Poemas para romper la rutina

 
J.P acrílico sobre lienzo

Hace dos días se celebró el día internacional de la poesía.
Los poemas sirven para muchísimas cosas y entre ellas también para romper la rutina cotidiana. En cada lector estimulará sus pensamientos más íntimos y profundos llevándolo a sentir y reflexionar a cada uno, de una manera quizás diferente.
Pensamientos, traducidos en palabras que activan nuestro cerebro y rompen la rutina. ¿O no?

A continuación una miscelánea de poemas y de autores para que lo compruebes…

Decir, hacer  (Octavio Paz)

Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.


Otro tiempo vendrá  (Ángel González)

Otro tiempo vendrá distinto a éste.
Y alguien dirá:
«Hablaste mal. Debiste haber contado
otras historias:
violines estirándose indolentes
en una noche densa de perfumes,
bellas palabras calificativas
para expresar amor ilimitado,
amor al fin sobre las cosas
todas».
Pero hoy,
cuando es la luz del alba
como la espuma sucia
de un día anticipadamente inútil,
estoy aquí,
insomne, fatigado, velando
mis armas derrotadas,
y canto
todo lo que perdí: por lo que muero.


Lamentación del sin techo  (Allen Gisnberg)

Perdona, amigo, no quise molestarte
pero volví de Vietnam
donde maté a un montón de caballeros vietnamitas
algunas damas también
y no pude soportar el dolor
y de miedo cogí un hábito
y pasé por la rehab y estoy limpio
pero no tengo lugar donde dormir
y no sé qué hacer
conmigo ahora mismo
Lo siento, amigo, no quise molestarte
pero hace frío en la calle
y mi corazón está enfermo solo
y estoy limpio, pero mi vida es un desastre
Tercera Avenida
y calle E. Houston
en el paso peatonal bajo el semáforo en rojo
limpio tu parabrisas con un trapo sucio



Contigo (Luis Cernuda)

¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?



Busca y anhela el sosiego  (Rosalía De Castro)

Busca y anhela el sosiego…
mas… ¿quién le sosegará?
Con lo que sueña despierto,
dormido vuelve a soñar.
Que hoy como ayer, y mañana
cual hoy, en su eterno afán,
de hallar el bien que ambiciona
-cuando sólo encuentra el mal-,
siempre a soñar condenado,
nunca puede sosegar.


Abro a la mañana de un blanco lunes  (Pier Paolo Pasolini)

Abro a la mañana de un blanco lunes
la ventana, y la calle indiferente
roba entre su luz y sus rumores
mi presencia infrecuente entre las hojas.
Este moverme… en días totalmente
fuera del tiempo que parecía consagrado
a mí, sin regresos ni paradas,
espacio lleno todo de mi estado,
casi prolongación de la existencia
mía, de mi calor, del cuerpo mío…
y se ha truncado… Estoy en otro tiempo,
un tiempo que dispone sus mañanas
en esta calle que yo miro, ignoto,
en esta gente fruto de otra historia


El enamorado  (Borges)

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.


Cuando ella pasa  (Fernando Pessoa)

Sentado junto a la ventana,
A través de los cristales, empañados por la nieve,
Veo su adorable imagen, la de ella, mientras
Pasa… pasa… pasa de largo…
Sobre mí, la aflicción ha arrojado su velo:-
Una criatura menos en este mundo
Y un ángel más en el cielo.
Sentado junto a la Ventana,
A través de los cristales, empañados por la nieve,
Pienso que Veo su imagen, la de ella,
Que no pasa ahora que no pasa de largo


El otro espejo  (Luis García Montero)

Te veo conducir
por el camino de la tarde.

Con los ojos clavados
vuelves a tu ciudad
y en la cuneta quedan las desgracias,
los años, los amores
como si fuesen árboles caídos.
Son de hoja perenne, no te engañes.

Envejecer es la costumbre
del rostro que sorprende en las arrugas
su propia identidad,
esa historia dudosa
del delincuente honrado.

Igual que los destinos más vulgares,
el tuyo está en las manchas de mi piel.
Una debilidad con piel de lobo.

Que cada curva salve un precipicio,
no limpia la mirada.
Que no haya más excusas
para justificar la dirección,
tampoco nos condena.

La lentitud y la velocidad
ya no discuten por nosotros
a los dos lados del espejo.

Marcas, herencias, huellas.
Cuando llegues a mí
no estará el corazón.
Estaré yo para pensarlo todo.


Ya para finalizar mientras pensáis o sentís con estos poemas puedes oír esta pieza de jazz de Gregory Porter

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