Lectura y debate: La inmigración
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Uno de
los problemas que más preocupa a los ciudadanos
es el de la inmigración. La derecha tiene una política clara de cerrazón
a la inmigración, expulsión, dureza, ilegalización y cierre de fronteras. Sin
embargo la izquierda, a pesar de ser este uno de los problemas más importantes
de la sociedad no tiene una política muy definida de actuación, es oscilante y
cargada de actos humanitarios pero sin afrontar esta problemática de forma
precisa a nivel nacional y continental.
El no hacer nada puede ser el mayor problema. Ya que
esta es una bandera de la extrema derecha europea y estadounidense a la que se
le debe dar una respuesta sin más
dilación. Los ciudadanos la necesitan.
Creo que debemos en los análisis tener en cuenta los siguientes puntos: La mayoría de las naciones actuales son también producto de las migraciones humanas a través de la historia; hay países constituidos fundamentalmente por la llegada a través de los siglos de inmigrantes; nuestro población española ha sido de siempre emigrante y también han sido los emigrantes un aporte de riqueza al país; es necesario diferenciar los inmigrantes que huyen de guerras y persecuciones de lugares donde se vulnera de forma sistemática los derechos humanos, de la inmigración puramente económica que aunque entendible no es probablemente asumible por la mayoría de los países algo más ricos; seguramente este es un tema de abordaje a nivel de las instituciones mundiales como la ONU entre otros.
Ligado a todo lo anterior está el tema de los valores culturales que defienden algunos colectivos de inmigrantes que a veces son totalmente incompatibles con los países de acogida como son los referidos a la democracia, a la mujer, su situación en la sociedad, el papel de las religiones fundamentalistas y la no asunción en el ideario de los derechos humanos y civiles que ya han sido alcanzados y con muchísimos sacrificios en los países a los que emigran.
En el
artículo que se transcribe a continuación se abordan partes de estos temas y se llama a la
izquierda a pronunciarse de forma urgente
sobre este asunto. Os aconsejo su lectura
ya que es necesario ir elaborando una respuesta política solidaria pero
justa para resolver este reto.
La izquierda, frente a la inmigración
SHERI BERMAN. Profesora de Ciencia
Política en el Barnard College. Este artículo apareció en Social Europe.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
Publicado en El País 18 de Enero de 2019
Los partidos tienen que abordar los miedos de los votantes ante la inmigración.
Los principales retos a los que se enfrentan la izquierda y las democracias
occidentales son de dos tipos: económicos y sociales. Sobre los primeros, en
los últimos años ha surgido cierto consenso en el sentido de que la izquierda
había derivado excesivamente hacia el neoliberalismo y debía cambiar de rumbo,
atacar directamente el aumento de las desigualdades y la disminución de la
movilidad social y reforzar el Estado de bienestar. No ha habido un
replanteamiento similar de la postura de la izquierda en temas sociales, en
particular la inmigración y la identidad nacional. Es frecuente que la mera
sugerencia de que hay que revisarla provoque una reacción en contra.
Por ejemplo, en unas declaraciones recientes a The Guardian, Tony Blair,
Hillary Clinton y Matteo Renzi exhortaron a la izquierda europea a revisar su
postura sobre la inmigración. Blair decía: “Debemos abordar los motivos
legítimos de queja y darles respuesta, y por eso hoy, en Europa, no es posible
presentarse a unas elecciones sin una postura clara sobre la inmigración,
porque a la gente le preocupa”. Clinton instaba a “Europa... a comprender el
problema de la inmigración, porque eso es lo que ha encendido la llama”. No
todos los que desean emigrar a Occidente pueden hacerlo, “salvo si cumplen los
requisitos para obtener el asilo, que existe en nuestras leyes desde hace
cientos de años”. A los que representan una amenaza contra la seguridad
nacional, decía, hay que rechazarlos, y los que ya están aquí deben aprender la
lengua, pagar impuestos, respetar las leyes y ponerse a la cola. La reacción
ante estas declaraciones no se hizo esperar. Un titular proclamó que: “El
escalofriante pragmatismo de Hillary Clinton da carta blanca a la extrema
derecha”.
Una tormenta similar provocó un artículo de Angela Nagle en el que
criticaba la posición de la izquierda estadounidense sobre inmigración. Nagle
señalaba que, al afirmar que “ningún ser humano es ilegal, lema de las
manifestaciones, la izquierda está aceptando implícitamente el argumento moral
en favor de que no haya fronteras ni naciones soberanas”, posición que suele
ser la de la derecha partidaria del libre mercado. “¿Pero qué connotaciones
tendría una inmigración sin límites para proyectos como la sanidad y la
educación públicas universales o una garantía federal de empleo? ¿Cómo lograrán
los progresistas explicar esos objetivos a la gente?”. Nagle tuvo réplicas
como: “No hay argumentos de izquierdas en favor del nacionalismo”.
Estas reacciones hacen que a la izquierda le sea más difícil afrontar la
amenaza de la derecha, porque, en lugar de tener en cuenta las inquietudes de
los votantes, las desprecian. Los electores en Estados Unidos y Europa
identifican constantemente la inmigración como uno de los principales problemas
de sus países, y la mayoría de los encuestados en la mayoría de esos países
está a favor de que se limite. Todavía más preocupante, muchos ciudadanos dicen
que la inmigración está cambiando sus países para peor, y muchos votantes de
izquierdas creen que las posturas de sus partidos sobre la inmigración están
muy alejadas de las suyas.
Si
la izquierda quiere contrarrestar las preocupaciones sobre la inmigración y el
aprovechamiento que hace la derecha, necesita construir mejores argumentos y
políticas que hasta ahora.
Algunas de esas preocupaciones son económicas. Aunque la inmigración, como
la globalización y los cambios tecnológicos, son positivos para la sociedad en
su conjunto, los beneficios se sienten sobre todo en las áreas urbanas y
cosmopolitas con élites muy educadas, mientras que sus inconvenientes se notan
sobre todo en las zonas rurales y otras en las que viven los trabajadores menos
educados y menos cualificados. El hecho de que la inmigración, en general,
aporte más trabajadores no cualificados que cualificados, en una época en la
que los trabajos poco cualificados y bien pagados escasean, es quizá el motivo
de que los trabajadores en puestos poco cualificados sean los que más suelen
temer la competencia de los inmigrantes, también poco cualificados.
Asimismo, sobre todo en periodos de más riesgos económicos y más
austeridad, los ciudadanos tienden a desconfiar de las cargas fiscales que
suponen los inmigrantes, y los trabajadores y otros miembros del “precariado”
tienden especialmente —como han revelado Arlie Hochschild, Katharine Cramer y
otros— a sentir rencor hacia esos recién llegados, que consideran que “se
saltan la cola” de las prestaciones públicas. Como dice un estudio realizado en
Alemania y Francia, “mientras la gente se angustie por su futuro, mirará con
escepticismo la ayuda a los forasteros”. Los votantes suelen mencionar “la
saturación de los servicios públicos” y los costes financieros como motivos
para oponerse a la inmigración.
Junto a las preocupaciones económicas, la
izquierda debe afrontar directamente también la preocupación de los votantes
por la asimilación y las amenazas contra la identidad nacional. En los últimos años han llegado inmigrantes de culturas
muy diferentes y en cantidades sin precedentes. Aunque muchas élites de
izquierda creen que la nación es un artificio “retrógrado” o incluso peligroso,
la mayoría de los ciudadanos no está de acuerdo: los europeos están orgullosos
de sus identidades nacionales y creen que, “por el bien de nuestro país, es
necesario que los inmigrantes adopten nuestras costumbres y tradiciones”. Los
investigadores descubren una y otra vez que los miedos y las preocupaciones por
la repercusión social y cultural de la inmigración son uno de los principales
motivos —quizá el principal— de las actitudes respecto a los inmigrantes.
Abordar estas preocupaciones no es lo mismo que adoptar o “normalizar” la
xenofobia y el racismo de la derecha populista. Existe una diferencia entre
rechazar a los partidos populistas y no tener en cuenta los sentimientos de
agravio de los que se aprovechan. Los partidos de izquierdas y la democracia en
general tienen la obligación de ofrecer explicaciones y soluciones a los
problemas y la insatisfacción de la sociedad. La tendencia a ignorar o desdeñar
las preocupaciones sobre la inmigración y la identidad nacional no ha impedido
la expansión del populismo sino quizá todo lo contrario, porque ha permitido
que los populistas las explotaran aún más.
Afortunadamente está surgiendo una “reacción” contra la reacción en contra
de abordar estos temas. Además de las intervenciones de Blair, Clinton, Renzi y
Nagle, John Judis, Francis Fukuyama, William Galston, Michael Bröning y otros
han escrito recientemente libros y artículos sensatos sobre la inmigración y la
identidad nacional. La izquierda debe abordar las ideas y sugerencias políticas
que plantean estos autores y otros y los miedos y las preocupaciones de los
votantes y ciudadanos. La izquierda debe elaborar respuestas propias, positivas
y viables a la inmigración que frenen las respuestas distópicas de la derecha.
Si no, dejará que la derecha siga definiendo y controlando el debate.
Aproximadamente hace un siglo, en vísperas de la Primera Guerra Mundial y
el periodo más atroz de la historia europea, los nacionalismos destruyeron
trágicamente el movimiento socialista internacional y muchos de sus partidos.
La situación actual no es tan crítica, pero, para que no llegue a serlo, la
izquierda debe tener en consideración los motivos de queja y las inquietudes
que agitan sus sociedades.
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