El futuro no se improvisa. Entrevista a Adela Cortina

A continuación se transcribe una breve entrevista a Adela Cortina, Catedrática de Ética y Filosofía Política.  El tema trata sobre asuntos de la actualidad, como no podría ser de otro modo. Se publicó en Diario Vasco.

https://www.diariovasco.com/sociedad/educacion/adela-cortina-catedratica-debemos-aprender-futuro-20200409212512-ntrc.html


«Debemos aprender que el futuro no se improvisa»


La pensadora, ensayista y catedrática Adela Cortina, ganadora del Premio de Periodismo 'El Correo' 2020. / DANIEL MORA


ADELA CORTINA - CATEDRÁTICA DE ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA
Entrevistada por Miguel Lorenci


«No cambiaremos mucho», vaticina la pensadora, que reclama cultivar la aristotélica amistad cívica y virtudes como la compasión

Cultivar la amistad cívica y la compasión. Pensar qué podemos aportar hoy cada uno para construir el futuro. Son recomendaciones de Adela Cortina (Valencia, 1948) en estas horas inciertas. La pensadora reivindica con Kant la dignidad de todos, en especial la de ancianos y desamparados, y pide a los políticos que no asuman más protagonismo del que les toca. «No cambiaremos mucho», cree la autora de 'Ética mínima', ganadora del Premio de Periodismo de 'El Correo' 2020 y que acuñó el término 'aporofobia', miedo al pobre.

-¿Cómo cambiaremos tras esta convulsión?

-Me temo que poco, por desgracia. De la crisis de 2007 no aprendimos mucho. Nos preguntábamos qué nos pasó y qué cambiaría. Nada cambió. Y sería bueno que cambiaran las cosas y aprendiéramos algo.

-¿Qué podemos aprender?

-Que la solidaridad y la interdependencia no se improvisan. Hay que trabajarlas. La lección esencial de todos los clásicos de la ética griega es que debemos cultivar día a día nuestras mejores dimensiones. Cuando llega la catástrofe y nos preguntamos qué hacer, vemos que hay que vivir del apoyo mutuo. Pero eso no se improvisa, como no se improvisa la justicia, la solidaridad o la compasión. Hay que cultivarlas a nivel personal y social. Los países también deben ser solidarios. Si lo fueran, algunos no nos hubieran requisado unos recursos sanitarios muy necesarios y otros no nos hubieran vuelto la espalda. Debemos aprender que el futuro tampoco se improvisa, que se cultiva día a día para responder a las otras catástrofes que vendrán.

La frase
Gestión y servicio.
«Los políticos deben ser competentes y buscar el bien común desde un modesto segundo plano»

-¿De qué modo?

-Con ese bagaje que desde la ética se ha llamado las excelencias del carácter. Las virtudes: la justicia, la prudencia, la templanza, o la compasión.

-¿En cuál nos apoyamos hoy?

-La palabra virtud no tiene hoy muy buena resonancia, pero en este momento hay dos que están muy unidas: compasión y esperanza.

-Con los políticos, ¿hemos de ser ahora más críticos?

-La ciudadanía ha de ser siempre crítica. Pero criticar es discernir, no insultar, cómo se piensa. Debemos tratar de discernir qué actuaciones son adecuadas y exigir a los políticos que no asuman más protagonismo del que les corresponde. Que sean facilitadores de los elementos de justicia que necesita la sociedad y pongan las bases para que cada cual pueda llevar adelante sus ideales de vida y sus proyectos. Lo importante son las personas: el 'demos', el pueblo, es el verdadero protagonista de la democracia. Los políticos deberían asumir un modesto segundo plano de gestores y no andar siempre con trifulcas ideológicas y polarizaciones y conflictos que atrapan todo el mundo de la discusión y relegan al ciudadano. Deben ser competentes y buscar el bien común.

-Para Aristóteles ser feliz es una necesidad humana. ¿Incluso en esta situación?

-Hemos de recurrir a otra expresión de Aristóteles que es muy importante: amistad cívica. No es momento de pensar solo en cómo yo soy feliz. La elemental solidaridad que pide la situación nos lleva a pensar en que las personas somos unos con otros, como reiteran las tradiciones filosóficas occidentales. Hemos de pensar juntos y vinculados. También los países deberían trabajar sobre esa amistad cívica, el vínculo entre quienes habitan un país, que en nuestro caso además de los ciudadanos son los inmigrantes, y que tienen que perseguir un proyecto común. Y el que nos une a todos ahora es salvar vidas a toda costa y acabar con el sufrimiento.

-¿A qué otros pensadores nos aferramos?

-A Kant, mi filósofo preferido, que afirma que la libertad es fundamental. Que cada ser humano tiene dignidad y no un simple precio. Es muy pertinente, ahora que se habla de no atender a mayores de 80 años para dar más posibilidades a otros más jóvenes. No, oiga, no. Toda persona es digna: la de 80, la de 90 y la de 100. El discapacitado, el desamparado y el que tiene buena salud. Kant nos enseña que la dignidad humana es intocable y que de ahí brotan los derechos humanos.

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