A continuación os he transcripto un interesante artículo relacionado con la situación de la ciencia en nuestro país. Ha sido publicado en Diario Sur esta semana (6 de febrero de 2018). Los autores son dos conocidos miembros de la Academia Malagueña de Ciencias.
La
ciencia en España. Una historia interminable
FEDERICO SORIGUER Y FERNANDO ORELLANA. MIEMBRO DE NÚMERO Y PRESIDENTE DE LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIAS
En 2016, el Gobierno dejó sin gastar el 62% de todo el presupuesto de
investigación, una cantidad que asciende a 3.155 millones de euros que no
sirvieron para financiar ni a un solo científico, ni a un solo estudiante
El pasado día 18 de
enero tuvo lugar una sesión en homenaje a Madame Curie organizado por el Museo
Andaluz de Educación de Alhaurín de la Torre y la Academia Malagueña de
Ciencias (AMC). En la presentación del acto se hizo énfasis en el papel de la
ciencia en la cultura y se denunció la falta de apoyo y el desinterés por la ciencia
de una parte significativa de nuestros representantes. Mientras esto ocurría en
el salón de actos del Rectorado de la UMA otras cosas estaban ocurriendo en el
mundo. En la Grey Gallery de la Universidad de Nueva York se inauguraba la
exposición 'The Beautiful Brain: The Drawings of Santiago Ramón y Cajal' ('La
belleza del cerebro de los dibujos de Santiago Ramón y Cajal'), organizada por
el Museo de Arte Frederick R. Weisman de la Universidad de Minnesota en
colaboración con el Instituto Cajal de Madrid. En las mismas fechas José Luis
Taín Enríquez un científico español del Instituto de Física de Partículas de
Paterna (Valencia), dependiente del CSIC escribía una carta a un periódico de
ámbito nacional. La carta tenía una historia. Su equipo había colaborado con el
laboratorio Riken de Japón en uno de los proyectos más apasionantes de la
física en los últimos tiempos, la búsqueda del elemento 119 de la Tabla
Periódica y en cómo se forman los elementos pesados en el universo. Quizás sea
el momento de recordar con Pascual Román investigador del País Vasco, que
aunque España no esté en este momento en la parrilla de salida de la
investigación de nuevos elementos químicos, ya figuran tres hallazgos españoles
en la Tabla Periódica: el platino, un metal precioso descrito en 1748 por el
naturalista Antonio de Ulloa, el wolframio, aislado por primera vez en 1783 por
los hermanos Juan José y Fausto Delhuyar y el vanadio, observado en 1801 por el
químico Andrés Manuel del Río. Pues bien, el pasado 20 de enero en aquella
carta a un periódico nacional José Luis Taín Enriquez, anunciaba que su
participación en el experimento del grupo japonés está seriamente amenazada
debido a los brutales recortes que desde España este año se han producido en la
financiación del proyecto. Estas tres historias que estaban ocurriendo de
manera simultánea en Málaga, Nueva York y en Valencia, ponen de manifiesto lo
lejos que está aún nuestro país de normalizar la gestión política y social de
la ciencia. La exposición de Cajal en NY es un ejemplo de las finas y muy
permeables fronteras entre las ciencias y las artes. El mérito de los
organizadores de la exposición de la Grey Gallery de la Universidad de Nueva
York, está en haber sido capaces de apreciarlo. Para la Academia Malagueña de
Ciencias ver la obra de Cajal en un Museo de Arte es un gran aliciente para
seguir adelante con su empeño de conciliar las ciencias con el arte y con las
humanidades. Es algo que está ya en sus principios fundacionales y visible hoy
en la procedencia de los académicos que la componen pues en su seno conviven
físicos, médicos, ecólogos, historiadores, arquitectos, sociólogos,
archivistas, botánicos, hidrogeólogos, abogados, ingenieros, periodistas,
filósofos, sin que pretendamos agotar la taxonomía profesional de sus miembros.
Una vocación interdisciplinar de conciliación entre las artes, las humanidades
y las ciencias que desde la Academia Malagueña de Ciencia (AMC) se ha puesto
ahora a disposición de un nuevo y esperanzador proyecto que liderado desde la
Delegación de Cultura, intenta recuperar ese impresionante patrimonio de la
ciudad que es el Cuartel/Convento de la Trinidad. La historia del científico de
Valencia nos obliga de nuevo a reflexionar sobre la situación de la ciencia
española. Año tras año la historia se repite. La ciencia española sigue sin ser
considerada por la oligarquía política, financiera y empresarial de este país.
Cuando no es un motivo es otro. La última disculpa la crisis y de nada sirvió
que la mayoría de los países europeos, también afectados por la crisis, no
redujeran los presupuestos dedicados a la ciencia sino que algunos hasta los
aumentaran. Ahora los marcadores macroeconómicos mejoran y nuestros políticos
se olvidan de nuevo de la investigación científica. Los mismos que se apresuran
a hacerse la foto cuando un grupo destaca a nivel internacional se olvidan
inmediatamente cuando se sientan en los consejos de administración o en el
Consejo de Ministros. Un estudio reciente realizado por la Confederación de
Sociedades Científicas de España (COSCE) muestra que en 2017 los recortes en
ciencia han sido mayores que la media de todos los demás presupuestos que, para
colmo, se han realizado ya pasada la crisis y en un contexto de crecimiento
económico, lo que 'muestra la nula prioridad que tienen las políticas de
ciencia' concluye el informe de la COSCE.
Además en 2016, el
Gobierno dejó sin gastar el 62% de todo el presupuesto de investigación, una
cantidad que asciende a 3.155 millones de euros que no sirvieron para financiar
ni a un solo científico, ni a un solo estudiante, pues solo existieron sobre el
papel. ¿Conocen ustedes a algún parlamentario o a alguien con alguna
responsabilidad política o institucional que no reconozca en público o en
privado la importancia que la investigación científica tiene para garantizar el
futuro y la independencia económica del país? Nosotros ni lo conocemos ni lo
hemos conocido. ¿Entonces por qué es tan frustrante la política científica y la
gestión de los recursos dedicados a la investigación científica en España? Es
este un enigma, uno más, a los que este país algún día deberá enfrentarse y
resolver. La recuperación de la obra de Cajal para el arte desde una
Universidad americana y la penúltima denuncia de un destacado grupo de
investigación español recordados aquí en esta Tribuna, deberían servir de
estímulo para que como Alejandro Magno con el nudo gordiano, se pusiera punto
final alguna vez en nuestro país a esta historia interminable.
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