Iglesias: oportunismo, demagogia y populismo

 


Otra vez al vicepresidente del gobierno, se le ven sus verdaderas ideas políticas que están basadas en populismo puro y duro y para ello todo vale. Oportunismo, demagogia, destruir al estado desde dentro y traicionar a sus "socios" de gobierno. Ya hace tiempo el marrullero de la política Pedro Sánchez expresó que si tenía a Iglesias en el gobierno no dormiría tranquilo. Y fue así no solo para él si no para grandes sectores de la sociedad.

Hace solo unas semanas Pablo Iglesias nos sorprendió desagradablemente con sus conceptos comparativos de los exilios y solo unos días después ataca al estado democrático español desde el propio seno del gobierno. 

No tiene límites éticos ni principios políticos democráticos para intentar llegar al poder. Imagináos a este individuo en el poder absoluto o real. Da miedo, al igual que ver a sus amigos coyunturales los independentistas en el gobierno de Cataluña.  No nos debe extrañar un mal resultado para la democracia en esa comunidad si prospera la abstención. Pronto lo sabremos. Observo que Iglesias, Abascal y los independentistas en el fondo son caras de una misma moneda.

También quiero aclarar que mi opinión sobre este individuo no es la misma que de los miltantes de Podemos, ya que muchos de ellos creen y defienden la lucha para disminuir las enormes desigualdades sociales que tenemos en la sociedadd no solo española si no mundial. Desgraciadamente este partido político está liderado por Iglesias y sus acólitos que son la esencia del populismo y el oportunismo político de nuestro presente.

A continuación transcribo una breve editorial sobre la última de las actividades anti españolas de Iglesias.


Iglesias, desleal

Editorial El País. 9/2/2021

El vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, ha vuelto a denigrar el marco institucional del que forma parte en una entrevista en el diario Ara al declarar que “no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña uno está en prisión y el otro, en Bruselas”. Lo hizo, además, tras subrayar que se estaba pronunciando desde su cargo en el Ejecutivo. Tomaba así posición, del lado de Moscú, en las polémicas declaraciones del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov —que comparó la situación del opositor Alexéi Navalni con la de los políticos independentistas catalanes—, frente a la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, que defendió que España es una democracia plena. 

Resulta inaudito que un vicepresidente de un país europeo se aplique con tanta obstinación a desprestigiar a su propio país, más aún en medio del insidioso pulso lanzado por el Kremlin. 

El episodio llega tras su comparación entre el exilio de los republicanos tras la Guerra Civil con la situación de Puigdemont, como si fuera lo mismo procurar sobrevivir a la aniquiladora represión de la dictadura franquista que salir huyendo tras transgredir las reglas de juego de un Estado de derecho. La cercanía de las elecciones en Cataluña envuelve todo esto bajo el tristísimo velo del ventajismo partidista.

Frente a las consideraciones del vicepresidente segundo, resulta revelador recordar que la democracia española acaba de ser calificada por el semanario británico The Economist como una de las 23 democracias plenas de los 167 países que la publicación estudia, por delante de las de Francia, Estados Unidos o Italia. 

Toda propuesta académica es discutible; la del comité de expertos que hace el informe, de reconocido prestigio internacional, utiliza 60 indicadores para explorar, entre otros temas, el pluralismo, las libertades civiles y la cultura política. La actual democracia española sale muy bien valorada, por urgentes que sean las reformas ante algunos de sus problemas, que Iglesias está en inmejorable posición para promover.

Cualquier democracia de las actualmente existentes puede salir tocada si se la compara con un modelo utópico e irreal, e Iglesias juega con esa tentación demagógica, camuflando con descaro sus responsabilidades de gobierno bajo el barniz de que su formación es la que defiende de verdad los valores progresistas frente a su socio de coalición. 

Es un camino francamente desleal el de desacreditar la democracia española, tratando de manchar su prestigio internacional. Debería preguntarse el vicepresidente cuán perjudicado queda el suyo ante los españoles que observan estupefactos semejante discurso en medio de un pulso con una potencia autoritaria. Es vicepresidente de ellos también, no solo de los votantes de Podemos.


Para finalizar y pensando en las elecciones catalanas os adjunto un breviario ideológico de los independentistas a los que defiende Iglesias.

Breviario ‘indepe’

XAVIER VIDAL-FOLCH. El País

Breviario sintético de propuestas, definiciones y recetas de dirigentes independistas catalanes, en su mayoría formuladas en la precampaña y campaña electoral del 14-F, sin otro aditamento que su contextualización: 

Limpieza de españoles. “Colau no es más que una puta histérica española; haremos limpieza de españoles, lo prometo”, tuit de Josep Sort, candidato en Barcelona por Junts, hasta que la presión de otros partidos provocó su renuncia, el 25/1/2021.

Trumpismo. “Pediría por prudencia que el mundo indepe no se sitúe en contra de Trump”, tuit de Joan Canadell, tercer candidato de Junts en Barcelona. 

Otras de sus perlas cultivadas: “España es paro y muerte, Cataluña es vida y futuro”. Y: “Colón, Cervantes, Da Vinci, Marco Polo”, como verdaderos catalanes forman parte “del expolio histórico que padecemos”.

Nuestros hijos, a la cárcel. “¿Estamos dispuestos a luchar hasta el punto de que nuestros hijos vayan a la cárcel, si es necesario? Si la respuesta es sí, hemos dado un paso de gigante”, Jordi Cuixart, líder de Òmnium, en Catalunya Ràdio, 1/2/2021.

Perder el empleo. “La movilización sostenida, intensa, tiene costes para la gente de Cataluña. Costes económicos, laborales, pero el precio de la independencia lo pone el Estado”. ¿Qué costes? “Económicos”. ¿Laborales? “Por ejemplo”. ¿Perder el empleo? “Por ejemplo (...) la pregunta —injusta y desagradable, pero inevitable— es qué precio estamos dispuestos a pagar por nuestra libertad”, Toni Comín, entrevistado en Lovaina, El Periódico, 9/10/2019.

Perjudicar a las grandes empresas. “Haremos una nueva ley de contratación pública (...) en detrimento de las empresas del Ibex 35” (programa de Junts para el 14-F, página 277).

Corrupción. Entrevista a Laura Borràs, segunda candidata de Junts: ¿es razonable ser candidata y estar imputada por corrupción? “Los últimos presidents están todos inhabilitados y tenemos un vicepresident preso, condenado por corrupción [en referencia a Oriol Junqueras] (EL PAÍS, 3/2/2021). 

“Si Borràs fuera militante de Esquerra se le requeriría que dejara de ser candidata” [reacción de Junqueras]. La imputación de Borràs sería “un impedimento” para apoyar su eventual investidura [reacción de Dolors Sabater, candidata de la CUP, luego rechazada por su lista]. “La CUP deberá decidir si está al lado de la injusticia española”, replica Borràs: deslegitima a la justicia si va contra ella, tras validar la condena por malversación contra Junqueras.


Este jueves 11 de febrero un grupo de miembros del partido socialista junto a otras personas de partidos y ámbitos diferentes han publicado un manifiesto pidiendo la dimisión de Pablo Iglesias. 

Los abajo firmantes son incluso adversarios políticos entre sí pero coinciden en la defensa de la democracia española, la transición política y la Constitución. Ahora este populista Pablo Iglesias los ha unido para pedir su dimisión.  Os sugiero la lectura del manifiesto.


https://www.elmundo.es/espana/2021/02/11/60250e1521efa0fa678b45f2.html


El manifiesto

"A lo largo de su historia, la democracia española ha tenido gobernantes buenos, malos y mediocres, idóneos y vulgares, ejemplares y corruptos. Gobernantes con sentido de estado y gobernantes que antepusieron sus intereses al bien común. Lo que no había tenido nunca hasta ahora es un gobernante que no creyera en la dignidad democrática de su país, y así lo aventara al mundo para afrenta de la ciudadanía y desprestigio del nombre de España. Un gobernante que se pusiera del lado del crimen.

Nos referimos al actual vicepresidente de Gobierno y Ministro de Asuntos Sociales del Gobierno de España, Pablo Iglesias Turrión. Ya fue doloroso el ultraje de comparar la situación de Carles Puigdemont y su holgada estancia balnearia en Bruselas, fugado de la justicia española tras su fallida agresión al orden constitucional, con la de miles de compatriotas que dieron en el exilio, casi siempre miserable, a menudo atroz, tras la victoria franquista. La reacción de asco que sintió entonces la sociedad española, y en particular la parte que se le podía suponer ideológicamente más afín, hubiera debido propiciar un momento de reflexión para el Sr. Iglesias y para quienes le hicieron vicepresidente y le mantienen en el gobierno. Lejos de ello, el aún vicepresidente se permite, en plenas elecciones catalanas, declarar que en España «no hay una situación de normalidad democrática plena», socavando la imagen de nuestro país en un momento en que sus credenciales democráticas se ven oportunistamente puestas en duda por un ministro extranjero. A la injuria se suma así la deslealtad, con sus propios compañeros de gobierno, con todas las instituciones del Estado y con una inmensa mayoría de españoles, que seguimos apostando por la democracia nacida en 1978, dispuestos siempre a cambios y reformas que la mejoren, haciéndola más integradora y participativa.

La torrencial chabacanería intelectual y moral que ha derrochado el Sr. Iglesias en su carrera política merecería un inventario detallado que no haremos aquí. Admitimos sin embargo que él nunca ha engañado a nadie. Se ha presentado siempre como lo que es: una persona socializada en el rencor e incapaz de comprender la importancia histórica y la altura moral del gesto de reconciliación entre españoles que, en una Transición que desprecia, fundó nuestro régimen de convivencia democrático. Deshacer aquel abrazo entre españoles ha sido siempre su objetivo declarado. Las bofetadas a las víctimas del terror y los halagos a los criminales forman parte sin sombras y ocultaciones de su escaso bagaje. Como en aquella ocasión en que, buscando el aplauso de los fanáticos, alabó la perspicacia de ETA, por haber sido la primera en «darse cuenta» de que nuestra Constitución del 78, mero «papelito» a su decir, no había traído ninguna democracia digna del tal nombre, avalando así implícitamente la larga historia de terror de ETA. No, Pablo Iglesias no ha engañado a nadie, aunque cabe preguntarse por qué forma parte del gobierno de un Estado que él mismo no considera plenamente democrático y de una nación que cree artificial y opresora (cuyo nombre, «España», según confesión propia, le cuesta pronunciar). Si realmente cree que España no es una democracia su deber es combatir a su gobierno gallardamente desde la oposición, sacrificando su generosa nómina de vicepresidente en el altar de sus ideales.

Pero la impostura de quien aspira a gobernar un país que desprecia es una curiosidad que no debe importarnos. Lo que nos importa es su presencia en el Gobierno de España, a invitación del Partido Socialista Obrero Español, después de que durante la campaña electoral el entonces candidato Pedro Sánchez negara su intención de formar gobierno con Unidas Podemos, haciendo precisamente de la presencia de Iglesias en el gabinete el principal escollo. Bien, el experimento ha agotado su curso. Ningún logro, ningún esfuerzo loable se le conoce al Sr. Iglesias en el ejercicio de su cargo. Hacer declaraciones imperdonables y ver series de televisión mientras parecen ser los únicos contenidos de su cartera y de su "amplio propósito" para la legislatura.

Por todo ello, pedimos el inmediato cese del vicepresidente Iglesias. Los patéticos intentos de disculpar su conducta comprometen a todo el gobierno -un órgano, recordemos, colegiado-. Si su destitución no se produce, el coste electoral que pueda sufrir el Partido Socialista será lo de menos. Más debería preocuparnos el precedente de haber llevado al gobierno a una persona cuya única virtud conocida es la demagogia y cuya única vocación es el frentismo. Las palabras tienen consecuencias. La democracia española no se puede permitir la presencia de un pirómano en el Consejo de Ministros. Ante la historia quedará la responsabilidad de quien lo nombró."


Los firmantes

- Francesc de Carreras, Manuel Valls, Teresa Freixes, César Antonio Molina, Francisco Igea, Adela Cortina, Fernando Savater, Nicolás Redondo Terreros, Andrés Trapiello, Joaquín Leguina, José Luis Corcuera y varias decenas más.

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