Relatos de Elsa Bueno Gaona
PLANISFERIO
Bailaba sobre tu espalda cubierta de derretida escarcha buscando saciar la sedienta piel, algún sentido a los símbolos, respuestas a esa longitud y latitud tuya y orientarme en tu escala de distancias.
Perdía el ritmo una y otra vez en las líneas de contornos, sin poder llegarte, ahogada a nivel del mar.
La música afónica de sonar nublaba montañas, poniendo ritmo a las huellas que iban a ti tan aprisa, como mi colección de miradas descalzas.
Tuviste que ser tú, el que dio nombre al olvido y tuve que ser yo, la que nunca supo entender los mapas.
(ebg)
Bailaba sobre tu espalda cubierta de derretida escarcha buscando saciar la sedienta piel, algún sentido a los símbolos, respuestas a esa longitud y latitud tuya y orientarme en tu escala de distancias.
Perdía el ritmo una y otra vez en las líneas de contornos, sin poder llegarte, ahogada a nivel del mar.
La música afónica de sonar nublaba montañas, poniendo ritmo a las huellas que iban a ti tan aprisa, como mi colección de miradas descalzas.
Tuviste que ser tú, el que dio nombre al olvido y tuve que ser yo, la que nunca supo entender los mapas.
(ebg)
REMEMBRANZA
Recuerdo un día de agosto
y tres de enero, cuando quiso matarme el hombre de mi vida.
De nada sirvió ondear
bandera blanca en frente y espalda; inseguro y cobarde él, orgullosa y culpable
yo... a pecho descubierto recibí a ráfagas, las balas.
Sin tregua ni armisticio,
no quiso conmutar la pena y mi nombre se le quebró en la boca lleno de
metralla: la S deshecha se enredó en su lengua, L y A maltrechas prendidas en
comisuras; la E partida en dos se le coló tan dentro que no pudo, ni queriendo,
arrancársela del pecho.
Quizá por eso, aún hoy,
cuándo anda a sus cosas, sin saber cómo, me nombra...
(ebg)
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