CINE: BLADE RUNNER 2049

 FICHA TÉCNICA
GÉNERO: Ciencia- ficción. Drama 
DIRECTOR: Denis Villeneuve
REPARTO:  Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas
GUIÓN: Hampton Fancher , Michael Green
PAÍS: EE UU, Reino Unido, Canadá
DURACIÓN: 163 minutos
DISTRIBUIDORA: Sony Pictures España
ESTRENO: 06 de Octubre de 2017


Observaciones previas respecto a Blade Runner producida en 1982

Cuando 'Blade Runner' se estrenó en 1982, inicialmente al parecer no tuvo mucho éxito pero posteriormente fue considerada como una de las obras más revolucionarias de la historia del cine de la ciencia-ficción. En un artículo publicado por Nando Salvá en El Periódico de Cataluña lo explica en siete motivos que os comento resumidos:

1. Cuestión de estilo 
A nivel visual, 'Blade Runner' sigue siendo una de las obras más intrépidas y deslumbrantes de la historia del cine. Su versión de la ciudad de Los Ángeles es un paisaje permanentemente nocturno y hecho de claroscuros, lluvia y reflejos de neón, puro romanticismo 'noir'. La influencia de la ficción detectivesca de los años 40 se percibe en cada escena, en la atmósfera de derrota y melancolía pero sobre todo en la figura de Deckard (Harrison Ford), sabueso lacónico al que se le ve a la legua el parentesco con Humphrey Bogart y Robert Mitchum en la piel de Philip Marlowe. 
  
2. La importancia de llamarse Philip K. Dick
A la importancia de 'Blade Runner' sin duda ha contribuido el culto que rodea al autor Philip K. Dick y en concreto a la novela que la inspira, '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?'. Escrita en pleno apogeo de la guerra de Vietnam y obsesionada por los horrores de la Alemania nazi, sigue siendo una de las reflexiones más preclaras que existen sobre lo que significa ser una criatura pensante y racional y por tanto consciente de la propia mortalidad. ¿Qué es lo que nos define como humanos? ¿Nuestros recuerdos? ¿Nuestros sentimientos? ¿Nuestros cuerpos? ¿Qué somos además de carne? 

3. Lo que el ojo no ve
Cada vez que uno ve 'Blade Runner' descubre detalles nuevos en la película. A ello sin duda contribuye que actualmente haya siete versiones distintas de la película. Independientemente de la que tengamos delante, eso sí –cada edición tiene sus partidarios, pero quizá la interpretación definitiva sea la conocida como 'The Final Cut' (2007)–, buena parte de la magia está en los interrogantes. El más recurrente entre todos ellos, claro, es la posibilidad de que el propio Deckard sea un replicante –Ridley Scott se pronunció al respecto años atrás, pero es mucho más divertido fingir que la pregunta sigue sin respuesta–. Pero hay muchas más cuestiones: ¿Qué abocó al mundo a la distopía? ¿Quiénes son los misteriosos socios de Deckard? ¿Qué significa el unicornio de papel de plata que aparece al final de la película? No queremos saberlo. 

4. Un villano inolvidable
Roy Batty es uno de los antagonistas más complejos de toda la ciencia-ficción, un ángel caído directamente del 'Paraíso Perdido' de John Milton que rezuma ambigüedad moral y sexual y cuyas últimas palabras, justo después de salvar la vida de Deckard, son un hito de la cultura popular: «Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir». No saber dónde diablos está Tannhäuser o qué son los rayos C no hace sino añadir mística a esta tierna declaración sobre la naturaleza fugaz de nuestras vidas, y la fragilidad de nuestros recuerdos frente al tiempo. 

5. El sonido del futuro
Compuesta por Vangelis, la música de 'Blade Runner' forma parte de la banda sonora de nuestras vidas. En lugar de usar instrumentos tradicionales, el compositor griego se sirvió esencialmente de los sintetizadores Yamaha CS-80 y Roland VP-330. La densidad atmosférica y la radicalidad melódica que obtuvo de ellos se ajusta a la perfección al paisaje ultratecnológico y artificialmente iluminado que la película captura.

6. Una sombra alargada 
El estilo visual de 'Blade Runner', sus fundamentos filosóficos y su tono sombrío han influenciado enormemente los últimos 30 años de literatura, 'anime' y música y, sobre todo, de cine de género.

7. Una ventana al mundo de nuestros días
A medida que nos acercamos al 2019, año en el que 'Blade Runner' transcurre, queda cada vez más clara su condición de obra profética. Cierto que los coches aún no vuelan, y que si alguien ha creado robots indistinguibles de nosotros los mantiene a buen recaudo. Pero la robótica está ocupando cada vez más sectores de empleo, y los avances en la investigación con células madre, la modificación genética y secuenciación del genoma humano dejan claro que pronto seremos capaces de crear vida en laboratorios. Como la película anticipó, asimismo, quienes actualmente manejan el poder no son los gobiernos sin las grandes corporaciones económicas, y vivimos sometidos al constante bombardeo de anuncios publicitarios. Y también es inevitable acordarse de los replicantes al pensar en todos aquellos que hoy sufren condiciones laborales cercanas al esclavismo, tratados menos como seres humanos que como mera mercancía. 


Blade Runner 2049

¿Dónde subyace la esencia de lo real? ¿Qué distingue lo real de su imagen? ¿Dónde radica la humanidad? ¿En el nacer, crecer, reproducirse, morir? ¿Qué es un humano, qué es un replicante, qué somos nosotros? 35 años después de que Ridley Scott pusiese estas cuestiones sobre el tablero de 'Blade Runner', el director canadiense Denis Villeneuve recoge el testigo en una esperadísima secuela que renueva sin traicionar el espíritu de la cinta original  aunque sin conseguir, creo, las emociones y sentimientos de la primera.

Embarcarse en la secuela de 'Blade Runner' (1982), una película casi perfecta, de una ambición temática y emocional asombrosa, con un estado de ánimo único y clave en la historia de la ciencia ficción, es meterse en un proyecto muy complicado. Sobre todo 35 años después, tiempo en el que la película de Ridley Scott  marcó un antes y un después en la ciencia-ficción cinematográfica. Denis Villeneuve se ha atrevido a entrar en ese nuevo proyecto, en ese nuevo reto.

 'Blade Runner 2049' no es una película impecable pero sí es una película extraordinaria. El diálogo con el film de Scott trasciende la nostalgia y la necesidad de dar continuidad al relato. Considerando sobre todo el vínculo y las historias entre K (Ryan Gosling) y Deckard (Harrison Ford), el film invita a reflexionar sobre la actualidad de las ideas expuestas en la anterior 'Blade Runner' y dispara temas como el desprecio a la memoria y la posible dimensión emocional de lo artificial y/o virtual. Eso sí, contra todo pronóstico, se trata de un relato tranquilo, sin estridencias y despojado aparentemente de una voluntad expresa de trascender.

Villeneuve firma una fantasía serena, a ratos incluso lánguida, lenta pero intenta destacar una pulsión más emocional que cerebral. No es la emoción de 'Blade Runner 2049' arrolladora, pero está ahí y lo envuelve todo (igual no está a la altura del romance de la original, pero la historia entre K y el personaje de Ana de Armas será inolvidable).
El director acompañado en su reto por  Roger Deakins (director de fotografía del film), no solo genera imágenes de gran belleza, una puesta en escena de gran valor artístico, una planificación impecable y un uso soberbio de la luz.

 En el caso de Blade Runner 2049, los cambios de ambiente tienen lugar tanto de dentro hacia fuera (sacarnos de  Los Ángeles más decadente que nunca, para mostrarnos otros lugares y otros colapsos de la civilización) como de fuera hacia dentro, observando la vida cotidiana de sus personajes y tratando de explicar cómo piensan y qué sienten con más profundidad que en la original. Y ahí, precisamente, es donde tropieza,  ya que en la primera película quedaban muchos aspectos para que el espectador los construyera o los dedujese y aquí parecen querer hacerlos más explícitos.
Es cierto que a Ryan Gosling se le da muy bien el rol de hermosa máquina de matar, y también que algunas de sus escenas con Ana de Armas (uno de los  personajes más entrañables de la película) pueden ponernos a disparar nuestra fantasía.
La banda sonora  delata esto con ironía poética: cuando quiere apabullar, se las basta y sobra ella  pero cuando quiere emocionar, acaba recurriendo a melodías de los viejos temas de Vangelis, apenas disimulados y clavados al anzuelo como cebos para nostálgicos.
K, creo que bien interpretado es una criatura que, esforzándose por ser emocional y humana, acaba suspendiendo el test de empatía ya que no consigue atraparnos, emocionarnos o sufrir con él. Al menos así me lo pareció a mi.

'Blade Runner 2049' consigue navegar con sobrada habilidad en las turbulentas aguas que supone tratar de encontrar el equilibrio entre el respeto a la película original y la capacidad de construir una historia autónoma y renovada.
Villeneuve entronca con el filme de Scott a través de una serie de guiños, del recurso de los sueños, de la reflexión sobre la esencia de la humanidad, de los cimientos sobre los que descansa la moral —y por ende la justicia— y de los retos a los que se enfrenta la bioética a medio plazo.

Dice el historiador israelí Yuval Noah Harari  que antes de que acabe el siglo XXI el mundo asistirá al fin del Homo Sapiens tal y como lo conocemos, debido principalmente al desarrollo de la biotecnología y de la inteligencia artificial.

El gran asidero que encuentra 'Blade Runner 2049' es, sobre todo, una puesta en escena absolutamente deslumbrante.
Villeneuve también añade cuestiones como la realidad virtual como sucedáneo de la realidad tangible, la utilización de ingeniería genética en la producción de alimentos o la exploración de nuevas fuentes nutritivas —los insectos, por ejemplo— para paliar la escasez de recursos, que están de plena actualidad, 35 años después del estreno de la primera película. Y en este ejercicio de malabarismo sobre la cuerda floja, la firma del guionista Hampton Francher ha servido como garantía de puente entre los dos universos, los de 2019 y 2049. Han pasado más de tres décadas y la sociedad ha evolucionado —o retrocedido, depende del desencanto de la óptica—, los códigos han cambiado, la tecnología ha evolucionado y con ella los retos a los que se enfrentan la bioética y, en general, la humanidad
Villeneuve consigue condensar en cada plano la potencia y la belleza del universo 'Blade Runner'. Cada fotograma es un cuadro, una composición milimetrada, una simetría perfecta, desde esa primera secuencia en que las parcelas de cultivos transgénicos se disponen una tras otra como las células de la piel, resumiendo en un solo vistazo el dilema entre lo sintético y lo 'natural'.  Y para sublimar el conjunto visual, ese murmullo constante y demoledor compuesto por Hans Zimmer  y Benjamin Wallfish.
En los 30 años  que han pasado desde que el agente Rick Deckard (Harrison Ford) y Rachael (Sean Young) desaparecieron de la faz de la tierra, la ciudad de Los Ángeles ha cambiado y el presente parece mucho más desesperanzado que el imaginario construido por Scott. La crítica social se hace mucho más explícita: entornos productivos agrícolas y manufactureros, reminiscencias de la revolución industrial y frases como "el trabajo es lo que te convierte en alguien de provecho" en boca de las élites. Existe cierto paralelismo con 'El planeta de los simios' (1968)—, como un recordatorio de que ninguna civilización está a salvo de la degeneración y de que la supervivencia de las especies radica en su capacidad de adaptarse al cambio.


Al igual que lo fue Deckard (H. Ford), el agente K (R. Gosling) es un 'blade runner' cuya misión en la vida —volvemos al utilitarismo recurrente en las distopías es 'retirar' a todos aquellos ejemplares de un modelo de androides rebeldes que viven fuera de la ley. Un modelo de androides cuya rebeldía consiste en ejercer su libre albedrío contra las órdenes de sus creadores y, por ende, dueños: los humanos. Pero, de nuevo, ¿dónde radica la esencia de la humanidad? Si ya no es en el libre albedrío, ¿es en la capacidad de nacer, crecer y reproducirse? ¿Y si alguno de esos pilares esenciales sobre los que se sustenta el concepto de humanidad —y por ende, las bases de la justicia y el orden social— resultan ser falsos? ¿Qué es preferible, la verdad o el desmoronamiento de dicho orden social? "Todos buscamos un atisbo de la verdad", dicen en un momento de la película, y será precisamente esa búsqueda la que llevará al agente K a replantearse las bases no solo de su existencia, sino de la de toda la humanidad.

Sin embargo, a pesar de su perfección técnica y lo interesante de su lectura y su trabajo simbólico, a 'Blade Runner 2049' se le podría acusar de lo mismo que a sus replicantes: de carecer de alma. La película se desarrolla en una especie de anestesia dramática en la que es imposible encontrar una escena tan icónica como la del discurso de las "lágrimas en la lluvia". Tampoco hay una gran historia de amor —sin tener que referirnos exclusivamente al amor carnal— . Y los vínculos que unen a los protagonistas son frágiles, con lo que tampoco tienen mucho que perder o por lo que, en principio, sacrificarse. Los personajes se mantienen en una especie de sopor emocional que se amplifica con la sensación de que todo en la película está tan milimetrado que no puede sino asfixiar cualquier rastro de vida, de escurridiza verdad, al otro lado del objetivo. Todo funciona como un reloj de precisión, pero todo es tan impecable que resulta artificial.
(La mayoría de las observaciones sobre esta película están resumidas de revistas especializadas en el tema, periódicos y apuntes personales del autor del blog)


https://youtu.be/gCcx85zbxz4    (Tráiler de la película)

Resumen:
Los amantes del cine no pueden dejar de ver este filme pero aún más los que hayan visto la película del año 1982.
Creo que la actual es muy buena y tiene enormes aciertos. Invita a la reflexión y es bellísima desde el punto de vista cinematográfico pero desde mi humilde opinión de cinéfilo aficionado, me parece que le sobra metraje, podía haber sido menos lenta en su desarrollo, y algo falla, ya que a pesar de la temática que aborda no consigue la empatía y la emoción que nos produjo la obra de Ridley Scott en los años 80.
Como en otras obras sobre el futuro el situarlas en un año en concreto (1984, 2001, 2010, 2019 o 2049) nos desliza hacia el error pero esto es lo menos importante en este tipo de creaciones.
Probablemente esta película requiera ir al cine más de una vez para captar todos sus mensajes y disfrutar de este arte en toda su intensidad.

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