ARTE: Leonardo y la Gioconda. Comentario
Algunos
aspectos interesantes de la vida y obra de Leonardo da Vinci.
A
continuación se transcribe un artículo resumido de una publicación de Jot Down
sobre este genial renacentista.
Resumen de artículo publicado
por Laura Mínguez en Jot Down

¿Qué
tiene? Se dice que es el cuadro
más famoso de la pintura occidental y también uno de los más reproducidos pero,
hay que ser justos, ninguna fotografía refleja la belleza del original. Sí, es
especial.
Leonardo da Vinci pintó muy pocas obras, no más de
dos decenas, y realizó miles de dibujos, muchos perdidos, que se han convertido
en obras de arte con el paso del tiempo. El cine, la literatura y su propia
personalidad han contribuido a elevar a los altares a este superdotado,
propietario de un molinillo por cerebro, que fue capaz de crear y crear y
seguir creando poseído por la necesidad de dar rienda suelta constantemente a
cualquier cosa que imaginaran sus neuronas.
Sabemos mucho de su vida y andanzas gracias a Giorgio
Vasari, artista y escritor, considerado uno de los primeros historiadores
del arte (biográfico) que casi fue contemporáneo de los grandes y al que se
atribuye la invención del término Renacimiento para definir
las manifestaciones artísticas de su entorno.
Leonardo nació el día 15 de abril de 1452 fruto de
los amores entre un notario y una campesina jovencita; aunque nunca fue
reconocido como hijo legítimo, vivió en la casa de su padre donde, parece ser,
aprendió de su abuela paterna a trabajar la cerámica. Su mente despierta y su
habilidad para el dibujo llevaron al chico a Florencia, al taller del entonces
reputado maestro Andrea del Verrocchio, en el que entró como
aprendiz con las tareas propias de barrer, llevar y traer y, en ocasiones,
posar para alguna obra. Por suerte, su primer maestro era —siempre según
Vasari— un artista muy ecléctico que introdujo a sus aprendices no solo en
técnicas pictóricas sino también en el estudio de otros temas de carácter
filosófico, matemático, astronómico, arquitectónico, etc. que abrieron la mente
inquieta del aprendiz a todo tipo de conocimientos.
La agilidad y destreza de Leonardo le hicieron de
inmediato famoso en una ciudad gobernada por los Medici; a los veinte años ya
figuraba inscrito en el Gremio de San Lucas (como artista) y en 1482 es enviado
por Lorenzo de Medici a Milán para entrar al servicio de Ludovico
Sforza, como muestra de las buenas relaciones que el primero deseaba
establecer con el segundo. En Milán entra en contacto con las élites digamos
«ilustradas», y recibe encargos para la realización de obras de ingeniería,
protecciones de palacios, obras hidráulicas, etc. En 1490 inicia el fresco
sobre la Última Cena para el convento de Santa María de
Gracia, al mismo tiempo que trabajó para la ciudad de Venecia creando
protecciones (y puentes móviles) contra los peligrosos turcos, empeñados en
invadir esa región.
Su vida se convierte en un va y viene: trabajó
para César Borgia, hijo del papa Alejandro VI, volvió a
Florencia para trabajar en el proyecto de desviación del río Arno que tantas
pérdidas y quebraderos de cabeza ha producido con sus inundaciones y vuelve a
Milán donde recibe el encargo de pintar a Lisa Gherardini, mujer
del Giocondo.
La Gioconda, 1503-1519. Imagen: Museo del Louvre.
Y aquí hay que parar e intentar responder a la
pregunta formulada más arriba: es un retrato de mujer de época con un paisaje
al fondo para el que aplica su gran descubrimiento, el sfumatto, una
manera de diluir esos fondos que otorga perspectiva a la pintura simplemente
con dos planos superpuestos, la retratada y el paisaje. Pero hay que mirarlo
muy fijamente y sin parpadear porque a esta pintura le pasa como al Caballero
de la mano en el pecho del Greco, que mucho rato después
el personaje parece hablar.
Se cuenta que Leonardo hacía tañer una lira mientras
Lisa posaba, para que ella tuviera siempre la expresión dulce y no acusara el
cansancio de tantas horas ante el pintor; es posible.
El cuadro, pequeño para lo que se acostumbraba a
encargar a los grandes en la época, no salió de manos del pintor hasta su
muerte y fue copiado por uno de sus discípulos, Francesco Melzi, al
parecer al mismo tiempo que el maestro lo realizaba. Es la Monna Lisa española,
propiedad del Museo del Prado.
En 1509 Milán es tomada por los franceses, el
rey Luis XII se apropia de este codiciado territorio de la
Italia peninsular, de posición estratégica, y Leonardo marcha a Roma para
trabajar en las Estancias Vaticanas donde ya lo hacían Miguel Ángel, Rafael y Sangallo,
intento frustrado porque es contratado por el papa León X como
ingeniero hidráulico, pero no como pintor. Es curioso, sin embargo, que en
la famosa Escuela de Atenas pintada por Rafael para esas
estancias, el autor retratara a Leonardo como Platón, en el centro
de la imagen, en un momento en el que el neoplatonismo dominaba la escena
filosófica y artística, con tanto éxito en la pintura del Cinquecento.
En 1515 el joven rey francés Francisco I,
heredero de su tío Luís XII, reconquista Milán y entra en contacto con el
movimiento cultural que llamamos Renacimiento, quedando de inmediato prendado
del Humanismo. En 1516 convence a Leonardo, su viejo profesor, al que llama
«padre mío», para que se vaya a vivir cerca de él, en Amboise. Le instala en un
pequeño castillo llamado Clos-Lucé, del que se dice que tiene un pasaje secreto
por donde el rey visitaba a su admirado maestro hasta que este falleció el día
2 de mayo de 1519. Fue enterrado en la capilla del Saint-Hubert, en el palacio
de Amboise.
Leonardo nunca se casó, no tuvo hijos, sus bienes
se repartieron entre sus discípulos Salai y Melzi y
algunos de sus sirvientes. Sus obras, escasas, se pueden admirar en los
principales museos (aunque haya que ir hasta Cracovia para ver la deliciosa Dama
del armiño) y sus dibujos sobre cualquier cosa que se le ocurriera se
guardan en el Vaticano (la mayoría) pero también en otros emplazamientos. Se
dice de él que era muy inconstante, zurdo, escrupuloso con la comida, casi
vegetariano, que hacía ejercicios diarios, que padecía de dolores de huesos y
que, como se cuenta también de Picasso, necesitaba continuamente un
carboncillo, un pincel, un papel sobre el que dibujar.
Un genio, esa es la definición. Alguien poseído
por la necesidad de crear.
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