Argentina: Carta a unos candidatos a la Presidencia y Vice presidencia

A continuación reproduzco una carta enviada por un ciudadano a los candidatos a la presidencia y vice presidencia en las próximas elecciones en Argentina. 

Al final de esa carta, hay también un enlace donde se puede leer un artículo elaborado por sectores de la cultura de ese país analizando la política que propone seguir Javier Milei en caso de ser elegido. **

Antes de terminar se comparte un relato corto relacionado con el tema y finalmente comparto la primera carta abierta a Javier Milei que se difundió entre los lectores. 

En total son cuatro apartados. Tanto si compartís como si no los contenidos, puedes reenviarlos para provocar el debate que es muy importante antes de los próximos comicios.

I)

 A la Sra. Victoria Villarruel y al Sr. Javier Milei:

Javier Milei y Victoria Villarruel

Ahora deberíamos estar hablando del doloroso conflicto de Israel-Palestina, de la guerra de Ucrania o de la monumental inflación en Argentina que golpea a los ciudadanos y crea desesperanza en toda la población, pero, aunque parezca algo del pasado reaparece el negacionismo cruel sobre las víctimas de la última dictadura argentina. Por ello es que me dirijo a ustedes dos después de haber escuchado sus declaraciones.

Les recuerdo que una de las funciones del Estado es defender a sus ciudadanos, hacer cumplir la ley vigente en el estado de derecho y lo señalado por su Constitución.

Cuando alguien vulnera la ley, la obligación del estado es detener, juzgar y hacer cumplir las sentencias a los individuos o grupos que la hayan vulnerado. Todo ello dentro de los marcos legales previamente establecidos garantizando la defensa de los acusados y un juicio justo.

El “ojo por ojo” o el “diente por diente” es una forma arcaica, superada de hacer justicia y conculca gravemente los derechos humanos. Alude a la venganza justiciera, en este caso del estado, que justifica el castigo según el agravio. Esta forma de ver la justicia está desterrada en todos los países civilizados. En el caso de que aun así se ejerciese, debe ser absolutamente condenada y combatida y así lo es por las Naciones Unidas y por todas las organizaciones internacionales de derechos humanos. No se acepta ni siquiera en caso de guerras declaradas.

Cualquiera que sea el delito si el estado lo combate con:

Detenciones ilegales, secuestros, torturas, desapariciones, robos de niños y de bienes, muertes, y lo hace en la clandestinidad creando estructuras que realicen esas acciones y al mismo tiempo suspende todas las garantías legales que protegen a los ciudadanos, deja de ser estado para ser una dictadura sangrienta y terrorífica que se aleja de todos los valores que la civilización ha ido creando en su historia.

Seguramente la Sra. Villarruel y el Sr. Milei no comparten estas afirmaciones ya que para ellos, que dicen buscar una memoria ecuánime y equidistante de lo que pasó en Argentina en los años 70, consideran que aquello fue una “guerra” y que ambos bandos hicieron los mismos daños. Esto justificaba cualquier acción por parte del estado, digamos en ese momento, por parte del ejército y de las fuerzas policiales.

No fue una guerra, el bando del estado no puede ni debe compararse con supuestos grupos ilegales o violentos. No debe saltarse la ley y no debería jamás haber creado una sociedad del terror, y haber conducido a tantas miles de personas, la gran mayoría jóvenes, a los tormentos inhumanos que superaron cualquier vileza de la inquisición o de los mismos nazis.

Cuando comenzó la dictadura de Videla en el año 1976, usted Sr. Milei tenía seis años y usted Sra.Villarruel un año. Desconozco en que ambiente se criaron, o los educaron, con qué valores, o relaciones de su entorno, pero me los imagino, yo y cualquiera que conozca la historia y también a personas como ustedes. Es probable que se “informasen” de este tema y con opiniones probablemente parciales, pero seguramente no conocieron el MIEDO.

No quiero hablarles de los tormentos que sufrieron los detenidos, ni tampoco quiero entrar ahora en la discusión y explicación si los desaparecidos fueron ocho mil o treinta mil, solo les pregunto ¿si han sentido alguna vez algo de empatía para los que fueron torturados durante semanas o meses, luego asesinados y ocultados sus cadáveres, o de los familiares de esas personas, o de esos niños que crecieron tras ser robados con otras familias muchas de ellas vinculadas al aparato represivo?

Cualquier error en la construcción de una memoria histórica de aquellos hechos, no puede justificar, que no haya un pronunciamiento rotundo de que fue una acción criminal, sanguinaria y violenta la que desarrolló entonces el estado argentino en alianza con dictaduras del entorno como la de Chile, Uruguay y Bolivia entre otras.

Me sobrecoge describir o leer sobre los tormentos que practicaron cientos o miles de torturadores, la mayoría de ellos han quedado impunes, pero sí les contaré lo que era sentir el miedo a toda hora en la sociedad donde nadie tenía presunción de inocencia, donde por cualquier motivo podía uno terminar recibiendo picana eléctrica, o no ver jamás a los suyos, donde simplemente ser demócrata o abogar por derechos humanos podía ser motivo de incrementar la lista de los miles de desaparecidos.

El miedo es una emoción desagradable y a veces invalidante y aterrorizadora que es provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, que se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano.

El miedo aparece cuando se cree estar en peligro. Es una respuesta emocional que se activa ante diversas amenazas y suele estar acompañada de cambios fisiológicos como: respiración acelerada, pupilas dilatadas, aumento en el ritmo cardiaco y la presión sanguínea, que preparan a la persona para huir o luchar. Y otras veces para transformarte en un ser que ya no es una persona dado que sus pasos o actos cotidianos penden del poder aterrorizador del estado. Se entroniza en el individuo el sentimiento que en cualquier momento se puede acabar su libertad, que nadie podrá defenderlo y que uno pasará a ser un número sin nombre en algún centro de detección.

Esa era una sensación permanente en millones de argentinos de entonces. Sin duda, que mucho más marcada en los que se oponían a este nuevo golpe militar, el número sexto de lo que iba del siglo.

Tu ropa, tu vestimenta, tu edad, el lugar en el que estuvieses o la hora, o que llevases bigotes o barba o no te hubieses detenido cuando se estaba cantando el himno o izando la bandera en algún sitio, o expresases alguna idea respecto a la democracia o a las libertades, o estuvieses en la agenda de teléfono de algún detenido, o simplemente por que le caíste mal a alguien de las fuerzas represivas, podía esto, simplemente llevarte a ser un individuo carente de ningún derecho, terminar en un centro clandestino o desaparecer tras un “interrogatorio” después de grandes tormentos.

Muchos entonces miraron para otra parte como para protegerse de ese miedo que inundaba los hogares, las conversaciones y hasta los actos cotidianos más insignificantes.

El control de la prensa y de los medios de comunicación fue absoluto y total y se nos emborrachó con un mundial de fútbol y con el lema “Los argentinos somos derechos y humanos” que se implementó como réplica ante muchas organizaciones internacionales que ya denunciaban la conculcación de los derechos humanos en el país.

Les pregunto a ustedes, Sr. Milei y Sra. Villarruel, ¿creen que son ecuánimes o equidistantes cuando comparan las acciones de la dictadura con la violencia de los grupos armados de la época?. Una cosa es rechazar formas de violencia y otras es hablar de equidistancia para tapar la monstruosidad que hizo el estado de la mano de las fuerzas armadas en aquellos tristes años de la dictadura.

Cuando no se condena tajantemente hechos como los mencionados se tiene el gran riesgo de que se puedan volver a producir. Para postularse a conducir un país hay que tener claro valores éticos y morales que se deben consustanciar con la política. Si no es así, es mejor no hacer daño a la ciudadanía y la retirada a otras actividades sería muy saludable para todos.

Ricardo Bustamante 

II)

**Enlace de un artículo sobre Cultura y Milei

https://letraslibres.com/cultura/cristian-vazquez-javier-milei-cultura-argentina/ 

III)

Relato corto


Ecuanimidad, un trabajo para el colegio

 

 


Mi sobrino adolescente, al hacer un trabajo del colegio me preguntó que era equidistar y también ser ecuánime. Lo primero que hice fue sugerirle que mirase esos significados en el diccionario. Se encontró con esto:

Equidistar 

1.     Dicho de dos personas o cosas con relación a otra, o de una persona o cosa con relación a otras: Estar a la misma distancia.

2.     Equidistanteque equidista.

 

Ecuánime:

Que obra con rectitud, justicia e imparcialidad o está dotado de esas cualidades.

3.      Que no suele dejarse llevar por la pasión.

"El hombre público en el poder debe huir de la exaltación y mostrarse severo, ecuánime y desapasionado a la hora de juzgar los actos de violencia”.

 

A pesar de esa lectura, no le quedaban muy claros los conceptos, así que se me ocurrió ponerle algunos ejemplos de su país (Argentina).

 

Unos de los candidatos a presidente y a vice-presidente de aquella nación dicen que son ecuánimes y equidistantes respecto a la memoria histórica reciente. No niegan, al parecer, que haya que realizar un ejercicio de memoria de las décadas pasadas, pero insisten que los actos realizados por el estado contra sectores de su ciudadanía, tienen el mismo valor moral y ético, porque ambos sectores enfrentados, mataron. Se dicen así mismo, que son equidistantes y ecuánimes. Igualan víctimas con victimarios.

 

Para posicionarse en sus argumentos comienzan diciendo que hubo víctimas en ambos bandos enfrentados en aquellos años setenta. La candidata a vice-presidenta defiende que en el bando de su entorno militar, ha recontado hasta varios centenares de muertos por acción de las organizaciones políticas que defendían la violencia como forma de enfrentarse al poder.

Agregan a este argumento, ella y Milei, que los muertos del lado “contestatario” fueron 8000 y no 30.000 como con frecuencia se ha manifestado.

 

Cómo seguía viendo confuso a mi sobrino, le pasé un cuento anónimo para que lo leyese y le dije que después le preguntaría sobre los conceptos de equidistancia y ecuanimidad.

 

En este cuento se relataba que unos muchachos de una aldea cercana a Tombuctú decidieron hostigar a todos los habitantes del entorno que llevasen túnicas ya que éstas eran símbolos de poder. A algunos hirieron, a otros les llegaron a producir la muerte y se sintieron que podían decidir sobre el uso o no de las túnicas. No se sabe si esa conducta surgió por apasionamiento, confusión, error de cálculo o por motivos más complejos. Lo cierto era, que estaban actuando fuera de la ley y que tenían que ser detenidos y juzgados con las normas que aquella aldea se había dado mucho tiempo atrás. Sin embargo, el visir de ese condado decidió que él resolvería el problema de una forma más expeditiva.

 

Mató a la mayoría de jóvenes que él pensaba que pertenecían a aquel grupo anti túnica. También se ensañó con los amigos y familiares de éstos ya que se dijo a sí mismo, que algo tendrían que ver. Como continuaban a veces de forma aislada algún ataque a los portadores de túnicas, decidió detener a los sospechosos y los llevaba a centros que él había creado, para torturarlos con técnicas extremadamente agresivas, humillantes y dolorosas durante interminables jornadas. Luego, los mataba y escondía los cadáveres para castigar también así a sus familias ya que ni siquiera recuperarían los cuerpos y  de ese modo, además,  les enviaba un mensaje de su autoridad.

 

Algunos familiares ni siquiera reclamaron esos cuerpos ya que el miedo se entronizó en la sociedad y era un riesgo también preguntar por los que se llamaron entonces, “desaparecidos”. Eso conllevó que nunca se pudiera saber con exactitud el número de víctimas del visir. En los centros de detención y tortura, dirigidos desde el palacio del gobierno, se trabajaba 24 horas al día y con turnos para lograr el mayor dolor y sufrimiento de los detenidos. Las violaciones, choques eléctricos, quemaduras, inmersiones acuáticas, robo de niños y de propiedades, eran las acciones realizadas en centenares de centros dispersos en la región. Para actuar con más tranquilidad, el visir y sus seguidores anularon todas las leyes que en aquel pueblo se habían dado hasta entonces para proteger a los ciudadanos.  Esas acciones duraron mucho tiempo hasta que cayeron en desgracia el visir y los suyos. 

 Años después, los descendientes del visir intentaron reescribir la historia equiparando las acciones de los anti túnicas y las del visir. Es decir, reclamaban equidistancia y ecuanimidad respecto a cómo juzgar aquellos actos.

 

Le pregunté a mi sobrino si había entendido los conceptos de equidistancia y ecuanimidad.

 Con solo catorce años, éste me respondió que sin duda no había equidistancia ni ecuanimidad entre los actos ahora defendidos por los herederos del visir.

Le dije sin embargo que no pensaban como él los candidatos a gobernar su país, el Señor Milei y la Señora Villarruel.

Me dijo que no lo podía creer y se quedó pensando un tiempo.  Al final, no sé si esto le sirvió para el trabajo, pero seguramente a pesar de su edad comprendió la no equidistancia y la falta de ecuanimidad de los candidatos a gobernar su país.

 

Carlos Bustamante



IV) Primera carta abierta a Javier Milei

Carta abierta a Javier Milei:

En medicina hay un precepto que dice, lo primero es no hacer daño. Creo sinceramente que es válido también para quién se dedique a la política ya que su mal hacer puede producir inmensos perjuicios a toda una sociedad.

En el mundo actual vivimos diferentes crisis derivadas de problemas económicos, políticos y medio ambientales entre los más importantes. También se está desarrollando de forma solapada una competición por el liderazgo mundial entre Estados Unidos y China que directamente o indirectamente nos repercute a todos.

Argentina a su vez tiene un historial de décadas de situaciones de crisis económicas y sociales con gran frustración, desánimo y desesperanza de toda la ciudadanía.

Por mi edad avanzada no quiere retroceder más en los recuerdos, pero desde los años cincuenta del siglo pasado hasta hoy hemos vivido unos innumerables periodos de frustraciones sociales, económicas y políticas. Algunos de estos periodos han sido sobresalientes por la vulneración atroz de los derechos humanos sobre todo desde el mismo estado saltándose todas las normas jurídicas y legales de nuestra propia Constitución. Ese periodo pudo ser limpiado desde la actual democracia argentina de estos últimos cuarenta años constituyéndose en un ejemplo para el mundo.

A pesar de esos avances éticos-morales no se ha conseguido lo mismo en el terreno de la economía, del avance del país y de la disminución efectiva de las desigualdades sociales a pesar de ser Argentina un país con incontables riquezas naturales.

Nos encontramos hoy en el año 2023, con un panorama incierto, difícil, sin esperanzas reales y con una situación de inseguridad no solo en la convivencia ciudadana sino en el propio proyecto de desarrollo del país para mejorar el nivel de vida de sus habitantes.

Cuando se dan esas circunstancias en cualquier nación surge el riesgo de la aparición de “mesías” embanderados casi siempre en corrientes políticas de extrema derecha con vinculaciones y soportes internacionales. Aunque sin duda, también los hay de izquierdas como Maduro, Ortega o la propia dictadura de Cuba, aunque estos últimos están en regresión y sin fuerzas para extenderse por el extranjero.

En esos contextos de desesperación y hartazgos, el ser humano tiende a buscar la solución más simple para los problemas más complejos. De eso se nutren los populismos, independientemente de su ideología. Argentina tiene muchos problemas endémicos, sobre todo en el terreno económico -con una inflación que alcanza el 140% y parece que los votantes de las elecciones primarias han dicho basta a los políticos que hasta ahora no logran solucionarlos y votan por usted, señor Milei, que promete hacerlo a puñetazos

de anarcocapitalismo, o, mejor dicho, arrancando ministerios e instituciones públicas que, en su opinión, sobran.

Y ese mensaje que usted expresa a voz en grito cala entre una población que se debate entre un hartazgo más que lógico y la desesperación. Son los sentimientos que han aupado a Duterte en Filipinas, a Trump en Estados Unidos, a Bolsonaro en Brasil o a Meloni en Italia. Puede que usted se sume a la lista a finales de año (ojalá que no), pero tendrá que andarse con ojo, porque sus correligionarios de ultraderecha no han durado mucho en el cargo. Es lo que pasa: que las soluciones sencillas no sirven para problemas complejos.

La cuestión está en el daño que usted puede provocar a su país con sus ideas de negacionismo de cualquier asunto científico -ya sea el cambio climático o similares, un conservadurismo social que provoca una regresión en los derechos que han adquirido los trabajadores o grupos como el LGTBI, y un liberalismo económico que beneficia siempre a los poderosos y que ahonda la brecha entre pobres y ricos. Ya lo dijo usted claramente que eso de la ‘justicia social’ es «una aberración». Releyendo algunas otras de sus aberrantes ideas me encuentro con las siguientes:

  • La dolarización paulatina de la economía argentina con el riesgo de otro gran fracaso de la economía del país

  • La reducción del Estado al mínimo (seguridad interior y papel regulador de algunas cuestiones)

  • La eliminación del Banco Central

  • La privatización de empresas públicas

  • El fin de las indemnizaciones laborales por despido

  • La desregulación de la tenencia de armas

  • La militarización de las cárceles

  • Resistencia al avance del feminismo

  • Negacionismo del calentamiento global y el cambio climático

  • Desaparición de los ministerios de educación y salud

  • Privatización de la sanidad

  • Negación del concepto de justicia social

  • Desprotección de los más vulnerables

  • Exaltación del individualismo libertario capitalista donde solo progresa el “más

    listo”, el más lanzado y el que se construye solo, lo cual suele favorecer a los ya

    acomodados

  • Seguidor del mantra creado por la extrema derecha mundial actual sobre el

    “marxismo cultural” en lo que incluyen toda política de progreso, aunque la inmensa mayoría de ellas no tengan nada que ver con el marxismo. No lo hacen por desconocimiento sino para aprovechar los sentimientos extendidos dentro de la derecha y más en Hispanoamérica sobre lo diabólico del “comunismo o marxismo” valores inculcados desde hace muchas décadas por los estadounidenses en la guerra fría, la iglesia más reaccionaria y las oligarquías locales. En toda Europa pueden cohabitar ideologías diferentes sin problemas y sin violencia pero aquí, usted y los suyos “diabolizan” las ideas que no comparten.

Por eso lo vi días pasados en televisión con una cara exaltada, arrogante y muy agresiva diciendo “Zurdos de mierda, los echaremos con una patada en el culo”.

Espero que solo se quede en palabras y que no siga a su amigo el General Bussi que pasó de las palabras al secuestro, tortura, muerte y ocultación de cadáveres para más dolor de los familiares de los desaparecidos.

Me pregunto, cómo una persona que habla por telepatía con su perro muerto, que dedica su “triunfo” a sus otros perros, que está a favor de la venta de órganos, de la liberación del uso de las armas y que carece de política para educación y salud salvo el “sálvese quién pueda”, pudo llegar a ser votado en estas primarias. Me pregunto también quién impulsa y crea en plató de televisiones o sufragando su campaña hasta hacerlo un personaje político público con posibilidades de vencer. Aún no sé las respuestas, pero seguramente todo se sabrá en algún momento.

Del mismo modo, me pregunto también como un personaje creado en la televisión con actuaciones casi teatrales, eso sí faltando el respeto y mostrándose agresivo contra todo el mundo y con un plan político de liquidación del país, se haya convertido en el mayor problema de Argentina.

Sin duda que los partidos políticos tradicionales tendrán que analizar su parte de culpa en la aparición de su personaje, por sus actuaciones en los años precedentes que han llevado a esta situación. Cualquiera entiende que es también un voto de protesta ante el hartazgo con que se vive en las últimas décadas; otros hilan más fino y dicen que su triunfo ha estado sobre todo asentado en los jóvenes varones de menos de treinta años y de nivel en general socio económico bajo. Aunque pudiera entender los motivos de ese sector de la población me produce una gran tristeza de que parte de la juventud argentina pueda apoyar a usted favoreciendo la destrucción y aislamiento de la nación seguramente por décadas.

Lo que si parece claro es que el “triunfo” de usted está cimentado en la desesperación de la ciudadanía, en el hartazgo, en la frustración, en la pobreza, en la inseguridad y sobre todo en la ausencia de perspectivas y esperanzas para todos, pero más aún para los más jóvenes. Aunque usted solo dice disparates y no tiene un plan realista de gobierno y lo que manifiesta es muy reaccionario y peligroso, ha sabido interpretar los sentimientos y las emociones que sienten los ciudadanos por la situación antes descrita y ellos se vinculan más a esos sentimientos que a su programa disparatado.

Con frecuencia los males de nuestro país desde determinadas ópticas se han relacionado con el imperialismo yanqui y con la acción de la oligarquía terrateniente y financiera pero poco se habla de la desastrosa política realizada por los gobiernos actuales y anteriores vinculados sobre todo al peronismo (ya que solo hubo un pequeño paréntesis en la época de Macri). La situación que antes he referido de desesperanza es fruto también de la política de los que gobernaron estos últimos años llevando al país a las tasas más altas de pobreza, de abandono escolar, de violencia y de falta de esperanzas. Al parecer también ha habido corrupción y enriquecimiento de personas vinculadas al poder de gobierno. Todo eso sin duda, explica su surgimiento.

En fin, señor Milei, le pido que deje en paz al país, se marche a actuar de listillo y de “extravagante” en ambientes más cerrados y limitados donde no produzca tanto daño.

Ya ha visto satisfecha su personalidad “sabelotodo”, engreída y soberbia, pero déjenos ahora en paz. Si no lo hace será la mayoría de la ciudadanía, incluidos los que ahora se quedaron en casa y no fueron a votar, quiénes lo manden a dedicarse a otros quehaceres ya que la política, aunque esté plagada de errores y frustraciones, debe existir para resolver los problemas de la ciudadanía y no para llevarles a la destrucción de todo tipo de esperanza y progreso.

Hasta nunca Señor Milei. Recapacite, váyase y hágalo por el país que dice que quiere.

La ciudadanía buscará en los partidos tradicionales o en otros nuevos, la salida de esta realidad tan deprimente para el país tan extraordinario que tenemos. No será fácil, pero se logrará y probablemente necesitará de una renovación de personas y de ideas donde la corrupción y el hecho de hacer política no signifique un modo de enriquecimiento personal.

Gustavo Moreira

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