Libros y cine
1) Recientemente en una columna de Babelia, el escritor Antonio Muñoz Molina recomienda un libro y hace un comentario sobre la temática del mismo. Recomiendo su lectura.
2) El segundo libro que os recomiendo leer es Radical Libre de Manuel Vicent (Editorial Círculo de Tiza). Es la recopilación de las columnas publicadas los domingos por este autor en el periódico El País. Dada que las columnas son de trescientas palabras hace una fácil lectura en el descanso veraniego. Cada una de las columnas si te atrapará y te dejará pensando mucho tiempo. Son un testimonio de la época en que vivimos. En ellas está la realidad cotidiana, la historia, nuestro presente mirado con sentido filosófico y de una belleza incomparable. No te defraudará.
3) CINE
Días pasados vi esta película argentina que venía precedida de buena propaganda pero debo deciros que me defraudó. Me aburrí, no me aportó nada, parecía ya todo visto, excesos de primeros planos y demasiadas frases y coloquios creo que muy estereotipados. En fin, esa es mi opinión. Se que a otras personas cinéfilas si les ha gustado. A continuación os transcribo datos del filme y un resumen de críticas publicadas por FILMAFFINITY.
Una
mujer alemana
Antonio Muñoz Molina
En esta era de Trump,
Bolsonaro y Salvini, los testimonios de judíos aplastados por el nazismo
resuenan fuerte
Prisioneras del campo de
concentración de Auschwitz, en torno a 1944. / ULLSTEIN BILD GETTY
IMAGES
Un día de marzo de 1933, la doctora Hertha
Nathorff fue al cine en Berlín con una amiga y vio a Hitler en el
palco de honor. Nathorff era una ginecóloga distinguida, con una consulta
privada muy próspera y un puesto de dirección en una clínica en la que atendía
sobre todo a mujeres. Su marido, también médico, dirigía un hospital importante
en Berlín. Tenían un hijo de 10 años. Vivían en un apartamento grande y
confortable. Como la doctora era alta y rubia, con los ojos muy claros, los
pacientes no pensaban que pudiera ser judía. Un día, una señora a la que
Nathorff había salvado la vida unos años atrás en un parto muy difícil vino a
visitarla con el hijo nacido entonces, vestido orgullosamente con el uniforme
de las Juventudes Hitlerianas. Muchas personas, observó la doctora, hacían
comentarios antisemitas sin ningún tono de maldad, más bien como de oídas, como
por distracción, por seguir la corriente. Cuando ella les hacía saber, con
educación y firmeza, que también era judía, muchos de esos pacientes, hombres y
mujeres, reaccionaban como avergonzados, o sorprendidos, o incómodos. Una
señora le mandó después una carta pidiéndole disculpas y un ramo de flores.
La doctora Hertha Nathorff, una mujer cultivada
que tocaba el piano y que en su juventud había vacilado entre hacerse médica o
cantante de ópera, había anotado en su diario, el 30 de enero, el nombramiento
de Hitler como canciller provisional de lo que todavía era la República de
Weimar. En algunos pacientes había observado esos días caras de preocupación;
en otros, de puro júbilo. Apenas dos meses después, la noche en que vio a
Hitler en el palco del cine, ya había ardido el Reichstag y habían empezado las
detenciones, los desfiles agresivos con antorchas, los primeros boicoteos a
comercios judíos. Pero la fuerza narcótica de la normalidad es tan poderosa que
muy pocas personas se daban cuenta de la escala de lo que ya estaba sucediendo.
Hertha Nathorff llegó al cine con su amiga después de una jornada muy fatigosa
en la clínica y observó que todo el mundo en el patio de butacas alzaba la
mirada en la misma dirección, y allí estaba Hitler. Nathorff anota que había
mucha agitación entre el público, pero no dice que sonara un aplauso. Lo que
cuenta es que se fijó en los ojos y en las manos de Hitler, y le dijo a su
amiga: "Este hombre será nuestra desgracia y la de Alemania. Lo tengo
claro, ahora que he visto sus ojos y sus manos". De lo que había visto en
esos ojos y esas manos no dice nada más. Sabemos que los ojos eran muy claros y
redondos, y que miraban con una intensidad entre demente e hipnótica. No
recuerdo haber leído nada sobre las manos de Hitler.
Las de la doctora Nathorff tendrían la suavidad
sensitiva, la capacidad de máxima y delicada precisión requeridas para tocar el
piano, para auscultar la carne humana dolorida y practicar la cirugía. Unos
meses más tarde, Hertha Nathorff había sido expulsada de su trabajo en el
hospital. Al cabo de menos de seis años, cuando se miraba las manos, las veía
rojas y ásperas, gastadas por el trabajo de fregar y limpiar, y ya temía que
nunca más volvería a tocar el piano ni a examinar a un enfermo. En muy poco tiempo
lo que parecía inconcebible había sucedido, lo sólido y lo normal y razonable
se había desmoronado, y Hertha Nathorff, su marido y su hijo, después de ir
perdiendo uno por uno todos los asideros que habían dado por firmes en sus
vidas, eran tres exiliados sin oficio ni beneficio, sin amistades, sin posición
social, tratando malamente de buscarse la vida en Nueva York. Porque habían
logrado escapar de Alemania podían contarse entre los privilegiados. Pero el
trauma del acoso gradual, del terror, de la exclusión, de la soledad sin amparo
en una ciudad abrumadora y en un idioma que aún no conocían es probable que ya
no los abandonara nunca. Un día de septiembre de 1941, Hertha Nathorff sale de
su casa y echa andar hasta que se hace de noche y llega a la orilla del Hudson.
Escribe en el diario: "El agua me llamaba, me atraía… Así que me quité los
zapatos, el abrigo y el sombrero, y lo dejé todo en un banco, al lado del
bolso". La traducción de Virginia Maza es de una gran belleza. Parece que
estamos leyendo una escena de esa tremenda novela de Isaac Bashevis
Singer sobre exiliados europeos, Sombras sobre el Hudson.
Cuando ya está a un paso del agua, Nathorff se
detiene al oír una voz que le habla en alemán en la oscuridad: “¿Qué está
haciendo? ¿Adónde va?”. A un desconocido, un compatriota igual de desterrado
que se encontraba por azar junto al río, le debió esa noche Hertha Nathorff la
vida.
Hemos leído otras veces
historias semejantes. En el diario mucho más copioso de Victor Klemperer hemos
podido asistir a ese acoso metódico y a la vez gradual que va haciendo que se vuelvan
normales paso a paso crueldades y abusos inauditos. Habrá un día en que no
podrás seguir ejerciendo como médico en la sanidad pública, aunque sí,
temporalmente, mantener una consulta privada. Llegará otro en que no podrás ir
por la acera, y otro en que no podrás sentarte en la mayor parte de los bancos
públicos, aunque sí en algunos. La caída en el horror parece menos definitiva
porque durante mucho tiempo habrá sido complicada, difusa, administrativa. Los
que creías tus compatriotas, tus vecinos afables, hasta en algún caso tus
amigos cercanos, no se habrán vuelto de golpe desconocidos y enemigos. Habrá
alguno que te seguirá mandando una felicitación de cumpleaños, aunque con la
precaución de no poner su nombre en el remite. Habrá quien te recomiende
disimulo y paciencia, quien un día te vea de lejos y se cambie de acera. Todo
son grados. Habrá quien aproveche tu desgracia para no devolverte un favor o
pagarte una deuda, y quien no permita que su hijo siga jugando con el tuyo: y
quien te delate, y quien te torture.
Llevo muchos años leyendo este tipo de
testimonios, pero justo esta vez, al descubrir el diario de Hertha Nathorff, me
doy cuenta de que ahora, en la edad de Trump, Bolsonaro, Salvini, Orbán,
Putin, de las multitudes de nuevo intoxicadas por las pasiones cerriles del
nacionalismo y la xenofobia, las leo de otra manera. La posibilidad de lo
inimaginable y de lo peor ya no pertenece solo a los libros de historia.
Diario de una alemana.
Hertha Nathorff. Traducción de Virginia Maza. Libros de Trapisonda, 2018. 223
páginas. 15,55 euros.
3) CINE
Días pasados vi esta película argentina que venía precedida de buena propaganda pero debo deciros que me defraudó. Me aburrí, no me aportó nada, parecía ya todo visto, excesos de primeros planos y demasiadas frases y coloquios creo que muy estereotipados. En fin, esa es mi opinión. Se que a otras personas cinéfilas si les ha gustado. A continuación os transcribo datos del filme y un resumen de críticas publicadas por FILMAFFINITY.
Título original
El cuento de las comadrejas
Año 2019
Duración 129 min.
País: Argentina
Dirección
Guion
Juan José Campanella, Darren Kloomok (Historia original: Augusto Giustozzi, José A. Martínez Suárez)
Música
Emilio Kauderer
Fotografía
Félix Monti
Reparto
Género
Sinopsis
Remake de la película 'Los muchachos de antes no usaban arsénico', cuenta la historia de una bella estrella de la época dorada del cine, un actor en el ocaso de su vida, un escritor cinematográfico frustrado y un viejo director hacen lo imposible por conservar el mundo que han creado en una vieja mansión ante la llegada de dos jóvenes que presentan una amenaza que lo puede poner todo en peligro. (FILMAFFINITY)
Estreno en Argentina: mayo 2019.
Estreno en España: julio 2019.
Estreno en Argentina: mayo 2019.
Estreno en España: julio 2019.
Críticas
Víctor Esquirol: FilmAffinity
Carlos Boyero: Diario El País
Alberto Luchini: Diario El Mundo
Oti Rodríguez Marchante: Diario ABC
Beatriz Martínez: Diario El Periódico
Andrea G. Bermejo: Cinemanía
Desirée de Fez: Fotogramas
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