Cultura. Literatura. Jazz

I) Literatura

Un gran amigo mío me regaló hace tiempo dos libros que tuve en "espera" hasta poder leerlos este verano. Ambos me gustaron mucho, me enriquecieron en el conocimiento, me entretuvieron y me hicieron reflexionar bastante.  Se trata de de las obras "Hamnet" de Maggie O´Farrell y de "Temas de siempre" de Santiago Kovadloff. Hoy solo me referiré a la primera.



Esta excelente novela gira alrededor del hijo de William Shakespeare llamado Hamnet.

Es una obra apasionante, humana, que siguiendo una ficción histórica relata acontecimientos de la vida de W. Shakespeare, de su familia, de esa época histórica pero también hurgando en las emociones y sentimientos de esa familia.  Está además muy bien escrita y traducida. Es un placer su lectura y probablemente nos deje mucho tiempo una impronta en nuestra memoria. La aconsejo sin lugar a dudas.



Hamnet Shakespeare murió en 1596 en Stratford por motivos que no quedaron recogidos en los documentos oficiales de la época. Cuatro años después, el padre escribió una de sus obras más celebradas y la tituló con su nombre haciéndolo inmortal: Hamlet. Y cinco siglos después, la escritora irlandesa Maggie O'Farrel ha contado de manera ficcionada esa historia en su novela Hamnet, que Libros del Asteroide ha publicado en castellano traducida por Concha Cardeñoso.


Hay pocos datos de la vida personal de William Shakespeare, pero muchos menos todavía de su familia. Estaba casado con Anne Hathaway y tuvo tres hijos: Susanna, Judith y Hamnet, que eran gemelos. El niño falleció a los once años. En el siglo XVI Hamnet y Hamlet eran dos formas intercambiables del mismo nombre, lo que para ella quiere decir que Shakespeare le escribió una obra a su hijo fallecido. O, al menos, con su nombre.

Pero aunque el nombre y el apellido del padre hayan sido los que guiaron a la escritora hacia la historia y puedan provocar el interés primario de los lectores potenciales, no aparecen en ninguna página del libro. Su personaje sí pero con otros apelativos: ‘padre', ‘hijo', ‘hermano', ‘preceptor', ‘marido“. No se le menciona porque realmente él solo es el camino que lleva a Anne Hathaway, la mujer, la madre, la esposa, la protagonista. Es su vida como la ha querido imaginar O'Farrell partiendo de los escasos datos que se tienen sobre ella: era ocho años mayor que él, no vivieron juntos en Londres, fue la madre de sus hijos, y su padre escribió Agnes en lugar de Anne en su testamento. Y ese es el nombre que le asigna la autora en su libro. 


'Hamnet', es una novela que insufla vida a dos hechos fehacientes en la biografía, a menudo oscura, del incontestable poeta y dramaturgo inglés: la muerte de un hijo de Shakespeare llamado Hamnet, en el año y lugar mencionados, y la culminación, apenas un lustro después, de la tragedia titulada'Hamlet'. ¿Cabría la posibilidad, pues, de que el Bardo de Avon hubiese transformado la desgarradora pérdida en la mejor de sus obras? Esa es la fabulosa hipótesis, la aventura literaria en que se embarca la escritora británica Maggie O'Farrell(Coleraine, Irlanda del Norte, 1972) en la novena de sus obras. Palabras mayores.

Sin embargo, con su destacada inteligencia narrativa, la autora se sacude enseguida de los hombros el peso granítico de Shakespeare.  Además, el dramaturgo, como una luz difusa, aparece y desaparece en ausencias prolongadas por los menesteres con la compañía de teatro, en Londres, a dos horas a caballo. La fuerza motriz de 'Hamnet' se encarna en la esposa —Anne o Agnes Hathaway en la realidad—, a quien O'Farrell dibuja como un espíritu libre, muy unida a la naturaleza, con un olfato e intuición casi sobrenaturales, conocedora de las plantas y sus secretos. La autora ha apostado, además, por imaginar un matrimonio enamorado. Poco sabemos de ellos.

’Hamnet' habla de la mortalidad y el duelo, sobre cómo lo procesa y deglute cada uno. Una novela magnífica por la construcción de personajes y por el prodigio de saber escarbar con respeto en los recovecos de la verdad histórica.


La otra obra mencionada al comienzo la trataré en otro número de Sinapsis. Me refiero a:







II)


Cinco intérpretes fundamentales del jazz



Inma Mora Sánchez

@inma_ms


https://ethic.es/cinco-interpretes-fundamentales-jazz






Nacido del mestizaje cultural, el jazz ha sido siempre más que música: una forma de expresión y libertad. Este viaje sonoro repasa cinco figuras imprescindibles que lo transformaron y lo hicieron llegar hasta nuestros días.



Durante el siglo XIX, Nueva Orleans se llenó de sonidos que llegaban de diferentes partes del mundo. La cultura africana de las personas esclavizadas se mezcló con las marchas militares europeas, los cantos espirituales y el blues del sur de Estados Unidos. El resultado fue el jazz, «la única música en la que se puede tocar la misma nota noche tras noche, pero de manera diferente cada vez», una definición que suele atribuirse a Ornette Coleman.


El jazz nació improvisado, rebelde, libre. Era la música de quienes no podían permanecer en silencio en un mundo lleno de conflictos, discriminaciones y pobreza. Desde entonces, el jazz nunca ha dejado de transformarse, mezclarse y viajar por el mundo.


También llegó a España y al flamenco. Como explica Juan Zagalaz, las referencias a España en el jazz son frecuentes a partir de mediados de los años 50, con discos como Jazz Flamenco, de Lionel Hampton; From St. Louis to Seville, de Carlos Montoya; Olé de John Coltrane o Sketches of Spain, de Miles Davis. Este diálogo musical alcanzó un nuevo nivel cuando el saxofonista Pedro Iturralde publicó la serie Jazz-Flamenco con la colaboración de Paco de Lucía.


El jazz continúa evolucionando gracias a artistas muy diferentes que exploran nuevas sonoridades y fusiones


Hoy, el jazz continúa evolucionando y reinventándose gracias a artistas muy diferentes que exploran nuevas sonoridades y fusiones, como Kamasi Washington, Esperanza Spalding o la española Andrea Motis. Sin embargo, para entender cómo hemos llegado hasta aquí, es imprescindible volver la vista atrás y escuchar a quienes transformaron la música para siempre. Estos cinco nombres son una forma de recorrer esa historia.


Louis Armstrong (1901–1971)


Una de las primeras figuras del jazz que logró llegar a un público amplio y heterogéneo fue Louis Armstrong. Nacido en Nueva Orleans en 1901, sus primeros años no fueron nada fáciles –algo que describe muy bien en su autobiografía–. Siendo solo un niño, en 1912, fue arrestado y enviado al Colored Waif’s Home for Boys, un reformatorio para niños negros, donde aprendió a tocar la corneta. Más tarde, fue apadrinado por Joe «King» Oliver y se fue a Chicago, donde se convirtió en uno de los músicos más famosos del momento y conoció a la que sería su segunda esposa, Lillian Hardin, compositora, cantante, pianista de jazz y directora de banda.


En 1925, Armstrong grabó por primera vez como director de una banda: primero, los Hot Five y, luego, los Hot Seven. Estos trabajos son considerados como algunos de los más influyentes del jazz por los solos improvisados de Armstrong y por convertirse en un pionero del scat, técnica que juega con los sonidos de la voz y la convierte en un instrumento más para crear melodías espontáneas.


A partir de ahí, no dejó de crecer: llevó el jazz a Broadway, al cine, a la radio y a públicos de todo el mundo. Su interpretación de temas como West End Blues, Potato Head Blues o la famosa What A Wonderful World forman parte de nuestro imaginario colectivo.


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Mary Lou Williams (1910–1981)


Pianista, compositora y arreglista, Mary Lou Williams ocupa un lugar central en la historia del jazz, no solo como intérprete brillante, sino también como mentora de toda una generación. Nació en 1910 en Atlanta y creció en Pittsburgh. Desde niña, fue un prodigio: con tres años ya tocaba el piano y a los doce ofrecía conciertos.


Mary Lou Williams alcanzó notoriedad como pianista y arreglista de Andy Kirk and His Twelve Clouds of Joy, una de las bandas más influyentes de la época. Su talento la llevó a colaborar con figuras como Benny Goodman, Earl Hines o Dizzy Gillespie. Se convirtió en una pionera del bebop y, de hecho, dio clases a entonces jóvenes talentos, como Miles Davis, Thelonious Monk o Charlie Parker. Firmó más de 350 composiciones, entre las que destacan la innovadora Zodiac Suite, que fusiona jazz y música de cámara, y su poderoso himno Black Christ of the Andes, fruto de su etapa de búsqueda espiritual.


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Ella Fitzgerald (1917–1996)


Conocida como la «Reina del jazz» y la «Primera dama de la canción», Ella Fitzgerald es una de las voces más reconocidas del siglo XX. Entre sus interpretaciones más famosas se encuentran Summertime o Dream A Little Dream Of Me, que cantó con Louis Armstrong.


Su carrera comenzó en 1934, cuando, con 17 años, se presentó a una audición en el Apollo Theatre. Aunque pensaba bailar, al ver la actuación anterior se sintió intimidada y decidió cambiar de registro en el último momento. Cantó y ganó y, gracias a ello, pudo actuar con la banda Tiny Bradshaw en la Ópera de Harlem y unirse a la orquesta de Chick Webb, con la que actuó de forma habitual en el Savoy Ballroom, una sala de baile de Harlem que se convirtió en todo un icono.


En 1942, inició su carrera en solitario y, a lo largo de décadas, colaboró con grandes figuras como Louis Armstrong, Duke Ellington o The Ink Spots. Fue una artista versátil que interpretó jazz, swing, blues, góspel y bossa nova. Su estilo se distingue por la pureza del tono y una extraordinaria capacidad para la improvisación, especialmente en el scat. En 1958, se convirtió en la primera mujer afroamericana en ganar dos premios Grammy.



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Miles Davis (1926–1991)


Nacido en Illinois en 1926, en una familia acomodada, Miles Davis empezó a tocar la trompeta desde muy joven. A los 18 años, se mudó a Nueva York para estudiar en la prestigiosa Juilliard School, aunque pronto prefirió sumergirse en los bares de jazz de la ciudad, donde también enfrentó el racismo que marcó a toda una generación de músicos negros.


Apodado «El príncipe de las tinieblas», el carácter de Miles Davis no es conocido por ser muy agradable. Su vida está llena de momentos oscuros y de historias de violencia –especialmente hacia las mujeres –. Como contaba Jon Pareles en el obituario que se publicó en el New York Times, Miles vivía entre excesos y no se callaba si algo no le gustaba. Era frecuente verlo tocar de espaldas al público y abandonar el escenario cuando no le tocaba hacer un solo. «Sin embargo, su música era profundamente colaborativa. Impulsaba a sus músicos a encontrar su propia voz y se dejaba inspirar por ellos a su vez», afirma Pareles.


Trompetista y compositor, Davis exploró y transformó estilos como el bebop, el cool jazz, el hard bop, el jazz modal y la fusión y dejó discos como Birth of the Cool, Kind of Blue, Sketches of Spain o Bitches Brew. Su capacidad para reinventarse y rodearse de grandes talentos –John Coltrane, Herbie Hancock, Wayne Shorter, entre otros– lo consolidó como uno de los arquitectos del jazz moderno.



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Nina Simone (1933–2003)


«All I want is equality / for my sister, my brother, my people, and me» (Todo lo que quiero es igualdad / para mi hermana, mi hermano, mi gente y para mí), cantaba Nina Simone en Mississippi Goddam. Interpretó esta canción en 1964, tras los atentados en Birmingham, Alabama, en los que murieron cuatro niñas negras. No era la primera vez que se posicionaba y ya era una artista conocida –gracias a canciones como I Loves You, Porgy, My Baby Just Cares for Me o You’ll Never Walk Alone– pero, desde entonces, su música se volvió abiertamente política y provocadora.


Nacida en 1933 como Eunice Kathleen Waymon en Carolina del Norte, Nina Simone creció bajo las leyes de segregación del sur de Estados Unidos. Estudió piano desde los cuatro años y desarrolló una gran técnica influenciada por la música clásica. Quiso estudiar piano de manera profesional, pero fue rechazada en el Instituto Curtis de Música por ser negra y, cuando fue admitida en la Juilliard School, tuvo que abandonar sus estudios por falta de dinero. Empezó a cantar y tocar el piano en bares y consiguió su primer contrato discográfico con Bethlehem Records. Después, llegaron muchos más: grabó numerosos discos de estudio y en vivo, recopilatorios y reediciones que siguen publicándose hasta hoy, con canciones tan famosas como I Put a Spell on You, Sinnerman o Ain’t Got No, I Got Life.


Nina Simone es, sin duda, una de las figuras del jazz más icónicas. Pianista, cantante, compositora y activista, combinó el jazz con blues, soul, góspel, folk y música clásica, y supo canalizar la intensidad de todas las emociones en sus canciones. Su voz sigue siendo un símbolo de resistencia y libertad.



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