Relato corto. I. Alonso Tinoco

Ildefonso Alonso Tinoco nos hace llegar un relato corto jocoso ligado a la confusión derivada de un error ortográfico.



El  Acento

Iba tranquilamente paseando con el perro (nunca he tenido muy claro quién pasea a quién), cuando me llamó la atención un anuncio fijado en un árbol. Decía: “Ingles, nativa”; y al lado, el número de teléfono.

 Qué sugerentes son algunos anuncios eróticos, pensé. Qué delicadeza evocando y ofreciendo. Casi un monumento al buen gusto. Por un instante me asaltó una idea perturbadora: ¿no serán clases de idiomas? Pero lo dice bien claro: “ingles”, no Inglés. Seguí leyendo: “Económica. Para todos los niveles. Dos o tres horas por semana”. No hay duda, está cantadísimo. Es una chica educada, original y, probablemente, tímida, no una puta sin más ni más. 

 Regresé a casa a toda marcha, impaciente por llamar. El perro, visiblemente contrariado porque no le dejaba hacer sus meaditas habituales, me miraba sin comprender tanta prisa. No me mires así que cuando olfateas una chucha cariñosa te pones como loco, tío, y tiras de la cuerda como si fueses un tigre, le dije.  Pero no me contestó. A veces es muy egoísta.

 Abrí la puerta, dejé las llaves no me acuerdo donde y cogí el teléfono como si fuese  argentino. Nervioso, me equivoqué varias veces al marcar y me extrañó, porque yo nunca cometo errores. Al otro lado me contestó una dulce voz de mujer, con un cierto toque extranjero que la hacía más atractiva:

-“Alló?,si?

- Llamo por lo del anuncio…Quisiera saber algunos detalles…

-Muy bien… ¿tiene decidido lo que quiere? Dos horas, tres horas semanales…

-Mejor tres horas.

-¿Es principiante o tiene ya alguna experiencia, un cierto nivel..?

-Principiante del todo, del todo…no. Pero, vamos, no soy tampoco un experto desde luego.

-(risa cantarina) Claro, ya me lo imagino. No se preocupe, para eso estoy yo y me acoplaré a su demanda.

-Estupendo…Y ¿el precio?

-Varía un poco según el sitio. ¿Sería en su casa o en la mía?

-Prefiero la suya. Ya sabe que hay vecinos muy cotillos…

-Como quiera pero, ahora que lo dice, a lo mejor podría interesarle también a algún vecino o a  algún amigo porque también trabajo con grupos, eso sí: muy reducidos.

-¿En grupo? No, no, yo prefiero estar solo. Ya sé que es una tontería pero yo me corto si hay más gente…

-Se lo decía porque así sale algo más económico pero, lógicamente, con uno solo aprovecha mucho más.

-Claro, mucho más.

-Pues tres horas a la semana y en mi casa, usted solo, serian 240 euros al mes.

-Muy bien.

-Pues quedamos en eso. Le envío mi dirección. 

Me pareció baratísimo y me confirmó la impresión original: evidentemente era una chica tímida y no lo hacía por dinero. Tal vez se encontrase sola o triste y al ser tan tímida, se le había ocurrido lo del anuncio para contactar en un ambiente privado y tranquilo. Era un mirlo blanco y, a lo mejor, incluso guapa. Casi seguro.

Los tres días que faltaban para el primer encuentro se me hicieron eternos. No dejaba de imaginar cómo sería la chica. Me excitaba esta especie de aventura secreta.

Y el día llegó: aunque era consciente de que era un encuentro mercenario, me arreglé lo mejor posible, la chica lo merecía, había que ser delicado porque seguro que no lo hacía por dinero ni por vicio.

Al llamar a su puerta tenía más taquicardia que cuando salgo a correr. Oí sus pasos acercándose y el sonido de la cerradura al abrirse. La puerta se abrió y me quedé estupefacto: era Julia, una de las amigas de mi novia.

-Pero…Eres tú…No se lo digas a Lola, por favor. No sabía que te dedicabas a esto, si no, no hubiera…

-Pero Paco ¿por qué te pones así? ¿Qué te pasa? Ya decía yo que me sonaba la voz… ¡Qué casualidad! Bueno, pues muy bien…

-¿Muy bien..? ¿Cómo que muy bien?

-Hombre, yo tampoco sabía que quisieras aprender inglés. Recuerdo, no hace mucho, que Lola te dijo que el inglés podía ayudarte a mejorar de trabajo y tú decías que no te hacía falta para nada y que, además, te caía gordo. Se cabreó bastante contigo, no sé si te acuerdas…Pero veo que has cambiado de opinión ¿Le vas a dar la sorpresa?

- No. Nada de sorpresas. Quiero decir que no me gustan las sorpresas…

-Entonces ¿se lo has dicho?

-El qué?

-Pues que has venido para aprender inglés. Te noto un poco raro, ¿te pasa algo?

-No, no. Nada, nada.

-Pues venga, vamos a empezar, que un idioma no se aprende en tres días…ni en tres meses.

¿Tres meses?.Va para tres años de aquella conversación. No me interesa una mierda el inglés, se me da de puta pena y me está costando una pasta. Mi novia encantada de que esté  aprendiendo inglés para complacerla (me estoy sacrificando por amor, dice). Y Julia, cultivando el chollo de un alumno eterno.

Y encima no puedo contarlo porque me pillo los dedos. Tengo la autoestima hecha polvo. Y todo por un puto acento.

 Un mártir de la gramática, eso es lo que soy.


                                        I.Alonso Tinoco.

                                                                       Mayo del 2016




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