Sentimientos y opciones políticas


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Tras leer la prensa el otro día bosquejé estas reflexiones en borrador.  Soy consciente de  la superficialidad del texto pero a pesar de ello deseo compartirlo con vosotros. JP


Sentimientos y opciones políticas

La decisión que una persona toma cuando elige una u otra opción política tiene una extraordinaria importancia ya que puede contribuir a determinar cambios sociales, políticos y en la convivencia que repercutirán sobre la mayoría de la ciudadanía y en ocasiones por muchísimo tiempo.
El sentirse ligado a una ideología política u a otra seguramente responde a innumerables factores como los valores aprendidos, la situación socio-geográfica, el momento histórico, experiencias familiares y personales, clase social, características personales, perfil psicológico, educación, etcétera.
No soy especialista ni experto en ninguno de estos temas y por lo tanto mi observación es la de un simple ciudadano preocupado por las conductas y posicionamientos en política de los grupos sociales.
Entre estos factores mencionados creo que los sentimientos relacionados con las historias personales, las emociones y los recuerdos son de gran importancia.
Para ello primero trataré de bosquejar que se entienden como tales.

A los sentimientos, algunos los refieren tanto a un estado de ánimo como también a una emoción  que determina el estado de ánimo. Por tanto, «el estado del sujeto caracterizado por la impresión afectiva que le causa determinada persona, grupo social, recuerdo o situación en general».
En ciencia cognitiva se ha comprobado que el funcionamiento normal del cerebro cambia según el estado de ánimo subyacente, y que en ocasiones incluso las decisiones racionales de las personas pueden verse notoriamente afectadas por los sentimientos. Los sentimientos son el resultado de las emociones y pueden ser verbalizadas. Las emociones son expresiones neurofisiológicas, del sistema nervioso y de estados mentales.
El sentimiento puede definirse como la autopercepción que la mente hace de un determinado estado emocional, el que a su vez se ve influido por factores neurofisiológicos.
El sentimiento es el resultado de las emociones. Forma parte de la dinámica cerebral del ser humano, capacitándolo para reaccionar a los eventos de la vida diaria. (Wikipedia)
Se denomina estímulo emotivo a cualquier situación externa o estímulo capaz de alterar el estado de ánimo de una persona. Los estímulos emotivos, adecuadamente sostenidos en el tiempo, pueden hacer nacer el sentimiento de, por ejemplo, odio o desprecio a una etnia, o a un grupo social de ideología contraria o más aún a un sector grande de la población pero que no compartan los ideales del individuo o grupo que procesa estos sentimientos.
Inhibir por preferencia del ego un sentimiento equivale a fomentar un anhelo, postergar un anhelo fomenta una frustración. Los sentimientos necesitan de una razón o cauce para lograr un estado de satisfacción y equilibrio.
Los sentimientos asociados a estados de ánimos actúan como condicionantes de algunos procesos mentales. Es un hecho conocido que la intensidad de los recuerdos puede verse influida fuertemente por el estado de ánimo. En particular, muchas situaciones traumáticas inducen estados de ánimo muy específicos que hacen que los recuerdos creados bajo dicho estado de ánimo sean especialmente intensos y perdurables. Estos recuerdos pueden tener una base más o menos real o en ocasiones también pueden ser fruto de “adoctrinamiento” reiterado en el tiempo sea éste planificado o involuntario.
Ejemplos de estas situaciones pueden ser varios.

La terrible guerra civil de España aún vive en los sentimientos de mucha gente mayor y de sus descendientes que no vivieron la dictadura ni los odios fratricidas. La inclinación de muchas personas a la hora de votar o apoyar un proyecto suele estar mediatizado por el bando en el que su familia estuvo durante aquellos horrorosos años. Es frecuente que pase tanto en la derecha como en la izquierda pero considero que los de ideología progresista suelen ser algo más críticos con los suyos y a veces castigan a éstos negándoles el  voto. Sin embargo la derecha suele ser más conservadora. Muchos ciudadanos que votan a la derecha pueden estar de acuerdo con avances de la sociedad como el divorcio, la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual, las ayudas sociales, etcétera pero a la hora de votar suelen hacerlo por el partido de los suyos que generalmente se opuso a estas medidas de progreso. Pasadas las elecciones y en la vida cotidiana hacen uso de todos estos logros sociales por ejemplo, pero en su momento apoyan a la institución política que se oponía a estos logros.
También es visible esto con la corrupción. Pareciera que la de los “nuestros” es menos importante y hay que minimizarla. De esto hay ejemplos tanto en la izquierda como en la derecha.

Otro ejemplo  lo tenemos en nuestro presente con los jóvenes independentistas catalanes que se auto consideran de izquierdas y progresistas.
Tras décadas de adoctrinamiento escolar y familiar donde han “vivido” el sentimiento de la opresión del estado español, ahora tienen conductas políticas y sociales similares a cualquier grupúsculo fascista antidemocrático. Esto es evidente en los que ellos llaman CDR ( comité de defensa de la república).  Olvidan a más del 50% de la población catalana o piensan someterla para “reeducarla”  sin respetar el estado de derecho ni las leyes de un país democrático. Emplean la violencia en nombre del pueblo catalán y siguen a un líder demostradamente racista y xenófobo. Subliman su pseudo ideología de izquierda por el sentimiento nacionalista victimista y supremacista inoculado en años de emocionarse con historias la mayoría de las veces falsas.

Otro ejemplo de cómo los sentimientos desfiguran un análisis más objetivo de la política es el caso de los caudillismos y personalismos caciquiles . Los sentimientos desfiguran la realidad y se depositan en el caudillo cualidades risibles y que no resistirían ningún análisis objetivo. Esto ocurre en todas las latitudes pero con más frecuencia en Hispanoamérica, aunque con el auge del populismo lo estamos viendo en diferentes partes del mundo.
En relación a esto, días pasados leía en un artículo de Javier Marías la referencia de un ensayista del siglo XIX, el inglés William Hazlitt que decía:  “El principio de la idolatría es siempre idéntico: necesidad de encontrar algo venerable, sin saber qué es o por qué se lo admira… Cuanto más innoble sea el objeto de culto, más esplendorosos serán sus atributos. Cuanto mayor sea la mentira, mayor entusiasmo habrá al creer en ella y mayor codicia al tragársela”. O he aquí esta otra: “Hay países que adoran a las bestias más destructivas… Tal parece que las cosas más repulsivas a la razón y al sentido común son las más veneradas por la pasión y la fantasía”.
Da la impresión de que Hazlitt estuviese hablando de los éxitos electorales de Trump, Putin, Erdogan, Orbán, Kaczynski, Maduro, Duterte, Puigdemont y el brutal  Bolsonaro en Brasil. También del Vicepresidente y Ministro del Interior italiano Matteo Salvini, entronizado por el pseudoprogresista Movimiento 5 Estrellas. 

En fin, los sentimientos algo tan humano, en determinadas situaciones puede ser el motor de la violencia y la destrucción de la comunidad democrática.
En la construcción de una sociedad libre, más justa, fraterna y democrática debemos tener exquisito cuidado que las emociones y los sentimientos no logren dominar a la razón, a la prudencia y al respeto del adversario. Debemos releer la historia para no repetir errores que solo han acarreado sufrimiento a nuestra especie.
JP







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