Políticos a la deriva
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Políticos a la deriva
Creo que el objetivo último de los políticos es
gobernar y desarrollar sus programas durante ese gobierno para, desde el punto
de vista cada uno, mejorar la vida de la ciudadanía, resolver o prevenir
problemas y construir una sociedad mejor.
Observo desde hace ya bastante tiempo que las
personas dedicadas a la política en España y también en otros países, han
abandonado ese objetivo que creía yo que era el más importante y el que
justificaba todo su accionar ya sean sus ideas más o menos acertadas.
Ahora están como perdidos en miradas cortas,
miopes y extraordinariamente alejadas de los problemas de la ciudadanía. Creo
tener la certeza que a los ciudadanos de todas las capas sociales les urge un
gobierno que “gobierne”. En España tenemos urgencias para abordar y seguramente
tendrá que ser de forma consensuada, sobre temas como la educación, la sanidad,
las pensiones, el paro, la desaceleración económica, la desigualdad social, los
retos de la inteligencia artificial, el desarrollo del ideal continental a
través de la Unión Europea, el reto secesionista, la inmigración, la
investigación y la ciencia, el cambio climático, la violencia de género, la
brecha salarial y también el freno a corrientes involucionistas y arcaicas como
son las de la extrema derecha entre otros muchos problemas.
En lugar de acordar gobiernos donde todos deban
colaborar, tal como de forma reiterada lo han dicho los ciudadanos en la urnas,
nuestros políticos están en el postureo, el cainismo, la pose, el gozar en las
presencias mediáticas e insultando a los españoles con sus cambios de
posicionamientos, contradicciones o descaradamente echando la culpa siempre al
adversario político. Los ciudadanos tenemos memoria y si no están las
hemerotecas para constatar lo que han dicho en un momento y luego lo han transformado
según les venga bien a sus partidos.
Todos y creo que ninguno de los líderes políticos
se salvan de las incoherencias de sus actos y acciones en el día a día.
Llevamos años sin gobiernos estables, sin presupuestos y además de no abordar
los problemas antes citados tenemos de forma continua que escuchar los
desvaríos y necedades de los nacionalistas e independentistas que han usurpado
los espacios mediáticos en nuestro país creando además un problema grave de
convivencia en la población.
Urge volver a redefinir para que sirven los
políticos que son nuestros representantes para que de forma democrática se
pueda llevar el país adelante.
Los políticos tienen que hacer un alto. Pensar por
qué están ahí y disponerse a hablar, discutir y consensuar medidas que nos
saquen de esta inercia perniciosa que se traducirá en un atraso de décadas y
frustración de generaciones.
Deben cambiar el lenguaje agresivo, reiterativo, partidista,
tonto y mediocre que día a día nos vemos obligados a oír de los máximos
representantes de las organizaciones partidarias.
Si no saben hacerlo, deberían dimitir y dejar paso
a nuevos dirigentes que quizás no estén instalados en la superficialidad, en el
insulto y en la parálisis política.
Pareciera hoy en día que todos los políticos de la
mayoría de las organizaciones están actuando de forma contra natura respecto al
fin último de su misión en la sociedad.
Creo que los políticos de todos los partidos van a
la deriva y esto puede significar atraso, retroceso social y enfrentamientos
estériles como si se hubiese olvidado la historia pasada.
Unos buenos políticos son para la sociedad de una
riqueza comparable a los buenos humanistas, científicos, poetas o
investigadores entre otros. Pienso que también es un deber ciudadano el
presionar a los partidos en general para que rectifiquen sus conductas en bien
de toda la ciudadanía. Debemos exigir con firmeza sin perder la esperanza.
Estas
acciones de presión la debemos ejecutar en todos los entornos y con todas las
herramientas (redes sociales, plataformas ciudadanas, sindicatos, etcétera. Y
por supuesta esta presión se debe realizar a todas las organizaciones
partidarias independiente de la “simpatía” que podamos tener hacia unas u
otras.
J.P
Las revueltas populares o ciudadanas en todo el mundo manifiestan precisamente que los políticos o los gobiernos ya no representan a los pueblos. Pero he aquí que esos dirigentes provienen del pueblo, con lo cual hay un tremendo problema a resolver. No debería sorprender que si educamos para ser "competitivos" a cualquier precio (tanto en lo individual como en lo empresarial) el resultado sea una clase política o clase gobernante que solo mire y defienda su ombligo.
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