Ciencia y tecnología. Impacto en nuestro presente y futuro inmediato
-->
Días pasados leí este artículo de divulgación que repasaba los diferentes avances que hoy ya se están produciendo en el ambiente tecnológico y científico que sin lugar a duda irán cambiando nuestras vidas. Su lectura nos ayudará a familiarizarnos con términos que serán muy pronto de uso común y frecuente. Para ello he recortado el artículo en cuestión en sus partes principales y lo comparto con vosotros.
Partes de un artículo
interesante publicado en la revista Telos. Septiembre 2018. Fundación
Telefónica. La revista Telos es de
libre acceso y allí se pueden leer este artículo completo y otros similares.
El autor es Amador
Menéndez Velázquez.
Horizontes tecnológicos
Amador
Menéndez Velázquez
Investigador,
científico y divulgador. Licenciado en Química por la Universidad de
Oviedo en el año 1992 y Doctor desde 1999.
Vamos a examinar algunas tecnologías emergentes y
disruptivas que un día pasarán a formar parte de nuestras vidas. Lo bonito del
futuro es que da cabida a los sueños, las esperanzas,
la imaginación y las
fantasías más atrevidas.
Como apuntaba el físico y gran filósofo de la
ciencia, Gerard Holton, para referirse a la ciencia y la tecnología: “El punto
de partida no es la objetividad, sino la creencia apasionada en algo que puede
que no exista, pero que merece la pena buscar”.
Para Martin Seligman, reputado
profesor de psicología en la Universidad de Pensilvania, lo que nos distingue
del resto de animales es nuestra capacidad de imaginar el futuro. Estudios
científicos corroboran que cualquier otra criatura es incapaz de pensar por
adelantado más allá de unos cuantos minutos.
A los humanos, sin embargo, nada nos impide tratar
de imaginar cómo será el futuro en una década o incluso en un siglo.
Y no solo podemos imaginar el futuro, también
podemos diseñarlo, inventarlo. La tecnología es un poderoso motor de cambio
social que remodela y traza nuestras formas de vida.
¿Hacia dónde caminan la ciencia y la tecnología
del siglo XXI? El pasado suele ser, en muchas ocasiones, un buen prólogo del
futuro.
Desde mi punto de vista, la ciencia y la
tecnología del reciente siglo XX podrían resumirse en cuatro palabras: átomo, gen, bit y neurona. Esto da lugar
a cuatro disciplinas emergentes: nanotecnolgía, biotecnología, computación y
neurotecnología. Las fronteras entre las mismas cada vez son más difusas.
Combinadas entre sí dan lugar a un sinergismo, en el que el todo es mucho mayor
que la suma de sus partes. Los grandes retos de nuestra era, como los relativos
a la salud humana o a nuestro planeta, requieren una aproximación
multidisciplinar.
Nanotecnología

Es como una escena de la película El viaje fantástico:
una pequeña nave sumergida en la corriente sanguínea de un paciente, a la caza
de células malignas, para dispararles con precisas dosis de medicinas... Solo
que esto no es cine, es ciencia. La seductora promesa de entregar fármacos
directamente a las células cancerígenas, dejando intactas a las sanas, va siendo hoy una realidad mediante nanopartículas
inteligentes. Se evitarían así los devastadores efectos secundarios de la
quimioterapia.
De la mano de la nanotecnología nos adentramos también
en la era del diagnóstico molecular, que hace posible identificar enfermedades
en sus estudios iniciales, cuan- do todavía pueden ser fácilmente abolidas.
Asimismo nos proporciona diferentes nanofibras que promueven el crecimiento de
tejidos y órganos artificiales a partir de células del propio paciente.
La nanotecnología no sólo es un gran aliado de la
salud humana, sino también de la salud de nuestro planeta. Con la misma es
posible avanzar hacia el diseño de celdas solares y baterías más eficientes o a
la transmisión inalámbrica de electricidad. En diferentes laboratorios del
mundo se investiga el desarrollo de unas pinturas que al depositarlas sobre las
ventanas las convierten en pequeñas centrales fotoeléctricas, capaces de
atrapar la radiación solar para posteriormente convertirla en electricidad.
Biotecnología
Nos vamos ahora al gen. El genoma es el libro de la vida. Ahí están las instrucciones
para fabricar cada ser vivo del planeta. En el año 2000 fuimos capaces de
descifrar o leer el genoma de nuestra especie. ¡Fue un salto de gigante en la
historia de la humanidad! Pudimos responder al eterno interrogante de quiénes
somos, al menos desde el punto de vista biológico.
En menos de dos décadas, la biología ha avanzado a
pasos agigantados. Hoy, no solo podemos leer ese libro de la vida, también
entendemos muchas de sus páginas. Y lo más importante, nos hemos convertido en
algo más que meros espectadores: ¡Podemos reescribir el genoma y así corregir
genes defectuosos, causantes de diferentes enfermedades! La denominada
tecnología CRISPR, una edición
genómica de alta precisión, lo hace posible. ¡Estamos ante una de las grandes
revoluciones biotecnológicas de nuestro siglo!
Investigadores de todo el mundo ya hablan
apasionados del potencial y de las promesas de la tecnología CRISPR. Se cree firmemente que CRISPR supondrá grandes
avances en la inmunoterapia contra el cáncer. Mediante una modificación
genética, la inmunoterapia busca reeducar a nuestro sistema inmune para que
identifique y catalogue las células cancerígenas como agentes extraños y las
ataque con mayor efectividad.
Le toca el turno al tercer actor, el bit, la información. Un paso de gigante
en la información y la comunicación fue la creación del lenguaje. Después
fuimos capaces de soportar la palabra en barro, papiro, papel, chips... e
incluso de permitir que la palabra viajase velozmente por los diferentes
rincones del planeta.
Así hicimos
del mundo un lugar interconectado, rompiendo barreras geográficas y temporales.
Ligado a la computación está la inteligencia artificial. Es la rama de
la ciencia que trata de imitar al ser humano en su pensamiento, sus razonamientos.
Un gran sueño de la tecnología es el desarrollo de
la denominada inteligencia artificial general, o dicho de otro modo, máquinas
superinteligentes que igualen o superen al ser humano en cualquier actividad
cognitiva. Una aproximación ensayada para la construcción de una máquina de
estas características se basa en la emulación del cerebro humano. Ha habido
varios intentos que de momento resultaron fallidos. El gran problema es que
estamos aún lejos de comprender nuestro cerebro y su funcionamiento, por lo que
será difícil construir una máquina que le iguale o supere siguiendo esta aproximación.
En definitiva, probablemente no se logre una
máquina superinteligente —en múltiples actividades cognitivas—, pero quizás se
llegue a una superinteligencia, pero en forma de inteligencia distribuida o
inteligencia colectiva, no ubicada exclusivamente en una máquina individual.
Inteligencia colectiva
La inteligencia no es algo que surge
exclusivamente en cerebros individuales, también puede emerger de grupos de individuos.
Es lo que se conoce como inteligencia
colectiva. El científico Wilson ha dedicado su vida al estudio de las
sociedades de insectos. Sus investigaciones le han permitido concluir: la
hormiga no es inteligente, el hormiguero sí lo es.
En esta era de la hiperconectividad, imaginemos millones
de ordenadores y personas conectados a través de internet, interaccionando unos
con otros. De ahí podría emerger una fascinante y poderosa inteligencia colectiva,
mucho mayor que la de cualquier humano o máquina. Estaríamos ante una
superinteligencia, un sinergismo en el que el todo es mayor que la suma de sus
partes. El más inteligente del grupo será el propio grupo. Algunos denominan a
esta agrupación cerebro planetario.
Neurociencia y biónica
Conectómica
Nos adentramos ahora en un bosque muy especial. En
nuestro planeta hay 7.000 millones de “bosques”. Cada uno de nosotros somos los
propietarios de uno ellos. El bosque del que hablo está en el interior de
nuestro cráneo y alberga unos 85.000 millones de árboles conocidos como neuronas. Las neuronas constantemente
dialogan entre sí. De ese diálogo colectivo emerge la inteligencia, nuestros
pensamientos, emociones o incluso la curiosidad del propio cerebro por tratar
de entenderse a sí mismo.
De la misma manera que a partir de sólo unos pocos
árboles dispersos no podemos entender el bosque, a partir de unas neuronas
aisladas tampoco podremos entender el cerebro y su funcionamiento. Cada neurona
humana se conecta y dialoga con mucha neuronas –entre 1.000 y 10.000– a través
de la denominada sinapsis. Descifrar esa compleja red de conexiones –conocida
como conectoma– es uno de los grandes retos de la ciencia de este siglo.
Optogenética
Francis Crick sugirió en 1974 que los científicos
deberían buscar una herramienta que permitiese activar selectivamente
diferentes grupos de neuronas para así averiguar su función. Incluso se atrevió
a pronosticar que la luz podría ser la herramienta adecuada. Una disciplina
emergente, conocida como optogenética, hace hoy realidad el viejo sueño de
Crick: neuronas modificadas genéticamente pueden ser activadas selectivamente
mediante pulsos de luz. La optogenética busca entender el cerebro en un primer
estadio para posteriormente repararlo si falla.
Biónica
En esta era estamos empezando a unir
nuestro cerebro a las máquinas. Hoy ya no nos conformamos con las prótesis
pasivas y rígidas de antaño. Queremos que interactúen con nuestros sentidos.
Queremos que el amputado de un brazo sea capaz de
coger una taza con su prótesis artificial, llegándole la orden directamente
desde su mente. Una fascinante disciplina, conocida como biónica, lo hace posible. Al frente de la misma está Hugh Herr.
Este genial tecnólogo ha desarrollado sus propias prótesis controladas con el
pensamiento. Su gran sueño es acabar con la discapacidad humana en el siglo
XXI.
Se acabó el acceder a la información y navegar por
internet a golpe de ratón. Haciendo uso de implantes cerebrales podremos
acceder a una página web simplemente pensando en la misma. Ya Larry Page y
Serguéi Brin, los padres de Google, barajaban estos escenarios futuristas en el
año 2004.
Compañías como Braingate comercializan implantes
cerebrales, que permiten a pacientes parapléjicos controlar el teclado de un
ordenador solo con pensarlo. Los genios de Google no parecían desencaminados...
Quizás algún día podamos acceder a los diferentes rincones del ciberespacio a
golpe de pensamiento.
Sinergismos tecnológicos
En los foros científicos se debate si el siglo XXI
será el de la nanotecnología (ingeniería a escala atómica), la biotecnología
(ingeniería de la vida), la infotecnología (inge- niería de la información) o
el de la neurología y ciencias cognitivas (ingeniería del cerebro y el
conocimiento). Creo que todos tienen un poco de razón. En mi opinión, el
siglo XXI será el de todas estas disciplinas —a las que denominaré troncales— y
otras que derivan de las mismas. Estamos en la era de la interdisciplinariedad.
Las mencionadas cuatro disciplinas troncales y
otras ligadas a las mismas, interaccionando todas entre sí, se funden en un
fascinante sinergismo, tal como hemos anticipado. La tecnología avanza a
velocidad de vértigo, un avance impulsado en parte por la interacción entre las
diferentes disciplinas. Y también porque cuanto más desarrollada está una
tecnología, nos proporciona en sí misma una plataforma para crear otra
tecnología aún más avanzada.
Bibliografía
Menéndez Velázquez, A. (2017): Historia del
futuro. Tecnologías que cambiarán nuestras vidas. Oviedo, Ediciones Nobel.
Noah Harari, Y. (2016): Homo Deus. Breve historia
del mañana. Barcelona, Editorial Debate.
MITTechnologyReviewMagazine.Disponibleen:
https://www. technologyreview.com
Bainbridge, W. ( (2007): Nanoconvergence. The
Unity of Nanoscience, Biotechnology, Information Technology and Cognitive
Science. Nueva Jersey, Prentice Hall.
Cornish, E. (2016): Futuring: The Exploration of
the Future. Maryland, World Future Society.
Comentarios
Publicar un comentario