Divulgación: Sociología y Ciencia

 Tres artículos de divulgación con temas diferentes. El primero trata sobre los cambios en la "curva de la felicidad" en relación a la edad, el segundo sobre el cambio climático y la pérdida de agua dulce en el planeta y el tercero sobre nuevas hipótesis sobre el origen de la vida.




I)


Adiós a la curva de la felicidad


Mayte Rius


https://www.lavanguardia.com/vivo/20250828/11005161/adios-curva-felicidad-toca-fondo-50-juventud.html


Datos recientes muestran que las personas de 20 y 30 años son más infelices que las de 40, 50 y más



Hoy día el malestar mental es mayor entre los jóvenes y disminuye con la edad, según el estudio  Xavier Cervera




Llevamos varios años oyendo hablar del deterioro de la salud mental entre los niños y jóvenes. Los datos que recogen los últimos estudios y que maneja la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) son demoledores: en España, más del 60% de los jóvenes dice haber experimentado ansiedad o síntomas depresivos el año pasado; un 55% ha pensado en el suicidio; un 43% de los menores de 24 años tiene problemas para dormir con frecuencia; más de una cuarta parte de los menores de 29 se sienten solos... 


Y no es una situación que se viva solo en España. Los informes apuntan a un declive mundial del bienestar entre los jóvenes, y eso está modificando las tendencias previas sobre la evolución de la felicidad en función de la edad.

Si durante décadas se había establecido que “la curva de la felicidad” era una U porque tendía a disminuir desde la infancia hasta alrededor de los 50 años para luego recuperarse en la vejez, los datos más recientes indican que ya no es así. “La joroba de la infelicidad” provocada por el aumento de la preocupación, el estrés y la depresión ya no alcanza su punto máximo en la mediana edad fruto de años de cargas laborales y familiares, sino en la juventud.

Al menos eso es lo que concluye una investigación publicada en la revista científica Plos One que basa su análisis en datos de la encuesta Global Minds de 44 países, incluidos Estados Unidos, Reino Unido y España, referidos al periodo 2020-2025. 

Según sus autores, la forma de joroba del malestar se ha pulverizado y ahora se observa una tendencia decreciente de la infelicidad con la edad a nivel internacional.

 


Comparación de la curva de malestar por edades en Estados Unidos en el periodo 2009-2028 y en el 2019-2024  Blanchflower et al., 2025, PLOS One, CC-BY 4.0


Los datos de Estados Unidos incluyeron respuestas de más de 10 millones de adultos y del periodo que va de 1993 a 2024. En el caso de Reino Unido, abarcan el periodo entre 2009 y 2023 referidos a 40.000 hogares. Y lo que observan los investigadores es que el malestar entre las personas de 40 y más años no ha variado significativamente, de modo que la desaparición de la “joroba de la infelicidad” parece deberse al deterioro de la salud mental entre los jóvenes.

Y observaron que la evolución es muy similar cuando se analizan los datos de casi dos millones de personas de 44 países incluidos en el estudio de salud mental Global Minds, que abarcan el periodo entre 2020 y 2025.

La relación entre edad y felicidad

Los especialistas en salud mental consultados aseguran que estos resultados son novedosos y cambian la forma de entender la relación entre edad y felicidad que se tenía hasta ahora, con implicaciones respecto a la percepción de la satisfacción con la vida, especialmente entre los jóvenes.

“El hallazgo de que el malestar decrece con la edad, pero comienza alto en la juventud, evidencia que los adolescentes y los jóvenes constituyen hoy un grupo vulnerable en términos de salud mental”, que la suya se ha deteriorado más que la de los adultos mayores, y eso es relevante y preocupante, subraya Maite Garaigordobil, catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológicos de la Universidad del País Vasco, al valorar el estudio para la plataforma SMC España.

El estudio se basa en encuestas, de modo que recoge información subjetiva sobre el malestar percibido por cada uno y no permite establecer las causas de los cambios que se detectan en la curva de la felicidad. No obstante, los autores sugieren varias posibilidades, como el impacto que la Gran Recesión o crisis de 2008 ha tenido en las perspectivas laborales de los jóvenes, su limitado poder económico y de acceso a la vivienda, la falta de recursos en los servicios de salud mental, los desafíos planteados por la pandemia de la covid o el impacto del uso generalizado de las redes sociales, que polarizan las percepciones sociales y globalizan el malestar.

El jefe de Psiquiatría y Psicología del hospital Clínic de Barcelona e investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), Eduard Vieta, admite (en declaraciones a SMC España) que todos esos factores influyen, “pero creo que falta mencionar también, de forma más global, el contraste entre las expectativas y la realidad; las generaciones jóvenes de la mayor parte de los países incluidos en el trabajo han recibido una educación muy sobreprotectora y han desarrollado una baja tolerancia a la frustración, un aspecto que también es relevante para explicar su malestar emocional”.

Garaigordobil considera que hace falta más investigación para explorar a fondo las causas de este aumento de la infelicidad y los problemas de salud mental entre los jóvenes y así poder diseñar intervenciones basadas en la evidencia. Pero, entretanto, urge a priorizar la salud mental juvenil como un problema estructural, no coyuntural, y a diseñar políticas públicas en los ámbitos educativos, sanitario, laboral y familiar que apoyen a las nuevas generaciones. 

Porque, remarca la especialista en psicología clínica, el malestar de los jóvenes supone un riesgo no solo para su rendimiento académico, sino también para el mercado laboral en términos de productividad en el trabajo y de cohesión social. 

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II)

Cambio Climático


El planeta está sufriendo una pérdida de agua dulce sin precedentes


El 75% de la población mundial vive en países que han estado perdiendo reservas durante los últimos 22 años. “Este hallazgo transmite quizás el mensaje más alarmante hasta la fecha sobre el impacto del cambio climático en nuestros recursos hídricos”, advierten los científicos




El glaciar Perito Moreno, en Argentina, está en riesgo de retroceso MORITZ KOCH / Europa Press



Andrés Actis Fernández


https://www.lavanguardia.com/natural/20250812/10966434/planeta-esta-sufriendo-perdida-agua-dulce-precedentes.html


Nunca antes los continentes de la Tierra han perdido tanta agua dulce como en las últimas dos décadas. “La disminución es sorprendente y alarmante”, admite el científico Hrishikesh Chandanpurkar, autor principal de una investigación que revela el alto impacto que el cambio climático y el uso insostenible de las aguas subterráneas están teniendo en los recursos hídricos del planeta. “España es uno de los países más afectados de Europa”, aclara con una mirada local Rafael Seiz, coordinador del Programa de Agua de World Wildlife Fund (WWF).

Chandanpurkar es un prestigioso científico del sistema terrestre que trabaja en la Universidad Estatal de Arizona. Preocupado por una “sequedad continental” que avanza en silencio y sin ninguna atención política, reunió a un equipo de expertos para, a través de dos décadas de datos satelitales de la Nasa, analizar en detalle los cambios en el almacenamiento de agua terrestre, la combinación de hielo, nieve, agua superficial, humedad del suelo y agua subterránea. Los hallazgos, publicados en la revista Science Advances, han dejado atónitos a los investigadores.

Las zonas terrestres secas se están expandiendo a un ritmo que equivale cada año al doble del tamaño de California


La cantidad de agua dulce que se pierde desde principios de siglo a esta parte es inédita, “poniendo en riesgo los medios de vida, la seguridad alimentaria, el aumento de las migraciones y los conflictos transfronterizos”. ¿Los motivos? El cambio climático (sequías extremas) y “las malas prácticas de gestión del agua humana”, como por ejemplo el bombeo excesivo de agua subterránea.

Las zonas terrestres secas se están expandiendo a un ritmo que equivale cada año al doble del tamaño de California, alerta este grupo de científicos. No sólo eso: la velocidad a la que las zonas secas se están volviendo más secas ahora supera la velocidad a la que las zonas húmedas se están volviendo más húmedas, revirtiendo por primera vez “los patrones hidrológicos tradicionales”.

Según la investigación, casi 6.000 millones de personas, aproximadamente el 75% de la población mundial, vive en los 101 países que han estado perdiendo agua dulce en los últimos 22 años. Mientras la población crece -según las Naciones Unidas, se prevé un aumento de 1.700 millones de personas para 2050-, “la disponibilidad de agua dulce disminuye drásticamente”.

Los datos satelitales arrojan la aparición de cuatro regiones de “megasequedad” a escala continental, todas ubicadas en el hemisferio norte: suroeste de Norteamérica y América Central, Alaska y norte de Canadá, norte de Rusia y Oriente Medio-norte de África. El estudio identifica lo que parece ser un punto de inflexión alrededor de 2014-15, durante un período considerado como “mega años de El Niño”, similar en su intensidad al fenómeno de 2022-23. Según se explica, “los extremos climáticos comenzaron a acelerarse y, en respuesta, el uso de aguas subterráneas aumentó y la desecación continental superó las tasas de derretimiento de los glaciares y las capas de hielo”.

“La expansión de la desecación continental, el aumento de la desecación extrema y las implicaciones para la disminución de la disponibilidad de agua dulce y el aumento del nivel del mar deberían ser de suma importancia para el público en general, los administradores de recursos y los tomadores de decisiones de todo el mundo”, subraya Jay Famiglietti, coautor de la investigación, profesor de Futuros Globales de la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad de Arizona. A su juicio, “los hallazgos transmiten quizás el mensaje más alarmante hasta la fecha sobre el impacto del cambio climático en nuestros recursos hídricos”.

España, también en la diana

Si bien la investigación no ubica a Europa como una región de “mega-sequedad”, Rafael Seiz, experto de WWF, aclara que la pérdida de agua dulce también afecta al sur del continente, en especial a España, por el avance de la desertificación -menos precipitaciones, temperaturas más elevadas, más evapotranspiración, más erosión del suelo- y la sobreexplotación hídrica.

El estudio identifica “la extracción excesiva de agua subterránea” como el principal factor que contribuye a la disminución de los niveles de agua dulce en las regiones más secas, “lo que amplifica los impactos del aumento de la temperatura, la aridificación y las sequías extremas”.

En España esta problemática se está agudizando. Es uno de los territorios europeos donde este fenómeno está avanzando con más rapidez


“En España esta problemática se está agudizando. Es uno de los territorios europeos donde este fenómeno está avanzando con más rapidez. Tenemos zonas mucho más áridas que el centro de Europa y un avance de situaciones meteorológicas más extremas, como la fuerte sequía de los últimos años. Y también tenemos una importante intensificación del uso del suelo, principalmente para uso agrícola, que está quitando cobertura vegetal y dejando suelos desnudos, muy expuestos a la evaporación y al avance de la aridez”, explica Seiz.

La distinción entre “efectos naturales y antrópicos” es clave, según este experto. “Sobre los primeros, con el cambio climático de fondo, difícilmente podemos actuar, más que mitigando sus efectos y haciendo prácticas de adaptación. Pero frente a los efectos antrópicos, sí que podemos actuar y cambiar prácticas que están acelerando la pérdida de agua dulce”, señala.

El diagnóstico es compartido por Chandanpurkar y su equipo de trabajo. “La sobreexplotación continua de las aguas subterráneas, que en muchas regiones se produce a un ritmo creciente, en lugar de sostenible o decreciente, socava la seguridad hídrica y alimentaria”, advierten. El agua dulce, agregan, es “un recurso intergeneracional que está siendo mal gestionado por las generaciones recientes, a un costo tremendo y excepcionalmente infravalorado para las generaciones futuras”,

Por tanto, “proteger el suministro mundial de agua subterránea es primordial en un mundo en calentamiento y en continentes que ahora sabemos que se están secando”.

“Las aguas subterráneas profundas son una especie de antiguos fondos fiduciarios. En lugar de utilizarlos solo en épocas de necesidad, como una sequía prolongada, los damos por sentados. Además, no estamos intentando reponer los sistemas de agua subterránea durante los años húmedos, lo que nos lleva a una inminente quiebra del agua dulce. Hay que entender que el agua subterránea se está agotando, no se repondrá en escalas de tiempo humanas”, sintetiza Famiglietti.

Retroalimentación climática

Esta pérdida continental de agua dulce está generando un efecto de “retroalimentación”, debido a que una gran parte termina en los océanos, provocando un mayor aumento del nivel del mar. “Los continentes se están secando, la disponibilidad de agua dulce está disminuyendo y el aumento del nivel del mar se está acelerando”, explica el estudio.

Dentro del presupuesto hídrico mundial, los continentes ahora contribuyen con más agua dulce al aumento del nivel del mar que las capas de hielo individuales. “Hasta ahora se pensaba que era al revés. Este hallazgo es muy relevante”, afirma Seiz sobre este punto. Al extraerse en exceso, tanto el agua subterránea como la retenida en los acuíferos acaba en el mar por las escorrentías superficiales.

Este flujo se suma al que llega por el derretimiento de los casquetes polares del Ártico y la Antártida. “Ambos efectos son sinérgicos y están transformando la salinidad de los océanos”, explica el científico de WWF. “Y si bien todavía hay enormes incertidumbres sobre qué cambios puede producir, hay cada vez más evidencias sobre el impacto en las corrientes oceánicas, como la AMOC, de la que tanto se habla últimamente”, profundiza.

¿La explicación? El agua dulce “empuja el agua salada hacia abajo”, modificando la velocidad -ralentización- de corrientes oceánicas que se mueven alrededor de todo el planeta. “Actualmente el nivel de conocimiento técnico sobre el balance entre la salinidad y el movimiento de las corrientes, está todavía en estudio. No tenemos certezas, al revés, tenemos incertidumbres. Hay indicios, no obstante, que cambios significativos en estas corrientes pueden tener consecuencias catastróficas para la vida como la conocemos”.

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III)

BIOLOGÍA



Origen de la vida


Un experimento ilumina el origen de la vida y apoya la existencia de “un mundo de tioéster” previo a los seres vivos



MANUEL ANSEDE (Publicado en El País)


Seis científicos demuestran en su laboratorio que un compuesto con azufre pudo ser clave para la aparición de las primeras proteínas en la Tierra primitiva




Una fuente termal en el Parque Nacional de Yellowstone (EE UU), posiblemente similar a los lagos de la Tierra primitiva.




Como sugiere su cristiano nombre de pila, el bioquímico belga Christian de Duve se crio en una familia católica, fue bautizado, educado por los jesuitas y se casó por la Iglesia, pero fue perdiendo la fe durante un proceso racional que culminó en 1974, cuando ganó el Nobel de Medicina por descubrir los lisosomas, unos orgánulos con funciones digestivas en el interior de las células. En 1991, De Duve propuso una hipótesis sobre el origen de la vida sin necesidad de ningún Dios: “el mundo de tioéster”, un compuesto con carbono, oxígeno, hidrógeno y azufre. En ese planeta primigenio todavía sin seres vivos, los tioésteres habrían proporcionado la energía necesaria para que los elementos químicos reaccionasen formando moléculas más complejas, como el primer material genético, el ARN. Este miércoles, seis científicos de Londres anuncian que han conseguido provocar en su laboratorio las reacciones que podrían haber ocurrido en aquel mundo de tioéster. Es “un avance de gran calibre, quizá el más relevante de los últimos tiempos” en la investigación sobre el origen de la vida, según Kepa Ruiz Mirazo, biofísico y filósofo de la Universidad del País Vasco.

La gran explosión que dio lugar al universo, el Big Bang, tuvo lugar hace unos 13.800 millones de años. La Tierra se formó hace unos 4.500 millones de años. Y desde muy pronto había grandes masas de agua interaccionando con los minerales del planeta, formándose moléculas cada vez más enrevesadas. El mismo laboratorio de Londres, encabezado por el químico Matthew Powner, ya demostró en 2019 que con ingredientes presentes en la Tierra hace unos 4.000 millones de años, como el ácido sulfhídrico (formado por hidrógeno y azufre) y el ferricianuro (carbono, nitrógeno y hierro), se podían formar péptidos, una especie de versión corta de las proteínas, las moléculas encargadas de las funciones esenciales de la vida.


El grupo de Powner, del University College de Londres, ha ido ahora un paso más allá. Todos los seres vivos tienen ADN, una molécula que funciona como un libro de cocina, con las recetas para fabricar las proteínas, como la hemoglobina de la sangre, el colágeno de los cartílagos y los anticuerpos que luchan contra los patógenos. Otra molécula, el ARN, lee la información en el ADN y la transporta hasta la fábrica de proteínas, llamada ribosoma. Con esas instrucciones, la factoría celular combina los 20 componentes de las proteínas, denominados aminoácidos, y genera la requerida. El equipo de Powner ha logrado ahora que los aminoácidos y el ARN se unan espontáneamente en su laboratorio, en agua con un pH neutro, ni ácido ni alcalino, con unas condiciones similares a las que habría en algunos rincones de la Tierra primitiva, hace unos 4.000 millones de años. Sus resultados se publican este miércoles en la revista Nature, referente de la ciencia internacional.


Un experimento recrea el mundo sin vida y surgen protocélulas, un paso previo a los seres vivos: “No hay un soplo divino”

“La vida depende de la capacidad para sintetizar proteínas: son las moléculas funcionales clave para la vida. Comprender el origen de la síntesis de proteínas es fundamental para entender de dónde proviene la vida”, afirma Powner en un comunicado. “Nuestro estudio es un gran paso hacia ese objetivo, al mostrar cómo el ARN pudo empezar a controlar la síntesis de proteínas”, opina.

Powner nació hace 44 años en el valle inglés de Wensleydale, cuyo nombre deriva de Woden’s Ley, la pradera de Woden u Odín, un dios nórdico antes idolatrado y ahora ignorado. El bioquímico Christian de Duve, padre de la teoría del mundo de tioéster, reflexionó sobre los dioses a sus 94 años, dos antes de morir. “La lógica del Dios creador es una visión antropomórfica. Si veo un objeto, alguien lo habrá fabricado. Veo el universo, así que tiene que haber un creador. Pero, ¿quién ha creado al Dios creador? Los teólogos responden que Dios es increado. Entonces, ¿por qué se necesitaría un creador? Si admito la existencia de un creador, caigo forzosamente en una muñeca rusa de creadores. El universo es increado, existe”, sentenció en una entrevista publicada en el semanario francés Le Point en 2011.

En el nuevo estudio, el tioéster proporciona la energía necesaria para que los aminoácidos se activen y se unan al ARN, una molécula que tiene la capacidad de autorreplicarse. La hipótesis del mundo de ARN, propuesta por el biólogo estadounidense Alexander Rich en 1962, plantea que esta molécula versátil fue la primera información genética hereditaria en los primeros seres vivos.



“Nuestro estudio une dos teorías prominentes sobre el origen de la vida: el mundo de ARN, que propone que el ARN autorreplicante es fundamental, y el mundo de tioéster, que contempla los tioésteres como la fuente de energía de las primeras formas de vida”, argumenta Powner. El año pasado, su equipo logró sintetizar panteteína, un fragmento activo de la coenzima A, involucrada en multitud de procesos metabólicos esenciales para obtener energía. Los investigadores consiguieron la síntesis en el laboratorio, en agua a temperatura ambiente, a partir de cianuro de hidrógeno, probablemente muy abundante en la Tierra primitiva. En el nuevo estudio, los aminoácidos reaccionan con la panteteína.

El biofísico Kepa Ruiz Mirazo aplaude el nuevo estudio, en el que no ha participado. “Este equipo de investigadores no solo ha logrado la síntesis de péptidos con la participación de moléculas de ARN, de manera análoga pero mucho más sencilla a como lo hacen las células vivas, sino que consiguen llevarlo a cabo en condiciones acuosas neutras y utilizando una forma de activación energética muy plausible para los primeros pasos de la vida sobre la Tierra”, subraya. A juicio de Ruiz Mirazo, “se trata de una preciosa demostración de química prebiótica de sistemas”, el enfoque que plantea que en los primeros seres vivos se combinaron tres factores: la replicación, con información heredable; el metabolismo, con reacciones para emplear la energía y la materia disponibles; y la compartimentación, con una encapsulación que crea un entorno protocelular. “Quedan aún muchas piezas por resolver en el inmenso puzle del origen de la vida en nuestro planeta, pero la ciencia ha encontrado dónde colocar una muy importante”, celebra el investigador.

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