El bostezo: ¿enigma de la fisiología animal y humana?



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Del blog (Mis) paseos con Jachi de Alberto Salamanca.



El bostezo


Cuando Jachi bosteza su lengua se arquea como una ola invertida.
La conducta motora del bostezo implica abrir ampliamente la boca, aspirar una gran cantidad de aire, estirar los músculos faciales, inclinar la cabeza y saltar lágrimas al ojo. El bostezo es una reacción espontánea tan cotidiana como intrigante para la ciencia, que la sabiduría popular atribuye al cansancio, al aburrimiento o al hambre. La mayoría de los vertebrados bostezan. Los seres humanos, unas ocho veces al día de promedio. Se han generado distintas hipótesis para explicarlo.
Algunas, claro, relacionan el bostezo con el hipotálamo, la región cerebral encargada precisamente de regular funciones básicas como el hambre, el sueño, la temperatura corporal o el comportamiento sexual.
La hipótesis de que se trate de un sistema de comunicación y empatía es quizá la más antigua. El bostezo podría estar relacionado con nuestros ritmos circadianos más arcaicos como dormir, despertar, relajarse o reproducirse; y, además, con nuestra capacidad de empatía, de modo que los bostezos tendrían la función de una forma de comunicación ancestral, permitiendo establecer lazos entre los miembros del grupo. El bostezo funcionaba para nuestros antepasados como una llamada para detener las actividades y prepararse a descansar, comer o relajarse.

Otra opción es la función sexual del bostezo, en relación también con el hipotálamo. El bostezo podría cumplir una función sexual aún sin determinar, al demostrarse como, en determinadas oportunidades, el bostezo se vincula a la excitación sexual masculina y es una señal de que se ha producido una erección.
También se alude a la posibilidad de que el bostezo reduzca la ansiedad y aumente la atención. Los lémures bostezan cuando se sienten en peligro, o cuando han evitado a un depredador. En la misma línea, los seres humanos también bostezamos en momentos de estrés. Los atletas por ejemplo, bostezan con frecuencia antes de una carrera.

Una hipótesis más tiene que ver con que el bostezo represente un auténtico sistema de refrigeración del cerebro. Para operar con eficiencia el cerebro debe mantenerse fresco. Al bostezar, el estiramiento de la mandíbula aumenta el flujo de sangre al cerebro, y la inhalación de aire más frío permite el intercambio de calor con el entorno. Se ha encontrado una relación entre el aumento de la temperatura cerebral y el bostezo. Cuando se bosteza se expanden y contraen las paredes del seno maxilar, introduciendo aire frío que refrigeraría la sangre que circula por nuestra cavidad nasal y bucofaríngea, como un sistema de ventilación. Esta inyección de aire permite que el cerebro se mantenga con un funcionamiento óptimo. Los ciclos del sueño, la activación cortical y el estrés se asocian a incrementos de la temperatura cerebral; en esas circunstancias, el bostezo la conservaría dentro de límites aceptables. Apoya la idea de esta función termorreguladora el hecho de que la frecuencia con la que bostezamos varía según la estación del año. Somos más propensos a bostezar en invierno, y se bosteza menos cuando la temperatura ambiente es mayor que la corporal. Las altas temperaturas externas no proporcionan ningún alivio para el cerebro recalentado.
Igualmente existe la hipótesis que sostiene que bostezar permite obtener oxigeno extra. Bostezar sería entonces un reflejo que tendría lugar cuando el núcleo paraventricular del hipotálamo, detecta niveles bajos o insuficientes de oxígeno en nuestra sangre. Gracias al bostezo inhalamos una gran cantidad de aire y restablecemos los niveles idóneos de oxígeno.

El bostezo asimismo podría ser un reflejo que se conserva desde la etapa intrauterina, en el vientre materno. Los fetos bostezan desde la semana decimoprimera de gestación, de modo que puede que sea sólo un recuerdo de nuestra etapa intrauterina que no cumple ninguna función en individuos adultos.
De lo que sí hay certeza es de que el bostezo es contagioso, incluso interespecies (las neuronas espejo, ¿recuerdas?). A veces, con sólo hablar de él. Espero que si has bostezado leyendo esta entrega no sea por aburrimiento. De cualquier forma, si resulta cierto que disminuye los niveles de estrés, entonces deseo que aún tengas tiempo de un último bostezo antes de terminar la lectura.

La recomendación: «Bostezo». Anuncio publicitario. De Ramiro Agulla y Carlos Baccetti para Telecom. 2001, está relacionada con el tema tratado. Puedes verla en el enlace siguiente:


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