Breve texto para pensar...



Inteligencia animal

A lo largo de la historia hemos tenido una relación ambivalente con los animales: los necesitamos y apreciamos, pero también los explotamos y maltratamos. Los animales nos han proporcionado fuerza de tracción, proteínas para garantizar la supervivencia y, en el caso de algunas especies domesticadas, protección, compañía o diversión. Durante miles de años esa dependencia implicaba una relación directa con los animales, pero el desarrollo urbano industrial y la ganadería intensiva han cambiado nuestra relación con ellos. Ahora podemos consumir su carne sin ser necesariamente conscientes del sufrimiento que a veces comporta la forma de criarlos o sacrificarlos. Es frecuente observar comportamientos contradictorios, como tratar a unos animales —las mascotas— casi como miembros de la familia e ignorar displicentemente el maltrato a otros seres vivos igualmente sensibles.
Los humanos hemos dispuesto de la naturaleza y de los otros seres vivos sin otra consideración que nuestra conveniencia, pero ese enfoque depredador ha llegado a unos límites que puede llevarnos a destruir el hábitat que garantiza nuestra propia supervivencia. Ese antropocentrismo se ha justificado por una superioridad que implica la inteligencia y la capacidad de sentir. Pero la ciencia ha demostrado que no hay una barrera insuperable e inmutable entre animales y humanos.
La secuenciación del genoma de diferentes especies ha demostrado lo cerca que estamos humanos y animales, pues compartimos la mayor parte del ADN, y si la vida es evolución, nada impide que los animales sigan haciéndolo. Sabemos que están dotados de sensibilidad, que sienten emociones y pueden sufrir. Algunas especies tienen una capacidad de organización y comunicación admirables. Ahora sabemos además que también tienen diferentes grados de inteligencia y capacidad de aprender.
Todo ello nos obliga a replantear nuestra relación con los animales. Por supuesto, debe articularse en Europa y en España un marco normativo que evite toda forma de maltrato y garantice el bienestar en la crianza de los destinados a la alimentación. La ciudadanía se muestra, afortunadamente, cada vez más sensible ante este tipo de cuestiones. No debemos pensar que podemos disponer de la vida y la libertad de cualquier ser viviente a nuestro antojo y sin otro tipo de consideraciones. Ya sabemos que el respeto por los seres vivos forma parte de las condiciones de supervivencia del planeta y, por tanto, de la propia supervivencia.

Publicado como columna editorial en el periódico El País el 29 de enero de 2019.

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