Cine y Música. Dos artículos

 I)

CINE

Días pasados retomé el placer de ver buen cine. Vi la película brasileña "Aún estoy aquí" que es una magnífica obra cinematográfica, sencilla, humana, testimonial con una excelente interpretación y que nos recuerda un pasado reciente que no deberíamos olvidar. El olvido facilita la repetición de la historia. Os recomiendo que vayáis a verla y si es posible en versión original subtitulada. Al final de la parte de ficha y críticas del filme he compartido, además del tráiler de la película también un texto de la escritora Lidia Jorge en relación a esta película. 

Premio Oscar a mejor película internacional. 2025

Aún estoy aquí




Dirección: Walter Salles.

Intérpretes: Fernanda Torres, Fernanda Montenegro, Selton Mello, Valentina Herszage.

Género: drama. Brasil, 2024.

Duración: 135 minutos.

Estreno: 21 de febrero.


Sinopsis y algunas críticas tomadas de FILMAFFINITY.


Basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, en las que narra

cómo su madre se vio obligada al activismo político cuando su marido, el diputado izquierdista Rubens Paiva, fue capturado por el gobierno durante la dictadura militar de Brasil, en 1971. (FILMAFFINITY)



Premios

2024: Premios Oscar: 3 nominaciones, incluyendo Mejor película

2024: Premios Globos de Oro: Mejor actriz principal - Drama. 2 noms.

2024: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película de habla no inglesa

2024: Festival de Venecia: Mejor guion

2024: Premios Goya: Mejor película iberoamericana

2024: Festival de San Sebastián: Nominada a Premio del Público.


Críticas


"Un delicado, vívido y muy brillante trabajo de reconocimiento y memoria. (...) grande y emocionante (...) Puntuación: ★★★ (sobre 5)" 

Luis Martínez: Diario El Mundo 


"Salles narra esta tragedia con complejidad y sutileza. Tienes la sensación de que todo es de verdad. Es un buena película sobre un asunto tenebroso (...) Y dispone de una actriz excelente, sobria, con clase (...). Se llama Fernanda Torres." 

Carlos Boyero: Diario El País 


"Obra valiosa (...) La película es magnífica emocionalmente (...) Lo visual, lo formal, se amolda al estado de ánimo de la historia, y la fortaleza y serenidad de Eunice es ya el punto de mira casi exclusivo de la película." 

Oti Rodríguez Marchante: Diario ABC 


"Afortunadamente (...) la actriz Fernanda Torres se carga sobre los hombros todo el trabajo que Salles elude, bastándose con gestos sutiles y miradas implacables para transmitir (...) la entereza de la matriarca. (...) Puntuación: ★★★ (sobre 5)" 

Nando Salvá: Diario El Periódico 


"Salles ha conseguido que lo político nos importe (...) lo ha logrado forzando la idealización del retrato de la familia Paiva en la primera parte de la película para contrastar con la segunda. (...) Puntuación: ★★★½ (sobre 5)" 

Sergi Sánchez: Diario La Razón 


"Walter Salles emociona con la vida íntima de una familia rota por la dictadura brasileña (...) un retrato precioso de la heroína moderna que no suele aparecer en el cine." 

Pepa Blanes: Cadena SER 


"Que nadie deje de lado este filme, de los más emocionantes en años. Ni por pereza ni por exceso de buenos sentimientos (...) grandísima Fernanda Torres (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)" 

Salvador Llopart: Diario La Vanguardia 



Tráiler de la película


https://youtu.be/xUGhm86h-Q4?si=5M9dcN-WYUnY27uk


                                 




                                                                       ***


Ellos aún están ahí



LÍDIA JORGE


https://lectura.kioskoymas.com/article/281762749991255


“Ya es tiempo de que la piedra se avenga a florecer”. Paul Celan



1 A la película de Walter Salles Aún estoy aquí no le hacen falta mis palabras, puesto que sobre ella se han escrito ya más de 10.000 millones, es a mí a quien me hace falta la película de Walter Salles. Y me hace falta porque pocas veces logra una película transmitirnos una tragedia familiar y política con tanta verdad, y esa fuerza no se desprende únicamente de la fatídica historia que se cuenta, sino de que esa historia se cruza con una plasmación artística que casi roza la perfección. Y, de no ser por el cierre titubeante con el que termina, en busca de una apoteosis suplementaria, por más que comprensible dada la magnitud de la realidad biográfica, podría quitársele el casi.


Se trata, en todo caso, de una nimiedad. En su conjunto, guion, reparto y dirección levantan ante nuestros ojos la historia de un bárbaro asesinato cometido durante la dictadura brasileña en los años setenta del siglo pasado. Los vericuetos de tal acto, que penetra hasta los tuétanos en los espectadores tal como se describe, sin que lo veamos representado en escena, plantean una verdad artística capaz de reconstruir la verdad de la Historia. La escena está descrita por los ojos de la actriz Fernanda Torres, quien logra resumir en el brillo de sus lágrimas contenidas la furia, el silencio y la poderosa mentira que engendra la maquinaria de un régimen totalitario.


2 Como decía, se han escrito ya 10.000 millones de palabras sobre la historia de Eunice Paiva, a quien Fernanda Torres interpreta a la perfección.


Cómo su marido, el exdiputado Rubens Paiva, fue sacado de su casa para ser interrogado el 20 de enero de 1971, cómo fue brutalmente golpeado hasta la muerte al día siguiente y cómo se intentó ocultar ese hecho durante 25 años mucho se ha escrito desde que la película empezó a exhibirse en los cines de todo el mundo en los últimos meses. En Brasil, el antropólogo Roberto DaMatta, autor de A casa e a rua, analizó recientemente en el periódico O Globo cómo funciona esta dicotomía. La forma en la que el exterior político contamina el interior afectivo queda perfectamente reflejada en la arquitectura de la película, al mostrar cómo lo que pretende el sistema totalitario es penetrar en la intimidad de los ciudadanos, aniquilándolos en su núcleo ontológico más duro, destruyéndolos como seres humanos.


La deshumanización es la fórmula que ponen en práctica todas y cada una de las dictaduras. Entrar en una casa, ocuparla, sentarse a la mesa, arrebatar la intimidad es típico de los invasores durante una guerra, y es típico de la policía política de todos los regímenes. Crear inseguridad, encapuchar, matar a los animales domésticos es una forma de aterrorizar, castigar y aniquilar. En la película de Walter Salles, una de las escenas más icónicas consiste en el atropello del cachorro Pimpão, seguido de su entierro en el patio trasero por Eunice Paiva y sus cinco hijos. Así, magníficamente sintetizado en la narración de la película, mientras la viuda aún cree que su marido sigue vivo, nosotros, los espectadores, ya sabemos que el exdiputado está muerto y enterrado. Pimpão era el nombre del perro de Marcelo, el menor de los cinco hijos, que en esa época todavía era


La gran mayoría de los que resisten no tienen un hijo que los recuerde en el futuro, ni un libro ni una película


un niño. Yo no sabía que el hombre que es hoy, el autor de Feliz ano velho, acabó siendo el biógrafo de su padre y de su madre. De modo que quise hacerme con su libro, Ainda estou aqui, que me iluminó los rincones en sombra a los que obliga el lenguaje elíptico de una película.


3 ¿Qué me dijo la lectura del libro de Marcelo Rubens Paiva, antiguo dueño del perrito Pimpão que fue atropellado por los militares frente a la casa familiar? No me pareció diferente, me pareció más explícito y más profundo. Una película nos sacude con un solo golpe, un libro nos introduce poco a poco en el escenario de la vida y nos va mostrando a lo largo del tiempo cómo los golpes se suceden uno tras otro. Eso es lo que ocurre con el libro Ainda estou aqui.


Después de una proyección de la película en un cine en Portugal vi a mi lado a alguien reclinado en el respaldo del asiento de delante sin poder levantarse. La dictadura portuguesa duró 48 años y lo que se ve en la película de Walter Salles nos provoca temor. En el libro, sin embargo, el desmenuzamiento de los detalles, la sincronía de los hechos constatados, los distintos testimonios cruzados que terminan de armar el rompecabezas de ese asesinato, que se quiso hacer pasar, cínicamente, como una supuesta fuga del prisionero, aclaran a través de una narración más extensa lo que se presenta de forma abreviada en la película. Uno de los momentos más desmitificadores, y por ello más conmovedores, consiste en el repaso que hace Marcelo Rubens Paiva de los titulares de los periódicos brasileños sobre la desaparición de su padre, como si este hubiera sido secuestrado por sus correligionarios, cuando dos días antes los militares ya lo habían enterrado. Era un niño y le dijeron: “Terroristas liberan a subversivo de un vehículo federal”, “Bandidos asaltan un vehículo y secuestran a un prisionero”, “Terroristas rescatan a prisionero en operación de comando”… Una impostura, una falsificación monumental. No solo le quitaron la vida a un hombre, sino que se inventaron a unos terroristas cómplices de una fuga que nunca existió.


4 Cuarenta y cuatro años después, tras haber reunido todas las pruebas posibles, Marcelo pudo escribir en su libro: “Mi padre ingresó en la sede del DOI-CODI, la inteligencia militar, el 20 de enero de 1971, murió la noche del 21 de enero, se lo llevaron en la madrugada del 22, desmembrado, mientras que mi madre y mi hermana eran interrogadas por separado. Testigos internos cuentan que lo enterraron en la ribera de Marambaia, bajo la arena de los 42 kilómetros de playa que pertenece a la Marina de Brasil, una base paradisíaca de 81 kilómetros cuadrados con acceso restringido, hoy Centro de Entrenamiento de Infantería de Marina de la Isla de Marambaia”.


De todos modos, sobre este caso seguirán escribiéndose durante las próximas semanas y meses mucho más de 10.000 millones de palabras. Porque hubo una viuda que luchó por la verdad, un hijo que escribió un libro, un director que lo convirtió en película y, al cabo de 53 años, la muerte de ese hombre, que según dicen era honesto, corpulento y alegre, se yergue como una mano que se agita para decir que aún sigue ahí y ese gesto reclama justicia. Una historia que se repite a través del tiempo.


Porque la gran mayoría de los que resisten no tienen un hijo que los recuerde en el futuro, ni un libro ni una película. Simplemente desaparecen en el fragor de la Historia. Para ellos deberíamos erigir memoriales en la arena que conmemoren a los resistentes desconocidos. En nuestros días, muchos de ellos se pudren en cárceles de todo el mundo. Otros caen desde ventanas altas, otros se estrellan misteriosamente en la carretera. A otros se los llevan de noche y no regresan. No son cosas del pasado, siguen sucediendo en vastas zonas del globo terrestre, mientras en el mundo libre hablamos en voz alta y tomamos café.


La primera vez que alguien me habló de esta película no me quedé con el título. Me escribieron un mensaje de WhatsApp desde Río de Janeiro diciendo: “Aquí están boicoteando una película de Walter Salles e insultando a la actriz de la película, la hija de Fernanda Montenegro”. Junto con él venía el folleto promocional de la película, con la palabra Boicot sobre la imagen de la actriz y una retahíla de feos nombres. Pero ahora puede decirse que hay una historia reparadora. No tiene excesiva importancia si la película brasileña gana más o menos premios Oscar. Ya ha ganado el premio mayor, el de la supervivencia, el de abrir los cines uno tras otro, el de las filas de espectadores que entran intrigados y salen conmovidos y sin palabras.


                                                      ***


II)


Música. Jazz


Lester Young

Perfil biográfico de L Y **

(Lester Willis Young, Woodville, 1909 - Nueva York, 1959) Músico de jazz, conocido como Pres o Prez Young. Fue una de las figuras más importantes en la transición entre el jazz de preguerra y el bebop de los años cuarenta. Su madre era una criolla que enseñaba en un colegio y su padre era un músico itinerante; Young creció en Nueva Orleans en la época en que tocaban Jelly Roll Morton, King Oliver, Louis Armstrong, o Sidney Bechet.

 

                                                           Lester Young

De niño repartía las octavillas de propaganda que le daban los músicos para ganarse unas monedas. Otros de sus trabajos consistían en repartir periódicos o limpiar zapatos. A los diez años, su vida cambió drásticamente. Sus padres se divorciaron y Lester, junto con sus hermanos Irma y Lee, se vieron arrastrado con su padre a la carretera. Se trasladó desde Memfis, Tennessee, a Minneapolis, Minnesota.

Su padre, Willis Handy, era muy severo en el aprendizaje musical de sus hijos y les castigaba con dureza cuando confundían las notas. De adolescente, Lester mostraba una naturaleza musical que a menudo le llevaba a pelearse con su padre. Comenzó como batería en la banda de su familia entre 1919 y 1927, liderada por su propio padre, aunque también aprendió a tocar el violín y el saxofón. Dejó la banda familiar y entró a trabajar con diferentes líderes como King Oliver (1933). Hizo una gira con los Art Bronson's Bostonians y otras bandas entre 1928 y 1934.

Pres Young empezó a destacar en el mundo del jazz a mediados de la década de 1930 en Kansas City, cuando se incorporó a la orquesta de Count Basie y se introdujo en la improvisación, que proporcionó las bases de la concepción del solo en el jazz moderno. El sentido del ritmo y del swing que se reflejaba en sus improvisaciones era mucho más relajado y con más gracia que los que se solían escuchar habitualmente durante esa década.


Su línea seguía una melodía refrescante y lógica y el impacto de su estilo fue tan amplio que ha sido citado en muchas ocasiones como favorito por gran cantidad de figuras del jazz moderno como Stan Getz, Charlie Parker o John Coltrane. Gran parte del estilo denominado cool de la costa oeste fue producto directo de Lester Young; muchos saxofonistas tocaban sus composiciones nota a nota en sus propias actuaciones. Realizó grabaciones memorables con la cantante Billie Holiday, quien le llamó "el presidente de los saxos tenores", de donde viene su apelativo Pres.

A partir de 1940 dirigió su propia orquesta y realizó amplias giras con Jazz en la Philharmonic, grupo organizado por el empresario estadounidense Norman Granz. Regresó con Basie en 1943, pero fue reclutado en 1944; su experiencia en el ejército fue desastrosa, ya que le castigaron con el calabozo por cultivar y fumar marihuana.


Licenciado en 1945, realizó algunas magníficas grabaciones como D. B. Blues o These Foolish Things. Realizó una gira con Jazz at the Philharmonic, visitó Europa y mantuvo un lugar en el jazz a pesar de su declive en favor del bop. Pero su salud comenzaba a deteriorarse progresivamente, en parte debido a su adicción al alcohol.

Young tuvo que ingresar en el hospital varias veces durante la década de 1950 por problemas derivados del alcoholismo. En febrero de 1958, recuperado lo suficiente, intentó grabar de nuevo, pero los resultados fueron bastante flojos. Esa primavera, se trasladó a un hotel, el Alvin Hotel de la calle 52 en Nueva York, donde una enfermera lo cuidaba.

Pronto hizo una aparición con Jack Teagarden en el Festival de Jazz de Newport e hizo diversos arreglos. Como símbolo de su recuperación física firmó un contrato con un club de París (Francia), el Blue Note. Fue su último esfuerzo, porque empezó a beber de nuevo y le obligaron a regresar a Nueva York. Murió solo unas horas después de regresar de su compromiso en París, en la habitación de su hotel de Nueva York.


En el enlace siguiente podéis escuchar la música de Lester Young

https://youtu.be/aPYDNMau9Nw

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Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografia de Lester Young» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/y/young_lester.htm [página consultada el 5 de marzo de 2025].

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