¿Obsolescencia de nuestros trabajos y profesiones?
El artículo que
transcribo más abajo corresponde a una de las publicaciones que realiza Javier Sampedro en
un periódico de ámbito nacional. A través de sus artículos nos suele mostrar el
camino que está recorriendo la ciencia actual. Además de ser un buen divulgador
científico tiene una buena y sólida formación académica. Abajo menciono
aspectos de su perfil profesional.
Javier Sampedro
Pleite (Madrid, 1960). Es un científico y periodista español.
Se doctoró
en genética y biología molecular, y fue investigador
del Centro de Biología Molecular Severo
Ochoa de Madrid y del Laboratorio de biología molecular
del Medical Research Council de Cambridge.
En 1995 comenzó a publicar artículos de divulgación científica en El País, algunos de ellos recopilados en
libro; y en el sitio web de ese periódico ha dirigido algunos blog de contenido
científico.
Actualmente, sigue escribiendo columnas en El País y
colaborando con Materia, la sección del mismo periódico.
El artículo que os
recomiendo hoy es Obsolescencia. Tema de debate y preocupación en la
actualidad.
Obsolescencia
(Javier Sampedro)
Según los expertos en
inteligencia artificial, el último trabajo que se perderá es precisamente el de
experto en inteligencia artificial
Crece el desasosiego por la obsolescencia
programada, esa metodología industrial que no solo convierte la batería de tu
teléfono en un armatoste ineficaz con solo que pasen un par de años, sino que
puede colarle a tu aparato con cada actualización un caballo de Troya que
acarrea en su seno el germen de la destrucción. Pero la obsolescencia
programada más irritante no es la del coche, la lavadora o el teléfono, sino la
del mismo cliente, la tuya y la mía, desocupado lector. Basta con que una
máquina gane al campeón de ajedrez, de póker o de Golf para que nos recorra el
espinazo un calambre de espanto y se nos erice el sistema nervioso periférico
al presentir que nos vamos a quedar obsoletos. Yo, por ejemplo, traduzco de vez
en cuando algún libro científico, y no sé cuánto tiempo más voy a poder seguir
haciéndolo mejor que un traductor de silicio. Todo esto es una angustia y una
pesadumbre.
Unos
investigadores de las Universidades de Oxford y Yale han ideado una forma de predecir, o al menos
hacerse una idea, acerca de cuánto tiempo le queda a cada profesión humana. No
pasa de ser una encuesta de opinión, pero al menos se basa en las opiniones más
acreditadas que cabe imaginar. Se han plantado con su cuestionario en dos de
los congresos internacionales más prestigiosos sobre inteligencia artificial, y
les han pedido sus augurios a los grandes cerebros del sector que suelen
asistir a ellas. Los resultados merecen un rápido vistazo.

Los ingenieros saben bien que las tareas que los
humanos damos por triviales, como doblar una prenda o corregir un tropiezo
contra el bordillo, son mucho más difíciles para los robots que los cometidos
que solemos considerar más intelectuales, como jugar al ajedrez o diseñar
experimentos de bioquímica metabólica. Es
una paradoja interesante.
Después vendrán los operadores de banca
telefónica, los alumnos que se ganan unas perras escribiéndoles el trabajo
universitario a los colegas más obtusos, los compositores del tipo 40
Principales y los camioneros.
¿Y saben lo más gracioso? Que, según los expertos
en inteligencia artificial, el último trabajo que se perderá es precisamente el
de experto en inteligencia artificial. Ay, amigos, cuándo aprenderemos a
relativizar nuestra excepcionalidad.
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