El progreso, el arte y la cultura (A. Salamanca)
Nuestro amigo, y colaborador ya conocido por vosotros, Alberto Salamanca, nos ofrece desde su blog (Mis) paseos con Jachi unas reflexiones sobre el progreso. Os la transcribo a continuación.
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Vincent, enero de 2019.
«Was bleibet aber,
stiften die Dichter» (Lo que perdura lo fundan los poetas) Friedrich Hölderlin.
Jachi ha compartido hoy con Vincent un rato de
extenuante juego. Vincent, portador de una agenesia de la oreja derecha, me
empuja a la reflexión sobre el genial artista holandés que desembocará, como
veréis, en «el progreso».
Van Gogh fue un pintor vanguardista del que nos
hemos forjado una idea romántica de artista pobre, marginado y despreciado, que
se suicidó cuando se encontraba en la cima de su creatividad. Un auténtico
mártir, el primero quizá, del modernismo.
Sobre las vanguardias siempre destaca una persona.
Un artista que ve lo que los demás no han visto. Que desbroza el terreno del
que brota algo nuevo. Y uno de esos artistas es Vincent Van Gogh. Para él, la
pintura (física) era parte de la obra (y no un medio), lo que le permitía
pintar no lo que veía, sino más bien cómo se sentía ante lo que veía.
Transmitir emociones, por lo general exagerando. Esa es la inspiración del
expresionismo.
Van Gogh buscaba premeditadamente la incorrección,
los desvíos, las renovaciones, las modificaciones de la realidad a la que
aludía. Francis Bacon dijo en una ocasión que «la pintura es la muestra de un
sistema nervioso proyectado en un lienzo». Pues eso.
Con cualquier vanguardia el choque suele ser
impactante. Y la reacción general de los contemporáneos es preguntarse si «eso»
es arte. Porque la transgresión es provocación, pero también evolución. Sin
embargo, ¿hay progreso en el arte?
Decía el físico Jorge Wagensberg que progresar es
ganar independencia respecto de la incertidumbre. Y está claro que la ciencia
progresa. El método científico es el medio a través del cual avanza ese
conocimiento. La ciencia se asienta en el pasado, lo supera y lo olvida. Así
progresa, de modo que es, en esencia, provisional, hasta que un nuevo hallazgo
sustituye al previo. Cambia constantemente. Sin embargo, el arte, como la
filosofía, no progresa, sino que evoluciona y jamás arrincona. Lo que perdura,
entonces, lo fundan los poetas, como en el genial verso de Hölderlin.
El arte explora caminos siempre paralelos. Nadie
olvida Altamira, Praxíteles o el busto de Nefertiti. Ni tampoco a Platón,
Aristóteles o Spinoza. Sí se abandona la ciencia de Hipócrates, la alquimia o
la cosmología previa a Copérnico.
La base de la visión de la historia que los
occidentales modernos tenemos, no es otra que la idea de progreso. De modo que
la historia se percibe como un encadenamiento de hechos, en los que los seres
humanos investigan, ensayan, asimilan, ingenian, forjan y mejoran. Todo esto
incrementa el bagaje de la experiencia humana sucesivamente. El progreso
entonces es el impulso deseable del devenir histórico: cada acontecimiento es
superior y más meritorio que el precedente, lo que encamina a la humanidad
hacia una situación de perfección.
No obstante, durante la Antigüedad, las ideas
primordiales acerca de la historia excluían el pensamiento de progreso. Las
alternativas, de modo sintético, incluían una concepción de historia que
inexorablemente se dirige hacia la decadencia, o bien se fragua como una
historia repetitiva (a las que nos hemos referido en otras entradas del blog).
José Ortega y Gasset admitía la deriva decadente en un párrafo de completa
actualidad: «En Occidente vivimos un período de desorientación producto de la
amnesia cultural; el hombre masa no tiene una comprensión de la experiencia
acumulada de nuestra cultura, y por eso carece de una conciencia hacia los
demás».
El progreso, amigos, necesariamente requiere un
enfoque de conjunto, la facultad de asimilar las experiencias acopiadas por
nuestra cultura, y articular todo ese acervo para incorporar nuevos elementos.
Y puede que confunda el deseo con la realidad. Pero más allá de los signos
innegables de decadencia, o de ciertos aspectos repetitivos de la historia,
quiero creer en el progreso como la evolución en el tiempo de esfuerzos de
generaciones interconectadas.
Gracias Vincent. Gracias Maribel.
La recomendación: Yo-Yo Ma. Love Theme. (Ashes
of Time Redux – Music from the Motion Picture, Sony, 2009).
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