Literatura: Dos novelas y relatos. Comentarios

1)

 Limónov



«Limónov no es un personaje de ficción. Existe y yo lo conozco» advierte Emmanuel Carrère. Esta novela biográfica o biografía novelada reconstruye la vida de un personaje real que parece surgido de la ficción. Un personaje desmesurado y estrafalario, con una peripecia vital casi inverosímil, que le permite al autor trazar un contundente retrato de la Rusia de los últimos cincuenta años y al mismo tiempo aventurarse en una indagación deslumbrante sobre las paradojas de la condición humana. Poeta y pendenciero en su juventud, Limónov frecuentó los círculos clandestinos de la disidencia en la Unión Soviética, se vio obligado a exiliarse y aterrizó en Nueva York, donde vivió como un vagabundo, fue mayordomo de un millonario y escribió novelas autobiográficas. Siguió haciéndolo cuando se marchó a París y allí alcanzó notoriedad pública con una escandalosa novela sobre sus andanzas neoyorquinas por el lado salvaje. De allí pasó a los Balcanes, donde apoyó hasta las últimas consecuencias la causa serbia, y regresó después a la Rusia poscomunista para fundar un partido nacional bolchevique que fue prohibido. Él acabó en la cárcel, acusado de tentativa de golpe de Estado, y allí escribió más libros, tuvo una experiencia mística y al salir se convirtió en opositor a Putin. Ambiguo, escurridizo y estrambótico, este personaje fascinante y detestable a partes iguales, mitad héroe romántico y mitad majadero abominable, es tan contradictorio y desconcertante que se convierte por derecho propio en carne de novela y en el protagonista de esta espléndida y sorprendente narración, galardonada con el Premio Renaudot, el Premio de la Lengua Francesa 2011 y, en especial, el Prix des Prix 2011, que se elige entre las obras ganadoras de los ocho premios literarios franceses más importantes (Académie française, Décembre, Femina, Flore, Goncourt, Interallié, Médicis y Renaudot).

 

Leí este libro por recomendación de un amigo. Me gustó. Es entretenido, recorre parte de la historia de Rusia y de occidente de las últimas décadas. Es un esfuerzo literario de E. Carrère y logra hacer una obra peculiar que es una biografía novelada de un personaje, que desde mi punto de vista,  es fascinante pero detestable al mismo tiempo.  Aunque fue en sus últimos años un enemigo político de Putin creo que en el fondo compartieron ideales y valores que yo desprecio. Como obra literaria es recomendable su lectura. J.P



2)


El funcionamiento general del mundo


Eduardo Sacheri. Editorial Alfaguara





La nueva novela de Sacheri, Premio Alfaguara de novela: Una historia emocionante sobre la adolescencia «donde lo cotidiano se vuelve épico» (Juan José Campanella).

 

“Me gusta tu idea, Benítez. —¿Cuál idea, profe? —Esa: que jugar es como entender el funcionamiento general del mundo”.

 

 El viaje a las Cataratas del Iguazú de Federico Benítez y sus hijos ya está arreglado, pero una llamada de último momento altera los planes: una deuda de gratitud, vieja e impostergable, lo obliga a cambiar de rumbo y encaminarse, con esos dos disgustados adolescentes a la rastra, hacia la lejana Patagonia. En cuatro días de viaje este hombre ensimismado y torpe les contará a los jóvenes una historia oculta que es la suya, la suya y la de su triste y difícil adolescencia.

 

La novela va ganando interés a medida que se avanza en el texto. Al comienzo solo parece un relato de estudiantes de secundaria en los años ochenta pero luego muestra en un contexto temporal determinado la vida de unas personas y sobre todo de un adolescente que no tiene la vida fácil. Es una historia también de la importancia del fútbol en esas edades y tiempo y una reflexión sobre la vida, sus alegrías, deseos y frustraciones.

Recomendable lectura



Relatos y poemas

A continuación transcribo dos relatos y  unos poemas ucranianos para compartir con vosotros.

1)

Cajones

 

Lulio Cerraja. Publicado en hoyesarte.com

 

 


¿Cómo te sentirías en mi lugar?, ¿cómo reaccionarías frente a un atropello? Veámoslo juntas: la extraña tiene el pelo larguísimo y rojo, te mira como si supiera todo de vos y antes de mentirte que todo está bien guarda la llave de emergencia en el primer cajón de un mueble que está al lado de la ventana. Vos la ves mientras simulás prestar atención al paisaje. Te gusta ver los árboles y edificios que se achican a lo lejos hasta dar con la franja plateada que dibuja el río. Te gusta ese paisaje y lo mirás embobada, pero no tanto como para no ver lo que hace la pelirroja con esa llave mientras susurra: “Todo está en orden, no te preocupes. Hay comida en el horno y frutas en la heladera”; ahora sale tirándote un beso que leés como un insulto a tu inteligencia.

 

Vos tenés una vida, tenés una hija, un trabajo, amigos que te esperan. Mañana tenés una entrevista en la radio para hablar sobre el proyecto para La Plaza Patriótica y tenés una reunión importante en la escuela de Roxana porque ella viene muy distraída desde que su padre murió. No es buen momento para que te retengan a la fuerza siendo una ciudadana que cumple con todo lo que tiene que cumplir y además la gente que se llevan no debe ser trigo limpio ¿Me seguís? Ésta debe buscar que yo dude de mi cordura, pensás y entonces esperás a que salga; que se vaya. Deducís que no deben ser los militares los que te tienen metida en un edificio que nunca viste en tu vida porque vos sos una persona respetable y, en cambio, deben ser los otros quienes te secuestraron porque buscan plata para seguir la joda. Oís a la extraña alejarse con un ruido de tacos ágiles y después, el fierrerío aceitado del ascensor delata que ya está bien lejos.

Esperás unos minutos porque la gente que sale de una casa muchas veces vuelve, muchas veces hay algo que olvida. Cuando estás segura, abrís aquel cajón y metés las dos manos; revolvés en medio de una cantidad vergonzosa de chucherías; te falla la vista, casi no podés distinguir entre anillos y aros enredados en collares baratos; deben ser los nervios, debe ser la angustia, te decís. Hay pilas viejas y algo hinchadas, hay papeles. Te ponés unos anteojos que encontrás sobre una mesita, al lado de la cocina. Volvés al mueble y te detenés en los souvenires con fechas que todavía no llegaron: todo parece una escena preparada. Por un momento dudás si hacer lo que pensabas, puede que ella quiera que agarres esa llave, que mires las fechas erróneas en los recuerdos cumpleañeros de gente que te es totalmente desconocida. Suena el timbre. Guardás todo donde estaba y caminás hasta la puerta temblando de miedo y rabia; como no respondés alguien mete una llave desde afuera y la puerta se abre para que se presente una mujer más alta que vos y mucho más fuerte; una mujer con expresión de témpano y manos grandes que te da los buenos días y te dice que no te alteres, que podés sentarte y escuchar la radio mientras ella te prepara un té. Vos sabés que si no tenés un plan nunca vas a salir de ahí. Son las ocho y treinta y cinco de la mañana y sólo pensás en Roxana, que te necesita cerca y en esa entrevista que tenés pendiente, pensás que tenés que salir de ahí ¿Me vas entendiendo? Te calmás, respirás hondo. La mujer está lidiando con jarros y distintos envoltorios. Abre y vuelve a cerrar los paquetes para guardarlos en una enorme alacena que está suspendida sobre la mesada donde tiene un plato con medialunas rellenas de queso. Hay olor a café, a té, a pan tostado. 

Tenés que tranquilizarte, caminás hacia la ventana y todo el mundo de afuera está ahí, te parece cercano y fácil. Los árboles se mueven con el viento, llegan voces y ruidos domésticos desde los edificios vecinos. Vos no hiciste nada malo, al contrario, no sos como los otros que en algo andan, que algo habrán hecho; a vos te secuestró la otra parte, a vos te agarraron los zurdos, razonás. Mirás el mueble que estuviste revisando y te das cuenta de que dos souvenires quedaron afuera. La mujer de manos grandes deja la mesada y se te acerca: “Ya está el desayuno”, dice y mira los muñequitos de yeso “¿Encontró los souvenires de sus nietos, Cecilia?”. Se te hiela la sangre: ella sabe tu nombre y busca hacerte creer que estás loca. Le seguís el juego, le decís que sí, que extrañás a tus nietos y ella sonríe por primera vez y te agarra del brazo con delicadeza como si fueras una anciana frágil y tonta. Te conduce hasta la mesa donde están el té y las medialunas. Tenés hambre y por eso aceptás comer. Además necesitás energía para escaparte, para volver a tu vida.

Cuando terminás, la mujer levanta los trastos y se pone a lavar. “Ya tiene el baño listo”, te dice sin darse vuelta y vos contestás dando las gracias. Caminás hacia el pasillo fingiendo conocer la casa. Al fondo está el baño y enfrentadas entre sí, dos habitaciones amplias y amarilleadas por el sol. Avanzás hasta meterte en una de las piezas y notás que en la puerta hay un cartelito de madera que dice “Cecilia” ¿No está claro que todo es una trampa? Vas al otro cuarto, das una mirada rápida a la cama de una plaza y media. Mirás la mesa de luz repleta de libros, al igual que la biblioteca de caño y cristal que tiene al lado. Necesitás pistas, necesitás más datos y tenés que ser rápida. Recorrés con los ojos la pared opuesta al ventanal y que recibe la luz directa de la mañana. Ves algo que te llama la atención: un cuadrito muy pequeño, un cuadrito con un dibujo que nunca habías visto: Un pañuelo blanco que parece envolver una cabeza ausente y que se cierra en un moño. Está delineado con tinta azul y por debajo tiene una leyenda. Sacás los anteojos que te habías guardado en el bolsillo de la camisa y te acercás para leer: “Nunca Más”. Todo te resulta muy raro, todo te parece incomprensible. Te tiemblan las manos, tenés poca fuerza pero necesitás pensar qué hacer. Volvés a la cocina, la mujer manilarga se prepara para salir “a hacer unas compras, pórtese bien y no toque la cocina que ya cerré la llave del gas”, te ordena y vos decís que sí, que vaya tranquila. 

Otra vez sentís los tacones que se alejan, el chirrido de la puerta del ascensor y después el ruido limpio y metálico que hace al bajar. Caminás lo más rápido que podés, el cuerpo no te da y estás segura de que es por el miedo y la desesperación. Abrís el cajón, volvés a revolver y al fin encontrás las llaves. Te ponés un saco que encontraste colgado al lado de la puerta y volvés a buscar los anteojos en el bolsillo porque todavía no podés enfocar pero ya va a pasar, va a pasar cuando se termine esta locura, te decís. Subís al ascensor plateado y con luces rojas, nunca habías visto uno así, y pensás en los progresos que está viviendo tu país, pensás en La Plaza Patriótica y en la entrevista donde vas a contar todo esto; pensás en el abrazo que le vas a dar a tu nena, a tu Roxana. Apretás el botón que te lleva a la planta baja, salís esquivando a un grupo de gente que conversa al lado de la puerta. Salís a la calle, la luz del día te araña los ojos. En la vereda de enfrente hay un patrullero de lo más extraño, es un modelo que jamás habías visto pero eso no te distrae y corrés hacia él aunque las piernas te pesen como si recién hubieras salido del agua. Querés estar libre, estar con tu familia, tus amigos, tus cosas, ¿entendés lo que eso significa? Ahora hay un hueco en los recuerdos, te duele el cuerpo y estás en una habitación despoblada, fría. Le contás lo que te pasa a una chica que dice ser enfermera. Ella te mira con lástima y te llama “abuela”, le decís que esto se tiene que saber, que fuiste secuestrada. La chica está sentada frente a vos y no te cree, sonríe con tristeza cuando le decís que la chica está sentada frente a vos y no te cree ¿Cómo te sentirías, señorita enfermera, si querés volver a tu casa donde tu nena te espera y para eso tenés que inventar la forma de escaparte de esas dos mujeres que te vinieron a ver?: la de manos enormes y la pelirroja que ahora te está mirando con los ojos mojados y dice llamarse Roxana y dice ser tu hija. 


 

2) 


En Granada con Enrique




 

Dias pasados visité Granada y como no podía ser de otro modo recordé a mi querido amigo Enrique.

Me había hablado tanto de su ciudad a la que él amaba que cuando llegué allí me parecía en cierto modo que ya había estado en muchos de sus rincones.

Yo ya conocía esa ciudad y su maravillosa Alhambra pero las calles, las plazas, y los lugares que mi amigo Enrique me había descrito con tanta pasión y nostalgia eran para mí un descubrimiento.

Cuando recorría el barrio de El Realejo, las calles de Los Reyes católicos, la popular Recogidas, el mirador de San Nicolás o el Albaicín me parecía ver a Enrique entre la gente con su cuerpo menudo, su mirada afable y picarona y sus ojos claros llenos de vida y contando historias a las que era muy acostumbrado a repetir.  Creía verlo entre la multitud como si me siguiese guiándome por Granada y transmitiendo esa alegría que demostraba cuando estaba a gusto con los amigos.  Por un momento creí verlo entrar en el hospital donde comenzó su brillante trayectoria profesional. 

¡Cuánto aprendí de mi amigo Enrique! Y ahora ya no está. Hace ya unos años lo despedí en sus últimos momentos en este mundo. Estaba postrado en una cama de hospital y vi y oí como se iba deteniendo su corazón hasta el final. Aquel día parecía que nos dejaba a todos más solos. Y así fue.


 Ha pasado el tiempo y ahora me doy cuenta que lo recuerdo todas las semanas por alguna ocurrencia suya o anécdotas de las que le gustaba tanto compartir. Creo que en la vida las personas atravesamos momentos o periodos muy difíciles y otras veces también muy afortunados. Para mí los años en los que compartí amistad y trabajo con Enrique fueron de las etapas más enriquecedoras de mi vida. Su inteligencia, capacidad de trabajo y generosidad fueron siempre admirables.

En sus últimos años debido a su enfermedad estuvo alejado del trabajo que le apasionaba. Me gustaría volver hacia el pasado para poder estar más tiempo con él pero lamentablemente se que eso no es posible. Hay personas con las que transitamos periodos de nuestra vida que hacen mejor nuestra existencia. Soy afortunado de tener algunos amigos que me hacen sentir así. Enrique fue uno de ellos y lo sigue siendo a través de la memoria y de los recuerdos.

J.P

 

3) 


Poemas ucranianos


En la revista Letras Libres se han publicado muchos poemas que reflejan el sentir de escritores de ese país. Algunos poemas aunque están escritos antes de la invasión de Putin reflejan otra vez una realidad triste y dolorosa que se repite en este pueblo tan avasallado. A continuación dos poemas para compartir.


Babyn Yar

 

Mykola Bazhan (1904-1983)

 

Fosa de arcilla verde, hueco de óxido,
barranco de basura putrefacta.
Un ominoso viento en los pulmones
de las tierras baldías oxidadas.

No palidezcas y no tiembles; quédate,
firme como ante el juez o el pelotón.
No hay maldición bastante a su maldad.
No hay insulto capaz de su abyección.

Sólo un barranco abrupto, flor de caos.
Tiemblan las ramas de dos blancos álamos.
Pero aquí entre los muertos no hay silencio:
hay cien mil corazones que se quejan.

Hay ceniza plateada de los huesos.
Hay un cráneo en pedazos agrietados.

Los muros del barranco caen al fondo
donde una trenza delicada brilla
que aún no fue tragada por el fango.

Las gafas destrozadas de un anciano.
Un zapato de niño ensangrentado.
Y enterrados debajo de los restos,
en pedazos también, descabezados,
son cien mil los cadáveres humanos.

Aqui silban las lenguas iracundas,
aquí corren arroyos de alquitrán
y abyectos gambusinos hurgan ropas
en busca del botín de los cadáveres.

La nociva humareda, oscura y densa,
se eleva por encima del barranco,
exhalación de muerte y pesadilla,
monstruo que repta sordo por las calles
y se cuela callado en los hogares.

Vagaban llamas negras y escarlatas
sobre la tierra en el horror pasmada,
la luz sangraba en los tejados sucios
y en las agujas sucias de Kyiv.

Resguardad en sus casas vio la gente
más allá de las cúpulas cirílicas,
y de los álamos del cementerio,
llamas que chamuscaban carne y sangre.

Una ráfaga trae desde el barranco
el hollín de las piras de la muerte
el humo del carbón de los cadáveres.

Y Kyiv, roja de ira, mira cómo
Babyi Yar es envuelta por las llamas.

Ningún remordimiento apaga el fuego.
Nada puede vengar la desmesura.
Malditos los que piden el olvido.
Malditos los que piden el perdón.

 

Versión de Aurelio Asiain

 

Mykola Bazhan fue uno de los grandes poetas ucranianos del siglo XX. Destacó en una vanguardia influida por el futurismo, el constructivismo y el expresionismo, y desarrolló un verso enérgico y sintácticamente complejo, con arcaísmos y neologismos entre imágenes sorprendentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, obligado a escribir poesía patriótica y testimonial, debió omitir referencias específicas al Holocausto. Por eso el poema que escribió sobre Babyn Yar no menciona la matanza de más de 33,000 judíos que ocurrió ahí en los últimos días de septiembre de 1941. La cifra de 100,000 es la del total de cadáveres de judíos y no judíos ahí acumulados durante la guerra. Esta versión está hecha sobre cuatro inglesas: las de Roman Turovsky, Amelia Blazer, Peter Tempest y Boris Ralyuk; todas difieren en más de un punto.

 

                                                      ***

 

Psicoanálisis

 

Halka, mi cielo, no bloquees la luz
        que de por sí escasea,
la vida es bella
        pero tarde o temprano acaba
en un diván entre Lacan y Freud
        Halka, la última guerra exorcizó
a mujeres, ancianos, niños de nuestros cuerpos
         como las oraciones al demonio,
y lo que sucedió no fue de miedo;
         fue una vacunación en contra
del patetismo cursi de la paz,
escucha, Halka,
millones muertos ha dejado el SIDA
          más que la última guerra
mas tú y yo estamos vivas—
          esto seguro significa algo,
después de una separación muy larga perdimos la ternura
y todo se volvió hábito ansioso, rápido
así que un buen final para la vida
         como en ésta, no la pasada guerra,
es difícil de imaginar
         pero te digo en serio, Halka, créeme—
la vida es bella…

 

Versión al español de Pedro Poitevin


A partir de una versión al inglés de Olena Jennings

Profesora de estudios literarios en la Universidad de Lviv, Halyna Kruk ha publicado cinco poemarios y ha recibido tres premios literarios en Ucrania. En el año 2003 ganó el premio internacional Step by Step de literatura infantil. En los años 2003 y 2010 recibió la beca Gaude Polonia para las artes. Sus poemas y cuentos han sido traducidos a veinte idiomas.

 

 



Comentarios

  1. Limonov me resulta más detestable que fascinante, aunque es verdad que es verdaderamente fuera de lo común. Vimos este libro en una de nuestras tertulias y nos interesó mucho. Curioso el sistema de E. Carrère

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