Entrevista a E. Vila-Matas sobre su nuevo libro

ENTREVISTA


Enrique Vila-Matas es entrevistado por Lara Gómez Ruíz


https://www.lavanguardia.com/cultura/20250401/10540614/enrique-vilamatas-canon-camara-oscura-libros-favoritos-inteligencia-artificial-robot.html


El escritor publica 'Canon de cámara oscura', una novela que entremezcla ficción y ensayo, en la que el protagonista trata de realizar un canon literario que se aleje de la actualidad


Enrique Vila-Matas: “Me he adelantado a los tiempos y yo mismo me he convertido en una IA”


                                                             Fotografía de Vila-Matas (X. Cervera)

Entrar a una librería y ver a Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) en los fogones en vez de removiendo libros es algo poco habitual. Cuando hizo el servicio militar en Melilla, le enviaron a cocinas, aunque reconoce que hubiera preferido estar en el calabozo antes que tener que cortar la cabeza a las sardinas. Tal vez, si no hubiera vivido experiencias poco deseadas como esa, no se hubiera atrevido con su primer libro, Mujer en el espejo contemplando el paisaje, gestado en la trastienda del colmado militar. Esta vez, se distrae con las sartenes de la librería-restaurante + Bernat mientras espera a los periodistas, sabiendo que la imagen que proyecta a las 10 de la mañana es intempestiva, igual que lo es el canon literario que Vidal Escabia, el protagonista de su nueva novela, Canon de cámara oscura (Seix Barral), propone en sus páginas.


Cada mañana, este personaje, que es en realidad un androide –un Denver-7 infiltrado entre la gente corriente de Barcelona–, elige al azar un libro de los setenta y uno que reposan en las estanterías de un cuarto mal iluminado y que ha heredado de su jefe, el escritor Altobelli. La idea es conformar un canon literario disidente pero, a la vez, apto para nuestros días porque, como explica: “Para ser realmente contemporáneo hay que ser ligeramente inactual”.



¿Cree usted en los cánones literarios?


Para nada.


En su novela, usted hace que su personaje cree uno.


Sí, pero son sus libros, no los míos. Es verdad que no son malas lecturas las que propone ya que, si no, no me hubiera divertido escribiendo. Pero no puedo estar en más desacuerdo con la idea de imponer libros a nadie. El prestigio del canon es académico y en mi carrera yo he tratado de trabajar lo más fuera posible del orden institucional literario.


Pese a ello, suena paradójico. Es un libro que habla de un canon y que es opuesto a la idea de canon.


Lo es. Por eso yo mismo lo defino como un Vila-Matas extremo. Es mi forma de actuar. Llego a los extremos y luego veo qué hago. Igual de paradójico suena que me haya sentido más libre que nunca, o al menos que en mucho tiempo, con un narrador robótico.


El prestigio del canon es académico y, en mi carrera, yo he tratado de trabajar lo más fuera posible del "orden institucional literario”


Los editores a menudo le ponen de ejemplo de escritor libre.


Sí, pero con esta fórmula siento que puedo decir lo que quiera porque estará justificado. Hay cosas que no las dice él, ni yo tampoco, sino la voz que tiene incorporada. Pero adelanto que este no es un libro que hable sobre inteligencia artificial.


Lo adelanta porque sabe que periodistas y lectores terminarán preguntándole por ello.


Ya he dicho que me gustan los extremos y corro ese riesgo. Pero no me preocupa esta cuestión. Estoy muy preparado para afrontarla. Es más, si alguien la hace, sacaré mi teléfono y leeré una frase que me ha dicho Rodrigo Fresán y que resume mis intenciones: “El hallazgo de la robótica como mecanismo de la trama”. Es perfecta, signifique lo que signifique.


Utiliza la discusión alrededor de la IA para hablar de otra cosa.


De literatura, ni más ni menos. Pero sí que entiendo el interés. Al final, yo mismo me he adelantado a los tiempos y me he convertido en una inteligencia artificial. Esta sería la novedad y lo he hecho de forma involuntaria. Quien lea el libro lo entenderá. Me he puesto en el sitio de una IA que escribe un libro. Y de ahí surgen opiniones muy curiosas sobre libros porque al final las dice y desarrolla alguien que no ha nacido nunca ni tenido infancia porque es un robot.


Pero son opiniones que, al final, escribe usted que, por más que insista, no es un robot.


Tiene razón en que yo sí tuve infancia y que desde una edad temprana estuve rodeado de libros. Entre otras cosas, porque no había televisión, así que no tardé en hacerme muy amigo de las letras. A los tres años ya escribía y a los cinco firmé dos novelitas. Las conservo en mi casa.


No tardé en hacerme amigo de las letras. A los tres años ya escribía y, a los cinco, firmé dos novelitas. Las conservo en mi casa”

Ese material es oro...


Una se llamaba La novia de Valencia y, la otra, El amigo de Zaragoza. Mi madre siempre las guardó.


Los títulos ya denotaban ganas de expansión


Desde pequeño. Siempre quise viajar, no necesariamente lejos, sino conocer lo que pasaba más allá de las cuatro paredes de casa. A menudo me quedaba con mi abuela, en la calle Enrique Granados, y le preguntaba, casi le exigía, que me explicara quién residía en el resto de viviendas. Lo hizo sin problemas porque conocía a todos y cada uno de ellos. Antes era más común que la gente hablara entre sí y que se ayudara. Es algo sociológico. Ahora, cada uno está inmerso en lo suyo y casi siempre hay una pantalla de por medio.



¿Las tecnologías nos separan?


No solo en casa. También en el trabajo. En el pasado estuve en diferentes redacciones de diario y, las comparo con las de hoy en día, y no tienen nada que ver. Antes todo el mundo ponía los pies sobre la mesa y fumaba. Pero, sobre todo, hablaba. A veces, incluso, demasiado. Ahora, en cambio, cuando cruzo una, me resulta inquietante.


Igual de inquietante es que lleve unos diez años en la lista de favoritos para el premio Nobel. Este pasado año, fue el único autor español que aparecía.


Tampoco me quita el sueño. Por supuesto, me haría ilusión y, si viene, bienvenido será, porque además te dan dinero. Aunque, insisto, mi verdadera preocupación es escribir lo mejor posible.


Y que dure...


Escribiré hasta el momento que deje de divertirme. Aunque, si eso ocurre, tengo un plan, que por ahora guardo.

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