Relato para el fin de semana. Trueno



Trueno

Para mis hijos es difícil entender que antes viviésemos sin la presencia constante en nuestras vidas de “trueno”. En realidad no es un trueno pero así le llamamos al menos en este continente. En otros lugares le han dado otros nombres. De todos modos da igual como lo llamemos ya que nadie sabe qué es.
A mis hijos, aún siendo muy pequeños les conté que desde siempre, es decir  miles de milenios, habíamos vivido sin ese ruido que ahora nos acompañaba desde ya hacía varias décadas. Pienso que me creen pero en el fondo sienten como que les estoy contando una fantasía. Para ellos, al igual que para los millones de personas que nacieron después del gran cambio, la realidad en su existencia va asociada o acompañada de ese sonido metálico, de baja intensidad pero omnipresente las veinticuatro horas del día y desde ya hace más de cuarenta años.
Esa sensación auditiva perenne no tiene oscilaciones, es constante y lo vivimos como un  estrépito o fragor metálico que ha invadido nuestras vidas, nuestras conversaciones y hasta nuestra muerte.

 No existe ningún lugar de la Tierra que se haya podido librar de él. Es como un acúfeno exterior intemporal  que pienso que ha alterado nuestra forma de vivir y también de pensar. Unos lo perciben como un desafinado acorde monótono y espantoso que proviene de un chelo gigante estropeado; otros lo asemejan al ruido de una perforadora sobre rocas gigantes y también algunos creen que es sonido que procede del espacio profundo y no alcanzan a definirlo. Sea como fuese, sin embargo los estudios de las ondas sónicas son siempre las mismas y es igual en todas las latitudes de la Tierra.
 Ha cambiado a los humanos y también ha afectado a muchos animales. Los más queridos por el hombre, los perros, muy sensibles a los ruidos, entristecieron, dejaron de comer y murieron en masa hasta su extinción.
“Trueno” comenzó ya hace unos cuantos años, de forma brusca, inesperada y jamás, a pesar de todas las investigaciones que han realizado los científicos del mundo no se ha podido establecer su origen.
Ello dio a lugar a las más remotas y descabelladas explicaciones pero hoy seguimos igual, sin saber por qué se originó, de dónde viene, porqué o hasta cuando durará.
Otros piensan que no existe pero que los humanos han mutado y perciben ahora lo que antes para ellos no existía. También están los que  creen que estamos sometidos a un experimento diabólico, pero en fin, nadie sabe nada… Pareciera que este estado será ya para siempre.

“Trueno”, interfiere nuestros pensamientos, nuestro descanso nuestra forma de ser. Se entremezcla con nuestras palabras, con nuestra música y no hemos conseguido aislarnos de ese aguijón sónico infinito, de ese zumbido intenso y permanente con ningún instrumento de aislamiento.

Algunos, ya que quizás creen en fantasías, dicen que existe un lugar en el planeta donde se está libre de este horrible y martirizante sonido o ruido tóxico.
Nunca creí en nada que no fuera objetivable desde la ciencia pero he claudicado.
He decidido escapar con mi familia a ese lugar anhelado del que ahora las personas hablan casi en secreto.
 Comentan que tenemos que ser capaces de superar una prueba para ser aceptados allí. Pero tampoco podemos prepararnos ya que desconocemos en que consiste la prueba.
 En realidad, tampoco podemos ir ya que el lugar es ignoto. Solo nos queda  esperar a ser elegidos para intentar acabar con este martirio de desesperanza y  bullicio.  Los descreídos dicen que en ese lugar solo intervienen a las personas y les destruyen todos los componentes de sus sistemas  auditivos  y que aún así no logran del todo liberarse de Trueno.         
A pesar de todo estoy dispuesto a intentarlo.
Ojalá pronto alcancemos el silencio… Cuando digo esto, me pregunta mi hijo ¿qué es eso?.¿qué es el silencio?

Carlos Bustamante

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