Cultura. Literatura y Cine

 Literatura

A continuación comentaremos sobre dos libros
1)



Richard Ford escribe de la muerte de su padre y su madre en 'Entre ellos'.

 

Carlos Zanón.Babelia.

 

Richard Ford (Jackson, 1944) ha reunido en este volumen dos piezas escritas con una diferencia de más 30 años. La primera, dedicada a su padre, que murió de un ataque al corazón cuando él tenía 16 años, y la segunda, a su madre, muerta de cáncer ya en la vejez, en 1981, fue escrita al poco de fallecer ésta. Además del placer de leer a un escritor de la talla del norteamericano, esa diferencia de tres décadas y media de escritura nos muestra cómo un buen escritor puede depurar su estilo y amansar el ego hasta convertirse en un gran escritor, más atento a mirar y preguntar que a explicar(se).

 

El libro tiene también otros intereses y muchos méritos, en especial la parte dedicada a su padre, Parker, un comerciante de almidón, un hombre de otra época. Ford realiza un portento en cuanto fondo y forma en esta pieza. Y lo hace con amor y rigor pero al mismo tiempo reconociendo —con sus padres muertos y él, sin descendencia y de edad avanzada— que el misterio nunca es desvelado. La línea recta de aprovechar el tiempo para saber quiénes son los tuyos, con los que compartes casas, biografía, anécdotas y cataclismos, es recta, sí, pero nunca se cubre, porque siempre hay otras cosas que hacer porque la vida consiste en eso, hacer. El Ford anciano sabe más de la imposibilidad de acceder al otro en sus deseos y frustraciones. Un hombre es más que un cuerpo, pero también más que una cabeza.

La vida, para la lucidez de Ford, son los hechos. No tus propósitos, intenciones o sueños. Y el escritor se pregunta sin contestar qué sentían sus padres cuando él aún no estaba, cuando el comerciante llegaba solo a una habitación de hotel y encendía un cigarro, o aquella vez que su madre le dejó llorando en un parque, abrumada de desarraigo y lloros de un crío que llegó 15 años tarde —deseado, esperado pero no imprescindible—. El retrato es certero porque la ficción no impone respuestas. No sabemos nada más que estuvieron y se quisieron y no estropearon a un niño. El misterio es postergado, nunca hay tiempo, no sabemos cómo hacerlo si no es desde querer y ser querido sin argumentario ni periodo de devolución por garantía.

 

El libro también es un retrato de un mundo muy distinto al nuestro. Con reglas, ritos y convenciones que indicaban que las cosas eran como habían de ser. Una manera correcta y algunas incorrectas. Un mundo más de mirar y mirarse hacia y desde fuera. La conducta y la vivencia eran casi el mismo sendero. Uno era lo que hacía y a eso se le llamaba comerciante, yerno, marido, padre, vecino, soldado o estafador. Ford mira a sus padres desde y hacia fuera, con ese soberbio tono seco marca de la casa, de latido limpio y preciso. Huecos en blanco asumiendo que hay acciones y planteamientos que, simplemente, sus progenitores nunca se plantearon. Las cosas eran, pasaban, se hacían o se soportaban. O no. El abuelo paterno del escritor se suicidó ante una ruina por malas inversiones, por ejemplo, pero suicidarse también es hacer algo, contribuir a que la vida de los otros se mueva. En ambas piezas elegiacas, sin ajustes de cuentas ni pornografía emocional, Ford comparece sólo como testigo, nunca víctima o denunciante. Anécdotas, casas, coches, intuiciones, ciudades, equívocos, sacrificios, trabajos, lucha y buena educación. Algo así como la vida.

 

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A mí me pareció una buena obra, como casi todos las de Ford. Es un viaje por la vida desde las relaciones familiares y con la mirada particular de este escritor. También es una visión desde la vejez y dos escritos separados por muchos años. A menudo las relaciones familiares dejan muchos puntos oscuros que ni con la reflexión pasado un tiempo se consiguen aclarar. Entre muchas otras cosas pienso que el autor decide escribir sobre esta temática tras la muerte de su madre y con un sentimiento triste o de culpa por no haber insistido en que la última etapa de su vida la pasaran juntos. Al menos es lo que expresa en un párrafo de la obra. 

Recomendable su lectura y seguramente nos abrirá interrogantes de nuestra propia vida y de las relaciones familiares de cada uno. J.H


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2) Libro. Entrevista


Interesante entrevista a propósito de un libro sobre los "hombres fuertes" y autócratas en la política de hoy. El libro se titula "La era de los líderes autoritarios".


Autoritarismo y democracia. “Hombres fuertes”

 

Gideon Rachman, analista. “Son los jóvenes los que más fe han perdido en la democracia”

 

El prestigioso columnista del Financial Times, cuyos análisis se leen en gobiernos de todo el mundo, dice que a más polarización, más peligro de autoritarismo


  • Por Rafa de Miguel. El País

 

 


Gideon Rachman (Reino Unido, 1963) recibe a EL PAÍS en su acogedora casa del barrio londinense de Ealing, donde los libros se acumulan por las esquinas y un gato persa gris remolonea por nuestras piernas durante la entrevista. La noche anterior Rachman llegó a su casa a las dos de la madrugada de su enésima visita a Turquía. Desde 2006, es el columnista jefe de Asuntos Internacionales del diario Financial Times, y tiene el privilegio de recorrer el mundo para observar las corrientes políticas y económicas de cada momento. Trump, Xi Jinping, Orbán, Bolsonaro, Johnson, Modi… y, sobre todo, Putin. Vivimos la era del hombre fuerte, asegura Rachman, y lo ha expresado de un modo completo exhaustivo en su libro “La era de los líderes autoritarios”. Cómo el culto a la personalidad amenaza la democracia (editorial Crítica). Rachman, que trabajó antes en el semanario The Economist y ha estado al frente de corresponsalías como la de Bruselas, Washington o Bangkok, pertenece a esa estirpre de corresponsales diplomáticos, como Thomas Friedman, cuyos análisis se leen en gobiernos de todo el mundo y pueden cambiar estrategias políticas.

 

Entrevista

 

PREGUNTA. ¿En qué consiste el liderazgo autoritario, la era de los hombres fuertes?

 

RESPUESTA. Es una forma muy personalizada de liderazgo, en la que el culto a la personalidad es muy importante. Es la idea de que el Gobierno debería consistir en el poder de un solo individuo, nada de instituciones o partidos políticos. Y es un fenómeno que surge en democracias y en autocracias. Por eso, aunque sorprenda a algunos, incluyo en el libro a Putin y a Xi Jinping, junto a Trump o Bolsonaro.

 

P. O Boris Johnson.

 

R. Sí, también. Todos ellos tienen un estilo mesiánico de liderazgo. Alimentan la idea de que hay una crisis nacional, que requiere de un hombre fuerte que dé una patada al sistema, que se salte las reglas.

 

P. El sueño de un pasado mejor. R. Todos echan mano de lo que yo llamo un nacionalismo estático. Utilizan versiones distintas del Make America Great Again (logremos que Estados Unidos vuelva a ser grande) de Trump. Xi Jinping habla del rejuvenecimiento del pueblo chino. Modi quiere reparar todo el daño que se ha causado a la India, no solo por parte del Imperio Británico. Incluso por el Imperio Mongol. Orbán habla en Hungría de un resurgimiento nacional.

 

P. Pero, sobre todo, la convicción de que existe una conexión especial entre ellos y el pueblo.

 

R. Sí, porque el fenómeno de los hombres fuertes, de los líderes autoritarios, siempre ha estado muy asociado en nuestra era con el populismo. Todos afirman que tienen una conexión directa con el pueblo. Su argumento compartido es que el sistema ha sido secuestrado por unas élites que velan por sus propios intereses. Son élites, según ellos, que no tienen el menor interés por su país, y que comparten más afinidades con los extranjeros.

 

P. Asegura que cada era tiene su ciclo. Treinta años gloriosos de crecimiento, después de la Segunda Guerra Mundial, otros 30 de neoliberalismo y caída del comunismo. Y ahora, la era del hombre fuerte.

 

R. A partir de la crisis financiera de 2008, comenzó a extenderse la percepción de que las democracias no habían sabido hacerlo bien. En los 10 o 15 años posteriores, hemos ido siendo conscientes de las patologías de nuestro sistema: inestabilidad financiera, desigualdad creciente, sistemas de salud y de pensiones cada vez menos sostenibles. Y la sensación general de que el sistema está en manos de unas élites. En el libro hablo de Steve Bannon [estratega político estadounidense asociado con Trump y con gran parte de la derecha populista europea]. Bannon es un mal tipo, pero fue bastante agudo a la hora de señalar que la crisis financiera provocaría populismo de derechas y de izquierdas. Los dos comparten su desprecio por el sistema, y se dirigen a todos aquellos que no están contentos con ese sistema, precisamente con el argumento de que ha sido capturado por unas élites. En España tienes a Vox y a Podemos, dos modos diferentes de decir que la receta liberal centrista ha fracasado y hay que ensayar algo distinto.

 

P. En el ámbito de la izquierda, son muchos los que rechazan esa equiparación.

 

R. Bueno, imagino que los lectores españoles sabrán más de Podemos que yo, pero no creo que el populismo de izquierdas sea siempre autoritario. No lo era Bernie Sanders, por ejemplo, en contraposición a Trump. No sé cómo habría sido, de haber gobernado, pero no mostraba trazas autoritarias. Pero piense en AMLO [Andrés Manuel López Obrador, presidente de México]. Cada vez está más claro que presenta rasgos autoritarios. Propicia un culto a la personalidad. Ataca a las instituciones independientes que pueden frenar su proyecto. También la izquierda puede acusar al poder judicial de estar sesgado en su contra, y afirmar que el sistema le impide hacer lo que considera necesario para el pueblo.

 

P. Los líderes autoritarios erosionan la democracia, pero es la población, a veces, la que no lo percibe. O no lo detiene.

 

R. Porque todo esto tiene algo de abstracto. Los líderes autoritarios prosperan siempre en sociedades con polarización extrema. Siempre tendrán un grupo de partidarios que los animarán en sus ataques a las instituciones. Tome el caso del Reino Unido, cuando Johnson decidió suspender el Parlamento para sacar adelante el Brexit. Sus seguidores eran los primeros en afirmar que el Parlamento era una institución inútil, y que debía hacerse algo para impedir que siguiera bloqueando el Brexit. En sociedades como la estadounidense o la británica, la gente suele ser muy complaciente. No se le ocurre sospechar, hasta que ya es muy tarde, que la democracia puede desviarse. Nos gusta pensar que gozamos de instituciones muy sólidas.

 

P. Y no vemos el autoritarismo, aunque lo tengamos delante.

 

R. Ya sé que el capítulo que le dedico a Johnson fue polémico. Muchos lo tacharon de ridículo, y aseguró que el Reino Unido no se parecía en nada a esos otros países. Puedo ver que, en comparación con Trump, Xi Jinping o Modi, su caso tiene un punto marginal, pero sigo pensando que existen argumentos para incluirlo en el libro.

 

P. Resulta llamativo, señala en su libro, que los líderes autoritarios han abrazado a Carl Schmitt, el jurista y teórico alemán que contribuyó a levantar la arquitectura nazi.

 

R. Cuando yo estudiaba Filosofía Política, no entraba dentro de la agenda curricular, estaba condenado por sus ideas. Pero hoy, en la actualidad, las universidades occidentales han vuelto a estudiar su pensamiento. En China es especialmente apreciado, y muchos de los intelectuales que intentan justificar la centralización del poder en el Partido Comunista Chino, o la supresión de las libertades políticas en Hong Kong, acuden a Schmitt. Creía que la política consiste en dividir el mundo en amigos y enemigos, creía en la política de la autoridad, y despreciaba la democracia liberal, que consideraba una hipocresía y un montón de mentiras.

 

P. ¿Hemos perdido la fe en la democracia liberal?

 

R. Si uno observa las encuestas por todo el mundo, son los jóvenes los que más fe han perdido en la democracia liberal. El mes pasado, publicaron una en el Reino Unido en la que solo un 19% de los menores de 24 años creía que la democracia funciona. Los jóvenes, no solo de Occidente, sino de todo el mundo, están frustrados con el sistema. No pueden permitirse comprar una casa. Salen de la Universidad con títulos y grados pero no logran el trabajo que desean. El sistema no les da el sentido de oportunidad y de progreso que debiera darles. Y luego resulta que vivimos en la era de las redes sociales. A usted y a mí nos encantaría que la gente solo leyera EL PAÍS y el Financial Times, y que se enteraran de un modo correcto de la realidad [risas], pero no es así. Y las redes refuerzan los prejuicios, encierran en burbujas. No creo que sea una casualidad que la era de las redes haya coincidido con la de los líderes autoritarios.

 

P. ¿Hay modo de reaccionar?

 

 R. Paradójicamente, creo que el mejor modo de lograr que la gente desee de nuevo la vuelta de la democracia liberal es pasar por un periodo de gobiernos autoritarios. No bromeo. No hay más que ver lo que está pasando en Irán. Es muy fácil idealizar las opciones alternativas o renunciar a la democracia, hasta que de verdad compruebas en qué consiste lo contrario.

 

P. ¿Cómo recuperar la confianza de los ciudadanos en el Estado de derecho, la democracia representativa?

 

R. No tengo una respuesta concreta para eso. Por eso quizá no me dedico a la política. Pero sí creo que a veces recibes una llamada de atención que te hace despertar. En ese sentido, creo que Putin ha sido esa llamada de atención. Hemos visto mucha unidad frente a él en Occidente. Retiene algo de simpatía entre la extrema izquierda o entre la derecha de Trump, y quizá veamos más de eso a medida que se agudice la crisis energética, pero creo que la respuesta ha sido, en general, de bastante unidad.

 

P. ¿Le ha sorprendido la reacción de Occidente ante su ofensiva?

 

R. Ha sido sorprendente de un modo positivo, mientras no acabe en una guerra nuclear. Ahora estoy revisando las nuevas ediciones del libro, y entiendo que debería haber incidido más en el recurso habitual de los líderes autoritarios a la violencia. Hablamos del ataque a la democracia, a sus instituciones, a la verdad…, todo eso está ahí. Pero la retórica de la violencia es parte fundamental. Y en ocasiones se convierte en violencia de verdad, y eso sí que es fascismo real, ¿no? Esa creencia de que la guerra es algo glorioso, y la prueba definitiva de un liderazgo. La versión de la política del hombre fuerte, del nacionalismo nostálgico, que aparece en Putin se concentra en lo que ha supuesto la guerra de Ucrania.

 

P. ¿Prevé cuál será el final de esta crisis?

 

R. Estamos en mitad de la historia. No sabemos cómo concluirá. Pero, de manera potencial, ya nos dice mucho sobre el modo en que el péndulo se ha movido desde el éxito y los valores de la democracia liberal al sistema de los líderes autoritarios. Putin ha tenido en Occidente un amplio club de fans: Trump, Salvini, Duterte, Bin Salmán… Para ellos, simbolizaba el rechazo del hombre fuerte a la democracia liberal. Si hubiera ganado la guerra con la facilidad con la que se esperó en un principio que la ganara, toda esa narrativa que acusa de corruptas y débiles a las democracias liberales habría ganado fuerza. Xi Jinping se habría visto más tentado de invadir Taiwán y entonces la era del hombre fuerte, del líder autoritario, habría subido a otro nivel.

 

P. Oigo a analistas decir que el siguiente cisne negro [el acontecimiento que nadie espera] puede ser la invasión de Taiwán por parte de China.

 

R. Yo también creo que es posible. Hablo con personas en Washington que siguen mucho más de cerca que yo esta situación, y creen que la conclusión que Xi Jinping ha sacado de la crisis de Ucrania no es que sería un error invadir Taiwán. La lección que ha extraído es que la estrategia de Rusia ha sido una chapuza. Y que, a partir de ahí, debes aprender a invadir un país. Y que lo que debes hacer es entrar con toda tu potencia militar de modo inmediato y capturar o asesinar a los líderes desde el primer día. Esa idea no la han abandonando en absoluto.

 

P. Todos los líderes autoritarios han jugado con la nostalgia. También en el Reino Unido.

 

R. También tengo muchos amigos que han defendido el Brexit, y que descartan esa nostalgia imperial y pretenden convencerme de que todo el proyecto está relacionado con una reconquista de la libertad. Pero a mí me resulta bastante obvia esa nostalgia. Piensan: fuimos un imperio magnífico, y ahora solo somos parte de un club de 28 países. Incluso Luxemburgo puede vetar nuestras decisiones. Lo que no entienden es que la UE está llena de antiguos imperios decepcionados, pero la mayoría ha sido capaz de reconciliarse con su pasado. España perdió un imperio. Y Portugal. Y Holanda. Y Austria. El problema del Reino Unido es que nunca fue humillado, con lo que no llegó a entender que debes renunciar a cierta parte de tu marca nacional para contribuir a ese proyecto común.

 

P. ¿Está preparada la UE para jugar un papel más relevante?

 

R. Creo que debe comenzar a prepararse para ser un sustituto. Me resulta atractiva, por ejemplo, la idea de la autonomía estratégica que propone el presidente Macron. Porque está claro que, si Trump regresa, tenemos un problema. Una de las cosas más llamativas de esta crisis es el modo tan tradicional en que se ha desarrollado. De nuevo, EE UU ha asumido el liderazgo. No ha habido una respuesta europea coherente. Los rusos ven a los estadounidenses como sus verdaderos interlocutores. Y son los estadounidenses quienes están proporcionando la mayor parte del material militar. Si ya en los noventa, con la crisis serbo-bosnia, Europa se planteó mayor autonomía, 30 años después seguimos igual. Quizá necesitemos una gran crisis internacional para que finalmente respondamos de modo coordinado.

 

P. La era de los líderes autoritarios está relacionada con el cambio del conflicto izquierda-derecha por el de nacionalismo-globalización.

 

R. Durante mucho tiempo, seguirá siendo nacionalismo frente a globalización. Las divisiones entre izquierda y derecha reflejan estructuras económicas de otra era, cuando había una gran clase proletaria y otra empresarial. Incluso era algo que se reflejaba internacionalmente, con esa fractura entre el mundo comunista y el capitalista. Hoy nos movemos cada vez más hacia la política de identidad, porque vivimos en sociedades más diversas, donde la clase ya no es lo que más polariza. Es más bien la raza, la inmigración, las actitudes hacia cuestiones sociales como el aborto o los derechos de los gais. Putin no ha dejado de repetir que el problema de Occidente no es que lo dirijan capitalistas, sino que esté dirigido por gais. La sociedad china es lo menos diverso que existe. Echa un vistazo al Congreso del Partido Comunista Chino, lleno de hombres mayores. O a su represión en el Tíbet, o contra la minoría uigur. Xi Jinping ha ordenado que eliminen de la televisión a los presentadores que consideraba afeminados. Tucker Carlson, uno de los periodistas de la cadena estadounidense Fox que más ha defendido a Trump, admira a Putin, lo ve como un conservador con valores cristianos tradicionales. La política identitaria es el gran motor de estos contrastes.


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Columna recomendada


Tuteos por todas partes

                              

                                                 Álex Grijelmo. Ideas. El País

 

Muchas personas sufrieron un gran golpe de realidad cuando alguien las trató por vez primera de usted. Pero con el paso de los años empezó a sucederles lo contrario: de repente las tuteaba todo el mundo. Los tratamientos de cortesía en España retroceden en los últimos decenios. Este fenómeno ya lo reflejó hace 75 años el académico Dámaso Alonso en su artículo La muerte del usted (Abc, 23 de noviembre de 1947), en el que se preguntaba si esa fórmula acabaría en el mismo cajón que “vuecencia”. También recordaba, no sin nostalgia, los tiempos en que los estudiantes varones trataban de usted a sus compañeras de Facultad. Y añadía: “La amistad, el tú, se ganaban, se construían lentamente”.

Algo antes, en el XIX, al gran cronista Mariano José de Larra le parecía alarmante que los hijos tutearan a los padres. A saber qué diría ahora, cuando su famoso título Vuelva usted mañana ha quedado obsoleto en la Administración para dejar paso a un supuestamente más agradable “vuelve mañana”, según reseñó Mayte Rius en La Vanguardia el 2 de noviembre de 2011. (Eso sí: el adverbio se mantiene).


Hoy en día los periódicos tutean a los lectores, como los anuncios de televisiones y plataformas a los espectadores, y el vendedor al comprador; también lo hacen los bancos con sus clientes; y el partido con sus militantes (“¿quieres que Junts siga formando parte del Govern?”).

Dos valores activan esa expansión del tuteo: por un lado, el igualitarismo. No nos gustan las diferencias jerárquicas, pese a que no sabríamos organizarnos sin ellas, y el tú sirve para difuminar ese escalafón no siempre agradable. Y por otra parte, la cercanía, que también ha subido peldaños en la escala social; y los ha bajado el respeto, quizás porque se identifica ahora con la distancia y la diferencia.

En algunos casos se aprecia la buena intención del tuteo.

Por ejemplo, enfermeras y auxiliares tratan con familiaridad a los ingresados de edad avanzada para que se sientan como en casa. Sin embargo, a veces eso sorprende a quienes lo observan desde fuera, porque tal vez aprecian en ello un cierto tono infantil, una cierta impostura.


Ese factor humano bienintencionado desaparece no obstante en el ámbito comercial. En muchos anuncios sólo impera el propósito de simular una cercanía que ni física ni mentalmente va a existir; y se aplica el tuteo para que el interlocutor baje la guardia y acceda más fácilmente a los intereses del otro.

Podemos diferenciar, por tanto, entre el tuteo natural (en una relación estrecha), el tuteo que busca crear un ambiente de cariño (el de los hospitales) y el tuteo interesado (el del banco con sus sufridores).

¿Y dónde queda el ustedeo? Se reserva para las ocasiones en las que el respeto constituye un valor superior a la cercanía y al igualitarismo. Por ejemplo, las personas cultivadas y las intuitivas saben que con un extraño se discute mejor de usted que de tú, porque en esa bronca siempre quedará algo de cortesía.


En algunos países hispanoamericanos, el “usted” puede sentirse más íntimo incluso que el tuteo. El cubano Pablo Milanés canta “de qué callada manera se me adentra usted sonriendo”. Y Serrat captó muy bien ese uso durante una actuación a principios de los ochenta en el teatro Colón de Bogotá, cuando, según contó el periodista Daniel Samper en El Tiempo, retocó una conocidísima letra suya: “Vuela esta canción, para usted, Lucía…”. El público entendió el guiño y prorrumpió en una ovación. Una ovación al usted.

Dos valores activan esa expansión. El igualitarismo, porque no nos gustan las diferencias jerárquicas, y la cercanía


Cine


Película: Ennio: The Maestro 



Año

2021

Duración

156 min.

País: Italia


Dirección

Giuseppe Tornatore


Guion

Giuseppe Tornatore

Música

Ennio Morricone

Fotografía

Giancarlo Leggeri, Fabio Zamarion

Reparto

Documental, Intervenciones de: Ennio MorriconeQuentin TarantinoClint Eastwood,Oliver StoneHans ZimmerTerrence MalickJohn WilliamsWong Kar-WaiBarry Levinson, y muchos otros más

 

Documental |  Documental sobre música.  Biográfico

 

Sinopsis

Retrato de Ennio Morricone, el compositor de cine más popular y prolífico del siglo XX, uno de los más queridos por el público, dos veces ganador del Oscar y autor de más de quinientas partituras inolvidables. El documental presenta al Maestro a través de una larga entrevista realizada por Tornatore, testimonios de artistas y directores como Bernardo Bertolucci, Giuliano Montaldo, Marco Bellocchio, Dario Argento, los hermanos Taviani, Carlo Verdone, Barry Levinson, Roland Joffé, Oliver Stone, Quentin Tarantino, Bruce Springsteen, Nicola Piovani, Hans Zimmer y Pat Metheny, música y material de archivo. El documental también se propone revelar el lado menos conocido de Morricone, como su pasión por el ajedrez, así como el origen en la vida real de algunas de sus intuiciones musicales.

 

Premios

2021: Premios David di Donatello: Mejor documental, montaje y sonido 

2021: Festival de Venecia: Sección oficial (fuera de concurso)

 

Críticas

"Se trata de un homenaje, de una lección de vida y, lo más interesante, de una clase de arqueología iluminada donde quedan al descubierto buena parte de los secretos y contradicciones que configuran la personalidad de [Morricone]" 

 

Luis Martínez: Diario El Mundo 

"Tornatore ha conseguido poesía, eternidad, porque el filme (...) exuda la misma elegancia, el mismo obsesivo misterio, al cabo que el propio Morricone. (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)" 

 

Carmen L. Lobo: Diario La Razón 

"El documental va rico en anécdotas, incluso tiene momentos extravagantes nada habituales en estos homenajes, y hará las delicias de cualquier espectador con buen gusto (…) Puntuación: ★★★½ (sobre 5)" 

 

Philipp Engel: Cinemanía 

"[Documental] exhaustivo, nostálgico, bello (...) Muestra la belleza de la obra de Morricone sin llegar a descubrir sus secretos (...) documental apasionante" 

 

Fausto Fernández: Fotogramas 

 

Se trata de un documental sobre el genial compositor Ennio Morricone. Aspectos de su vida, su formación, la forma de componer esas piezas que para los cinéfilos ya forman parte de la memoria cinematográfica.

Basta recordar Érase una vez América, Los intocables de Eliot Ness, La Misión, Novecento, Cinema Paradiso, El Bueno, el malo y el feo y así hasta cerca de quinientas composiciones que brindó al cine. Supo transmitir con su música, sentimientos, acciones, belleza y en fin todas las pasiones humanas.

Es un documental largo pero muy entretenido. En él descubrimos a este gran compositor que nos ha ayudado a hacer la vida mejor y más bonita.

El relato comienza narrando sus inicios, su vocación temprana claramente influenciada por su padre, que era trompetista e incentivó sus estudios en el conservatorio. También se menciona la importancia del aporte de su maestro Goffredo Petrassi y su admiración por la música de Igor Stravinsky, Johann Sebastian Bach hasta John Cage. Al respecto, se destaca la capacidad rupturista de Morricone como integrante del grupo de improvisación, a través de la música concreta y la música disonante (que apela a los distintos sentidos). Es decir, que el artista no temía al mezclar lo popular con lo clásico. Según Ennio, “Las notas no son lo importante, lo importante es lo que el compositor hace con ellas”.  Asimismo, el documental expone la tardía falta de reconocimiento por parte de la Academia y sus premios Oscars.  


 Morricone falleció en Roma el 6 de julio de 2020 a los noventa y un años, a consecuencia de las complicaciones producidas por una fractura de fémur tras sufrir una caída en su casa varios días antes.


Muy recomendable ver este documental. Muy entrañable, hermoso y un viaje por el cine de las últimas décadas.

A continuación enlace con el tráiler de la película

https://youtu.be/DQ0Nt8dybxs




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