Dos sugerencias breves de lectura


I)  La primera sugerencia es buscar en el enlace de más abajo: Autorretrato de Antonio Muñoz Molina. Desde mi humilde opinión este autor es uno de los mejores escritores actuales y también de los más lúcidos observadores de nuestra realidad. El texto es una corta exposición de su vida y de sus ideas respecto a la literatura y a su posición política. Está escrito por el autor en su página web.

http://antoniomuñozmolina.es/biografia/



II)  La segunda sugerencia es  el blog de Alberto Salamanca que ya os lo he recomendado en otras ocasiones. Más abajo está el enlace a su blog.


 A continuación os transcribo una de sus últimas entradas sobre un tema polémico pero muy necesario de comenzar a pensar y debatir. Me refiero a la eutanasia. Después de leerlo le pedí su autorización para publicarlo en Sinapsis.
.
(Mis) paseos con Jachi
(Alberto Salamanca)


Bud, un amigo perruno, del que hemos presenciado su progresivo deterioro, ha sido sacrificado por su avanzado cáncer óseo. Y andábamos taciturnos hasta que Jachi, con un gesto, un desnudo gesto, ha devuelto la entereza al ánimo. En eso, Jachi es tremendamente eficiente. Es capaz con sencillez de llevar hermosura a los oscuros y aburridos recovecos del alma.


Hoy la reflexión tiene que ver con la eutanasia, es decir, con la muerte asistida médicamente con el fin de minimizar el sufrimiento. Algo muy extendido, por otra parte, en veterinaria. Al comenzar una reflexión así, de modo invariable se recurre a establecer que la medicina se encuentra al servicio de la salud y que, en cambio, no existe para hacer perdurar de forma ilimitada la enfermedad y el sufrimiento. Es el «encarnizamiento terapéutico», algo repulsivo para la mayoría de nosotros y que nadie querría para sí. De modo que, cuando el arsenal terapéutico es incapaz de dar una respuesta efectiva y no puede curar, ni siquiera aliviar, cuando lo que se consigue es prolongar la vida a expensas de un martirio innecesario es, con certeza, de todo punto de vista prioritario que se abstenga y permita que la muerte nos rescate. 
Renunciar al «encarnizamiento terapéutico» es aceptar la eutanasia pasiva que, en general, se encuentra admitida, a veces de manera tácita que no explícita.

El dilema quizá esté no en la eutanasia pasiva sino en la activa, entendida como una asistencia al suicidio. Vivir en determinadas condiciones es peor que la muerte, y todas las instancias otorgan la posibilidad de permitir morir en paz y con dignidad a quienes están severamente discapacitados. Todo adulto capaz tiene derecho a rechazar un tratamiento médico, incluso si esa decisión conlleva la muerte. Se trata entonces de un problema de libertad. Si uno es dueño de su vida, tiene la libertad de ponerle fin. La posibilidad de morir confiere al hombre su libertad. Y si uno no puede, por las circunstancias anatómicas o patológicas que sean, debe tener el derecho de recibir ayuda. A pesar de que está claro para la medicina el respeto a la vida humana, no obstante, no debe resultar contradictorio que, a veces, se actúe interrumpiendo la vida cuando ésta no podría proseguir sino tan solo en medio del horror. Respetar la vida humana es igualmente posibilitar que sea realmente humana hasta el desenlace.
La eutanasia se encuentra fuera de la ley en muchos países. Y es paradójico que resulte legal la pena de muerte por inyección letal, y la eutanasia liberadora del sufrimiento sea ilegal. Porque no hay mayor crueldad que devolver al martirio y arrancar de la muerte a alguien desesperado que la ha buscado.
Cuando el sufrimiento es insoportable, sin perspectiva de mejoría alguna, la mayoría de nosotros no desearíamos de ningún modo que se prolongara nuestra vida con medios como técnicas de soporte vital, fluidos intravenosos, fármacos o alimentación artificiales, en particular en casos de daño cerebral severo e irreversible, tumores diseminados en fase avanzada, demencias y otras situaciones comparativamente igual de graves. En esas situaciones nos gustaría que nos administraran los fármacos necesarios para acabar definitivamente y de forma rápida e indolora. Cuando la vida es muerte, la muerte es vida y mi vida es mi propiedad privada. De esto los perros saben demasiado.
Publicado el diciembre 30, 2018


Comentarios

Entradas populares