Publicaciones científicas: controversias

En una publicación reciente en la revista Jot Down, el físico y catedrático Pablo Artal aborda el tema controvertido de las publicaciones científicas, valor curricular, forma de obtención, calidad de las mismas,etc. Sin duda sus opiniones crearán controversia como ya se pueden leer en los comentarios anexos que lleva el artículo inicial. Comparto la lectura de este artículo con los que tengan interés en estas temáticas.


Piratas en la ciencia

 Jot Down. Julio 2018

Publicado por Pablo Artal

                                                   Fotografía: Center for Scientific Review (CC).

La actividad de los científicos está sometida a presiones y amenazas de manera constante. La última década ha traído una reducción de los fondos dedicados a la investigación y un aumento asfixiante de la burocracia en España. Pero, junto a esto, a nivel mundial ha aparecido de manera muy intensa un fenómeno que es un auténtico cáncer para la ciencia.
Según el diccionario de la Real Academia, «cáncer» tiene dos acepciones principales. La enfermedad que se caracteriza por la transformación de las células, que proliferan de manera anormal e incontrolada. Y una segunda sobre la proliferación en el seno de un grupo social de situaciones o hechos destructivos. Me refiero a esta segunda acepción, la proliferación de hechos negativos que ponen en peligro una situación que era más o menos estable y pueden impedir el progreso. Un cáncer que está afectando cada vez más el desarrollo de la ciencia y de sus pilares fundamentales.
Durante más de un siglo el desarrollo de la ciencia moderna se ha basado en la publicación de los resultados de las investigaciones en revistas científicas. Para publicar un artículo, las revistas cuentan con un editor que recurre a árbitros que son otros científicos que evalúan la calidad del trabajo. Tras diversas revisiones y clarificaciones, si el editor acepta el trabajo, este se publica y queda para siempre (salvo retractaciones) accesible en la literatura científica.
La ciencia ha progresado enormemente usando los resultados de las publicaciones anteriores. Este sistema, llamado de revisión por pares, normalmente anónimos, ha garantizado una razonable calidad y seriedad de los resultados publicados. Newton, quizás el científico más famoso de todos los tiempos con permiso de Einstein, dijo que estaba subido a hombros de gigantes, queriendo indicar que la obra de un científico que ha alcanzado un nivel superior ha sido gracias a las aportaciones de los colegas que le precedieron.
Las diferentes revistas científicas han cuidado su reputación para atraer los trabajos de los mejores científicos y estos han preferido enviar sus investigaciones a las mejores revistas pues así se aseguraban una mejor carrera académica. En la segunda mitad del siglo XX creció el número de revistas y de trabajos publicados de manera casi exponencial. Pero en general todo el sistema pretendía mantener el mismo esquema de revisión y prestigio. Las instituciones reclutaban y promocionaban a sus investigadores según los artículos que habían publicado y a la calidad de las revistas. Por otro lado, sobre todo en aquellos temas con implicaciones comerciales o sociales, las empresas y los políticos han usado el prestigio de los artículos publicados en las revistas científicas. Y al ciudadano le quedaba la salvaguarda de que si un artículo había sido publicado debía tener una cierta calidad y estaba basado en la evidencia científica. Por supuesto, obviando los casos de fraude que siempre ocurrieron, aunque de manera excepcional.
Pero en los últimos años el sistema de publicaciones científicas ha experimentado un cambio tremendo. Por un lado, en una tendencia positiva se ha extendido el acceso abierto de las revistas. Esto permite que cualquiera pueda leer los artículos sin tener que pagar por ello. En el lado negativo, el cáncer se ha ido extendiendo con cientos de revistas y reuniones piratas. Han ido apareciendo revistas que publican cualquier resultado sin ningún control, sin verificar si es o no correcto, ni su calidad. Simplemente exigen que se pague un precio por ello. En muchos casos, estas revisas, a las que se ha llamado «depredadoras», pero que yo prefiero definir como «piratas», tienen nombres que recuerdan a revistas de prestigio. Garantizan que cualquiera, y con cualquier intención, pueda hacerse en poco tiempo con un número de publicaciones.
La magnitud de este cáncer es muy grande. Todos los científicos recibimos decenas de correos electrónicos diariamente para que publiquemos en alguna de estas revistas o para que estemos en la lista de sus editores o asesores. El negocio se completa con congresos supuestamente científicos a los que se invita a participar. Uno imagina que la mayoría de científicos ignorará estos mensajes, pero lo cierto es que no es así y muchos caen en estas redes. Hace algunas semanas recibí un correo en el que se daba una vuelta de tuerca al mecanismo de fraude. Me contactaban como editor de una revista seria. Y me ofrecían un procedimiento mediante el cual ellos me derivarían artículos de científicos en varios países y que al publicarse compartirían conmigo las ganancias tras el cobro a los autores. El esquema era simple y según insistían estos piratas eran un win-win!
Esto me indicó que debido a la presión a la que en algunos países están sometidos los científicos y las instituciones, el paso siguiente de las revistas depredadoras es asaltar las revistas tradicionales con artículos publicados mediante sobornos o trampas. Esto sería una especie de metástasis del sistema. Mientras que se pueden aislar las revistas depredadoras en lista, separar artículos fraudulentos en las revistas serias sería una tarea casi imposible.
El problema es de enorme importancia para la sociedad en su conjunto. Les pondré algunos ejemplos. Como en nuestras universidades los puestos y las promociones todavía se consiguen por el número de publicaciones, pueden imaginar que haya personas con pocos escrúpulos que compren sus publicaciones. Si estos científicos deshonestos ocupan los puestos por delante de los que han trabajado duramente, las instituciones pierden a los mejores y premian a los que han jugado sucio.
Y en esta época de charlatanes y pseudociencia es muy sencillo publicar cualquier cosa en estas revistas, por falsa o ridícula que sea. Y no duden que alguien lo usarán para engañar a la gente pretendiendo que se trata de investigaciones serias. Desgraciadamente la mayoría del público no distinguirá si se trataba de una buena revista o de una falsa.
Ante esta amenaza debemos actuar: la sociedad y los organismos financiadores de la ciencia. La forma de curar este cáncer será aplicar terapias invasivas eliminando estas revistas y estar vigilantes con las infiltraciones en otras. Para ello se debería impedir a los científicos pagados con fondos públicos que publiquen en esas revistas. Se debería penalizar los currículos que incluyan estos artículos y educar a los periodistas para no divulgar sus contenidos y a todos los ciudadanos a ser críticos. Las revistas piratas son el mejor caldo de cultivo para la pseudociencia y como tal un problema enorme para el futuro de todos.


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