Cultura.Cine, literatura y arte

Os invito a leer cuatro artículos sobre literatura, cine y arte


I)


Paul Auster



Seguramente la mayoría sabéis que el escritor Paul Auster falleció hace unas semanas. Para los que nos sentimos acompañados y enriquecidos por la obra de este autor, sentimos su muerte como una gran pérdida lo que nos dejó la sensación de estar ahora más solos.

En un número de Sinapsis anterior hicimos mención a este hecho y sugerimos la lectura de algunas de sus obras.

Ahora a continuación y a través del enlace siguiente podréis ver un documental en el que nos permite conocer más a fondo aspectos de la vida de Auster, sus motivaciones y técnicas para escribir. También están presente en el documental la mirada de otras personas que lo conocieron. Os invito a verlo y seguro que no os defraudará. 


https://www.arte.tv/es/videos/080137

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                                                                       ***


II) 

Adios a Alice Munro



Muere Alice Munro, la premio Nobel que explicó el sentido de la vida en relatos cortos





Alice Munro, fallecida a los 92 años, tuvo una etapa final marcada por la demencia


Francesc Peirón

Nueva York. Corresponsal. Publicado en La Vanguardia



Alice Munro, la escritora canadiense y premio Nobel del 2013 que con sus relatos cortos examinó la vida cotidiana con una profundidad mayor que otros muchos con cientos de páginas falleció la noche del lunes en su casa de Ontario, según confirmó su familia este martes. Tenía 92 años y sufrió demencia por más de una década. En una entrevista de 2009 en La Vanguardia aseguró que ya no servía para una vida normal. “He escrito tantos años que no sé hacer nada más”, señaló. “Sé que soy feliz cuando me viene una idea y puedo ponerme a trabajar de manera estructurada, y sé también que no soy muy buena tomando vacaciones”.

Acababa de publicar La vista desde Castle Rock, tras el que seguirían poco después Demasiada felicidad y en el 2012 llegaría Mi vida querida, la que sería su última obra un año antes del máximo galardón literario mundial y cuando la demencia ya se empezaba a manifestar. Pero ese último libro ejercía de algún modo de colofón, pues además de aspectos autobiográficos a los que recurrió a menudo –sus cuentos solían estar situados en su condado natal de Huron–, algunos de sus relatos ya habían aparecido antes en otros libros, en otras versiones, una práctica habitual en la escritora. Lumen publicó su obra en castellano y parte ha salido en catalán en Club Editor.

A lo largo de su vida literaria tuvo que luchar contra el ostracismo. Sus formas y temas fueron ignorados de manera mayoritaria hasta que su reputación creció siendo ya una escritora madura. Entonces se la bautizó como “la Chejov de Canadá”.

Sus historias de gente aparentemente sencilla, con un estilo poco dramático ubicado en pequeñas ciudades canadienses, cobraron cada vez más relevancia y tuvieron éxito y reconocimiento.

Margaret Atwood la situó entre “los principales escritores de ficción en inglés de nuestro tiempo”. Jonathan Franzen sostuvo que Munro es “una de las que están en el puñado de escritores, algunos vivos, la mayoría muertos, que tengo en mente cuando digo que la ficción es mi religión", mientras que Salman Rushdie la consideró como “una de las grandes maestras”.

Munro nació como Alice Laidlaw in Wingham (Ontario), el 10 de julio de 1931, en una familia de granjeros en la era de la Depresión. Empezó a escribir historias cortas siendo adolescente y asistió a la Universidad de Western Ontario gracias a una beca.

Ahí conoció a Jim Munro, su primer marido, que era librero y con el que tuvo cuatro hijas, una de las cuales murió al poco de nacer. Las otras tres (Sheila, Jenny y Andrea) le han sobrevivido.

El matrimonio se divorció en 1972 y ella se casó con Gerald Fremlin, cartógrafo y geógrafo al que también había conocido en sus días en la universidad. Como esposa joven y madre, Munro aprovechaba momentos entre hacer la colada o hervir patatas para dedicarse a lo que le apasionaba: la escritura.

Escribía sobre el Ontario rural, conocido como el souwesto. Esos paisajes fueron la sangre vital de su imaginación. “Me intoxicaron”, aseguró en una ocasión. “Estoy en mi casa de ladrillos, los graneros que se caen, los parques de casas móviles, iglesias antiguas y pesadas, el Wal-Mart y el Canadian Tire (dos superficies comerciales), y yo hablo su lenguaje”, afirmó.También hablaba a menudo el lenguaje íntimo y rebelde de las relaciones entre madres e hijas, contexto del que salió su libro La vida de las mujeres (1971), su primera colección de relatos cortos nacida para configurar un volumen y con el que fue premiada.

“Alice tiene un don especial para la intimidad y la amistad, sobre todo por sus fascinantes habilidades conversacionales”, declaró su amiga y novelista Jane Urquhart. “Estaba muy interesada en sus colegas humanos, tratando de entender el trabajo de sus vidas”, añadió.

Cuando fue distinguida con el Nobel de literatura, los académicos destacaron su maestría al escribir historias cortas contemporáneas. Fue la primera canadiense que recibió esta distinción. Los críticos literarios subrayan que Munro evidenció la belleza de las palabras. A medida que fue cumpliendo años, su perspectiva sobre la vida y el amor en sus historias se fue sofisticando, pero siempre resultó accesible a sus legiones de lectores, quienes leyeron y releyeron sus ficciones para conocer sus propias vidas y amores.

Sus relatos se empezaron a publicar en revistas canadienses y, poco a poco, reunió material suficiente para agruparlos en 1968 en la colección titulada Danza de las sombras. Recibió elogios del The New York Times, donde a partir de su lectura concluyeron que las historias cortas “están vivas y bien en Canadá”. 

Una operación de corazón en el 2001 incrementó su percepción de la propia mortalidad, lo que acrecentó su escritura en torno a la enfermedad y la memoria. En 2008 publicó en The New Yorker un relato sobre un enfermo de cáncer, precedente de su propio diagnóstico un año después.

“Toda mi vida he escrito historias personales”, recalcó en una entrevista con The Guardian en el 2013, el año del Nobel. “Espero que sean una buena lectura –añadió–, espero que conmuevan a la gente. Cuando me gusta una historia es porque te hace algo, un golpe en el pecho”.

https://www.lavanguardia.com/cultura/libros/20240514/9643457/alice-munro-muere-premio-nobel-literatura.html?facet=app&didomiConfig.notice.enable=false

                                                        ***

III)



¿QUÉ ES LA POSMODERNIDAD? HOLLYWOOD NOS LO EXPLICA



Katixa Agirre (Publicado en ethic) *


https://ethic.es/2021/10/que-es-la-posmodernidad-hollywood-nos-lo-explica/


                                          Escena de ‘Sueños de un seductor’, dirigida por Woody Allen.


A través de tan solo unas décadas la historia cinematográfica ha condensado los códigos clásicos y modernos, llegando a la posmodernidad a través de cintas irónicas, deconstruidas y donde nada debe darse por sentado.



¿Qué es la posmodernidad? Hollywood nos lo explica


¿Qué es la posmodernidad? ¿Una época, una ideología, una conspiración? ¿Un periodo histórico, una lógica cultural propia del capitalismo tardío, un nuevo arte? Su propio nombre es paradójico, porque, ¿cómo puede ser algo más moderno que lo moderno, es decir, post-moderno? El concepto resulta tan confuso, contradictorio y vago que no está de más detenernos a definir la posmodernidad y su importancia para entender el mundo actual. Tomaremos para ello un referente compartido por todos: la fábrica de sueños, el cine de Hollywood.


Empecemos por la modernidad


Fijemos entonces qué es la modernidad para después intentar entender ese prefijo. La modernidad es la lógica histórica que ha dominado el mundo desde la Ilustración y hasta el siglo XX. Es la democracia y la separación de poderes, el liberalismo económico y el desarrollo del capitalismo (también su contrarrelato, el marxismo), la razón, el progreso y la ciencia, el ansia por clasificar el mundo y jerarquizarlo.


Pero también es su cara B: el colonialismo y la esclavitud, el racismo sistemático, el desastre medioambiental. La modernidad también son esas dos guerras mundiales: el dominio de la tecnología para arrasar ciudades y perpetrar genocidios nunca vistos. Durante ese terrible siglo XX afloran las grietas de la modernidad. Se acaba la fe en un único relato. Ya no es que la religión no nos sirva, es que tampoco la fe en la ciencia parece llevarnos a un sitio muy luminoso. Freud, Marx, Darwin… todos esos señores en los que tanto se confió en otro tiempo parece que ya no pueden darnos respuestas.  Surge entonces la posmodernidad, que es tanto la reacción decepcionada a la modernidad como su siguiente capítulo lógico.


¿Y el cine?


El cinematógrafo es un invento de la revolución industrial. Fotografía y luz eléctrica: ¡magia! Encaja por lo tanto en el proyecto moderno, y de hecho las vanguardias modernistas se dan enseguida, a las pocas décadas de haberse inventado el cine. Y como todo va tan rápido, le llega enseguida su momento posmoderno. Hay quien dice que el cine es el medio posmoderno por excelencia. Un medio hecho de pastiche y mezcla (el montaje), sin un autor claro (miren si no los títulos de crédito de cualquier película), que borra de manera efectiva la frontera entre la alta y baja cultura.


Clásico, moderno, posmoderno


Pero decir que todo cine es posmoderno puede confundir más que ayudar. Según Fredric Jameson si el capitalismo puede dividirse en capitalismo de mercado, imperialista y multinacional, el cine habría atravesado ya tres fases análogas: el periodo clásico, el modernista y el posmodernista. Tan rápida va la historia del cine que se apelotonan en ella, en unas pocas décadas, las diferentes fases que la humanidad ha atravesado a lo largo de siglos.


El cine clásico, centrado en el realismo y basado en convenciones narrativas reconocibles, marca el florecimiento y la expansión de Hollywood a comienzos del siglo XX. El cine moderno empieza con los grandes autores de mediados de siglo (Welles, Hitchcock, Fellini, Bergman…) y sigue con los movimientos rupturistas: el neorrealismo italiano, la nueva ola francesa, el nuevo cine alemán. El cine clásico queda completamente absorbido, procede ahora romper sus reglas, exponer y hasta parodiar sus convenciones.


Identificando la posmodernidad


Pero esta ola pasa rápido: llega la fase posmoderna. Un cine que conoce a la perfección tanto el periodo clásico como las rupturas modernistas, pero que las da por amortizadas. Ahora toca jugar con los despojos. Así:


1) Intertextualidad


En la película de animación Antz (1998) las hormigas bailan igual que Mia y Vincent en Pulp Fiction (1994). Woody Allen recrea en Sueños de un seductor (1972) el final de Casablanca (1942). Repite un diálogo y dice: «Es de Casablanca, he esperado toda mi vida para poder decirlo». Estas alusiones son retos a la memoria, invitaciones a la participación del espectador, más identificado con el autor y las referencias culturales que con la propia historia relatada. Una idea subyace a esta intertextualidad constante: ya lo hemos visto todo. No somos capaces de vivir una escena romántica sin hacer referencia irónica a otra escena romántica que hayamos visto en el cine.


2) Hiperrealidad


La ubicuidad de cámaras y pantallas son elementos recurrentes de las películas posmodernas, desde Blue Velvet (1986) a Blade Runner (1982), y el tema central de películas como El show de Truman (1998). Bienvenidos a la sociedad de la imagen. Una sociedad que crea y consume imágenes compulsivamente. Tanto es así que a veces ya solo entendemos el mundo a través de las imágenes que hemos creado de él. Es lo que Baudrillard llama la hiperrealidad. Las imágenes creadas se convierten en algo más real que la propia realidad. Todos somos más guapos en Instagram. Los fans de Juego de Tronos buscan Rocadragón y encuentran, decepcionados, San Juan de Gaztelugatxe. Y cuando la realidad nos golpea de manera extraordinaria, por ejemplo, con los atentados del 11-S, apenas podemos musitar: «Parece una película…».


3) Mezcla


Como ya lo sabemos todo y no respetamos nada, existe una bula posmoderna que dice que todo se puede mezclar. Como en Memento (2000), todo es fragmentario, caótico, mezcla. También los géneros. El laberinto del fauno (2006) parece un drama histórico sobre la posguerra civil y se acaba convirtiendo en una película fantástica con criaturas sobrenaturales. ¿Ficción y realidad? Mezcla pura. En El proyecto de la Bruja de Blair (1999) nunca sabemos si ese «metraje encontrado» es cierto o no. Exit Through the Gift Shop (2010) adopta la forma de un documental pero se desliza sin darnos cuenta hacia la ficción. Todas estas transgresiones hablan de lo mismo: las categorías que conocíamos y parecían tan naturales no eran más que convenciones que pueden revertirse. Pura posmodernidad.


4) Ironía


Nada es auténtico, riámonos de todo. La sociedad posmoderna, en su vertiente reaccionaria, se ha resignado a no poder cambiar nada y opta por no tomarse nada en serio. En el cine es hacer una película de desastres y llamarla Disaster movie (2008). Es mezclar películas de tiburones y tornados y hacer Sharkanado (2013), la historia de un tornado de tiburones. Es lo gore, tan exagerado y tan kétchup que da la risa.


5) Nostalgia


La posmodernidad dice que la historia ha terminado, que ya nada nuevo puede esperarse. En el cine esta idea adopta la forma de la nostalgia. Revisitaciones de géneros clásicos, estética retro, remakes, secuelas y precuelas. En Grease (1978) se recrean los años 50 norteamericanos, esa época dorada y conservadora. En El club de la lucha (1999), la vieja masculinidad se echa tanto de menos que los hombres quedan para darse golpes hasta perder el sentido. ¿Qué es Drive (2011) sino la vuelta del cowboy solitario? Cualquier tiempo (y cine) pasado fue mejor: lema reaccionario (y posmoderno) por antonomasia.The Conversation


* Katixa Agirre es profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.



***

IV)

Cine:
"La familia de Leila"



                                                Título original: Leila’s Brothers

 

 


 

Recientemente vi una película que me gustó mucho. Buen argumento y excelentes interpretaciones que te acercan a conocer más la realidad social de Irán, sobre todo las relaciones familiares y el papel de la mujer entre otras cosas. Para mí resultó muy entretenida y la recomiendo. Como veréis más abajo, hay otras opiniones también diferentes de la mía.

El director y guionista de la película, Saeed Roustayi, es un perseguido más de la dictadura iraní actual.

 

 

Sinopsis del filme

Leila ha dedicado toda su vida a sus padres y sus cuatro hermanos. La familia, muy tocada por una crisis económica sin precedentes, se encuentra hundida por las deudas y va rompiéndose a causa de las desilusiones personales. Para salir de esta situación, Leila elabora un plan: comprar una tienda para lanzar un negocio con sus hermanos. Cada uno pone todos sus ahorros, pero les falta un último apoyo financiero. En ese preciso momento, y para sorpresa de todos, su padre Esmail promete una importante suma de dinero a su comunidad para convertirse en su nuevo padrino, la mayor distinción de la tradición persa. Poco a poco, las acciones de cada uno de los miembros llevarán a la familia al borde del colapso, mientras que la salud del patriarca se deteriora. (FILMAFFINITY)

 

 

Otras opiniones

         "Unos diálogos trepidantes pero estirados de forma agotadora (...) La losa del patriarcado es el fondo de este filme bien interpretado y que funciona por momentos. (...) no está mal, pero sin más" 
Elsa Fernández-SantosDiario El País 

 

         "Hermosa película (...) un cuento moral de compleja y sugerente deriva, que va ganando peso y densidad, pero también una noble emoción, a medida que avanza" 
Carlos F. HerederoCaimán 

 

         "Las casi tres horas de duración (...) esconden la esencia de un culebrón un tanto excesivo, pero con una agenda política clara" 
Sergi SánchezDiario La Razón 

 

         "Unas excelentes interpretaciones potencian a este fascinante drama familiar (...) Un tour de force convincente, sutil y emocional que no parece tan largo como su generoso metraje" 
Lisa NesselsonScreendaily 

    

         "Un drama familiar grande y absorbente al estilo italiano-americano, con potentes interpretaciones (...) y toques de la viscontiana 'Rocco e i suoi fratelli' (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)" 
Peter BradshawThe Guardian 

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