmente empleado símbolo del vino, catalizador del momento, haciendo referencia a la pasión desenfrenada. De esta manera es como la voz poética se apropia de manera posesiva unos labios desconocidos para el lector, sonrosados por el vino que tanta sensualidad trae consigo. La inmensidad del intenso recuerdo denota la ocasional futilidad del tiempo, pues aun habiendo pasado tantísimos años el yo poético es capaz de trasladarse con su propia mente a una vivencia en el pasado disfrutada. Así, utilizando el vino como medio para encauzar el recuerdo, la voz poética rememora el encuentro, volviendo a sentir la misma pasión que antaño habría experimentado, embriagando sus sentidos.
M.H.M




“Ítaca”
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes. 
[…]

Ten siempre a Ítaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.

En esta composición, el considerado fundador de la poesía griega moderna reelabora el tópico latino del “homo viator” por el cual se concibe y metaforiza la vida como un viaje, peregrinación o travesía. “Ítaca” se inscribe en una de las temáticas más reiterativas de la obra del autor: la recreación de personajes y episodios de la Antigüedad grecolatina, en este caso, aludiendo al mito legendario de Ulises, concretamente a su Odisea, vuelta a Ítaca. Es así como el poema se vertebra en tres partes, en las que el yo poético se refiere directamente al lector aconsejándole y mostrándole una perspectiva de la vida desde un punto de vista experimentado.

         En primer lugar, se ensalza el valor del tiempo como aquello que permite la mayor plenitud de aventuras y experiencias tras lo cual se insta al lector a que en ningún momento de su travesía se deje apresar por el miedo. Para ello, tras mencionar a seres mitológicos, se denota la necesidad de mantener un pensar elevado y una grandeza de espíritu para no encontrarlos, pues se conciben como entes imaginarios y residentes en las propias almas de los individuos. Así pues, mediante un paralelismo al final de la primera estrofa se vuelve a redundar en la idea por la cual son los obstáculos que encontramos en la vida tan solo fruto de nuestras mentes y debilidades.

         Posteriormente, se inicia una segunda parte en la composición repitiendo lo ya mencionado al inicio de la primera: la importancia de la extensa duración del viaje. Por consiguiente, es ésta la que permite las abundantes alegrías y placeres que traen consigo el descubrimiento de nuevos lugares, nuevos puertos nunca vistos por el viajero. De esta manera, trasladando el mero significado mitológico del poema a la concepción vitalista de la existencia, es como concluimos una de las ideas principales de la composición: la importancia del transcurso de la vida hasta la consecución de los propósitos.

         Por último, se conduce al lector al final del poema que se estructura en tres estrofas. Ítaca, como origen y destino del viaje, se debe apreciar enormemente, pues tras la travesía es la llegada al objetivo final. No obstante, no se debe apresurar el retorno dado que es en el mismo camino en el que se encuentran todas las enseñanzas y experiencias que enriquecen al individuo y que lo conforman tal y como es. Por ello, la llegada al destino, encontrándose ya el individuo curtido y experimentado no podrá aportar nada más que el trayecto no le haya dado. De esta manera, se ensalza el transcurso hacia las metas que nos proponemos pues, aunque sean indispensables los objetivos para inmiscuirnos en los caminos, no nos hacen crecer como personas. En contraposición, se advierte también al lector del riesgo que supone la llegada a la meta al poder sentir decepción, al no cumplir las expectativas. No obstante, esta percepción es inevitablemente debida al enriquecimiento adquirido durante el transcurso del tiempo hasta la llegada, siendo Ítaca –origen y destino- la misma, al ser el individuo el que ha cambiado. Finalmente, se concluye el poema extrapolando la reproducción del mito de Ulises a una concepción vitalista de la existencia, aportándole un significado a “las Ítacas”, aquellas que nos permiten llegar a límites insospechados con nuestras mentes, abriendo nuestro pensamiento a una realidad sin fronteras.
M.H.M


Aspectos de la vida y obra de Cavafis


Constantino Cavafis, en griego Κωνσταντίνος Πέτρου Καβάφης, Konstantinos Petrou Kavafis. (Alejandría, Egipto; 29 de abril de 1863 – 29 de abril de 1933) fue un poeta griego, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna.
Trabajó como periodista y como funcionario, y publicó relativamente poco en vida, aunque tras su muerte su obra cobró paulatinamente influencia.

Por deseo propio, nunca llegó a publicar un libro con sus poemas. Únicamente, por iniciativa personal, mandó imprimir dos libretos con algunos de sus poemas. Uno, en 1904, conteniendo 12 poemas, y un segundo, en 1910, en el que ampliaba el número a 27. Él mismo se encargaba de distribuir dichos libretos sólo a quien consideraba que podía entender su obra. Asimismo, de vez en cuando imprimía hojas sueltas con alguno de sus poemas, que luego distribuía discrecionalmente a quien pensaba que era digno de leerlos.​ Aun así, su nombre terminaría por darse a conocer, inicialmente en el ámbito de la cultura griega y más tarde, gracias a la difusión de su obra que en Gran Bretaña hizo E. M. Forster (quien conoció al poeta en 1917, al ser destinado a Alejandría, como funcionario de la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial),​ por todo el mundo occidental.

A finales de 1932 le diagnosticaron cáncer de laringe. Tras una traqueotomía realizada en el Hospital de la Cruz Roja de Atenas, moriría en Alejandría el 29 de abril (coincidente con el día de su nacimiento) de 1933. Está enterrado en el cementerio griego de Chatby, en su ciudad natal, junto a su madre y seis de sus hermanas.

La obra de Cavafis, es madura, exigente, habitada por una refinada cultura grecolatina y una subyacente ironía. Obra corregida sin cesar hasta la perfección (algunos poemas fueron elaborados por espacio de diez años), consta de ciento cincuenta y cuatro poemas que consideró acabados y forman la edición canónica, más cierto grupo de otras composiciones que a su juicio no habían encontrado todavía su forma definitiva.
 Interesado por la historia, Cavafis compuso con frecuencia poemas no sobre grandes momentos históricos, sino sobre las decadencias después de los mismos, como el famoso Esperando a los bárbarosEl dios abandona a Antonio o Ítaca, algunas de cuyas frases han pasado a ser proverbiales. También son muy leídos hoy sus poemas homoeróticos, que cantan las excelencias sensuales del amor furtivo, como "Recuerda, cuerpo...". Los mejores poemas de Cavafis concentran la experiencia humana de una forma intemporal y por ello ha influido notablemente a autores de la poesía de la experiencia, como Jaime Gil de Biedma. Sus piezas históricas más inspiradas pintan con gran fuerza cuadros realistas y decadentes de un pasado poco conocido y ciertamente fascinante: el oriente helénico, desde la antigüedad hasta el presente; los reinos griegos postalejandrinos, la sujeción a Roma, Bizancio, el ascenso del Cristianismo y la convivencia de lo pagano y lo cristiano. Demuestra que, como creían los griegos, la historia es cíclica, e insufla los sentimientos de la nostalgia y del miedo a lo desconocido en sus evocaciones. Posee el secreto de recrear la atmósfera cotidiana de los tiempos ya pasados.

En sus poemas homoeróticos, asoma la flaqueza y la debilidad que acecha en los peores momentos, la atracción sexual intensamente física ligada muchas veces al cristiano sentimiento de culpa y la impotencia ante el paso del tiempo.
El estilo de Cavafis rehúye conscientemente la retórica, pero muestra un distanciamiento grave e inteligente, solemne e irónico a la vez. Por sus poemas desfilan jóvenes chaperos ingenuos y deseables, personajes históricos contemplados en sus momentos de mayor humanidad, gentes anónimas de la calle y objetos vulgares y corrientes que de pronto adquieren un profundo valor simbólico, como por ejemplo las velas encendidas y apagadas que representan el curso de la vida.

Fue E. M. Forster quien divulgó en Europa la poesía de Cavafis. En España su influencia es determinante en la obra de Jaime Gil de Biedma (1929-1990) y sus seguidores y, a partir de sus primeras traducciones al español, fue leído con fruición, sobre todo por los llamados poetas Novísimos, especialmente de José María Álvarez, poeta que realizó una de las primeras traducciones de su obra y en cuya poesía, además, se refleja una acusada influencia del poeta griego. Entre otros poetas españoles influenciados por la obra cavafiana, podemos citar Luis Antonio de Villena, Juan Luis Panero, Fernando Quiñones, Ramón Irigoyen o Luis Alberto de Cuenca. Se ha discutido mucho sobre la influencia de Cavafis en Luis Cernuda, con quien compartía homosexualidad, desprecio por la rima y por el lenguaje solemne, pero –en realidad y aún admirándolo- Cernuda conoció poco la obra del alejandrino.

Su obra no apareció publicada en griego hasta 1935 (edición que contenía los 154 poemas canónicos del autor, es decir, aquellos que él personalmente había decidido que se publicasen); aunque decenas de estos y algunos otros que decidió finalmente rechazar habían aparecido ya en diversas revistas de literatura tanto egipcias como griegas. Esos mismos poemas se publican traducidos por primera vez en inglés en 1951. También hay que mencionar una novela corta fantástica, A la luz del día, traducida al español recientemente en 2007.


Comentarios

Entradas populares