Trump, Musk y el algoritmo NRx. J.M. Lassalle

Trump, Musk y el algo­ritmo NRx


JOSÉ MARÍA LASSALLE

(Artículo publicado en El País)

https://lectura.kioskoymas.com/article/281625310937835





El triunfo arro­lla­dor de Donald Trump nos inter­pela a todos los demó­cra­tas. Espe­cial­mente por­que lo ha hecho mediante una pode­rosa alianza con­tra el libe­ra­lismo que hace razo­na­ble la demo­cra­cia. Recor­de­mos que el pro­pó­sito de las ideas libe­ra­les fue mode­rar la mayo­ría y evi­tar que fuese irre­sis­ti­ble y abso­luta. Un con­tra­peso de auto­ri­dad que debía balan­cear el impacto del poder de la mayo­ría si admi­ti­mos, como hace el popu­lismo, que ella sola jus­ti­fica las deci­sio­nes que se fun­dan en la fuerza des­nuda del mayor número.


Des­pués del desen­lace demo­crá­tico del 5 de noviem­bre, ¿qué hacer para con­tra­rres­tar el auge defi­ni­tivo del popu­lismo? Esta es la pre­gunta que debe­ría­mos res­pon­der sin olvi­dar que sus defen­so­res son demó­cra­tas radi­ca­les. No les molesta la demo­cra­cia, sino la des­con­fianza libe­ral ante ella cuando se declina sin adje­ti­vos. Por ello, pien­san que las reglas libe­ra­les son las que hacen fallida la demo­cra­cia. La quie­ren impo­niendo la sen­ci­llez del orden ina­pe­la­ble que surge de esgri­mir la mayo­ría. Y, de paso, que los lide­raz­gos en los que se apoya se per­pe­túen al com­ba­tir lo que la debi­lita: la posi­bi­li­dad de rever­tirla al favo­re­cer la alter­nan­cia mediante la acción crí­tica de quie­nes disien­ten de aque­lla.


El prin­ci­pal pro­blema que trae la vic­to­ria de Trump es que coloca al popu­lismo en el cora­zón sis­té­mico de la demo­cra­cia glo­bal y con el res­paldo de un com­plejo indus­trial-tec­no­ló­gico que uti­li­zará toda su poten­cia algo­rít­mica para difun­dir su evan­ge­lio anti­po­lí­tico por todo el mundo. Eso sig­ni­fica que ya no sir­ven los diag­nós­ti­cos y hay que pasar a la acción.


Trump ha ganado por muchas razo­nes. Pero la prin­ci­pal está en que se ha apo­yado en un popu­lismo 5.0 que ha per­fec­cio­nado la poten­cia de fuego del eco­sis­tema de desin­for­ma­ción que ensayó con MAGA a par­tir de 2016. Desde enton­ces ha robus­te­cido la nebu­losa sis­té­mica de cuen­tas y cana­les de redes socia­les que agrupó bajo su lide­razgo y que han hecho del odio anti­po­lí­tico un entre­te­ni­miento de masas digi­tal. Un nego­cio basado en una sub­cul­tura adicta a cons­pi­ra­cio­nes y bulos que hacen de la agi­ta­ción una fuente híbrida de bene­fi­cios eco­nó­mi­cos y elec­to­ra­les. Algo que durante la pasada cam­paña pre­si­den­cial escaló mediante el empleo de la IA gene­ra­tiva como pro­pa­ga­dora masiva de con­te­ni­dos deep fake con­tra Kamala Harris. ¿Cómo evi­tar ahora que no con­vierta la demo­cra­cia desde la Casa Blanca en una deep fake tan ren­ta­ble como mani­pu­la­ble para sus inte­re­ses y los de aque­llos que apos­ta­ron por él desde ese com­plejo indus­trial-tec­no­ló­gico al que me refe­ría y que cobra forma de manera cada vez más nítida?


Para res­pon­der la pre­gunta hay que tener en cuenta que el popu­lismo que lo res­palda se nutre del pode­roso ima­gi­na­rio sub­ver­sivo de los labo­ra­to­rios NRx. Que es el acró­nimo empleado por sus pro­mo­to­res y sobre los que habló Ser­gio Fan­jul en el suple­mento Ideas el pasado 24 de noviem­bre. Con­viene insis­tir al res­pecto por­que la anti­gua Twit­ter, ahora X, es el canal de pro­pa­ga­ción de sus con­te­ni­dos. Lo hace con un algo­ritmo que los visi­bi­liza en forma de sesgo sis­té­mico. Es lo que aquí deno­mino el algo­ritmo NRx y sobre el que hablé en El libe­ra­lismo herido (Arpa, 2021). En sus pági­nas ana­licé tam­bién la Ilus­tra­ción oscura que, pen­sada por Nick Land y Men­cius Mold­burg, da soporte a los NRx con una con­fusa mez­cla de liber­ta­rismo tec­no­ló­gico pos-Ayn Rand y supre­ma­cismo new age y paleo­con­ser­va­dor. Un peli­groso cóc­tel que emplea el eso­te­rismo de la Revo­lu­ción Con­ser­va­dora ale­mana que nutrió el nazismo, así como la invo­ca­ción de un ace­le­ra­cio­nismo de sili­cio que ve en la inno­va­ción por la inno­va­ción la sal­va­ción trans­hu­ma­nista que resol­verá los retos can­ce­la­to­rios que pesan sobre el futuro del pla­neta. Ofre­ciendo, entre otras solu­cio­nes, Marte como la nueva fron­tera.


Este deli­rio futu­rista rayano con la cien­cia fic­ción hace de la ideo­lo­gía NRx un fenó­meno polí­tico gami­fi­cado extraor­di­na­ria­mente viral que tiene a Elon Musk como su Mesías. No en balde, Spa­ceX, X, Neu­ra­link, Tesla o Boring con­fi­gu­ran un mul­ti­bran­ding cor­po­ra­tivo que busca la hege­mo­nía en el eco­sis­tema digi­tal nor­tea­me­ri­cano. Recor­de­mos que Musk pre­tende no solo con­quis­tar el espa­cio para lle­gar a Marte, sino lide­rar la movi­li­dad autó­noma sin emi­sio­nes y, de paso, con­tro­lar el cono­ci­miento geo­téc­nico de las mate­rias pri­mas crí­ti­cas y los nue­vos mate­ria­les que pue­den lle­gar a supe­rar las limi­ta­cio­nes ener­gé­ti­cas y de refri­ge­ra­ción aso­cia­das a los pro­ble­mas caló­ri­cos que pro­duce el incre­mento de la capa­ci­dad de com­pu­ta­ción. A todo ello hay que aña­dir la apuesta que hace Musk desde hace años por enca­be­zar la inves­ti­ga­ción neu­ro­tec­no­ló­gica que impulsa con el fin de colo­carse a la van­guar­dia de la expe­ri­men­ta­ción en IA fuerte, que es la que puede con­du­cir­nos más rápi­da­mente hacia el obje­tivo soñado por los trans­hu­ma­nis­tas de una supe­rin­te­li­gen­cia. En fin, un suma y sigue de poder que encarna a la per­fec­ción el com­plejo indus­trial-tec­no­ló­gico que forja el capi­ta­lismo cog­ni­tivo en Esta­dos Uni­dos desde hace una década y que ahora reci­birá el impulso defi­ni­tivo con Trump. Quizá, con el obje­tivo de ganarle a China el pulso que libran en el estre­cho de Tai­wán por la hege­mo­nía pla­ne­ta­ria si Was­hing­ton logra que el gigante asiá­tico caiga en la famosa trampa de Tucí­di­des.


De ahí que no sea tan extraño que Musk dijera durante la pasada cam­paña pre­si­den­cial que es la “MAGA oscura” que res­palda a Trump. Un guiño deli­be­rado a la Ilus­tra­ción, tam­bién oscura, que, como expli­caba Fan­jul, quiere reem­pla­zar la demo­cra­cia libe­ral por una oli­gar­quía tec­no­ló­gica que pro­mueva una revo­lu­ción digi­tal sin lími­tes éti­cos. Para lograrlo, dicen sus segui­do­res, es nece­sa­rio que Esta­dos Uni­dos sea gober­nado por un con­se­jero dele­gado que haga suya la auda­cia mili­tar de un dés­pota ilus­trado como Fede­rico el Grande de Pru­sia. Una tesis que parece alu­ci­nante, pero en la que cree el vice­pre­si­dente electo, JD Vance. Segui­dor de Men­cius Mold­burg, es lec­tor entu­siasta de Bronze Age Mind­set: un best seller en inter­net que escri­bió BAP, seu­dó­nimo de uno de los auto­res NRx más segui­dos a tra­vés de sus Carib­bean Rhyt­hms.


Sin embargo, el poder de la demo­cra­cia no pasará a manos de un con­se­jero dele­gado si el pue­blo no lo quiere tam­bién. Algo que solo podrá suce­der si la Ilus­tra­ción oscura derrota antes a la Ilus­tra­ción clá­sica. Aque­lla que Kant defi­nía como la salida del hom­bre de su mino­ría de edad. Y aquí es donde X y el algo­ritmo que sus­tenta la cir­cu­la­ción de sus con­te­ni­dos es fun­da­men­tal. Sobre todo, por­que tra­baja para que la pola­ri­za­ción dog­má­tica y el gre­ga­rismo devuel­van a la mayo­ría de la socie­dad al deseo de que­rer vivir bajo la auto­ri­dad de una oli­gar­quía que decida por ella. Un fenó­meno que impulsa la des­truc­ción de los fun­da­men­tos mora­les de la razón comu­ni­ca­tiva al soca­var dia­ria­mente el legado ilus­trado que define a la demo­cra­cia libe­ral al sopor­tar esta impu­ne­mente los gol­pes que la vul­ne­ran con el ruido, la into­le­ran­cia, el odio y el dog­ma­tismo que cir­cu­lan sin res­tric­cio­nes éti­cas por X.


 De este modo, se des­truye la idea de ciu­da­da­nía y se impide que la mayo­ría se sirva de su enten­di­miento racio­nal sin la guía de otros. Un asalto reac­cio­na­rio a la razón que con­vierte a X en una herra­mienta de des­truc­ción masiva de la demo­cra­cia libe­ral que solo puede dete­nerse si se modera el algo­ritmo NRx redu­ciendo los datos que lo ali­men­tan. Esto solo puede con­se­guirse si quie­nes toda­vía están no quie­ren ser cóm­pli­ces cul­pa­bles de la hege­mo­nía que busca Musk y hacen suya la ape­la­ción a la razón prác­tica kan­tiana que apuesta por no vol­ver a abra­zar cul­pa­ble­mente la mino­ría de edad. O lo que es lo mismo: aban­do­nando X sin mirar atrás.


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