Editorial. Nuestro mundo en crisis. José Herrera Peral

 


Queridos amigos:

La tristeza, la rabia y la impotencia me dificultan hoy escribir Sinapsis. A pesar de ello os invito a leer unos artículos sobre el conflicto israelí- palestino, otro sobre la vergonzante "amnistía" en España, pero no por la amnistía en sí, sino sobre todo, vergonzante por el momento y por el chantaje que significa. Finalmente, para alejarnos algo de los problemas, también hay artículos con unos comentarios sobre el placer de ir al cine y disfrutar de unos momentos agradables viendo unas buenas películas o acudiendo a una conferencia.

 A pesar de intentarlo no puedo evadirme de las emociones que me embargan por la situación del mundo. Observo en un periódico esta viñeta de Miki y Duarte y me quedo atrapado otra vez en la realidad. Como veis hace referencia a la bomba que destruyó hace unos días un hospital en Gaza causando centenares de muertos. Independiente de los resultados de la investigación para saber quién fue el responsable de esta masacre, podemos ver en estos trazos el infierno que es una guerra.


                                                       Miki y Duarte


Es probable que desde la segunda guerra mundial sea este momento que vivimos uno de los más convulsos y terribles que las actuales generaciones vamos a tener que afrontar.

Por la globalización y las disputas geo-estratégicas mundiales nadie estará exento de los riesgos que coinciden en nuestro presente. Entre estos tenemos la guerra de Ucrania, la extrema pobreza y violencia en África, las disputas estratégicas entre China y USA, el ascenso de movimientos de ultraderecha y de los populismos, el cambio climático, a lo que sumamos ahora el dramático conflicto de oriente próximo donde solo se habla un lenguaje terrorista por ambos lados.


Hace unos días estaba en un concierto de música de cámara escuchando unas inolvidables obras de Beethoven, Schumann y Schubert, pero mi cabeza huía sin quererlo de ese lugar y me transportaba a Gaza e Israel.

Los viles asesinatos perpetrados por Hamás me siguen conmoviendo y sufro poniéndome en el lugar de los secuestrados y de sus familias. Al mismo tiempo me parece increíble lo que está haciendo el gobierno israelí con la población de Gaza. Observo también la diferente vara de medir en algunas opiniones de la "comunidad internacional" respecto a la nula exigencia de que se cumplan las leyes del derecho internacional humanitario.


Los judíos a través de la historia han sufrido terribles persecuciones que culminaron hace pocos años en el holocausto en plena Europa. Necesitan vivir en paz y desarrollarse. También el pueblo palestino y que se respeten y devuelvan los territorios que según la ONU, les fueron arrebatados.

Mientras lideren a sus pueblos gente como Netanyahu o Hamás eso no ocurrirá. Solo aspiran a la eliminación de su oponente. El apoyo inquebrantable que pienso que debemos dar a Israel tras los crímenes de Hamás, no debe impedir la contundente denuncia de los excesos que este país está realizando sobre Gaza. Es un tema dificilísimo pero no debemos seguir el camino de las bestialidades.


También ocupa hoy mi atención las elecciones en Argentina donde parte con muchas posibilidades de éxito un individuo de ultraderecha con un "carisma" creado por los medios y que puede significar en caso de que triunfe, un retroceso y un hundimiento histórico que destruiría a ese gran país.


A pesar de todo, sí hemos tenido en estos días noticias positivas. Me refiero a los premios  Princesa de Asturias. Se otorgan a personas u organizaciones que ayudan desde muy diferentes ángulos para que tengamos un mundo mejor. El objetivo de estas distinciones es promover los valores científicos, culturales y humanos en todo el mundo. Los premiados de este año, sin duda lo tiene muy merecido.


Bueno, amigos, os deseo una buena semana a pesar de que el panorama mundial y nacional no son nada alentadores. Comparto con vosotros unos poemas que quizás reflejen en parte lo que se está viviendo en el mundo y una breve columna de Manuel Vicent.


Un abrazo a todos y deseo de corazón que el planeta recupere la cordura y pienso que para eso, todos tendremos que implicarnos de diferente manera.


JHP



Tres dioses


  • Manuel Vicent (Publicada en el País)

En la ciudad de Hebrón se hallan las tumbas de los patriarcas. Según la tradición, allí están enterrados Abraham y sus descendientes Isaac y Jacob, en los que confluyen los creyentes de las tres religiones monoteístas. El santuario es a la vez mezquita, sinagoga e iglesia cristiana y allí por riguroso orden los musulmanes rezan a Alá los viernes, los judíos imploran a Yahvé los sábados y los cristianos veneran a Dios los domingos. Así sucedía, al menos, aquella vez que pasé por esa ciudad de Cisjordania. Ignoro si ha saltado todo por los aires. El imán leía textos de gran belleza extraídos del Corán; el rabino comentaba fragmentos del Antiguo Testamento llenos de sabiduría y los curas predicaban el amor al prójimo, según consta en el Evangelio. Frente a ese santuario compartido se extendía el zoco en el que los creyentes de las tres religiones compartían también los alimentos, las frutas y verduras bajo el nudo aromático que formaban en el aire las tres especias, el orégano, la canela y el romero. Según su religión, cada cual cumplía las reglas dietéticas del cuerpo después de haber alimentado el espíritu. Uno se pregunta cuándo el gran caudal de belleza, sabiduría y amor que contienen los libros sagrados se convirtió en un manantial de maldad y de odio inagotables. Fue cuando los tres dioses monoteístas cebados con pólvora y dinamita se encarnaron en el cerebro perverso de unos servidores fanáticos. Así se inició una pelea a muerte entre ellos que ha terminado en esta guerra de Palestina servida como un espectáculo de exterminio en cada telediario. En medio de una violencia más allá del horror, se nos invita a tomar partido frente al abominable terrorismo de Hamás y la venganza de la máquina militar de Israel amparada por Estados Unidos. A fin de cuentas, solo se trata de saber cuál de los tres dioses le parece a uno el menos cruel. Esta es la cuestión.



 De un poema de Pablo Neruda


Y una mañana todo estaba ardiendo

y una mañana las hogueras

salían de la tierra

devorando seres,

y desde entonces fuego,

pólvora desde entonces,

y desde entonces sangre.

Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza

del cielo se abre como una boca de muerto.

Tiene mi corazón un llanto de princesa

olvidada en el fondo de un palacio desierto.


Tengo miedo


Tengo miedo -Y me siento tan cansado y pequeño

que reflojo la tarde sin meditar en ella.

(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño

así como en el cielo no ha cabido una estrella.)


Sin embargo en mis ojos una pregunta existe

y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.

¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste

abandonada en medio de la tierra infinita!


Se muere el universo de una calma agonía

sin la fiesta del Sol o el crepúsculo verde.

Agoniza Saturno como una pena mía,

la Tierra es una fruta negra que el cielo muerde.


Y por la vastedad del vacío van ciegas

las nubes de la tarde, como barcas perdidas

que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.


Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.



De un poema de Vicente Aleixandre


Bajo la luz de la luna se vieron

las hediondas aves de la muerte:

aviones, motores, buitres oscuros cuyo plumaje encierra

la destrucción de la carne que late,

la horrible muerte a pedazos que palpitan

y esa voz de las víctimas,

rota por las gargantas, que irrumpe en la ciudad como un gemido.

Todos la oímos.

Los niños han gritado.

Su voz está sonando.

¿No oís? Suena en lo oscuro.

Suena en la luz. Suena en las calles.

Todas las casas gritan.

Pasáis, y de esa ventana rota sale un grito de muerte.

Seguís. De ese hueco sin puerta

sale una sangre y grita.

Las ventanas, las puertas, las torres, los tejados

gritan, gritan. Son niños que murieron.





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