Controversias en nuestra sociedad (II): Cuotas mujeres-hombres.




Quizás una de las mayores injusticias que existen en el planeta sea la desigualdad, discriminación y explotación de las mujeres. En algunas áreas del mundo la consideración que se tiene de la mujer es  inadmisible desde cualquier punto de vista. El objetivo de la igualdad real de derechos entre ambos sexos debiera ser uno de las ambiciones a conseguir a corto plazo en todas las sociedades sea cual sea el entorno social o cultural. Para ello todas la organizaciones mundiales y nacionales así como las diferentes religiones deberían trabajar en ese sentido.
En nuestra sociedad se ha progresado mucho en las últimas décadas pero también queda mucho camino por recorrer.
En ocasiones los políticos intentando recorrer ese camino lanzan a la sociedad propuestas que pueden ser muy discutibles como es la que analizará nuestro colaborador invitado hoy.

Idelfonso Alonso Tinoco es médico y cuenta con una rica formación humanista. Sin duda que defiende a conciencia la igualdad de mujeres y hombres pero aunque en este momento parezca su opinión a contracorriente de lo políticamente correcto, nos propone una mirada crítica que seguramente nos hará avanzar en el debate sobre esta problemática.


                   
-->
                         ¿MAS MUJERES  QUE  HOMBRES…?

No hace mucho tiempo, pude oír en el boletín de las 15 horas de Radio Nacional, al candidato de un partido, prometer que –si ganaba las elecciones-  en su gobierno habría “más mujeres que hombres”.
Y es que semejante objetivo no es ni inteligente ni justo ni equitativo.
Vaya por delante que éste no es un artículo contra un partido concreto y ni siquiera contra su candidato sino contra la tontería que implica dicho objetivo. Igualmente lo sería en boca de cualquier candidato de cualquier otro partido. Desgraciadamente se trata de una tendencia “transversal” de claro contenido demagógico. Deben de considerarlo rentable electoralmente –y a lo peor lo es- pero no por eso deja de ser profundamente inadecuado. En la última conferencia mundial de la ONU sobre la mujer,  (Pekín, 1995), se adoptaron varios acuerdos internacionales como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, cuyo espíritu es eliminar las barreras de discriminación, no invertirlas.
¿Cuál es el beneficio esperable,  para los ciudadanos,  por el hecho de que haya, en el gobierno,  más mujeres que hombres? Dependerá de qué mujeres se trate ¿no? Formar un gobierno, deliberadamente, con más mujeres que hombres por el mero hecho de serlo, no es inteligente. Se supone que deben ser escogidos/as los más capaces  para el cargo sean mujeres u hombres. No hacerlo así va en perjuicio de la función pública a desempeñar, perjudicaría su eficiencia y eso es desfavorable para todos los ciudadanos que les pagamos el sueldo y tenemos derecho a exigir las personas más adecuadas. En los países nórdicos no es infrecuente encontrar gobiernos con gran abundancia o mayoría de mujeres y no creo que suscite, ni dentro ni fuera, ningún recelo pero a nadie se le ocurriría defender que están ahí por el mero hecho de ser mujeres. Por el contrario, la buena organización social de esos países permite suponer que se trata de personas honestas y bien preparadas. Cualquier elección no basada en criterios de mérito y  capacidad, no es inteligente porque obtendrá peores resultados.
Tampoco es justo porque implica una discriminación por razones de género. Ser hombre o mujer no es ningún mérito para acceder a cargo alguno. Tampoco ser gay o ateo, heterosexual o creyente, blanco o negro, debe  ser  una ventaja ni un inconveniente. No se trata de eso y atenta contra los Derechos Humanos que  -se supone- defendemos. El movimiento por los Derechos Civiles y contra la discriminación racial en EEUU, no pretendía que los blancos fueran andando y los negros fuesen en autobús, sino que todos pudiesen utilizar los transportes públicos en igualdad de condiciones.
Además, designar gobernantes mediante criterios que nada tienen que ver con la función que se espera de ellos, puede  tener connotaciones ético-legales como prevaricación o como administración desleal. El que tiene la potestad legal de designar los cargos (políticos) de sus colaboradores, tiene que asumir las consecuencias de su elección y eso atañe a la honradez y a la eficiencia; en otros países más serios que el nuestro, se dimite por un currículo exagerado o por una tesis doctoral copiada parcialmente.
Y tampoco es equitativo. La equidad de género consiste en luchar contra las barreras que impliquen  desigualdad de oportunidades, no en invertir la desigualdad o en promocionarla. Ni siquiera es feminista semejante objetivo electoral. Ayudar a la promoción de la mujer no consiste en facilitar  cargos sino en crear las condiciones, eliminando obstáculos injustos,  para que los alcance por sí misma. No es precisamente favorable para cualquier mujer en cargo de responsabilidad, que flote sobre ella la sospecha de que su puesto no se debe íntegramente a sus méritos personales.  El verdadero feminismo no pretende ventajas ni regalos sino un trato justo y equitativo porque, además, lo contrario acaba siendo contraproducente. Cuando se protesta contra la discriminación salarial no se pretende que la discriminación cambie de víctima sino que desaparezca.
Es sorprendente y decepcionante que obviedades como éstas, sean frecuentemente ignoradas o que incluso se presente como un “avance “lo que es un despropósito evidente.
Permítanme preguntarles una tontería: Si ustedes tuviesen un hijo con una grave enfermedad y pudiesen escoger el médico, ¿cuál escogerían? ¿Querrían que fuese hombre, mujer, creyente, ateo, gay, rubio, moreno…o  el mejor preparado para afrontar el problema?
                                                                                                                                                     I.Alonso Tinoco




                                                                                                            


              

Comentarios

Entradas populares