Premio Oscar. Tortazo y machismo

Elementos machistas de un tortazo



 



 

Fue primero la broma y luego la bofetada, pero también la reacción del patio de butacas, la vuelta al escenario para recoger la estatuilla y el argumento del discurso, los vítores a esa alocución, la actitud de la Academia, la de ese círculo hollywoodiense en la fiesta tras la gala y las tendencias en redes sociales que dicen que hay parte de la sociedad —no la mayoría— que celebra el golpe de Will Smith a Chris Rock en los Oscar. El chiste sobre la enfermedad de Jada Pinkett fue opacado por la violencia. ¿Qué hay detrás de esos actos conscientes? Muchos símbolos de la estructura patriarcal.

 

Primero, la broma. Chris Rock miró hacia Jada Pinkett, casada con Will Smith, y dijo: “Jada, te quiero. Estoy deseando verte en La teniente O’Neil 2”. Con la libertad de expresión siempre de avanzadilla, la pregunta: por qué hacer una broma sobre la apariencia física de una mujer que no ha decidido raparse la cabeza, sino que sufre una enfermedad autoinmune que le provoca la caída del cabello y que ha hecho pública durante los últimos tiempos para visibilizar este problema que afecta a alrededor de un 30% de mujeres en algún momento de su vida. Rock y quienes escribieran, revisaran y dieran el visto bueno a aquel guion decidieron que pesaba más el humor que la enfermedad. No analizaron el impacto emocional y psíquico que la alopecia puede conllevar.

 

Ella no se rió. Smith sí, lo hizo de primeras. Fue después, cuando la vio, molesta y enfocada por las cámaras, cuando se levantó y abofeteó a Rock con la mano abierta. ¿Lo hizo porque le ofendió la broma o porque sintió cierta responsabilidad en el malestar de Pinkett? ¿Tuvo que ver con el dolor de Pinkett o con cómo quedaba él riéndose de la broma? ¿Fue machismo o también ego?

Después, llegó el discurso al recoger su premio a mejor actor:

“Estoy llamado en mi vida a amar a la gente y proteger a la gente. Quiero ser un embajador de ese tipo de amor, cuidado y preocupación (...) El amor te hace hacer locuras”.

 

Explicar la violencia con el amor y la protección derivada de él es el argumento de los maltratadores y, cuando llegan hasta el final, de los asesinos machistas, lo de la maté porque la quería. El último informe del Injuve refleja que más de la mitad de los chicos entre 15 y 19 años en España todavía creen que “deben” proteger a su novia. Eso debió ocurrir en el Dolby porque nadie se levantó. Tampoco nada impidió que Smith recogiera su estatuilla como si no acabara de darle un guantazo a Rock ante millones de espectadores —y esto importa en la medida que la cultura es eje socializador, de patrones de conducta y de referentes— ni que después fuese a la fiesta que organizaba Vanity Fair.

 

La Academia solo ha publicado un tuit en el que condena la violencia “en todas sus formas” y ha anunciado una investigación. Se pidió después a los periodistas que no preguntaran sobre el asunto y nadie quiso hacer declaraciones. No hacer alusión directa o callar públicamente es aceptar y asumir la violencia. Y así se perpetúa. Jaden Smith, uno de los hijos del actor, publicó en Twitter un somero “And That’s How We Do It”. (“Así es como lo hacemos”). Así era como lo hacía su abuelo, el padre de Will Smith. En sus memorias, publicadas hace unos meses, el actor escribió: “Cuando tenía nueve años, vi a mi padre golpear a mi madre en la cabeza con tanta fuerza que se derrumbó. La vi escupir sangre. Ese momento en esa habitación, probablemente más que otro de mi vida, ha definido quién soy”. Así es exactamente como funciona la violencia: se aprende.

 

Explicar la violencia con el amor y la protección es el argumento de los maltratadores

 

Publicado en El País. 29/3/22

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