Atracción por el riesgo y genética
En un aporte desde la genética, se expone en un artículo de la Revista de Investigación y Ciencia el tema de las conductas de riesgo. A continuación podéis leerlo. Está comentado por Marta Consuegra.
Revista Investigación y Ciencia Febrero 2019
La búsqueda de la sensación de peligro tiene un origen genético
Un estudio identifica varios genes asociados a las
conductas temerarias.
La atracción por el riesgo que sienten algunas
personas parece tener tanto un componente ambiental como genético.
[iStock/Nastco].
Al contrario de lo que se suele pensar, la
personalidad se desarrolla durante toda la vida. En este monográfico hallará
las claves sobre nuestros rasgos personales y el comportamiento social. Según
los expertos, la personalidad humana surge de la interacción entre los genes,
el cerebro y el ambiente.
Algunas personas se exponen constantemente a
situaciones arriesgadas por el deseo de sentir emociones fuertes. La sensación
de peligro actúa como un potente estímulo que activa regiones cerebrales
relacionadas con el sistema de recompensa y del placer.
Ante una amenaza, el cuerpo aumenta la presión sanguínea, acelera la frecuencia cardíaca y moviliza las reservas de energía. Se trata de los efectos originados por la adrenalina que libera el cerebro. No obstante, nuestro cuerpo también segrega dopamina, conocida como hormona del placer, que a menudo se asocia con diferentes adicciones. La liberación de la dopamina ante determinadas situaciones extremas explica que algunas personas sientan atracción por el riesgo y sean más temerarias que otras.
Ante una amenaza, el cuerpo aumenta la presión sanguínea, acelera la frecuencia cardíaca y moviliza las reservas de energía. Se trata de los efectos originados por la adrenalina que libera el cerebro. No obstante, nuestro cuerpo también segrega dopamina, conocida como hormona del placer, que a menudo se asocia con diferentes adicciones. La liberación de la dopamina ante determinadas situaciones extremas explica que algunas personas sientan atracción por el riesgo y sean más temerarias que otras.
Estudios previos hechos en personas gemelas
indican que algunas conductas peligrosas podrían ser heredadas. Estos
resultados han suscitado el interés de la comunidad científica, y más de
ochenta investigadores de todo el mundo se han unido para esclarecer la base
genética de estos comportamientos.
Este grupo de científicos ha llevado a cabo un
estudio de asociación del genoma completo (conocido también como GWAS, por sus
siglas en inglés). Este tipo de análisis compara el genoma entero de diferentes
personas a fin de encontrar variaciones en uno o unos pocos nucleótidos (las
«letras» del ADN) que puedan asociarse a un determinado carácter, por ejemplo,
a un rasgo de la personalidad. Estos cambios en la secuencia del ADN son los
responsables de la gran variabilidad existente entre los individuos de una
misma especie y se llaman polimorfismos de un solo nucleótido (SNP, por sus
siglas en inglés). En este caso, los investigadores analizaron el genoma de más
de un millón de personas en busca de polimorfismos genéticos relacionados con
la tolerancia al peligro. La evaluación de las conductas temerarias se hizo a
través de cuestionarios que evaluaban la tendencia y la disposición para asumir
riesgos en general.
Según los resultados de su artículo, publicado
en Nature Genetics el pasado febrero,
existen decenas SNP asociados a la búsqueda de la sensación de peligro. Más
allá de las variaciones individuales debidas a la edad, el sexo y determinados
factores ambientales o demográficos, los resultados del estudio señalan que la
mayoría de estos SNP se encuentran en varios genes localizados en la corteza
prefrontal, los ganglios basales y el mesencéfalo. Estas regiones están
involucradas en el sistema de recompensa, el aprendizaje y la toma de
decisiones. Además, los genes hallados también influyen en la actividad
neuronal. Más concretamente, en la de los neurotransmisores GABA y glutamato,
principal inhibidor e excitador, respectivamente, del sistema nervioso central.
Los científicos creen que las diferencias en los niveles de estos
neurotransmisores explicaría que determinadas personas sientan atracción por la
sensación de peligro.
El descubrimiento de variantes genéticas asociadas
a la tolerancia general al riesgo puede ayudar a esclarecer los mecanismos
biológicos de tal comportamiento. Estos hallazgos permitirían, a su vez,
explicar cómo interaccionan los factores genéticos con los ambientales en la
definición de un rasgo conductual.
Marta Consuegra Fernández
Referencia: «Genome-wide association analyses of risk tolerance and risky
behaviors in over 1 milion individuals indentify hundreds of loci and shared
genetic influences». Richard Karlsson Linnér et al. en Nature
Genetics, vol. 51, págs. 245-257, febrero de 2019.
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