Hoy Alejandro Elías. Coloquio entre amigos
Con esta entrega de Coloquio entre Amigos finalizamos el análisis del tema de las redes sociales.
El contenido de la entrevista de hoy es brillante y merece la pena leerlo, reflexionar y debatir sobre esta cuestión que en cierto modo está cambiando nuestras vidas.
Después de su lectura podéis repasar todas las intervenciones previas que están publicadas en las semanas anteriores de Sinapsis.
El contenido de la entrevista de hoy es brillante y merece la pena leerlo, reflexionar y debatir sobre esta cuestión que en cierto modo está cambiando nuestras vidas.
Después de su lectura podéis repasar todas las intervenciones previas que están publicadas en las semanas anteriores de Sinapsis.
Conversaciones entre amigos
Redes sociales y nuevas tecnologías
Hoy con: Alejandro Elías.
Psicoanalista
Entrevista-coloquio
1) P. En la mayoría de las
sociedades actuales el uso del celular o móvil es masivo y además ocupa gran
parte del tiempo que disponemos. Pareciera que la mayoría de las personas están
“interconectadas” de forma casi constante. La comunicación entre los individuos
es casi permanente. Observamos que ante cualquier resquicio temporal de soledad
o de descanso de la actividad laboral u ocupacional que sea, el individuo coge
el móvil y se “comunica”. Lo vemos en la calle, los sitios de trabajo, los
lugares de ocio, al comer o disfrutar de la playa por solo mencionar algunos
lugares.
¿Con esta actitud hemos
mejorado la relación entre las personas?
Respuesta:
No parece que sea así. Si hay algo que caracteriza a este siglo en el
cual nos toca vivir, son los permanentes cambios que se producen a una
velocidad insólita para nuestra historia
como especie. Para aquellos que nacimos en el siglo pasado, ante la rapidez con
que se producen ciertas transformaciones, hace que no solo no las comprendamos,
sino que además las rechacemos, cayendo en una cierta “melancolización” que
añora ese “pasado que fue mucho mejor”. Es
decir que todo inmigrante digital (este es el apelativo elegido por los medios
para todos aquellos que no somos nativos digitales) debería no dejarse obnubilar
por la nostalgia si realmente quiere analizar las repercusiones que tiene este interesante momento histórico en nuestra manera de habitarlo. Es una realidad que nuestro mundo
contemporáneo nos empuja decididamente a la hiperconectividad. Vivimos bajo una
creciente presión que reza: “¡Todos Conectados!”. De ahí que exista en la actualidad toda una
vida que transcurre de manera online, la cual se caracteriza por ponderar la
imagen y degradar la palabra. Una
agitada vida online nutrida de anuncios y notificaciones comerciales y
personales, donde la palabra se torna fugaz, perdiendo consistencia. Lo que se
observa es que el precio a pagar por abusar de la conectividad es un incremento del
aislamiento, es decir, cuanto más conectados estamos al enjambre virtual, experimentamos
cada vez más una desconexión del mundo offline.
Cuando esto se agudiza es difícil
desactivar ese circuito, el del aislamiento y sus pantallas, cuando aquel que
lo habita lo hace con una excesiva satisfacción y no de manera sufriente.
De ahí que no comparta la idea que la
Conectividad haya mejorado las relaciones humanas. En todo caso, lo que es
evidente es que las ha modificado.
P. ¿Hablamos siempre con
alguien para estar menos solos?
Respuesta:
No siempre es
así. Acabo de hacerle esta misma pregunta a un niño de nueve años, el cual respondió
sin dudar: “No es para estar menos solos, es para estar menos aburrido”. En las
palabras de este niño encontramos uno de los mandatos principales del mundo hipermoderno:
“Prohibido aburrirse”. Dicho de otro modo “todo debe ser divertido”: estudiar,
trabajar, la vida en pareja y un largo etcétera. Pasamos del aburrimiento que posibilitaba
la invención a inventar todo tipo de artefactos para no aburrirnos.
Con respecto
a la pregunta yo me arriesgaría a decir que en muchos casos nos “telecomunicamos”
para continuar solos, pero no necesariamente en solitario. En la actualidad
junto a la impulsión hacia la hiperconectividad se alinea, con la misma fuerza,
la negación de la existencia de una vida interior. Se rechaza el silencio, la
pausa que implica el callar aburre. Hoy es común ver en lugares públicos, que
en cuanto irrumpe una cierta incomodidad y al no saber como interactuar se echa
mano al teléfono, como si de un objeto contrafóbico se tratara. El smarthphone logra sustraernos de la escena, dejándonos
solos pero acompañados, en la posición de un simple espectador que
sueña con cinco minutos de gloria. Guy Debord,
el filósofo francés, allá por 1967 ya lo anticipó y la llamó La sociedad del
Espectáculo, cuya exigencia inexcusable es mirar y exhibirse.
P. ¿Es un escudo para
aislarnos del entorno real?
Respuesta:
Mas que un
escudo, por su operatividad sería una armadura, la cual no sólo se caracteriza
por aislarnos. Esta “skin” (como lo llaman los “gamers” a los trajes de sus
superhéroes) tiene además la capacidad de generar una satisfacción que anula
otras, similar al circuito que siguen las adicciones. En el mundo online ser
parte de una o múltiples redes genera un sentimiento de pertenencia, de
identidad al considerarse como integrante de una determinada comunidad virtual.
Existir en las redes conlleva una constante demanda de interacción con la
promesa de asegurarse un buen índice de popularidad, consiguiendo más
seguidores a través de publicaciones, likes, recibir y emitir comentarios…etc.
No sólo se trata de aislamiento entonces, hay una cierta recompensa de satisfacción,
efímera, pero satisfacción al fin.
P. ¿Esta
hiperconectividad continua entre las personas de la sociedad, entendiendo como
hiperconectividad el concepto que sintetiza la situación actual del ser humano
en la cual vive conectado permanentemente a la información a través de
diferentes dispositivos como la radio, la televisión, internet y el teléfono
celular ¿significará en el futuro algún tipo de salto cualitativo
evolutivo?
Se dice que parte del avance del homo sapiens estribó en la mejor y
más
intensa comunicación
entre los mismos.
¿Significará algo de eso o no?
Respuesta:
El ser humano logró avanzar no solo por
su evolución biológica, mas bien pudo ir mas allá gracias al establecimiento
del lazo social, el cual se basa en la palabra. Pasar de la lanza al insulto
fue un gran salto evolutivo para el hombre primitivo. Fue la palabra la que nos humanizó, por eso es tan necesaria como importante para
el devenir de los seres hablantes, sobre ella se fundó nuestra humanidad. En
cambio en la actualidad, lo inédito del lazo tiene que ver con su virtualidad. El
enlace virtual, esa manera de relacionarnos que introdujo la “net”, se reduce
al uso del objeto técnico y se caracteriza por ser breve pero constante. Podemos
advertir entonces que junto al empoderamiento de la imagen y la devaluación de
la palabra de la que hablábamos antes, coexiste también hoy una enérgica
potenciación del exceso.
En el mundo actual sus imperativos nos
fuerzan a dar rienda suelta a los impulsos de manera ininterrumpida, mostrando
una firme intolerancia al vacío, a la espera.
Todo lo “hiper” (hiperconectividad,
hiperactividad, hiperinformación, hipertransparencia) hace referencia a un
exceso y sabemos que este como tal, no facilita el encuentro con el otro. Para
que haya encuentro debe haber renuncia, cuestión que queda elidida en el empuje
a lo compulsivo. De ahí nacen expresiones como “el poliamor”, por ejemplo,
donde el amor queda reducido a una ganancia y no a una renuncia. No deberíamos
olvidar que en el largo viaje de la humanidad, el amor ha tenido un
protagonismo crucial, en el sentido de un giro del egoísmo en altruismo.
P. ¿Importa solo la
hiperconectividad o también la calidad del contenido de la comunicación?
Respuesta:
La hiperconectividad no implica siempre
a la comunicación. La mayor parte del tiempo uno interactúa con plataformas, pudiendo
habitar múltiples espacios virtuales de manera simultanea. En lo que se refiere
a la comunicación ocupa un porcentaje mucho menor en la conectividad. Una gran
porción del tiempo se lo llevan las actualizaciones de perfiles, controlar el
rendimiento de las publicaciones, evaluar lo publicado por otros internautas,
chequear notificaciones, escuchar música, consultar tutoriales a través de
videos. El mundo online genera una gran oferta
de aplicaciones para que la desconexión no se produzca. No hay tiempo
para la comunicación, solo para los mensajes y los “clicks”. Es así como la
velocidad se impone en detrimento de la calidad de los contenidos.
Hace unos días el periódico francés “Le
Monde” bajo el titulo “¿Somos mas impacientes?” publicaba una nota en la cual cuentan
que habían logrado medir que después de cinco segundos de espera en la apertura
de su pagina web, tres de cada diez potenciales lectores abandonaban el sitio.
En noviembre de 2018 consiguieron reducir el tiempo de descarga de ocho a dos
segundos, logrando de esta manera que sus lectores aumentaran en un 24% su permanencia en el sitio online
del periódico.
P. Las personas casi de
forma mayoritaria se comunican pero ya no se habla de forma directa. La palabra
a través de la voz, los matices de la misma, los estados de ánimo, etcétera,
desaparecen en el lenguaje escrito de los mensajes del celular.
¿No se pierden muchos aspectos de la
comunicación al hacerlo solo por escrito o con imágenes o emoticonos?
Respuesta:
Hace algunos años un estudio llevado a
cabo por la Universidad de Oxford sostenía
que la palabra más utilizada mundialmente en el año 2015, no era un
vocablo en si, en realidad era el “emoticón”
de la risa. Vivimos en una sociedad sometida a la aceleración y al instante.
Parecería ser que lo importante es acelerar la interacción con el fin de
mantener viva la conexión. Un mensaje largo “aburre” y escribir
convencionalmente ralentiza la conexión. Un ejemplo de esto lo da la plataforma
Twitter, la cual impone un máximo de 280 caracteres a una publicación. Así es
como la supremacía de la comunicación visual va deteriorando a la cultura
escrita, producto de la enérgica exigencia de inmediatez que rechaza lo
mediato. La mutación que sufren los vínculos interpersonales con la nueva
tecnología permiten que ya no sean los cuerpos el soporte del encuentro y de
esta manera la comunicación se ve privada de su parte mas humana. Pero para no
caer en una “demonización” del mundo online hay que reconocer que la
sustracción del cuerpo en la comunicación puede ser, en ciertas coyunturas
subjetivas, de gran utilidad para mitigar situaciones difíciles de sobrellevar.
Es decir, este tipo de comunicación puede ayudar a muchos sujetos a poder decir
y tomar posiciones en determinadas circunstancias donde la presencia del otro lo
torna dificultoso. Por eso dependerá del uso que hagamos cada uno
y en cada momento de esta tecnología.
2) P. Vivimos en un tiempo
donde se percibe una pasión desmedida de gran parte de las personas por hacer
fotos del entorno, de obras de museo, de la actividad que está realizando o del
lugar en que se encuentra y hacerse fotos de su rostro solos o acompañados
(selfies) y su colocación posterior en las redes. Pareciera que el gozo mayor
está en ser “visto”, hacerse “viral” o buscar un reconocimiento.
¿Qué significado creéis que tiene?
Respuesta:
Una buena parte de la red es un
verdadero show donde todos podemos ser, de alguna manera, “celebrities”. En
este mundo en donde se pondera también la primacía de los actos sobre las
palabras, estamos convocados a ser “emprendedores” de uno mismo. Zigmunt Bauman
en su libro Amor Liquido advierte: “…se expone nuestros secretos mas profundos
al lado de nuestra lista de compras”.
Cualquier acontecimiento personal puede
anoticiarse y una manera de hacerlo es a través del “selfie”. Este tipo de
“autofotografía” es generalmente una imagen compuesta destinada a saciar la
omnipresencia de la mirada. Uno se coloca como un objeto ante ese aparato que
lo mira todo el tiempo y es ahí, en ese exhibirse, donde se juega una cierta
satisfacción. Ensayando poses, diseñando miradas, retocando las imágenes se acalla otra corporeidad mas personal. Dicho
de otro modo, este tipo de fotografía da sobradas muestras de que lo mas íntimo
es lo mas rechazado en la actualidad. Ya no solo se trata de ese empuje al
consumo que se traduce en una satisfacción por “tener”. En realidad hay que
“tener para dar a ver”, por supuesto todo esto condicionado por los comentarios
y “likes” que se reciben, los cuales se nutren de los ideales de consumo.
Podemos acordar que no es nada nuevo
que el exhibirse genere una cierta satisfacción, lo que si es novedoso en este
asunto es que hoy tengamos, a un solo golpe de click, tantos medios para
efectuarlo.
¿Narcisismo, egoísmo? ¿socialización de la
capacidad de tener una imagen que en la historia pasada era mucho más reducida
o solo asequible a clases pudientes? ¿búsqueda de aceptación por parte del otro
y “placer” mediado por neurotransmisores al recibir los “me gusta” o similares?
Respuesta:
Narcisismo o Narcinismo? Este ultimo
término lo acuñó la psicoanalista Colette Soler para referirse a ese narcisismo
actual, el cual se alimenta de ese cinismo que solo persigue la satisfacción
personal. Pero ya no se trata de esa satisfacción que era producto de la
complejidad y su tiempo para comprender, la cual implicaba cierto esfuerzo y
paciencia. En realidad se trata de ese gozo inmediato, un goce un tanto
“idiota”, en el sentido que tuvo en su origen esta palabra para los griegos. “Idiota”
era aquel que se preocupaba solo de sí mismo, de sus intereses privados y
particulares. Los grandes relatos, esos ideales que nos
guiaron durante miles de años ya no tienen el peso de antaño, lo cual fue dando
paso a un ser humano un poco extraviado, “desbrujulado”. Así fue como el lugar
vacante que dejaron los ideales ha sido conquistado por el objeto de consumo. Bajo
la ilusión narcisista de ser mirado y leído por todos, el internauta se ve
compelido a publicar permanentemente en la red fotografías y videos, los cuales
deben reflejar una imagen de felicidad, de belleza y éxito dispuesta a ser
consumida instantáneamente, ya que si uno no es consumido, simplemente no
existe.
3) P. Las personas hoy en
día se desplazan por diferentes motivos a grandes distancias en el planeta. Sin
duda que los medios tecnológicos (skype, video cámaras en el teléfono…) han
revolucionado la comunicación entre los individuos que están alejados. Sin duda
que es un hecho muy positivo, casi inimaginable hace unas décadas.
Pero por el contrario las personas que están
cerca y que tienen posibilidades de contacto directo con frecuencia lo eluden y
lo hacen “escribiendo” en los celulares o el ordenador y ni siquiera usan la
voz para contactar. Más aún, a veces están juntos pero separados cada uno con
su móvil o celular departiendo con amigos lejanos.
¿A qué pensáis que se debe ese
comportamiento? ¿Imitación irreflexiva?
Respuesta:
Solos pero acompañados…a la distancia.
Cada uno disfrutando con su “aparatito”. En las relaciones humanas el otro, el
semejante siempre nos resulta inquietante. Cada relación que vamos
estableciendo con otras personas conlleva siempre una cuota de insatisfacción.
En algunos casos es mínima y en otros casos se transforma en un malestar
intolerable. Con la introducción del teléfono en nuestra manera de
relacionarnos se consigue poner al otro a una cierta distancia pero en un
interactuar ininterrumpido. No es la ausencia, sino la falta de la presencia
del otro, lo que despoja a la comunicación del “ cuerpo a cuerpo”, que no solo
implica a los gestos, expresiones, movimientos que acompañan a las palabras,
sino también deja fuera de juego a la “otredad”. De esta manera se instala la
ilusión de que a través de un dispositivo todo es mucho mas fácil, ya que se
puede decir casi cualquier cosa sin dar la cara. En la actualidad es moneda corriente
que muchas relaciones y no solo a las amorosas me refiero, en las laborales
también se puede observar, llegan a su fin a través de un simple mensaje.
4) P. Creo que compartiréis
que los avances tecnológicos en comunicación y sus instrumentos derivados,
ordenadores, redes, celulares, han favorecido una revolución jamás conocida
para el acceso a la información y conocimientos científicos, culturales,
educacionales, etcétera que probablemente sirva para el progreso individual y
social de la humanidad.
¿Será el empleo excesivo
del celular una forma de “expansión” del cerebro, de la cultura que favorece su
transmisión casi en crecimiento exponencial aunque también conlleve lo malo o
innecesario?
¿Es así o queréis matizar
este tema?
Respuesta:
La virtualidad es innegable que
repercutió en nuestra manera de habitar el mundo, es por eso que las nuevas
tecnologías son un fenómeno social antes que tecnológico. Sin caer en una apología de la tecnofobia, lo
que se observa es que el paraíso para la originalidad que prometía internet se
tradujo en una cultura única que expulsa lo distinto, generando una
homogeinización sobre los gustos y las normas, llegando en algunos casos
extremos a producir profundos estragos subjetivos. Esa “autooptimización” a la
que nos vemos empujados nos deja cada vez más tan exhaustos como iguales. Con
el único objetivo de llegar a existir virtualmente, de no quedar excluido uno
debe someterse mejor que todos al orden existente.
P. Las redes sociales
cumplen también un papel positivo en las relaciones humanas.
¿No creéis que del mismo
modo también se ha convertido en un refugio de violentos, antidemócratas,
cobardes, desestabilizadores de los sistemas democráticos, pederastas,
acosadores, entre otras acciones reprobables?
Respuesta:
Por supuesto que las redes sociales son
un buen medio para cualquier tipo de propaganda. Además el imperativo
contemporáneo reza: “todo se puede decir y todo se puede mostrar”. Hoy hay
menos diques que contengan lo compulsivo y está todo más expuesto, de ahí
deriva que en la red no solo hay lugar para ciertos tipos de personajes, sino
también para sus “Folowers”. Hoy es una realidad que hasta los “seguidores” se
pueden adquirir por una módica suma de dinero. Los actuales líderes de los partidos
políticos, como así también el sector empresarial se sirven de esta artimaña
para exhibir popularidad.
P. ¿Se puede hacer algo
ya sea a nivel internacional, institucional o individual para minimizar esas
acciones?
Respuesta:
Se hace difícil arriesgar una respuesta en la
era de la “Post-Privacy”.
5) P. Hoy la mayoría de los
ciudadanos son conscientes que a través de los medios tecnológicos (celulares,
ordenadores, etcétera, somos vigilados, controlados, espiados y se nos “roban”
nuestros datos. Sin embargo, no hacemos nada y al parecer nuestros gobiernos
tampoco nos protegen.
¿Creéis que es así y qué pensáis que se puede hacer ?
Respuesta:
La sociedad de la transparencia, como
ya se adelantó, se basa en el exceso de verborragia y exhibicionismo. Una
sociedad sin velos, privada de secretos no hace otra cosa que dejarnos más
expuestos, ya que la promesa de “existir” se juega en la información y el
intercambio en las redes. ¿Cómo vamos a esperar que nuestros gobiernos nos
protejan si ellos mismos se benefician del mundo online? Solo hay que ver la
gran influencias que supuso el Big Data y las redes sociales en la elección del
ultimo presidente de Estados Unidos y Brasil o en el Brexit de Gran
Bretaña.
7) P. ¿Qué opináis del
enorme éxito de los videojuegos entre los jóvenes y cuáles serían los
mecanismos por los que se desarrolla en muchos una adicción que los aparta del
entorno entre otras cosas?
Respuesta:
Los videojuegos han tenido un enorme éxito entre
los jóvenes pero también entre los no tan jóvenes. Se autodenominan “gamer” y
alrededor de está nominación se han desarrollado importantes comunidades
virtuales, las cuales ya representan a una porción significativa de la cultura.
Por supuesto todo esto sostiene una creciente industria, la del videojuego. Según cifras de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI) en 2018 el sector de los videojuegos en España facturó
1.530 millones de euros, un 12,6% de
crecimiento respecto al año anterior. Los videojuegos ya no son como los
que aparecieron en la década del 80, son verdaderas obras maestras en las que
los consumidores son los protagonistas, dándose la ilusión de que uno tiene el
control y la libertad de decisión. Esta es una de las característica
fundamentales del mundo virtual, genera la ilusión de liberación y de
autodeterminación. Basándose en este principio, los videojuegos ofertan un plus
que se traduce en una serie de desafíos, premios, regalos, modos de dificultad
que se adaptan a la destreza de cada jugador, manteniendo de esta manera niveles de frustración
bastante óptimos. Ni muy fáciles por que producen desmotivación, ni muy difíciles
para que no generen frustración. Además estos tipos de juegos no incluyen el
tiempo de la espera, pudiéndose acceder a ellos en cualquier lugar, ya que hoy
en día el juego nos acompaña en el bolsillo. No solo no incluyen el tiempo de
espera, en realidad su maniobra se basa en el “non stop”, ya que gran parte de
estos tipos de juegos demandan conectarse asiduamente para no perder los
objetivos conseguidos. Una noticia acaba de aparecer en la tapa de los
principales periódicos, un “gamer español” batió el record de más de 140 horas
ininterrumpidas jugando al “Fornite”. Este videojuego online ya cuenta con mas
de 200 millones de jugadores suscriptos.
A fin de cuentas cualquier exceso que genere satisfacción
puede suscitar una adicción. Pero a diferencia
de las toxicomanías en la compulsión al videojuego se hace difícil que el consumidor advierta que algo no va
bien al no estar en juego una sustancia prohibida ni ley que lo juzgue.
Con toda estas características el videojuego es un producto con alto
grado de adictividad, ya que genera una satisfacción inmediata, la cual tapona
la angustia y sin ella no se siente la necesidad de cambiar.
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