Adiós a Quino, el humorista gráfico que hacía reflexionar

Decimos adiós a Quino dado su fallecimiento, pero sus obras perdurarán mucho más tiempo entre nosotros ya que fueron un reflejo sociológico de una época histórica contemporánea. En el texto que sigue a continuación se bosqueja algunos aspectos de la vida y creación de Quino. Es un resumen de un artículo de Álex Grijelmo.



Ha fallecido el humorista gráfico más internacional y más traducido del idioma español; y quizás también el más entrañable: Joaquín Salvador Lavado, Quino. Había nacido el 17 de julio de 1932 en Mendoza (Argentina), y tenía por tanto 88 años. En esa misma ciudad residía ahora, atendido por sus sobrinos desde que se trasladó allí en noviembre de 2017 tras morir su esposa, Alicia Colombo. El nombre de Quino estará ligado para siempre al más famoso de sus personajes: Mafalda; la niña sabia y respondona

Los padres de Joaquín Lavado eran españoles de Fuengirola (Málaga) y emigraron a Argentina en los años treinta. La humilde familia vivió en un círculo algo cerrado, hasta el punto de que el niño Quino habló con acento andaluz hasta sus primeros seis años. Quino tenía la doble nacionalidad argentina-española y fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014.

Joaquín Salvador Lavado quiso enseguida ser viñetista. Lo decidió de niño, con tres años, cuando un tío suyo, diseñador gráfico, por entretenerle a él y a sus hermanos empezó a hacerles dibujos. Quedó maravillado con todas las cosas que podían salir de un lápiz. Después estudiaría Bellas Artes en la universidad de Cuyo. No llegó a terminar, pero alcanzó a absorber los conceptos básicos del dibujo y de las proporciones.


Nacimiento de Mafalda








Un trabajo inicial como dibujante publicitario le condujo a crear a Mafalda en 1962 gracias a unas lavadoras y unos frigoríficos. A Quino le encargaron una publicidad que consistía en elaborar tiras cómicas para los diarios en las que se mostrara en dibujos la vida de una familia que utilizaba los electrodomésticos Mansfield. Y de esa secuencia fonética surgió el nombre de Mafalda.

Los periódicos rechazaron aquella publicidad, porque se confundía con los contenidos propios, y los personajes ideados por Quino para el encargo se quedaron en la recámara. Sin embargo, los recuperó en 1964, ya sin propósito comercial, y así surgió en el periódico porteño Primera plana la tira de más éxito de la historia en lengua española, que después se publicaría en diarios de todo el mundo. Más tarde, los libros que recogían aquellas escenas venderían millones de ejemplares y serían traducidos al francés, al inglés, al japonés, al chino…, a más de 30 idiomas.


En 1973, nueve años y 1.928 tiras después de su creación, Quino decidió que ya no dibujaría más a Mafalda, agotado por el propio personaje y por la tiranía de la entrega diaria al periódico. Y empezó entonces una creación más ambiciosa aún, con dibujos minuciosos, detallistas, igualmente brillantes, que mostraban a menudo la opresión de los poderosos y la mirada inteligente del pisoteado. EL PAÍS SEMANAL publicó esas viñetas en los años noventa.

En una de ellas se ve a una señorona que ofrece café a sus invitados mientras una niña juguetea entre ellos. Y la anfitriona les aclara: “Es la nena de gente humilde de por aquí. Y nosotros le compramos la ropita y los juguetitos porque la queremos como si fuera de la familia”. La ropita que viste la niña es el uniforme de una sirvienta con cofia, y, a su alrededor se ven esos juguetitos, asimismo en el tamaño adecuado para su edad: una escoba, una plancha, un plumero y una fregona.

Sus libros se siguieron vendiendo por cientos de miles (por ejemplo, sus maravillosos Potentes, prepotentes e impotentes, Quinoterapia, Gente en su sitio, ¡Qué presente impresentable! o Yo no fui), pero compitiendo en la memoria colectiva con los de Mafalda y con los miles de llaveros, libretas, pegatinas, insignias y toallas que reproducen su imagen; y con el cariño que aquel personaje había desatado en millones de personas.




Quino en los últimos años ya se movía entonces en silla de ruedas y padecía problemas de visión por un glaucoma diagnosticado un decenio atrás. No tuvo suerte con la salud. Durante la década de los noventa llegó a sufrir seis operaciones quirúrgicas en apenas 10 años. En 2006 dejó de dibujar regularmente. En 2019 estaba casi ciego.

La muerte en septiembre de 2017 de Alicia Colombo, su compañera eterna, su representante y delegada general para el mundo, coincidió con su etapa de más acentuado declive físico; dejó Buenos Aires en noviembre de ese año y regresó a su Mendoza natal; siempre atendido por familiares cercanos y amigos.

Pese a los ruegos, súplicas y jugosas propuestas que recibió para resucitar a Mafalda, siempre se negó a hacerlo (salvo para alguna causa social: de Unicef, de la Liga para la Salud Mundial, para una campaña de prevención ante el coronavirus…, y para explicar la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, la LODE, por encargo del Gobierno socialista español en 1986). En otras muchas ocasiones, su creación fue utilizada rastreramente para ideas que él no compartía; por ejemplo, una campaña antiabortista en Argentina.

La muerte de Quino nos seguirá dejando algunas incógnitas. ¿Cómo se apellida Mafalda? No se sabe. También le preguntaron alguna vez en privado cómo sería hoy aquella niña sabia, y él contestó que probablemente ya estaría muerta porque habría sido alguno de los desaparecidos de la dictadura militar argentina.

Acudía gustoso a las fiestas y cumpleaños de los amigos, con una fidelidad interminable. Tenía aspecto triste, quizás porque escuchaba mucho; pero por dentro sonreía. Admiraba a Forges, Peridis, Schultz, Perich, Mingote, Summers, Chummy-Chummez, Gila, Gallego y Rey, Puebla…

Y se sintió muy feliz durante sus días en el Principado en 2014, llenos de homenajes por el premio Príncipe de Asturias. Especialmente, en aquel acto del teatro Filarmónica de Oviedo, con una ovación final de cinco minutos. Y también con un detalle que quedará para siempre en esa ciudad: la reproducción de Mafalda a tamaño natural (idea del periodista ovetense Pedro Zuazua) que se fotografía desde entonces con eterna paciencia en el parque Campo de San Francisco junto a toda persona que espere su turno para sentarse con ella.

Ese viaje lo vivió como una despedida de España y de los amigos que dejaba a este lado de su doble patria. De algunos ya se había despedido un año antes, porque no imaginaba que tendría que regresar.

Su viejo espíritu republicano, según confesaba al calor de una copa de rioja en un restaurante próximo a la Gran Vía, le planteó ciertas inquietudes ante ese premio de 2014 que le entregaría el rey Felipe VI, pero lo aceptó gustoso por venir de una España democrática. Después, transcurridos aquellos días en Asturias, se deshacía en alabanzas hacia la conversación y la calidez humana que le ofrecieron don Felipe y doña Letizia, a quienes elogiaría siempre a partir de entonces y a los que, ya de vuelta a Argentina, no dudó en transmitir su cariño cada vez que pudo. Era antimonárquico, pero también una persona íntegra.


10 frases de Mafalda


1. Al final, ¿cómo es el asunto? ¿Uno va llevando su vida adelante o la vida se lo lleva por delante a uno?


2. Debiera haber un día en la semana en el que los informativos nos engañaran un poco dando buenas noticias.


3. Indudablemente, la primavera es lo más publicitario que tiene la vida.


4.Tenemos hombres de principios, lástima que nunca los dejen pasar del principio.


5. Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante.



6. Hoy quiero vivir sin darme cuenta.


7. Mamá, cuando conociste a papá, ¿sentiste que te devoraban las llamas de la pasión o apenas algo se te tostaba?


8. Bueno, pero y el espíritu ¿a qué edad empieza a necesitar maquillarse?


9. ¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?


10. ¿Y Dios habrá patentado esta idea del manicomio redondo?


El humorista humanista

Peridis. El País

La creación de un personaje como Mafalda, en 1964, es un hito porque Quino trajo con ella la mirada de un adulto, de muy buen corazón, al mundo de los niños. No importa lo que se mira, sino el punto de vista. Lo primero que hace Mafalda al venir al mundo es preguntar qué demonios hace aquí, por qué hay injusticias y por qué tiene que comer sopa todos los días… Era una contestataria. Ella, Manolito, Guille, Susanita... son unos personajes increíbles, con los que se identificaban los jóvenes. Quino se inspiró en Charles M. Schulz, el creador de Carlitos y Snoopy. Desde entonces fue mostrando las preocupaciones del momento, del peligro de la bomba atómica al calentamiento global y la extinción de especies. Se reinventaba en los temas porque estaba con la antena sensible para captar por dónde iban los tiros.

Mafalda es además una concienciadora del feminismo, de la injusticia, de la igualdad entre razas... Con sus sentencias de filósofo: “Tenemos hombres de principios, lástima que no les dejen pasar del principio”. Así nos ponía ante problemas más físicos que metafísicos, te colocaba frente a los problemas reales del mundo, de ahí que Quino dibujase ese globo terráqueo en sus viñetas, porque vio que vivíamos en un mundo globalizado y nuestra sociedad ponía en peligro la supervivencia de la vida en la Tierra tal como la conocemos. Su mundo, relativamente acotado, estaba hecho con un dibujo sencillo y personajes esquematizados, acompañados de un atrezo también sencillo. Estoy mirando sus libros, que eran para niños, pero para que los leyeran los padres.

En lo personal, Quino fue uno mis motores para dar el salto de la arquitectura a la tira cómica, siempre lo consideré un modelo a imitar. Su personaje de Mafalda era, en cierta medida, repipi, pero solidaria, encantadora… y yo quise convertir a los políticos españoles en personajes siguiendo esa estela. Y fui con el tiempo, si se me permite, el representante de Quino en España. Le llegaban muchas invitaciones para actos y premios y me llamaba y decía: “Vete, habla y da las gracias en mi nombre”. Me honró con su amistad y cuando venía a España —era un admirador de Forges y de Chumy Chúmez— solía venir por casa porque siempre le esperábamos con una botella de Vega Sicilia. Le gustaba beber y comer bien.


Como persona era un humorista humanista, tímido, cercano, silencioso, afectuoso y que escuchaba mucho. No iba de Quino por la vida. Cuando se hartó de Mafalda, dejó de hacerla porque le parecía lo más honesto y quiso renovarse con otros personajes y temas, como los relacionados con los mayores, pero se desencantó porque no tuvieron la acogida de Mafalda. Quino entró en decadencia cuando murió su mujer, Alicia, el báculo en el que se apoyaba.

De las muchas cosas que puedan decirse de la obra de mi amigo Quino me quedo con una frase de Cortázar: “No tiene importancia lo que yo piense de Mafalda, lo importante es lo que Mafalda piense de mí”. Y de sus tiras, una sentencia de Manolito: “Si alguien golpea tu mejilla izquierda, ve y aprende kárate”.





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