Política: la Cataluña de hoy

Hace casi un año, preocupado por la deriva de sectores independentistas catalanes, escribí el artículo que más abajo transcribo. Aunque han ocurrido muchas cosas desde entonces pienso que sigue vigente la opinión que vierto en este documento.


Ahora a mi edad, siendo ya un ciudadano casi septuagenario, se tambalean mis apreciaciones previas.  La deriva secesionista de un importante sector de la población de Cataluña me entristece, me ha defraudado  y me tiene muy preocupado.
Hoy en día conocemos científicamente el origen y evolución de nuestra especie, las insignificantes diferencias genéticas entre las poblaciones, la conformación de los grupos humanos, la formación de los estados nacionales en una coyuntura histórica reciente, la diferencia entre pueblo y ciudadanía. También conocemos la experiencia nefasta a lo largo de la historia de los nacionalismos resaltando siempre el  “nosotros y el ellos” unidos por la argamasa imprescindible del sentimiento victimista.
Pero sin embargo, y a pesar que sabemos todo esto, nos encontramos repitiendo retrocesos históricos que solo conducirán, como siempre, al sufrimiento, a la quiebra de la convivencia y a la frustración.
Algunos políticos, mediante el manejo del poder, muchas veces cimentado en la corrupción, con medias verdades históricas y usando emociones como tapadera de la realidad, apelan a los sentimientos tribales que como primates todos llevamos dentro. Así manipulan con gran apoyo mediático y económico la movilización de la masa.
Las banderas, las soflamas, los cánticos y el folclorismo sirven para acelerarnos el corazón por las emociones que despiertan, nos crean falsas ilusiones y un espejismo de una “patria feliz”    pero no nos sirven para los verdaderos objetivos que hoy los ciudadanos del siglo XXI deberíamos perseguir.
Como dice Yuval Noah Harari,  en los últimos dos o tres siglos las comunidades íntimas han sido sustituidas por las comunidades imaginadas para ocupar el vacío emocional que producía el crecimiento de las poblaciones.
Los sentimientos de agravio y la identidad está detrás de todo nacionalismo o secesionismo.  Las identidades nacionales  (creación reciente en la historia de la humanidad y con origen fundamentalmente económico) demandan, requieren, necesitan diferenciarse de otro y separarse de lo no afín. Las políticas identitarias como dice Bernardo Bayona, son políticas de la diferencia en donde está siempre presente el victimismo.
Las bases de la identidad “nacional” entre otras consideraciones, están señaladas por la lengua y por la “historia”. Sin duda que tener más lenguas nos engrandece. Pero la historia, ¿no sabemos acaso ya que la historia ha sido una lucha por el poder de los ricos y poderosos  y que siempre también han usado a los pobres para conseguir sus objetivos?.
Sin ir más lejos la historia de Europa o de lo que hoy llamamos España es un ejemplo de ello. También Cataluña, donde los episodios históricos  más recientes, que hoy están más en la palestra reivindicativa, se trataron simplemente de la lucha por el poder de las castas privilegiadas de los Borbones, de los Austrias  y de sus burguesías protegidas. Estos bandos usaron a la mayoría de la población que vivía en la pobreza y sin derechos como elementos instrumentales para las guerras que consolidarían los intereses de la clase dominante. Pareciera a veces que la gran disputa hubiese estado planteada por nuestro deseo histórico de ser siervos, lacayos o súbditos o de una “nobleza privilegiada” o de otra.
Con humildad, pienso que hoy en día los ciudadanos deben unir sus esfuerzos y potencialidades para vencer a los tiranos de los centros financieros internacionales, a sus cómplices locales, a los corruptos, a los charlatanes nacionalistas, a los mesiánicos politicastros que solo quieren figurar en alguna página de la historia sin importarles el contenido que esa página tenga en la vida real de los ciudadanos. Creo que debemos  ir conformando en el tiempo, un estado cada vez más amplio en donde se difuminen las fronteras basando la convivencia en el respeto de los derechos, en el avance de la ciencia, de la educación y en la disminución progresiva de la desigualdad social. No debemos tener miedo al diálogo, a la discusión y a modificar  leyes que puede que ya no sirvan para el presente de la sociedad. Pero debemos ser prudentes en no repetir errores por haber sido manipulados por los que incitando a las emociones y sentimientos  consiguen tapar y negar la realidad histórica del siglo XXI.
El escritor argentino Bioy Casares en una de sus obras publicada en 1971 decía: Los males de la sociedad solemos atribuirlos fundamentalmente a las maquinaciones y planes de los poderosos pero sin duda  infravaloramos a menudo el peso de la estupidez humana.
Creo sinceramente que los nacionalismos independentistas en Europa y en el siglo XXI son una manifestación gigantesca de la estupidez humana.

¿Dónde estamos hoy tras un año de dislates y despropósitos en la política catalana?

 El gobierno de España en manos del Partido Popular dejó llegar a la situación que hoy estamos por un inmovilismo indefendible para un ejecutivo que debe velar por la anticipación y solución de los problemas. Esta actitud no fue solo en los meses previos al pseudo referendo si no una actitud persistente durante años de esta organización política.Si bien es cierto que una vez consumado el quebrantamiento del estado de derecho accionó los mecanismos que dicho estado debe emplear para situaciones como ésta. El Partido Socialista y Podemos dejaron mucho que desear, sobre todo este último para realizar una intermediación eficaz en esta crisis. Hubo mucho oportunismo político y lo sigue habiendo. Es un rasgo del populismo.
Los partidos independentistas, tras sus argumentos basados en los arcaicas y falsas identidades y regados por los victimismos propios de los nacionalismos condujeron a todos los ciudadanos catalanes a una crítica situación plasmada en parálisis gubernativa, huida de empresas y de riquezas y lo más grave, a un quebrantamiento de la convivencia ciudadana.
Desgraciadamente las manipulaciones ideológicas desde los medios de comunicación y la educación sesgada durante años siempre terminan en violencia y odio entre los ciudadanos.
En estos días está en un máximo exponente el ingrediente victimista falseando la realidad que es incontestable.  Los ahora detenidos, pendientes de juicio y que seguramente contarán con todas las garantías legales al respecto infringieron una multitud de leyes y consensos de un estado de derecho. Fueron reiteradamente advertidos y a pesar de ello, continuaron con prácticas que significaban la rebelión contra el estado democrático español. Todas las democracias son imperfectas pero es lo mejor que hasta ahora ha conseguido el hombre  para garantizar la convivencia en paz y en libertad. Cuando no se respetan las leyes de un estado de derecho y se las infringe voluntariamente se debe responder por ello. Sin embargo hoy hay lamentos por que determinados ciudadanos hayan sido llamados ante la justicia para ser juzgados por sus presuntos delitos.
Un muestra más del victimismo manipulativo de la realidad socio-política.
Ojalá salgamos ya de esta situación insensata y los políticos se dediquen a trabajar para mejorar la vida de los ciudadanos y eso será cuando lo prioritario sean el paro, la sanidad, la docencia, las pensiones, la igualdad de género, la investigación, acabar con la precariedad laboral y la corrupción y  la educación esté basada en valores científicos y éticos que nos preparen para los retos del futuro de este mundo globalizado y no con ideologías arcaicas más afines al folclorismo y a la llamada de la tribu.







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