Hoy con Víctor Frías Jiménez. Coloquio entre amigos (IV)
Conversaciones entre amigos (IV)
Redes sociales y nuevas tecnologías
Hoy con Víctor Frías Jiménez
Víctor Frías es escritor
y ha editado hasta la fecha tres novelas: Entre Acantilados (2003,
Editorial Jamais), El Instinto (2015, mundo minúsculo), Los Versos de la Medusa
(2016, Ediciones del Genal) y el poemario, Los Seres Transparentes (2019,
Ediciones Azimut)
Nacido en Málaga en
1.975, desarrolla su vida personal, académica y profesional en esta ciudad.
Actualmente, escribe y es uno de los administradores de la web de viajes
www.espaciomasinstante.com.
Entrevista-coloquio
1) P. En la mayoría de las
sociedades actuales el uso del celular o móvil es masivo y además ocupa gran
parte del tiempo que disponemos. Pareciera que la mayoría de las personas están
“interconectadas” de forma casi constante. La comunicación entre los individuos
es casi permanente. Observamos que ante cualquier resquicio temporal de soledad
o de descanso de la actividad laboral u ocupacional que sea, el individuo coge
el móvil y se “comunica”. Lo vemos en la calle, los sitios de trabajo, los
lugares de ocio, al comer o disfrutar de la playa por solo mencionar algunos
lugares.
¿Con esta actitud hemos
mejorado la relación entre las personas?
Respuesta:
No creo que
la palabra “mejorar” sea la apropiada en este caso. En mi opinión, encaja mejor
decir que se “amplifica”. Esa amplitud, esa capacidad de llegar más y más
lejos, tiene una repercusión positiva porque todo el mundo tiene la capacidad
de compartir lo que hace y que sea visible para los demás, con todas sus
consecuencias, para lo bueno y lo malo. Tienes la posibilidad de “conectar” con
personas con las que hacía tiempo que no hablabas, incluso recuperar una
amistad o, desde otro punto de vista, interactuar con personas que pertenecen a
un sector que te interesa; todo esto, abre una posibilidad que sin duda hay que
valorar de forma positiva.
Sin embargo,
esa amplificación de la “conectividad” también provoca reacciones negativas,
probablemente excesivas, como el hecho de no contestar un Whatsapp de
inmediato. De hecho, existe la expresión “me ha dejado en visto” con un marcado
carácter negativo, incluso llegando a sentirse ofendidos. Ocurre lo mismo, si
no se pulsan “me gustas”, no se comparten publicaciones o no se comentan. Las
reacciones a este tipo de respuestas a priori mundanas pueden echar por tierra
una amistad, incluso una relación.
De manera que
no creo que esta actitud haya mejorado la relación entre las personas, en
cualquier caso, la ha hecho más compleja.
P. ¿Hablamos siempre con
alguien para estar menos solos?
Respuesta:
No creo que
el sentimiento de soledad sea el que explique estas actitudes. Si te sientes
solo, no haces una llamada a nadie, no le mandas un mensaje buscando esa
compañía. El móvil no se usa para eso, en todo caso para manifestar una
reacción a ese sentimiento de soledad. En mi opinión es una cuestión de
aceptación en un mundo en el que todo el mundo comenta el último vídeo de
Youtube, los distintos “memes” que circulan por las redes. Creamos grupos de
Whatsapp para temas profesionales, para quedar con los amigos, para todo en
realidad. Participar en redes sociales se ha convertido en algo imprescindible
para “estar” en la sociedad, ser visible. No tenerlas se ha convertido en una
barrera de comunicación. Todo el mundo usa al menos una de ellas. Sin embargo,
a pesar de ello, creo que el sentimiento de soledad sigue siendo el mismo, a
pesar de tener redes sociales y estar activos en ellas. De hecho, recientemente
hemos vivido casos de suicidio provocados por un uso de las redes sociales que
habría que calificar, como mínimo, de peligroso.
P. ¿Es un escudo para
aislarnos del entorno real?
Respuesta:
En mi opinión no se trata de un
escudo, sino de un escaparate, un lugar en el que mostrar lo bonita que es
nuestra vida, lo bien que nos va. Nuestros viajes, nuestros éxitos, nuestra
dieta sana y, en general, todo lo que consideramos que va a valorarse
positivamente por los demás. En el otro lado de la balanza, solo compartimos
estados negativos cuando consideramos que son cosas realmente importantes. Cuando
perdemos a un ser querido, o cuando alguien nos ha decepcionado o traicionado,
como si buscáramos apoyo emocional o aliados.
P. ¿Esta
hiperconectividad continua entre las personas de la sociedad, entendiendo como
hiperconectividad el concepto que sintetiza la situación actual del ser humano
en la cual vive conectado permanentemente a la información a través de
diferentes dispositivos como la radio, la televisión, internet y el teléfono
celular ¿significará en el futuro algún tipo de salto cualitativo
evolutivo?
Respuesta:
La expresión
“salto cualitativo” la entiendo en sentido positivo. Desde ese punto de vista,
el sentido de ese “salto” está por ver, es posible que sea al vacío. En
cualquier caso, no se trata de ser dramáticos o negativos en ese sentido. Está
claro que se va a producir un cambio claro a nivel evolutivo, las capacidades
humanas cambiarán y seremos más hábiles en unas cosas y menos en otras. Eso,
está por ver. Se trata de una modificación que conllevará una adaptación del
ser humano al nuevo modo de vida. No hay opción. Y lo haremos, evolucionaremos
y nos adaptaremos. Nuestro modo de vida, este que hoy tratamos como un tema de
actualidad, formará parte de los libros de historia y habrá nuevos retos sobre
los que debatir.
P. Se dice que parte del avance del homo sapiens estribó en la mejor y
más
intensa comunicación
entre los mismos.
¿Significará algo de eso o no?
Respuesta:
El avance del homo sapiens se debe
a su inagotable curiosidad, a la capacidad de adaptación que hablábamos antes y
al afán de superación e inconformismo constante. ¿La comunicación? Creo que a
día de hoy sigue siendo una de las asignaturas pendientes del hombre y la
sociedad. Hace poco leía que el hombre, en una discusión o debate, escucha al
otro buscando la forma de rebatirlo, no para entenderle. Eso, en mi opinión
pone sobre la mesa nuestras dificultades para comunicarnos, independientemente
del soporte que utilicemos para ello.
P. ¿Importa solo la
hiperconectividad o también la calidad del contenido de la comunicación?
Respuesta:
Volviendo un poco a la idea de exposición que
planteábamos antes, creo que debería importar más la calidad del contenido que
publicamos, de lo que damos a conocer como reflejo de nosotros mismos, de
nuestra propia “calidad” tanto humana como profesional. Pero hay una exigencia
de presencia diaria que a veces termina primando. Parecemos estar obligados a
realizar un cierto número de publicaciones en redes sociales al cabo del día
para que se nos considere activos, eso merma la calidad, sin duda. No creo que
a través de esa necesidad de conexión se obtenga como resultado una
comunicación de mejor calidad.
P. Las personas casi de
forma mayoritaria se comunican pero ya no se habla de forma directa. La palabra
a través de la voz, los matices de la misma, los estados de ánimo, etcétera,
desaparecen en el lenguaje escrito de los mensajes del celular. ¿No se pierden
muchos aspectos de la comunicación al hacerlo solo por escrito o con imágenes
o emoticonos?
Respuesta:
Por supuesto que sí, se pierde por
completo la comunicación no verbal, y eso, volviendo al tema de la calidad, es
una pérdida muy importante. Estoy seguro de que todos hemos tenido alguna vez
un malentendido como consecuencia de un mensaje en Whatsapp. Por muchos
emoticonos que pongamos, hay una parte del mensaje que se pierde. Por no hablar
de cuando la cadena de mensajes se multiplica exponencialmente al número de
personas que participan. Vamos pasando de un tema a otro sin conseguir cerrar
el anterior. Una locura.
2) P. Vivimos en un tiempo
donde se percibe una pasión desmedida de gran parte de las personas por hacer
fotos del entorno, de obras de museo, de la actividad que está realizando o del
lugar en que se encuentra y hacerse fotos de su rostro solos o acompañados
(selfies) y su colocación posterior en las redes.
¿Qué significado creéis que tiene?
Respuesta:
Para mí, es un reflejo de esa
necesidad de exposición de la que hablábamos antes. Una forma de mostrar todo
lo que hacemos y vivimos, lo que nos emociona, como vehículo de aceptación por
parte de los demás. Se ha creado la necesidad, casi obligación, de fotografiar
el momento y subirlo a redes sociales. ¿Cuántas veces hemos pronunciado la
frase, “esto lo subo al Facebook ahora mismo”? Se ha convertido en algo
cotidiano.
P. ¿Narcisismo, egoísmo?
¿socialización de la capacidad de tener una imagen que en la historia pasada
era mucho más reducida o solo asequible a clases pudientes? ¿búsqueda de
aceptación por parte del otro y “placer” mediado por neurotransmisores al
recibir los “me gusta” o similares?
Respuesta:
Por supuesto que esa necesidad de
aceptación y esa satisfacción de recibir muchos “me gusta” son el motor de la
actividad en redes sociales, sin duda. Esa idea que planteas en la pregunta
acerca de la universalización que las redes han conseguido en cuanto a
multiplicar las posibilidades de socialización, es completamente cierta. A día
de hoy es accesible para todos los estratos sociales. Y la necesidad es la
misma, puede que si se tiene menos recursos sea aún mayor.
3) P. Las personas hoy en
día se desplazan por diferentes motivos a grandes distancias en el planeta. Sin
duda que los medios tecnológicos (skype, video cámaras en el teléfono…) han
revolucionado la comunicación entre los individuos que están alejados. Sin duda
que es un hecho muy positivo, casi inimaginable hace unas décadas.
Pero por el contrario las personas que están
cerca y que tienen posibilidades de contacto directo con frecuencia lo eluden y
lo hacen “escribiendo” en los celulares o el ordenador y ni siquiera usan la
voz para contactar. Más aún, a veces están juntos pero separados cada uno con su
móvil o celular departiendo con amigos lejanos.
¿A qué pensáis que se debe ese
comportamiento? ¿Imitación irreflexiva?
Respuesta:
En mi
opinión, es costumbrismo. Hemos adoptado ciertos mecanismos automáticos que
ponemos en marcha. La pausa, el silencio, la espera, se suple con el uso del
móvil. Aprovechamos para zanjar cuestiones sin interrupciones, para evitar
emplear más tiempo del necesario en según qué cosas. Se trata de la necesidad
implantada de no perder el tiempo, de que todo sea rápido e inmediato. Si
estamos tomando algo con nuestra pareja y hay un momento de silencio o
simplemente se va al baño, aprovechamos para ver si tenemos mensajes o
notificaciones. Está automatizado.
4) P. Creo que compartiréis
que los avances tecnológicos en comunicación y sus instrumentos derivados,
ordenadores, redes, celulares, han favorecido una revolución jamás conocida
para el acceso a la información y conocimientos científicos, culturales,
educacionales, etcétera que probablemente sirva para el progreso individual y
social de la humanidad.
¿Será el empleo excesivo
del celular una forma de “expansión” del cerebro, de la cultura que favorece su
transmisión casi en crecimiento exponencial aunque también conlleve lo malo o
innecesario?
¿Es así o queréis matizar
este tema?
Respuesta:
Está claro
que todo ese cambio tecnológico provocará un cambio en el funcionamiento del
cerebro, potenciando unas cualidades y mermando otras, en función del uso que
hagamos de ellas. Ocurre lo mismo con el uso inapropiado que pueda hacerse de
las nuevas tecnologías. Ya ha pasado antes en nuestra historia, no hay más que
pensar en Alfred Nobel y el invento de la pólvora, o en Albert Einstein y la
fisión nuclear. Es algo que está aparejado lo uno a lo otro. En mi opinión, es
algo indisoluble que va ligado al desarrollo y que conlleva el riesgo de que se
le dé un mal uso.
Por otra
parte, también supone un cambio en la forma de hacer las cosas, de nuestras
costumbres, la pérdida de tradiciones, siendo inevitable que en todo cambio siempre
haya una renuncia y una pérdida. Ahí tenemos los museos etnográficos y de artes
y costumbres populares. La fundación Telefónica de Madrid ya ha incorporado los
primeros modelos de teléfonos móviles a su museo. Estamos hablando sobre su
influencia en nuestro futuro, en la evolución que tendremos como seres humanos,
pero a la vez, ya son pasado. Todo va muy deprisa, la pregunta es ¿estamos
preparados para evolucionar tan deprisa?
5) P. Las redes sociales
cumplen también un papel positivo en las relaciones humanas.
¿No creéis que del mismo
modo también se ha convertido en un refugio de violentos, antidemócratas,
cobardes, desestabilizadores de los sistemas democráticos entre otras acciones
reprobables?
Respuesta:
Claro que sí, sin lugar a dudas.
Es muy fácil esconderse tras un perfil falso y dedicarse a expandir “fakes
news”. Cada día surgen noticias, reportajes que hablan del modo en que se
influencia a los ciudadanos a través de redes sociales. Pero también se ha
convertido en un modo cobarde de hacer daño. Además, con la posibilidad de
hacerlo en todo momento. De forma constante. Las redes, para este tipo de
personas, son un escudo que les permite atacar de forma segura, sin exponerse.
P. ¿Se puede hacer algo
ya sea a nivel internacional, institucional o individual para minimizar esas
acciones?
Respuesta:
Realmente es
muy complejo, porque es difícil separar el lado positivo del negativo. Es
complicado no intervenir sobre ello sin que se vea afectada la libertad de
expresión. En mi opinión, creo que la base de todo es la educación. Que desde
ya empecemos a aprender a usar las redes de forma positiva, y que sean las
propias redes, sus usuarios, los que rechacen este tipo de publicaciones y
comportamientos.
6) P. Hoy la mayoría de los
ciudadanos son conscientes que a través de los medios tecnológicos (celulares,
ordenadores, etcétera, somos vigilados, controlados, espiados y se nos “roban”
nuestros datos. Sin embargo, no hacemos nada y al parecer nuestros gobiernos
tampoco nos protegen.
¿Creéis que es así y
pensáis que se puede hacer para evitar esos hechos?
Respuesta:
Este es otro tema que se ha
normalizado, lo hemos incluido en nuestras costumbres. Damos permiso para usar
“cookies”, cuando descargamos una aplicación le damos permiso para que pueda
acceder a la cámara de fotos, micrófonos y a todo el sistema multimedia de
nuestros equipos. Ya está confirmado, Google, escucha. Cuando hablamos con los
asistentes virtuales hemos dado permiso previo para que se pueda acceder a todo
y no tenemos capacidad para decidir cuándo las aplicaciones hacen uso de ello.
Pero está normalizado, ya ni leemos la pregunta mediante la que solicitan
nuestro, pinchamos “ok” y seguimos adelante. Evitarlo pasa por ser más
conscientes de a qué le damos permiso y para qué. ¿Realmente necesitamos esa
aplicación? Habría que calibrarlo y ver si realmente estamos dispuestos a
“abrir” nuestra vida al mundo por el mero hecho de tener una herramienta en el
móvil. Hay que ser conscientes de que, si lo hacemos, estamos expuestos y no
podemos evitarlo.
7) P. ¿Qué opináis del
enorme éxito de los videojuegos entre los jóvenes y cuáles serían los
mecanismos por los que se desarrolla en muchos una adicción que los aparta del
entorno entre otras cosas?
Respuesta:
El éxito de los videojuegos ya se
produjo en la década de los 80 y 90, no es nuevo, solo que ahora el avance
tecnológico los hace más realistas y atractivos. Esa universalización de la
tecnología ha permitido que cualquiera, independientemente de sus condiciones
económicas, tenga la posibilidad de tener una videoconsola, lo que ha
facilitado ese crecimiento. Aparte de esto, esos niños de los 80 y 90, ahora
son padres que comparten con sus hijos esa afición por los videojuegos, de
manera que se normaliza y se institucionaliza. No cabe duda de que esa
universalización, esa normalización del videojuego como algo que forma parte de
la unidad familiar, ese incremento del número de usuarios hace que la adicción
también crezca por una mera cuestión matemática. Más jugadores, más adictos. Y
una adicción que puede llegar a pasar desapercibida hasta que ya es tarde y se
ha convertido en una enfermedad que tratar.
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