Relato: Usurpadores
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Usurpadores
Mi
abuelo Jorge ha cumplido ahora noventa y dos años. Hasta hace poco tiempo se había
mantenido muy lúcido, ágil e independiente.
Siempre
había sido un contertulio ideal y manifestaba interés por todo.
Ahora
cuando lo veo inmóvil, enmudecido y hundido en su sillón mirando al vacío, me
entra una gran tristeza que me hace reflexionar sobre el paso del tiempo y los
límites biológicos de los seres humanos.
Observo
su cabeza y me imagino todas las historias que contiene su cerebro y que
durante años nos la ha contado. Sus experiencias, frustraciones, sus amores y
desamores, logros, derrotas y opiniones para casi todo en la vida. Esto último
irritaba mucho a mi abuela. Cuando ella vivía, le interrumpía a menudo sus
disertaciones diciéndole en voz baja – Ya está Jorge, ya está.
Su
vida fue como un espejo del siglo pasado. Abrazó todas las ideas de progreso,
incluso las equivocadas, y fueron motor en su vida.
Los tiempos de cárcel y de penurias después de la guerra no le hicieron cambiar en su
forma de ver la historia, la sociedad y a las personas.
En
este último año se produjo como un apagón en su cerebro. Ahora no habla, no
ríe, no interviene en nada; se mueve con mucha dificultad y solo responde con
monosílabos a las preguntas que le hacemos. Da la sensación de no tener interés por nada ni por nadie.
Sus
horas transcurren con la mirada perdida a través de la ventana o frente al
televisor que antes detestaba.
Hoy
mientras lo estaba observando tuvo una reacción inesperada por mí que me dejó
sorprendido y desconcertado.
En
la pantalla del televisor que él estaba mirando se veían en ese instante las
noticias del telediario de la noche y en ellas aparecían unos dirigentes
políticos que los periodistas llaman de la izquierda radical abertzale. Estos
estaban saludando con el puño en alto símbolo de la izquierda que mi abuelo nos
había enseñado desde pequeños.
Fue
en ese momento cuando quedé estupefacto ante la respuesta que tuvo él ante
esas imágenes.
Se puso de pié con gran agilidad y gritando enfurecido frente a la pantalla decía – ¡Usurpadores, usurpadores, fascistas radicales es lo que sois.¡ –No sabéis vosotros lo que es la izquierda. ¡¡Fascistas¡¡.
De
repente me miró y se volvió a sentar en su sillón sumergiéndose en el mutismo
que tenía desde hacía meses.
Mi
hermana, que vive con él se acercó a mí y me dijo que esto lo hacía siempre y
es a lo único que respondía. A ésto y también a lo que él llamaba izquierda reaccionaria catalana, que eran unos grupos nacionalistas que de vez en cuando aparecían en las noticias.
Nos
quedamos los dos en silencio, mirándolo y recordando tantas historias que
nuestro abuelo nos había contado llenando las horas de nuestra infancia y
juventud.
Esa
noche cuando llegué a casa seguí pensando en él y me preguntaba sobre los
procesos que deterioran nuestro cerebro.
Solo me consolaba tener la sensación que hoy, aunque sea solo por unos minutos
había recuperado a mi abuelo de siempre, al abuelo de mis recuerdos.
JP
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